Elecciones en Francia: otra vez el populismo antinmigración - Razón Pública
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Elecciones en Francia: otra vez el populismo antinmigración

Escrito por Andrea Arango

Benoit Hamon, representante de la izquierda de Francia.

Andrea ArangoMuchos ciudadanos de países ricos se están alineando con los políticos recién llegados que enarbolan la bandera de los valores nacionales contra los extranjeros. ¿Determinará esta tendencia el resultado de la elección presidencial francesa?*

Andrea Arango Gutiérrez**

EafitPopulismo pro-mercado

La reciente aparición del populismo en los países industrializados es síntoma de la profunda crisis que atraviesan tanto la democracia liberal como la globalización cultural (no tanto la  económica), pues en la coyuntura actual ha resultado victorioso el populismo de derecha y no el de izquierda.

El auge de líderes que dicen estar con la gente del común y desprecian el carácter elitista de los actuales sistemas de representación es síntoma del desprestigio que sufre la democracia liberal. La primera vuelta electoral en Francia fue reveladora sobre la fuerza real que ha adquirido la derecha y el desprestigio de la izquierda en los países desarrollados.  

El cuarto puesto del populista socialista Jean-Luc Mélenchon contrasta con el segundo lugar de la líder popular nacionalista Marine Le Pen. Y esto sin mencionar la absoluta derrota de la izquierda tradicional representada por Benoît Hamon.

Para explicar esta emergencia del populismo resultan más reveladores hechos como la crisis de migrantes que la desigualdad en la distribución de la riqueza o el ingreso. Al pensar en el movimiento popular que llevó a la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea (Brexit) y a la elección del candidato populista Donald Trump en Estados Unidos, es interesante ver que la base popular antiglobalización económica, afectada por el fenómeno de la desindustrialización, ha producido políticos que, en la práctica, no se oponen al mercado global.

Por ejemplo Theresa May no ha optado por la autarquía del Reino Unido sino por crear   conexiones económicas directas con el mundo, sin la intermediación de la Unión Europea. Por su parte, el discurso de “America first” de Trump no ha ido más allá de una orden ejecutiva para promover el consumo de productos americanos y usar la mano de obra nacional.

De hecho, el intento fallido por revocar y reemplazar el Obamacare y las expectativas frente a la reforma tributaria en ciernes muestran una tendencia hacia el recorte del tamaño del Estado, lo que sin dudas ayuda a profundizar la globalización económica y la acumulación de capital.

¡Es la inmigración, estúpido!

Donald Trump, presidente de Estados Unidos. ¿populismo pro-mercado?
Donald Trump, presidente de Estados Unidos. ¿populismo pro-mercado? 
Foto: Wikimedia Commons 

Para entender el personalismo potencialmente autoritario es necesario ir más allá del uso peyorativo del término ‘populista’ para descalificar a estos líderes y movimientos, en aras de entender las condiciones socioeconómicas que han permitido la emergencia de los populismos en general, y los recientes populismos de derecha, en particular.

Estas condiciones hacen inviables las opciones del centro y el populismo de izquierda, lo que significa un gran reto para el candidato francés de centro-derecha Emmanuel Macron y juega a favor de Le Pen.

La coyuntura actual ha resultado victorioso el populismo de derecha y no el de izquierda.

Los cambios que se han dado en los países “ganadores” en el juego de la globalización económica (el paso de la industrialización a la informatización, la creciente desaparición del sector secundario de la economía y la deslocalización del empleo hacia países menos industrializados) explican la inconformidad de muchos sectores populares, así como el surgimiento del populismo como fenómeno político.

Dichos cambios han llevado al triunfo de líderes populistas en lugar de radicalizar los movimientos de izquierda porque las divisiones de clase desaparecen como resultado de la globalización económica, y la alianza multiclasista es la característica fundamental de los populismos.

En cambio, para que la izquierda se radicalice y exija un cambio de sistema económico debe existir una clase trabajadora sólida y organizada, algo imposible hoy con la informalización del empleo en la era digital y la deslocalización producida por la interconexión mundial de la producción de bienes de consumo.

Sin embargo la aparición del populismo en lugares donde la industrialización no se ha desdibujado no se podría explicar tan solo por razones económicas. De hecho, este fenómeno no se manifiesta apenas en el primer mundo, sino que se expande sobre los países postsoviéticos y del Este, como advertía Daniel Pécaut al mencionar los ejemplos de Polonia bajo la influencia del político Jaroslaw Kaczynski, la de Hungría del primer ministro Viktor Orbán, la Eslovaquia de Robert Fico y la Turquía de Erdoğan.

