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El ELN se metió en la campaña electoral

Escrito por Luis Fernando Trejos - Reynell Badillo
El ELN campaña electoral

Mediante ataques violentos, este grupo guerrillero trata de recordarles a los candidatos que sigue existiendo, que afecta la relación con Venezuela y que tiene incidencia en distintas regiones del país.

Luis Fernando Trejos Rosero* y Reynell Badillo Sarmiento**

Tres argumentos

En lo que va del año, el ELN ha llevado a cabo varias acciones militares en las zonas centro y sur de la frontera colombo-venezolana.

Aunque podría parecer una estrategia nacional, las diferencias en los atentados muestran que existen dos centros de operaciones que no están en sintonía: uno en la frontera entre Arauca-Apure, en donde actúa el Frente de Guerra Oriental, y otro en Norte de Santander y en el sur del Cesar, en donde actúa el Frente de Guerra Nororiental.

En este artículo, desarrollaremos tres argumentos que permiten comprender las acciones de este grupo armado:

  • Los frentes del ELN tienen una marcada autonomía militar y política, lo cual explica que cada uno de ellos actúe de manera diferente.
  • La violencia desplegada por el ELN desde la desmovilización de las FARC ha tenido lugar principalmente en la frontera colombo-venezolana. Para comprender esta guerrilla es necesario comprender su carácter binacional, pues mientras en Colombia lucha contra las instituciones, en Venezuela opera como un grupo paramilitar que tiene alianzas con la fuerza pública y apoya candidatos oficialistas.
  • Aunque no lo parezca, el ELN aspira a influir sobre las elecciones legislativas y presidenciales.

El federalismo insurgente

Fernán González y Andrés Aponte afirman que el ELN constituye “un conjunto variado de organizaciones dentro de un proyecto nacional”, lo cual implica que no se trata de un proyecto centralizado, sino de varios “emprendimientos armados locales” que tienen visiones, agendas y formas de actuar diferentes. Aponte ha bautizado este fenómeno el “federalismo insurgente” del ELN.

Esta particularidad explica por qué esta guerrilla actúa de modos tan diferentes en distintas partes del país. Por ejemplo, mientras en el sur de Bolívar han establecido una “paz mafiosa” como explicamos en esta columna, en el centro y en el sur del Chocó están en medio de una guerra contra el mismo grupo armado, como ha mostrado el Assessment Capacities Project (CAPS). Esta “incoherencia” es producto de su carácter “federal”.

La lógica “federal” del ELN ha quedado en evidencia en los atentados que han realizado este año. Por una parte, en Arauca está en medio de una guerra con la disidencia de los Frentes 10 y 28 de las extintas FARC. Al parecer, este conflicto se originó porque el Frente X incumplió el pacto de distribución del territorio.

Esta disputa se ha caracterizado por una violencia directa contra la población civil y sus bienes. La táctica de guerra ha consistido en atacar a las “bases sociales” de la contraparte, lo cual ha puesto en riesgo a varias ONG y grupos sociales del departamento. El carrobomba que pusieron en la entrada del edificio de una ONG ubicado en Saravena muestra que la guerra en Arauca es, esencialmente, contra la población civil. A este tipo de violencia la denominamos “violencia vertical descendente”.

A pocas semanas de las elecciones legislativas y presidenciales, estos atentados son una forma de recordarles su existencia a la opinión pública y a los candidatos.

Por otra parte, en Norte de Santander y en el sur del Cesar la violencia no es producto de una disputa con otros grupos armados ni está dirigida contra la población civil. En este caso, las acciones violentas comenzaron el 27 de enero con un ataque simultáneo a siete posiciones militares y de policía ubicadas en 6 municipios de los dos departamentos. En total, el ELN atacó cinco bases militares (Aguachica, Chiriguana, Ocaña, San Calixto y Convención) y dos estaciones de Policía (Pailitas y San Calixto). Antes del 20 de enero, el ELN había lanzado un ataque contra el Fuerte Militar del Grupo de Caballería Juan José Rondón, ubicado en Buenavista, al sur de la Guajira.

Estos ataques muestran que el ELN tiene una gran capacidad logística, de planeación y de coordinación operativa. Además, hay dos razones que los diferencian de los de Arauca:

  • Todos los ataques fueron contra unidades de la fuerza pública, lo cual implica que no querían lastimar a la población civil, sino al Estado. A esta violencia la denominamos “violencia vertical ascendente”.
  • En este caso, el ELN no está en disputa con un competidor ilegal, sino que está ejecutando una campaña militar con el propósito de mostrar su poderío en la región y mover la línea de confrontación.

En definitiva, la guerra emprendida por el ELN en Arauca es producto de la necesidad, busca defender el territorio de la expansión de la disidencia del Frente 10 y está dirigida contra la población civil. En cambio, en Norte de Santander y en el Sur del Cesar están en guerra contra la Fuerza Pública.

La binacionalidad

Desde que las FARC se desmovilizaron en 2016, la frontera con Venezuela se convirtió en el eje de gravitación del ELN, que ha consolidado su presencia en los estados Apure (en la frontera con Arauca), Táchira, (en la frontera con Norte de Santander) y Zulia (en la frontera con Cesar, Norte de Santander y La Guajira).

