La perspectiva de género debe ser central en el análisis de cualquier política o medida de control de armas y violencia armada.
Angélica Suárez Mendoza* – Katherine Aguirre Tobón**
La actualidad nacional
En Colombia, la aproximación al control de armas con un enfoque de género ha sido casi inexistente, por lo cual este artículo pretende abrir el debate al respecto. Esto implica un debate político en el Congreso para discutir temas relevantes como las afectaciones de las armas de fuego en la vida de las mujeres.
El control de armas es una de las herramientas más poderosas en la política de seguridad pública. No solamente porque se centra en el elemento con el que más se cometen homicidios en el país (73% en 2019), sino porque plantea múltiples e innovadores puntos de entrada que se relacionan con intervenciones, aspectos institucionales y legislativos a nivel internacional, nacional y local de las áreas de seguridad y defensa.
La prevención sensible al género permite un acercamiento diferenciado para las víctimas y los procesos de desarme, desmovilización y reintegración. Hombres y mujeres viven la violencia armada de forma diferente, se relacionan de formas distintas con las armas y viven de manera particular sus consecuencias.
Sin embargo, los esfuerzos de desarme no adoptan el enfoque de género. Por ejemplo, no se tiene en cuenta hechos como que los hombres son los principales perpetradores y víctimas de la violencia armada.
Algunos ejemplos de cómo implementar este punto de vista incluyen la transformación del marco de control de armas internacional, la participación de las mujeres o las modificaciones en la legislación para prevenir la violencia con armas. Adicionalmente, explorar este enfoque permitiría determinar el rol del género en la producción, distribución, almacenamiento y tráfico de armas, partes y municiones.
Dimensiones de género de la violencia con armas de fuego
En el mundo, la proporción de homicidios por arma de fuego es del 40%. En Colombia este número aumenta: el 75% de los hombres fueron asesinados con arma de fuego en 2019, así como 55% de las mujeres. La menor proporción en las mujeres se asocia con los altos niveles de violencia física (golpes, ahorcamientos, arma blanca) o con el uso de armas para amenazar y coaccionar.
En el espacio privado las cosas son diferentes. La presencia de un arma de fuego en el interior de los hogares aumenta la probabilidad de homicidios:
- Tener un arma en la vivienda aumenta en 41% el riesgo que alguien sea asesinado en el hogar. El riesgo de las mujeres se triplica (Estados Unidos).
- Las personas que llevan armas de fuego a su casa las utilizan con igual o mayor frecuencia como instrumento para ejercer violencia doméstica que como instrumento para frustrar a un delincuente (Estados Unidos).
- Según la Encuesta de Demografía y Salud de Profamilia 2010 en Colombia 7% de las mujeres han sido amenazadas con armas de fuego por su pareja y 3% han sido atacadas.
- Se estima que el 21% de las mujeres víctimas de algún tipo de violencia sexual en el conflicto armado colombiano fueron agredidas y victimizadas utilizando un arma para amenazarlas: 100.636 mujeres. De estas, el 33% dijo que el agresor tenía un arma de fuego.

Foto: Colombia Ágil
Debe mejorarse a nivel nacional el control al porte de armas.
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Oportunidades y realidades. Una política de control de armas con enfoque de género en Latinoamérica
Considerar el género como una parte central del debate sobre el control de armas abre oportunidades poco exploradas que pueden potenciar esta lucha. Existen diversos ejemplos a lo largo del continente. Nombremos algunos ejemplos:
En primer lugar, se han innovado los instrumentos internacionales mediante la inclusión de la violencia de género entre los factores de riesgo que pueden limitar la importación de armas para un país, en el Tratado de Comercio de Armas (TCA). Además, se han integrado las agendas por los derechos de la mujer y las de seguridad y desarme.
Una oportunidad que se debe aprovechar es el aumento de la participación de las mujeres en espacios diplomáticos y de negociación. Esto es fundamental puesto que, históricamente, las mujeres han sido marginadas de la diplomacia del desarme con una participación menor a un tercio en estas reuniones.
En segundo lugar, se pueden realizar importantes avances con respecto de las reglas sobre el acceso y posesión de armas de fuego, con el objetivo de proteger a la mujer de riesgos latentes de violencia de género y doméstica:
La prevención sensible al género permite un acercamiento diferenciado para las víctimas y los procesos de desarme, desmovilización y reintegración
- Se ha limitado el acceso a las armas a personas con antecedentes de violencia intrafamiliar y sexual en países como Argentina (incluidos los miembros de las fuerzas de seguridad), Chile, Costa Rica, Guatemala, Nicaragua, Panamá, y Antigua y Barbuda.