Por eso es necesario analizar el contexto cultural dentro del cual se consolidan los  populismos y -sin desconocer las causas económicas de su surgimiento- resaltar que el elemento cultural es el que explica todos los casos de populismos actuales. Es decir, es la xenofobia y no la lucha contra las multinacionales la que está movilizando hoy a los pueblos occidentales y hasta a los postsoviéticos.

Lo que explica la reacción popular contra la amenaza a la identidad nacional es el fenómeno migratorio, ya que hay un gran flujo de personas desde los países “perdedores” en el juego de la globalización económica. Además, la lucha contra el terrorismo del Estado Islámico ha llevado a los habitantes de Medio Oriente a migrar hacia países cercanos que  les ofrecen ayudas humanitarias (Europa del este y Turquía). De esta manera puede decirse que la oposición populista a la globalización no es por sus consecuencias económicas sino por sus consecuencias culturales.

El match francés

Marine Le Pen, líder popular nacionalista de Francia.
Marine Le Pen, líder popular nacionalista de Francia. 
Foto: Wikimedia Commons

No debe extrañar entonces la fuerza creciente de Le Pen en Francia, quien ha tenido en el centro de su agenda los problemas de la inmigración y la soberanía nacional frente a la Unión Europea. También resulta más clara la actual estrategia de Macron, quien se ha empezado a ocupar del tema migratorio con mayor decisión y a reafirmar la soberanía nacional en la frontera con el Reino Unido.

A pesar de la ventaja que le lleva Macron a Le Pen (59 contra 41 por ciento en las encuestas), la candidata nacionalista logró en dos días restarle dos puntos  porcentuales a Macron. Adicionalmente, mientras que Macron llega tarde al discurso nacionalista y no genera confianza por las políticas neoliberales que ya impulsó como ministro de Economía del actual presidente François Hollande, Le Pen tiene una base sólida de nacionalistas que dan por sentado su rechazo a la globalización cultural, y le queda una semana para cautivar el electorado de Mélenchon y centrarse en los efectos económicos de la globalización culpando al establecimiento, a la democracia liberal y a las élites francesas.

Macron tiene la desventaja de no ser un populista en tiempos cuando la población demanda candidatos disruptivos. Sin embargo tampoco es la cara del establecimiento. Su figura joven y su estilo independiente le han permitido alejarse de la política tradicional francesa en crisis, lo cual le suma electores.

Es la xenofobia y no la lucha contra las multinacionales la que está movilizando hoy a los pueblos occidentales y hasta a los postsoviéticos.

Esta crisis de la Quinta República Francesa también se ha visto reflejada en la estrategia de Le Pen, con su renuncia estratégica al partido Frente Nacional como una maniobra electoral para captar al electorado inconforme con el establecimiento.

Finalmente, no se puede perder de vista el papel central que ha tenido Francia en el proyecto continental de la UE y el reciente aumento del apoyo a esta organización entre la población luego del triunfo del Brexit. Las encuestas de Bertelsmann Foundation muestran que el apoyo francés a la UE en marzo del año pasado era del 50 por ciento, mientras que para agosto del mismo año ya había subido a 53 por ciento, lo que beneficia a Macron y perjudica a la promotora del referendo para que Francia salga de la UE.

Incluso si se da el esperado triunfo de Macron, no se puede desconocer la dimensión de las transformaciones socioeconómicas y culturales que se están dando en Occidente. La reaparición en la esfera política de reclamos sociales por una política orientada hacia la reestructuración de la identidad nacional en el mundo globalizado está tomando fuerza y está llevando a muchos a oponerse a quienes habían abrazado el liberalismo y el cosmopolitismo como valores universales.

Estos hechos llaman la atención sobre lo poco universales que son los valores occidentales de la Ilustración, y sobre la imposibilidad, cada vez mayor, de despreciar por irracional el fenómeno del populismo.

 

*Razón Pública agradece el auspicio de la Universidad Eafit. Las opiniones expresadas son responsabilidad de la autora.    

* Politóloga de la Universidad de Antioquia, magíster en Ciencia Política de San Diego State University en California (SDSU), profesora de la Universidad de Antioquia y de la Universidad Eafit. andrearango09-15@hotmail.com

 

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