Mapa de las múltiples violencias del ELN a principios del 2022

El ELN campaña electoral
Fuente: Elaboración propia

En Apure el ELN ha establecido alianzas con la Fuerza Pública venezolana para combatir al Frente X. Al enfrentamiento con otros grupos armados ilegales la denominamos “violencia horizontal” porque no involucra de forma directa a la población civil. Recientemente, el ELN empezó una disputa contra la guerrilla venezolana “Fuerzas Bolivarianas de Liberación”.

En definitiva, las acciones del ELN solo pueden ser comprendidas si tenemos en cuenta su carácter binacional, pues en Colombia fungen como una guerrilla que atenta contra la fuerza pública y en Venezuela actúan como un grupo paramilitar.

Cuando hay violencia horizontal, suelen presentarse desplazamientos masivos producto de los combates militares y confinamientos, tal como se observó en marzo de 2021 por una guerra entre la Segunda Marquetalia y el Frente X en Apure y en enero de 2022 del lado venezolano de la frontera, por los combates militares entre el ELN y el Frente X.

En cambio, en el lado venezolano de la frontera de Norte de Santander y del Cesar el ELN no ha emprendido combates militares, sino que utiliza los estados de Táchira y Zulia como zonas de retaguardia estratégica y planeación de actividades armadas. En esta zona, el ELN tiene presencia permanente en el lado venezolano de la frontera y ocasionalmente incursiona en La Guajira y en el centro y norte del Cesar. En este caso la violencia es de corte “vertical ascendente” porque va dirigida principalmente contra la Fuerza Pública colombiana.

Si el gobierno colombiano quisiera negociar con el ELN, tendría que contar con la participación del gobierno venezolano, pues este grupo armado tiene una fuerte presencia en varios estados del país vecino. Para avanzar en esa dirección, Colombia tendría que restablecer las relaciones diplomáticas con Venezuela como explicamos en este artículo.

En definitiva, las acciones del ELN solo pueden ser comprendidas si tenemos en cuenta su carácter binacional, pues en Colombia fungen como una guerrilla que atenta contra la fuerza pública y en Venezuela actúan como un grupo paramilitar que tiene alianzas con la Fuerza Pública y apoya a algunos candidatos oficialistas.

El ELN campaña electoral
Fuente: Wikimedia Commons - El ELN se está metiendo en la campaña electoral para asegurarse un espacio de negociación con el próximo gobierno.

La intervención electoral

Este grupo armado ha vuelto a aparecer en los principales medios por los ataques que ha perpetrado en Norte de Santander, Cesar y la Guajira. A pocas semanas de las elecciones legislativas y presidenciales, estos atentados son una forma de recordarles su existencia a la opinión pública y a los candidatos. El objetivo del ELN es evidente: mostrarle al país que siguen existiendo y que tienen capacidad militar ofensiva.

Al parecer, están cumpliendo su objetivo, pues en los debates no puede faltar la pregunta sobre la negociación con este grupo armado. Mientras que El Pacto Histórico y la Coalición Centro Esperanza creen que las negociaciones deben reanudarse, el Equipo Colombia sostiene que el gobierno no debe negociar.

Por otra parte, es importante recordar que en Arauca y Norte de Santander hay dos Circunscripciones Transitorias Especiales de Paz (CTEP-2 y CTEP-4). Si bien su objetivo es que las víctimas del conflicto participen en la política, la violencia que siguen experimentando no permite que los candidatos desarrollen actividades libremente. Las campañas y la participación electoral podrían verse gravemente afectadas por este grupo armado. De hecho, en el Catatumbo una candidata ya sufrió un atentado y otros candidatos han recibido amenazas.

Así mismo, en Arauca cuatro candidatos fueron amenazados y hay varios municipios donde los grupos armados impusieron toques de queda desde las 6:00pm. En muchos casos, los candidatos se abstienen de hacer declaraciones que puedan convertirlos en objetivo militar. Las disidencias de las FARC pusieron en circulación un documento en el que amenazan a los “traidores de la patria” y a quienes promueven prácticas corruptas.

Todo esto muestra que los conflictos en los que participa el ELN están afectando el proceso electoral y podría sabotear las elecciones. En algunas regiones de Colombia tenemos una “democracia tutelada” que depende de los planes e intereses de los grupos armados.

En síntesis, podemos afirmar cuatro cosas sobre el ELN:

  • Se trata de una organización “federal” que tiene objetivos diferentes en distintas zonas del país;
  • Sus acciones solo pueden ser comprendidas si reconocemos que se trata de una entidad binacional que tiene un estatus diferente en Colombia y en Venezuela;
  • Sus acciones buscan intervenir en la campaña presidencial para lograr un espacio de negociación con el próximo gobierno;
  • Su presencia está saboteando el proceso electoral y podría perjudicar seriamente las elecciones.

Estos elementos deberían ser tenidos en cuenta en las discusiones sobre la seguridad del país. Para solucionar el conflicto con el ELN es necesario comprender sus particularidades y objetivos políticos.

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