- Existen casos de sanciones, multas u órdenes de secuestro preventivo del arma para personas condenadas o denunciadas por violencia intrafamiliar en Argentina, Costa Rica, Perú, Uruguay, Brasil, El Salvador y Bahamas. En Colombia, la Ley 1257 de 2008 impone la suspensión al porte y tenencia de armas por parte del presunto agresor en casos de violencia intrafamiliar.
- Tenemos también el procedimiento de participación ciudadana por oposición para la autorización de tenencia o porte de armas de fuego en Argentina. La normativa dispone la publicación de todas las solicitudes que se realicen en la página web, y fija un plazo de 15 días para que cualquier ciudadano se pueda oponer a alguno de esos pedidos de particulares para portar armas.
En tercer lugar, teniendo en cuenta el rol de la masculinidad en la cultura de las armas, se podría prevenir con mayor efectividad la violencia armada. La agenda del secretario general de la ONU establece que “la propiedad y el uso de armas están estrechamente vinculados a expresiones específicas de masculinidad relacionadas con el control, el poder, la dominación y la fuerza”.
La experiencia de violencia normaliza la presencia y el uso de armas de fuego. Las expectativas sobre la masculinidad también alientan los actos de violencia de los hombres contra mujeres, niños y otros hombres considerados inferiores. Datos nacionales muestran que los hombres suelen poseer armas.
De la misma manera, debido a su aproximación a la resolución de conflictos y su mirada particular a los territorios es necesario considerar la visión de las mujeres en las estrategias de desarme voluntario.
En cuarto lugar, el apoyo a los sobrevivientes de la violencia debería reflejar el hecho de que las mujeres son desplazadas con mayor frecuencia debido a conflictos violentos y más a menudo también se convierten en las únicas tutoras de una familia.
Finalmente, los procesos de desarme, desmovilización y reintegración que abordan eficazmente los diversos roles de género de las mujeres y los hombres en los conflictos armados han demostrado ser más efectivos para prevenir el retorno de la violencia.
Un espacio para el debate al respecto se abrió en el marco del desarme de las FARC-EP. Allí se discutió sobre el rol que tenían las mujeres dentro de este grupo y su transformación en el marco del proceso de paz, donde la presencia de las mujeres ha sido fundamental. Esto se adiciona a todas las medidas de género incluidas en el acuerdo de paz.

Foto: Alcaldía de Cali
¿Por qué hablar de porte de armas con enfoque de género?.
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Perspectivas para Colombia
En los últimos años el control de armas en el país se ha limitado a la restricción nacional del porte, así como intervenciones a nivel local de desarme ciudadano. Sin embargo, las intervenciones de control de armas con enfoque de género han sido muy limitadas.
Dentro del contexto internacional, el país no ha ratificado el Tratado de Comercio de Armas. A nivel nacional no hay una discusión sobre el rol diferenciado de las armas por géneros, ni se han expedido medidas provisionales en contra del acceso a las armas por parte de perpetradores de violencia intrafamiliar o sexual.
En un escenario de conflicto armado irregular y de altos niveles de violencia las mujeres continúan siendo impactadas por las armas de fuego en Colombia. En el país se sigue negociando la compra y venta de armas y municiones. Los registros de las armas ilegales siguen siendo un gran reto para el gobierno a cargo y el número de mujeres y menores afectados por la falta de control del Estado está creciendo.
La existencia de otros sujetos armados en los territorios se suma al alto grado de circulación de armas pequeñas y ligeras, sobre las que no hay un control real y robusto que permita un seguimiento a los delitos asociados con estas, ni a los efectos diferenciados en la vida de las mujeres.
Una discusión abierta sobre los altos niveles de gasto militar y la necesidad de garantizar el monopolio de armas en manos del Estado es necesaria. La discusión adquiere otros matices cuando desentrañamos las posibilidades de abordar la prevención desde un enfoque que considere las masculinidades violentas y su relación con las armas.
*Consultora en Mejía, Ardila y Asociados @QueridaKitty
** investigadora del Instituto Igarapé @katheaguirrecol
Las autoras pertenecen a la Red de Equidad en Género por el Control de Armas de Fuego (GENSAC) y a la Red de Mujeres Expertas en Seguridad y Defensa de América Latina (Amassuru).