Con algunos logros y con problemas serios, la ciudad funcionó como pudo y espera un difícil 2019. ¿Cómo le fue al alcalde Peñalosa y, sobre todo, cómo le fue a la movilidad que es lo que más preocupa a los capitalinos?
Daniel Páez*
El legado de Petro y el modelo de Peñalosa
Hay que recordar que Peñalosa recibió de Gustavo Petro una ciudad paralizada en materia de transporte. Los cuatro años del gobierno distrital del hoy senador se consumieron entre la inestabilidad de los secretarios de Movilidad, los muchos debates y los pocos resultados.
Bajo la administración de Petro:
- Comenzó la fallida puesta en marcha del Sistema Integral de Transporte Público (SITP),
- No se cambió la flota de Transmilenio,
- Se mantuvo el numero de accidentes en niveles alarmantes, y
- No se completó ni un nuevo kilómetro de Transmilenio.
Trayendo promesas de cambio, Peñalosa puso toda su energía en desarrollar su modelo de ciudad. Durante los primeros dos años su administración no tuvo ningún avance importante y, como lo dijo Nadia Pérez, la movilidad fue un sector con varios retrasos en las metas del plan de desarrollo.
Las expectativas eran muy grandes para 2018, tercer año de su alcaldía. ¿Cumplió lo prometido? No del todo, pero hay avances para destacar.
Los logros
![]() La renovación de la flota de transmilenio y la reducción de accidentes se retoman con mayor fuerza en el gobierno Transmilenio. Foto: Transmilenio |
Aunque ha pasado de agache para la mayoría de los ciudadanos, el gran logro de Peñalosa en 2018 fue fortalecer la seguridad vial en la agenda de la ciudad.
En su momento, el director de la Agencia Nacional de Seguridad Vial, Alejandro Maya, alertó sobre la necesidad de reducir las muertes en las vías. El secretario de Movilidad del distrito, Juan Pablo Bocarejo, no solo acogió el llamado de Maya, sino que trabajó por tener “cero muertes” en las vías de Bogotá. En el presente, la administración distrital ha logrado coordinar las diversas entidades del sector (Transmilenio, IDU, Secretaría y Unidad de Mantenimiento Vial) para trabajar por este objetivo.
Hay que resaltar también que se logró reducir a 50 kilómetros por hora la velocidad límite en corredores de alto impacto, como la avenida Boyacá y las Américas. Esta no fue una decisión fácil desde el punto de vista político y técnico. Pero este cambio fue fundamental (aunque todavía faltan cámaras para un mejor control) y convirtió a Bogotá en líder en seguridad vial en todo el país.
El gran logro de Peñalosa en 2018 fue fortalecer la seguridad vial en la agenda de la ciudad.
Aunque para algunos tenga un sabor más agrio que dulce, otro logro importante de esta alcaldía fue haber comprado la flota de buses de Transmilenio. Todos hubiéramos quedado más felices con la compra de por lo menos cien buses eléctricos, pero hay que reconocer que el gobierno Peñalosa logró destrabar un proceso que tenía ocho años de retraso, y donde la administración anterior no alcanzó ni a tener pliegos aprobados.
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Finalmente, Transmicable fue un avance importante en movilidad para Peñalosa. Es verdad que el alcalde puso en duda durante su campaña la necesidad de la obra, pero su administración demostró en este caso una capacidad de ejecución que vale la pena resaltar.
Los errores
Para la mayoría de los bogotanos la administración de Peñalosa ha sido deficiente y por eso su impopularidad ha roto todos los récords. No es sorprendente esta mala percepción de los ciudadanos sobre su alcalde, sobre todo por el desastre que ha sido el SITP.
Al comenzar su mandato Peñalosa dijo que el SITP era una bomba nuclear. Pues bien, el SITP ha pasado de ser un mal proyecto a ser el peor desastre de movilidad de la historia de Colombia (financieramente, tan malo o peor que la Ruta del Sol). En 2018, con la entrada de la nueva gerente de Transmilenio, hubo esperanzas de cambio. Pero la realidad es que la administración actual sigue sangrando (financiera y políticamente) por este problema.
