Qué es y por qué existe el preconteo de los votos en Colombia, por qué esta vez los errores fueron grandes, cómo se hace el conteo final (el escrutinio) y por qué el Registrador propuso un remedio inviable.
Manuel Alberto Restrepo Medina*
Dos números muy distintos
Después del escrutinio de las elecciones legislativas se registró una diferencia de más de 390.000 votos para la lista del Pacto Histórico con respecto a la cifra del preconteo. De esta manera la coalición pasó de 16 a 19 senadores.
Esa diferencia insólita en el número de votos dio pie a muchos interrogantes, e incluso el propio registrador nacional, sin esperar al escrutinio, propuso realizar un reconteo de los votos. Su propuesta sin embargo no se llevó a la práctica.
El preconteo no es como lo pintan
Conviene recordar que los resultados que se entregan el día de las elecciones mediante la página web de la Registraduría y los medios de comunicación son producto de un conteo rápido de mesa —también llamado preconteo—, que tiene carácter informativo pero carece de valor jurídico vinculante.
Según el Código Electoral, los resultados oficiales se conocen cuando concluya el proceso de escrutinio a cargo de las comisiones escrutadoras y el Consejo Nacional Electoral.
El preconteo es una tradición colombiana sin valor jurídico, que consiste en el proceso de transmisión, consolidación y divulgación rápida de los resultados electorales el mismo día de la elección. Pero si la Registraduría conoce la inocuidad jurídica del preconteo, la pregunta es por qué lo realiza, teniendo en cuenta el costo que este acarrea para el erario.
El preconteo suministra información muy cercana a los resultados oficiales, que tardarán días, semanas e incluso meses en llegar. Y, aunque el fraude electoral ha sido una constante en Colombia, el preconteo disipa la incertidumbre, los rumores infundados y las denuncias temerarias ante el desconocimiento de los resultados.
Esta figura funcionó hasta antes de las elecciones del 13 de marzo, porque las diferencias entre el conteo rápido y el escrutinio no superaban el 0,5 %. Dicha diferencia era el error humano que resultaba del afán en la transmisión y recepción de la información.
Además, ese margen de error acababa repartido entre los resultados de todos los partidos y movimientos, así no se producían suspicacias sobre el reporte de esos resultados preliminares.
Por qué tanta diferencia
Pero en esta ocasión el margen de error se quintuplicó y alcanzó un 2,5 %. Además, esa diferencia se concentró casi exclusivamente en una sola lista que correspondía a los partidos de oposición, para mayor infortunio de la Registraduría.
Esa diferencia representaba un 17 % más de votos para dicha coalición, un porcentaje que implicaba tres curules adicionales. Esta situación prendió las alarmas sobre un eventual fraude y expuso fallas que no se habían presentado en este proceso.
Parece ser que hubo un error en el diseño del formulario E14 que facilitó la omisión en el preconteo del resultado obtenido por la lista ubicada en la última línea, el Pacto Histórico.
A esto se sumó la falta de experiencia y capacitación adecuada de los jurados. Muchos no estaban familiarizados con el proceso o cumplían esta función por primera vez, de modo que no estaban en capacidad de advertir esa falla.
La polémica surgió porque en el 25 % de las mesas informadas —alrededor de 29.000 de 112.000— no se registraron votos a favor del Pacto Histórico, lo cual rompía con las proyecciones y tendencias que mostraban los resultados de las demás mesas, y hacía temer que esas cifras se trasladaran al escrutinio, considerando el escaso margen de error que históricamente había mostrado el preconteo.
Pero los votos no reportados en el preconteo fueron contabilizados en el escrutinio y, progresivamente, alcanzaron los 390.000.

Cómo se hace el escrutinio
Conviene resaltar que el escrutinio lo realizan primero las comisiones escrutadoras zonales o auxiliares, después las municipales o distritales, y al final la general.
Las comisiones municipales son designadas por los respectivos tribunales de distrito judicial; cada una está integrada por dos personas que tengan la calidad de jueces, notarios o registradores de instrumentos públicos.
El escrutinio general lo realizan dos exmagistrados de la Corte Suprema de Justicia, el Consejo de Estado, el Consejo Nacional Electoral, el Tribunal Superior, el Tribunal de lo Contencioso Administrativo o por profesores de derecho, designados por el Consejo Nacional Electoral.
Además de ir consolidando los resultados mediante las actas de escrutinio de las mesas de votación, las comisiones deben hacer el recuento de los votos en las mesas que tengan actas con tachaduras en los nombres de los candidatos o los resultados de la votación.
Asimismo, deben hacer el reconteo si tienen dudas sobre la exactitud de los cómputos hechos por los jurados de votación y deben resolver las reclamaciones que se hayan presentado ante estos, así como las apelaciones de las decisiones de las comisiones inferiores.
La diferencia entre el preconteo y el escrutinio es evidente. Los jurados de votación se encargan del primero, en el cual deben reportarse los datos con la mayor celeridad posible.
Pero en el escrutinio intervienen los jurados, los testigos electorales, las comisiones escrutadoras, los propios candidatos, sus partidos y sus apoderados, e incluso el Consejo Nacional Electoral.
El diseño del escrutinio permite crear confianza en el resultado del proceso, sin perjuicio de que, si persisten inconformidades, estas sean resueltas por la jurisdicción administrativa.
La mala idea del Registrador
Por eso la legislación no contempla la figura del reconteo general de toda la votación, algo impracticable. Además, esa figura desconocería el trabajo de 700.000 jurados y 5.000 funcionarios pertenecientes principalmente a la rama judicial, y pondría en tela de juicio el sistema democrático del país.
La propuesta del registrador es una reacción a los resultados del preconteo y muestra su desesperación por encontrar una solución a los problemas en el diseño de los formularios, la escogencia de los jurados y su falta de capacitación.
Ojalá el registrador aprenda la lección para que esto no se repita en las elecciones presidenciales, que para fortuna del registrador son mucho menos complicadas que las parlamentarias.