A los unos les fue mal, pero a los otros les fue mucho peor. Aquí están las razones.
Juan Pablo Milanese*
Hay perdedores y perdedores
Las elecciones no producen solo ganadores y perdedores.
Por regla general, existen distintos tipos de derrotados. En lenguaje coloquial, desde aquellos que sufren derrotas agridulces, hasta los “quemados”. Y la primera vuelta de las presidenciales no fue precisamente la excepción a esta regla general.
Excluyendo al desconocido que sin embargo apareció en el tarjetón (Jorge Antonio Trujillo), los resultados entregados prontamente por la Registraduría permiten distinguir ente esas varias clases de perdedores: mientras que Sergio Fajardo (y su fórmula Claudia López) se quedaron con el sabor agridulce, Humberto De la Calle (con Clara López) y, especialmente, Germán Vargas Lleras (con Juan Carlos Pinzón) salieron “chamuscados” de esta lid electoral.
Fajardo, Claudia López y la Coalición Colombia
En el caso de Fajardo y López, porque la “remontada” que se anunciaba en las redes la semana pasada logró en efecto recortar sus distancias con Petro y Ángela Robledo hasta ubicarlos a poco más de un punto por debajo de ellos. Es más: Fajardo y López lograron superar el porcentaje de votos que alcanzó Antanas Mockus en la primera vuelta del 2010.
Y sin embargo la derrota de hoy domingo los privó de competir en la segunda vuelta, donde las encuestas -esta vez revindicadas según muestra Hernando Gómez en esta misma edición de la revista- les auguraban un escenario prometedor. E inclusive perdiendo, habrían tenido automáticamente sus respectivos asientos en el Senado y la Cámara de Representantes.
Si la Coalición Colombia que integraron los Verdes y los robledistas se mantiene después de esta campaña, habría quedado bien parada para las elecciones departamentales y municipales del año próximo. Algo que no pasó desapercibido en el discurso de Fajardo en el momento mismo de conocer los resultados, cuando dijo que “el 2019 empieza hoy”.
En este contexto Claudia López (y por ello mi insistencia en mencionar las candidatos a la vicepresidencia) queda en una posición inmejorable para competir por la alcaldía de Bogotá, distrito donde el resultado de la Coalición Colombia fue extraordinario.
![]() Candidatos Sergio Fajardo y Claudia López. Foto: Campaña de Sergio Fajardo |
En el mismo sentido es importante destacar resultados excelentes como los de Cali (y su zona metropolitana), Manizales (donde la Coalición prácticamente obtuvo la mayoría absoluta de los votos), Armenia, Pereira y Dos Quebradas, Tunja, parte de la zona metropolitana de Bogotá y, en menor medida, Bucaramanga, Ibagué, Popayán y Pasto Villavicencio y Buga. Inclusive cabría mencionar a Medellín donde- pese a que Duque y Ramírez los derrotaron por más de 20 puntos-, Fajardo y López obtuvieron más de 300.000 votos.
El cartograma siguiente ilustra la magnitud relativa de las victorias o ventajas que hoy lograron los “verdes” en las distintas circunscripciones del país (por eso el gran tamaño de, por ejemplo, Bogotá). El mapa subsiguiente representa los datos de un modo alternativo, para que los lectores puedan formarse opiniones más precisas. Pero el mensaje es el mismo: la Coalición Colombia quedó con fortalezas o hasta “fortines” electorales donde podrá seguir compitiendo en el futuro.
Pero con eso no se contesta la pregunta sobre el papel que pueda asumir el propio Sergio Fajardo en ese nuevo contexto. La pregunta es importante porque el tiempo se le agota (en Julio próximo cumplirá 62 años y ya sufrió una derrota nacional como compañero de fórmula de Mockus hace 8 años).
Pero además es importante porque Fajardo se enfrenta a un dilema: de no lanzarse el año entrante (escenario más probable), perdería visibilidad política al no ocupar cargo público ninguno, y esto prácticamente lo obligaría a desistir del proyecto de competir de nuevo por la Presidencia en el 2022.
Y todo eso sin añadir el punto obvio de que los votos que obtuvo Fajardo no son suyos solamente sino de una coalición con varios personajes de alto perfil, como Claudia López, Antonio Navarro, Jorge Robledo o el propio Antanas Mockus.
Conociendo los antecedentes de la coalición (especialmente los de Fajardo), y las características de su electorado, es poco probable que a cambio de una cuota en el gobierno inviten a sus seguidores a votar por Duque o por Petro.
Vargas, Pinzón y Cambio Radical
![]() Vargas, uno de los perdedores, durante su campaña. Foto: Facebook Germán Vargas Lleras |
Por el lado de Vargas la situación es simplemente alarmante.