Petro logró reducir la flota de buses provisionales, pero Peñalosa no solo no ha logrado reducirla, sino que tiene hoy a todos los operadores en problemas financieros. Lo peor es que nadie en el gobierno dice nada ni da luces sobre lo que está pasando, lo que crea las condiciones para una parálisis completa.
2018 también se caracterizó por los problemas gerenciales en los grandes proyectos de movilidad:
- El metro lleva más de 18 meses de atraso,
- Los semáforos tienen líos en la Procuraduría,
- Los proyectos en la Séptima tienen a los vecinos protestando,
- El diseño de las nuevas troncales de la 68 y de la Boyacá está atrasado,
- Las bicicletas públicas no avanzan,
- No se ha implementado el cobro por parqueo en vía, y
- El contrato de patios y grúas todavía sufre los coletazos de los Nule.
Hace meses advertimos que la implementación de tabletas en los taxis no tenía futuro. En 2018 se comprobó que este fue uno de los proyectos fallidos de la administración Peñalosa, pues no solo afectó las finanzas de muchos taxistas, sino que cerró la puerta a un cambio tecnológico apropiado.
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2019: retos y más retos
![]() El Transmicable fue una de las obras entregadas durante este año . Foto: Instituto de Desarrollo Urbano |
Normalmente, el último año de cada gobierno es para recoger los frutos y dejar las obras con las que los ciudadanos recordarán al alcalde que sale. Incluso Petro, aunque tuvo una administración con muchos problemas, pudo usar su último año para lanzar su candidatura presidencial. ¿Podrá Peñalosa hacer los mismo en 2019? No creo.
Con retrasos en las grandes obras, Peñalosa lucha una batalla contra el tiempo ya que se vienen las elecciones del nuevo alcalde. Esta situación hará que:
- La atención del Concejo no esté en el alcalde sino en la campaña, y
- La Ley de garantías reducirá la capacidad operativa de la administración, que ya es muy baja.
Peñalosa logrará inaugurar algunas obras menores y se beneficiará de la llegada de parte de la nueva flota de Transmilenio. Pero sus proyectos bandera: la troncal de la Séptima y el metro, serán sus grandes retos en 2019.
Si la oposición ciudadana a estos proyectos continúa como hasta hora y la administración no logra adjudicar los contratos de obra antes de que el nuevo alcalde sea elegido, es probable que se caigan. Esto no sería sorpresivo porque ya lo hemos visto en el pasado: Petro echó para atrás la construcción de la troncal de la Séptima, a pesar de que ya había un contrato adjudicado (aunque no había iniciado obras).
Lo mismo nos puede pasar en estos casos, particularmente con el metro elevado, cuyo tamaño, unido a los constantes tumbos de la empresa Metro, dejan en gran riesgo el futuro del proyecto si este no se adjudica y se inician las obras antes de que conozcamos al nuevo alcalde.
Sumado a esto, el SITP ha entrado en estado crítico y una eventual parálisis de más operadores (que es probable) dejaría a la ciudad en una grave situación de movilidad. En 2019 Bogotá no tendrá margen de maniobra ante la bomba atómica del SITP y desactivarla requiere la ayuda del gobierno nacional.
Además de salvar el SITP se debe hacer la reingeniería de las rutas de Transmilenio y mejorar los sistemas de despacho de buses en las troncales, algo que no requiere grandes procesos de contratación.
El tiempo se acaba y la administración arrancará 2019 con un cúmulo inmenso de dificultades que, como dijo Alberto Saldarriaga, se debe a la gran arrogancia de esta administración al tratar de implementar un modelo de ciudad sin tener en cuenta a los ciudadanos.
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Ojalá en 2019 Peñalosa escuche lo que dijo el concejal Juan Carlos Flórez: una cosa son las medidas impopulares y otra, las antipopulares. Si no hay un cambio de la mirada de la administración hacia los ciudadanos y sus deseos, Peñalosa va a ser recordado por los bogotanos no por los logros de su primera alcaldía sino por el desastre en que puede quedar la movilidad de Bogotá una vez deje el palacio Liévano.
Ojalá esto no pase y nuestro alcalde nos sorprenda por sus logros en su último año de mandato.
*Ph.D. en ingeniería e investigador asociado de la Universidad de Melbourne, Australia. Consultor internacional. @danielpa