Dos semanas después de la primera vuelta de las elecciones en Francia, sabremos si Macron es reelegido o si el voto se inclina por primera vez por la extrema derecha de Le Pen.
Olga L. González*
Los resultados de la primera vuelta
La primera vuelta de las elecciones presidenciales en Francia dejó a dos ganadores —Macron y Le Pen—, a uno que casi clasifica —Mélenchon— y a una larga hilera de candidatos quemados que no tendrán derecho a reposición por no alcanzar el 5 % de los votos:
Cuadro 1. Resultados de la primera vuelta

Macron logró pasar a segunda vuelta con un 27,8 % de los votos, a pesar de su escasa popularidad y de la respuesta ciudadana que enfrentó debido a la brutalidad de la represión policial, su política tributaria favorable para los más ricos, sus medidas elitistas con respecto a la escuela o su tendencia a gobernar por decreto, entre otras cosas.
Sin embargo, a pesar de los movimientos sociales en su contra —los chalecos amarillos, los antivacunas, los ciudadanos afectados por su fallida reforma pensional—, Macron dejó sin aire a la candidata del partido Les Républicains —el partido de Sarkozy—, quien obtuvo apenas un 4,8 % de los votos.
Por su parte, Marine Le Pen —que obtuvo el 23,1 % de los votos— se clasificó por segunda vez. Su primera vez fue hace cinco años, pero su padre, Jean-Marie Le Pen, ya lo había logrado en 2002 causando estupor. A diferencia de su padre, que nunca fue invitado a debates en televisión debido la fetidez de sus ideas, Marine se ha vuelto un personaje habitual del paisaje mediático. Su estrategia de “desdiabolización”, no decir lo que piensa, le ha dado buenos resultados.
Pese a que este año Le Pen tuvo un rival en su propio campo, el polemista mediático Eric Zemmour, un hombre más abiertamente racista que ella, provocador, autor de libros y atractivo para una franja más burguesa del electorado, logró pasar a la segunda vuelta.
Mélenchon, por su lado, y como en 2017, casi logra clasificar. Pese a que logró seducir a buena parte del electorado de las otras cinco formaciones de izquierda —dos trostkistas, una socialista, un comunista y un ecologista— con el llamado al “voto útil”, no alcanzó a pasar a segunda vuelta (le faltaron un poco más de 400 mil votos). Su campaña, que se mantuvo con el 10 % de favorabilidad durante la mayor parte del tiempo, comenzó a remontar quince días antes de la primera vuelta.
Los resultados globales fueron los que se esperaban a partir de los sondeos y de la evolución de la sociedad francesa. La campaña fue poco seguida, poco emocionante y casi idéntica a la de 2017 en cuando a sus candidatos.
Lo único que ha cambiado el ambiente de pesimismo es el buen resultado final de Mélenchon. El campo político quedó dividido en tres bloques, con un buen tercio para cada uno: la extrema derecha —encabezada por Le Pen—, el centro derecha —con Macron— y la izquierda —con Mélenchon—.

La segunda vuelta
Pero ya no estamos en 2017, cuando la mayoría de las bancadas y de las fuerzas ciudadanas llamaban a contener a la extrema derecha con un “frente republicano”.
En 2022, Macron no tiene la virginidad política, ni cuenta con el efecto sorpresa. En este contexto, los votantes de Mélenchon serán decisivos. Pero muchos sectores de izquierda no quieren depositar un voto por Macron.
El propio Mélenchon no ha llamado explícitamente a votar por él, aunque sí ha sido muy claro en pedirle a sus electores que no voten por Le Pen. El problema es que buena parte de las bases que apoyan a Mélenchon son los mismos que apoyan a Le Pen. Ambos son populares entre los sectores de menores ingresos y de menores diplomas —Mélenchon en las grandes ciudades y Le Pen en el mundo rural—: trabajadores con pequeños salarios, desempleados, sectores populares. Por las encuestas realizadas en este sector electoral, se sabe que una significativa proporción tiende a inclinarse por Marine Le Pen en la segunda vuelta.
Gráfica 1. Segunda vuelta: estimación del voto sobre la base de las encuestas hechas a los electores de los candidatos de la primera vuelta

Sin embargo, los proyectos políticos de Mélenchon y de Le Pen son antagónicos:
– Las ideas de Le Pen, aunque no idénticas a las de su padre, sí pertenecen a la familia de la extrema derecha. Sus medidas son muy hostiles hacia los migrantes y hacia los musulmanes y defienden el “orden” —o sea, mayores prerrogativas a la fuerza pública—. Su programa contempla una reforma constitucional para, por ejemplo, inscribir la “prioridad nacional” en la Carta Magna —algo que los juristas consideran una aberración—. Además, Le Pen modelo 2022 adorna su programa con temas como la defensa de personas LGBTI o sanciones al maltrato animal. Pero estas declaraciones son mera retórica: en el Congreso, su partido se abstiene frente a estos temas.
Con todo, su discurso de corte populista, anti-élites, antisistema, con enunciados simplistas y fáciles de entender, logra capturar una fracción del voto cada vez más importante.
– El de Mélenchon es un proyecto social, ecológico y político de izquierda: no le teme a la nacionalización de sectores estratégicos ni al intervencionismo, propone alta tributación a ingresos altos, igualdad de condición para migrantes y posiciones no alineadas en lo internacional.
Salvo en sus críticas permanentes al elitismo de Macron, su programa no tiene coincidencias con el de Le Pen. Su movimiento, con más de 300 mil miembros, realizará una consulta en línea sobre el voto de segunda vuelta, pero no habrá consigna oficial.
La esperanza de la izquierda: la cohabitación
Las proyecciones electorales para la segunda vuelta le dan el triunfo, por un ligero margen, a Macron. Si gana, es seguro que su legitimidad para este último mandato estará disminuida. También es cierto que intentará hacer lo que no pudo hacer debido a la pandemia.
Su segundo y último mandato será el que muestre el cariz más duro del candidato que ganó sorpresivamente en 2017, con un discurso apartidista y que se decía de centro.
Las elecciones legislativas se harán dentro de un mes largo —12 y 19 de junio, pues hay dos vueltas—. Si el Parlamento elegido es mayoritariamente de oposición (a sabiendas de que el escrutinio no es proporcional, como en Colombia, sino mayoritario), el primer ministro será de ese partido y el presidente no tendrá mayor función que manejar la política exterior. Esto se denomina “cohabitación”.
Frente al hecho ineluctable de que habrá un gobierno de derecha o de extrema derecha el 24 de abril, los sectores de izquierda están realizando acuerdos para, esta vez, tratar de conjurar este escenario mediante una “tercera vuelta” el día de elecciones legislativas.
Finalmente, la cada vez mayor acogida de la extrema derecha en la elección presidencial en Francia es la pregunta que inquieta y requiere profundización. Intentaremos volver sobre este tema una vez dispongamos de los resultados de la segunda vuelta.