Las “fake news” y las redes sociales también afectan las elecciones en Colombia. ¿Cómo cambiar esta situación? La teoría de la U podría ser la respuesta.
Marcela Anzola*
Desinformación y manipulación
Las noticias sobre el papel de Facebook en votaciones como la del “brexit” o las presidenciales de Estados Unidos pusieron en evidencia el riesgo que conllevan las redes sociales para la privacidad de sus usuarios.
Pero también mostraron el hecho, si cabe, más preocupante, de que Internet se utilice para manipular nuestras opiniones esto es:
- La posibilidad de que nuestros comportamientos sean rastreados para establecer patrones de conducta que predigan nuestra reacción ante determinados eventos. Este tipo de técnicas por supuesto existían antes de la aparición de la red y se usaban, por ejemplo, en mercadeo.
- El poder de las redes para contagiar un comportamiento determinado. Un comentario marginal en un periódico o en Facebook puede sacar a la luz tanto las partes más oscuras como las más bondadosas de un individuo. Por eso en muchos casos Internet ha servido para luchar por causas valiosas, en otros muchos ha permitido promover noticias falsas, amenazas y violaciones dañosas para la sociedad.
Refuerzan pero no crean
![]() Diálogo. Foto: Pixabay |
Pero en las noticias y comentarios de prensa no se suele advertir que lo anterior solo es posible porque las ideas, creencias y sentimientos que circulan en la red ya existían en los usuarios es decir, que la red refuerza estas emociones pero no las origina.
Por eso -y tanto en la vida real como en la virtual- tendemos a relacionarnos con personas que piensan de forma similar a nosotros y a rechazar a aquellos que no lo hacen. Así, nos suscribimos a páginas afines a nuestro pensamiento y creemos e incluso difundimos información absurda o falsa que reafirma aquello que creemos y deslegitima posturas diferentes de las nuestras.
Cada “me gusta” o réplica positiva a un comentario que hacemos refuerza nuestra convicción de que tenemos razón, pues aquellos que nos rodean piensan lo mismo que nosotros. Creamos así una única narrativa explicativa del mundo que nos lleva a asumir posturas que, fundamentadas o no, consideramos absolutamente legítimas e indiscutibles.
Esta forma de sentar posición sobre cualquier tema se basa en la ignorancia, el odio y el temor. Cuando hablo de ignorancia no me refiero a la falta de estudios formales, sino a la incapacidad de oír atentamente el argumento del otro e intentar comprenderlo sin refutarlo de antemano. Cuando hablo de odio y de temor me refiero a que sentimos desprecio y aversión hacia posturas que distan de las nuestras aun cuando no las comprendemos, pues ponen en cuestión aquello en lo que creemos.
El plebiscito, las campañas y el no futuro
El plebiscito por la paz fue un buen ejemplo de lo anterior: la información producida por ambos bandos era tan absurda como predecible, estaba destinada a exacerbar los sentimientos de odio y temor de los destinatarios. Pero funcionó o pareció haber funcionado con mucha eficacia.
Y otro tanto parece que está sucediendo – y está funcionando- en el actual proceso electoral.
¿Por qué funciona la desinformación? Funciona porque desde nuestra perspectiva los argumentos del otro son erróneos y tienen un interés oculto. Cualquier acercamiento o intento de diálogo lo percibimos como un juego de poder en el que ganamos o perdemos. Por eso no podemos escuchar al otro y, mucho menos, ceder o cambiar de opinión.
La presunta riqueza de Petro, los supuestos crímenes de Uribe, el castro-chavismo, la ideología de género y la “venezonalizacion” de Colombia son algunos de los caballos de batalla que, sin ser sometidos a un análisis profundo, circulan en redes sociales como verdades que soportan nuestra posición y deslegitiman la del otro.
En esta edición de Razón Pública: Los fantasmas de la campaña presidencial
Este comportamiento se entiende erróneamente como un ejercicio de libertad de expresión, pero se trata, en realidad, de la reproducción de la intransigencia, desinformación e intolerancia a la que nos enfrentamos en nuestra vida cotidiana.