De hecho Vargas pasó de ser el candidato que con buenos argumentos se veía como el favorito, al lánguido 7,3 por ciento en la elección de hoy -menos de un millón y medio de votos, y casi tres puntos menos que en las presidenciales de 2010-. Vargas es un “quemado” en toda la extensión de la palabra.
El que muchos veían como “sucesor natural” de Santos no solo no supo aprovechar los espacios (y recursos) clave que ocupó durante los últimos gobiernos, sino que ahora tendrá que ver a muchos de sus aliados políticos -que le “apostaron a más de un caballo” o no hicieron casi nada para ponerle votos- se reacomodan por su cuenta propia para la segunda vuelta y le privan así del papel de mediador al cual aspiraría de otro modo (recuérdese por ejemplo la invitación que Vargas le hizo a Duque después de la consulta del 11 de marzo para “formar una coalición en el Congreso”).
De hecho, muchos de aquellos que hasta hoy fueron sus socios (algunos de vieja data -como los Char en la Costa- otros circunstanciales -como la gobernadora del Valle Dilian Francisca Toro) tienen peso suficiente en el Congreso para proceder con total independencia.
De modo pues que, aunque “en política nadie puede darse por muerto”, Vargas Lleras ya no tiene la posibilidad de mantener un perfil tan alto como el que tuvo hasta hoy y, menos todavía, la de volver a pensar en postularse para la Presidencia.
Sobre el exministro Juan Carlos Pinzón no hay mucho que decir, porque nunca tuvo mucha fuerza electoral y ahora tampoco tiene quién le sirva de padrino. Y queda la bancada de Cambio Radical que como dije se dispersaría entre los congresistas independizados y aquellos pocos que logren negociar como grupo con el presidente Duque o el presidente Petro.
De la Calle y el Partido Liberal
Para el partido que otrora fue hegemónico –y para su director César Gaviria- este fue un golpe demoledor sin duda. El candidato oficial del Partido Liberal fue el más quemado de todos: menos de 400 mil votos e incluso menos que los votos en blanco.
Pero el propio candidato se quemó en condiciones muy distintas de las de Vargas Lleras: dicho de manera simple, la derrota del candidato liberal era bastante más previsible que la de Germán Vargas: aunque las encuestas no auguraban buenos resultados para ninguno de los dos, Vargas estuvo siempre por encima de De la Calle y – sobre todo- se creía que las maquinarias de Cambio Radical y el Partido de la U hasta serían capaces de derrotar las encuestas (y así lo anticipaban, por ejemplo, los modelos de pronóstico de Cifras & Conceptos), mientras que la maquinaria liberal apenas si mostró algún entusiasmo por De la Calle: de hecho se esperaba que los congresistas liberales se moverían hacia Vargas Lleras (aunque hoy es muy dudoso que así lo hubieran hecho).
Volviendo a De la Calle, varios analistas sugirieron esta noche que su fracaso en las urnas habría sido el resultado de su papel protagónico en la negociación con las FARC.
Es muy probable que esto fuera cierto en algún grado, pero no se debe descartar la posibilidad de que De la Calle hubiera sido “simplemente” el candidato “sacrificado” por el voto que se llama “estratégico”: muchos votantes de centro izquierda habrían optado por los más opcionados (Fajardo o Petro) para maximizar la utilidad de su voto y aunque su primera preferencia fuera De la Calle.
Visto de esta manera, el presente parece ser injusto con De la Calle, y parece poco probable que el futuro cercano le guarde un lugar relevante en la política.
Sin embargo no creo que existan dudas a la hora de afirmar que los manuales de historia lo incluirán como uno de los personajes más relevantes del cambio de siglo: el vicepresidente controversial de Ernesto Samper, el ministro que concertó la Constitución de 1991, el jefe negociador del Acuerdo de La Habana.
Para cerrar, también es importante señalar que De la Calle es el símbolo del ocaso de los partidos Liberal y Conservador (aunque no son los únicos que merecen esta apreciación).
En estos comicios los dos partidos históricos perdieron por completo su vocación de poder y se limitaron a tratar de saciar sus apetitos burocráticos. Ambos partidos podrían definirse como confederaciones de políticos con poca proyección pero con algún apoyo que vender (apoyo legislativo, más que electoral). Un puñado de políticos que el Gobierno necesita para que le apruebe sus decisiones, pero con poca capacidad y/o poco interés en movilizar votos si no es para ellos mismos.
* Doctor en Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad de Bolonia (Italia), Jefe del Departamento de Estudios Políticos y profesor asociado del Departamento de Estudios Políticos de la Universidad Icesi de Cali.
@milangacali