La ignorancia, el odio y el temor nos impiden establecer un diálogo con aquellos que piensan diferente. Peor todavía: nos impiden construir un futuro mejor. Nos aterra el cambio y entendemos la transformación como un salto al vacío que traerá resultados inciertos; por eso preferimos aferrarnos al pasado, creemos que “es mejor malo conocido que bueno por conocer”.
Construir un futuro diferente
![]() Debate presidencial Foto: Elecciones Colombia – @VotoColombiano |
Para lograr una verdadera transformación económica, política y social necesitamos cambiar la forma en que percibimos y nos relacionamos con el otro, así como aprender a dialogar abierta y respetuosamente con él. Sólo así dejaremos de ser susceptibles a la manipulación política dentro y fuera de las redes.
En efecto, si somos capaces de escuchar genuinamente al otro e, incluso, cambiar de opinión después de haber entendido su punto de vista, nuestro comportamiento dejará de ser previsible y nuestras opiniones dejarán de fundamentarse en prejuicios injustificados. Si dejamos de lado la ignorancia, el odio y el temor, no sentiremos la necesidad de buscar contextos cómodos que refuercen nuestras ideas y creencias, sino que buscaremos espacios que nos permitan conocer opiniones y sentires distintos de los nuestros.
La teoría U: una posibilidad de cambio
A primera vista ese ideal parece imposible de alcanzar. Sin embargo ya se han desarrollado algunas herramientas para lograrlo y dentro de ellas cabe destacar la teoría U, elaborada por el Presencing Institute de la universidad M.I.T. Actualmente, existen varios ejemplos prácticos de aplicación de este método para resolver problemas en los sectores público y privado de distintos países.
La U es un método compuesto de cinco pasos básicos que pretenden generar una respuesta innovadora a un problema específico, superando patrones, prejuicios, odios y temores del pasado. La teoría se basa en la premisa enunciada por Albert Einstein según la cual “no podemos resolver problemas pensando de la misma manera que cuando los creamos”. Por eso el objetivo de este método es lograr que los individuos, grupos u organizaciones cambien su manera de pensar y desarrollen las capacidades necesarias para enfrentar creativa y eficazmente problemas personales y sociales.
Los pasos en cuestión son los siguientes:
- Co-iniciar. Crear una intención común, detenerse y escuchar a los otros con atención.
- Co-sentir/percibir. Prestar atención a los demás con la mente y el corazón totalmente abiertos.
- Presenciar. Conectarse con el origen de la inspiración y el deseo común, para ello es recomendable ir a un lugar silencioso y permitir la emergencia del conocimiento interior.
- Co-crear. Formular nuevas propuestas para explorar el futuro a través del hacer.
- Co-evolucionar. Incorporar el nuevo sistema que facilita el ver y actuar desde la totalidad.
Como sostiene Otto Scharmer, el autor de esta teoría, se trata de una nueva tecnología social, con cinco capacidades de liderazgo, que son útiles tanto en lo micro, como en lo macro, es decir, tanto en el sector público como en el privado. Estas habilidades se resumen en la siguiente gráfica:
Fuente: Presencing Institute.
Si bien esta propuesta es sumamente retadora, vale la pena considerarla e intentar ponerla en práctica en un contexto como el nuestro dominado por sentimientos de venganza, violencia, odio y temor.
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La situación política y social de Colombia no puede ser explicada únicamente en términos económicos. La desconfianza, el temor y el odio nos paralizan y nos impiden avanzar en la búsqueda de soluciones a los problemas reales que nos atañen. Sólo cuando dejemos de ver al otro como un enemigo y seamos capaces de entablar un diálogo honesto con él, podremos iniciar la búsqueda de soluciones al sinnúmero de problemas que enfrentamos.
Si nos mantenemos en este estado reaccionario y violento, no sólo perderemos tiempo valioso, sino que estaremos condenados a vivir eternamente en el pasado.
*Ph.D., LL.M. Lic.Oec.Int. abogada, consultora en las áreas de comercio internacional, inversión extranjera y lucha anti-corrupción.