No es posible votar con la cabeza cuando el votante no sabe ni siquiera quiénes son los candidatos*
Eduardo Lindarte Middleton**
Condiciones para la democracia
Con mucha frecuencia, y a veces con ligereza, se habla de la necesidad de que las personas sean mejores ciudadanas.
Pero ¿qué significa y cómo es posible ser “buen ciudadano”? ¿Hasta dónde se cumplieron las condiciones para un buen ejercicio de la ciudadanía en, digamos, las elecciones legislativas del pasado 11 de marzo?
Normalmente cuando pensamos en democracia y ciudadanía nos referimos a la llamada democracia participativa. Un término más adecuado para ella sería democracia deliberativa. La primera tiende a encasillarnos mentalmente en la participación electoral. La segunda nos facilita reconocer un punto muy importante, pero no siempre evidente: la participación política no trae beneficios únicamente para la política y su control.
La idea de una democracia deliberativa promueve, valga la redundancia, la deliberación ciudadana, que no solo debe anteceder a las elecciones, sino continuar después por cuanto es formativa y transformadora para los ciudadanos. Es decir, la deliberación eleva la calidad de la política en doble vía: produce mejores resultados y mejores ciudadanos.
Es necesario, sin embargo, recordar que lo anterior es apenas un modelo normativo, un planteamiento del deber ser, y no una descripción de realidades concretas. Para buscar aproximar la democracia deliberativa a dichas realidades cabría preguntar cuál sería su premisa básica y qué condiciones serían necesarias para que se cumpliera.
La premisa central necesaria es la existencia de una ciudadanía con orientaciones racionales. Pero, ¿cómo se traduce esto a condiciones objetivas favorables? Las ciencias sociales, y en particular la sociología política, han identificado varios factores importantes de apoyo a la racionalidad ciudadana.
Una de las condiciones fundamentales para que haya una ciudadanía racional es que esta tenga capacidad e independencia para la deliberación. Ello depende de que se logre el máximo posible de educación de calidad y de niveles económicos de bienestar independiente para el mayor número de personas. Es importante destacar el término “independiente” porque la dependencia económica directa puede restringir la autonomía para la acción política, como se ha visto recientemente en Venezuela.
En ausencia de lo indicado, los imperativos creados por la ignorancia y la lucha por la subsistencia impedirán la motivación y la capacidad para la deliberación seria y de nivel.
Algunos individuos sobresalientes podrán escapar de dicho entrampamiento, pero no la mayoría.
En otros términos, la amplitud y solidez de la clase media es la que proporciona el mejor soporte a una democracia deliberativa. Mucho del espacio social hacia abajo de la clase media es el que ocupa el clientelismo al ofrecer incentivos atractivos para los segmentos vulnerables. Por lo mismo, algunos autores consideran al clientelismo como un factor transicional que tiende a desaparecer cuando las sociedades alcanzan mayores niveles de educación e ingreso, como ha ocurrido históricamente en diversos países actualmente avanzados.
La importancia de la información: el caso del Eje Cafetero
![]() Tarjetones de las pasadas elecciones para Senado y Cámara de Representantes. Foto: Procuraduría General de la Nación |
Lo anterior indica apenas algunas de las condiciones mínimas necesarias para aterrizar la democracia en la realidad.
Otra condición muy importante, relacionada con la capacidad efectiva para la deliberación fundamentada, es que la ciudadanía disponga de información suficiente y objetiva sobre las alternativas ofrecidas para con ella ejercer su racionalidad.
La vigencia de este asunto se manifiesta en el hecho de que para las elecciones legislativas que acaban de realizarse este requerimiento básico no pudo cumplirse. El que no se trate de una novedad, pues lo mismo ha acontecido en oportunidades anteriores, no le resta importancia a la situación actual.
La información que se presentará está fundamentada en la experiencia del Eje Cafetero y de Caldas en particular. Se basa en el trabajo de tres docentes –Juliana Acosta López, Juan Camilo Arroyave y Carolina González Aponte– que han trabajado con sus estudiantes desde el programa de Ciencia Política, Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Autónoma de Manizales (UAM).
Los dos primeros docentes –en el contexto del proyecto Eje Cafetero Visible de la UAM– han venido orientando trabajos de aprovechamiento basados en el procesamiento de información derivada del seguimiento de las actividades de congresistas del Eje hecho por la plataforma Congreso Visible de la Universidad de los Andes. La tercera docente –desde la cátedra Análisis de Políticas Públicas– realizó con sus estudiantes una recopilación de información sobre los candidatos de Caldas para las recientes elecciones legislativas.
La conclusión general es que durante el período que está terminando los congresistas de los tres departamentos del Eje (Caldas, Risaralda y Quindío) tuvieron una participación mínima en proyectos y propuestas regionales y se concentraron casi totalmente en iniciativas de alcance nacional. Para ser justos, esta conclusión puede ignorar ciertas colaboraciones menos visibles con la región y sus departamentos –como las gestiones de apoyo en el entorno institucional nacional–, pero también pone en evidencia la dificultad para una valoración integral.
Aunque menos sorprendente, es notorio el desbalance en materia de representación de género. Los siete senadores asociados a los tres departamentos son hombres; de los trece representantes apenas una es mujer, en Caldas. Las elecciones recientes dejaron los mismos números con apenas algunos cambios de caras. Solamente una mujer representante fue elegida en el Eje Cafetero, esta vez en Quindío.
Esto último indica, entre otras cosas, la necesidad de una reflexión más profunda e integral acerca de las barreras políticas, sociales, culturales, sicológicas y familiares –explícitas e implícitas– que hacen más difícil la participación en política para las mujeres que para los hombres, barreras que se agregan a aquellas existentes entre niveles sociales.
Más grave fue lo observado en la elección para la Cámara de Representantes de Caldas que, por desgracia, tal vez se puede generalizar para todo el país. La ausencia de información sobre los candidatos, sus antecedentes y sus propuestas fue casi absoluta. Los pocos datos disponibles se restringen a propaganda limitada y a algunos debates patrocinados por las universidades y los medios.
Se detectó otro aspecto preocupante: los partidos –aun aquellos más estructurados– tienen apenas uno o dos candidatos visibles acompañados por muchos que carecen de toda referencia o que tienen referencias mínimas. Ni siquiera sus partidos cuentan con información clave sobre ellos. Se trata por tanto de candidatos sin opciones reales de victoria, lo cual abre interrogantes acerca de los criterios y responsabilidades asociados con la concesión de avales que parecen ser para llenar cuotas –como la de género– o para pagar favores.
Tan claro es lo anterior que de cerca de cincuenta candidatos a la Cámara en Caldas apenas el 63 por ciento de los candidatos hombres tenía alguna información. A ello se suma la brecha de género: había información de apenas el 21 por ciento de las candidatas. Como consecuencia de lo anterior, las recientes elecciones se definieron entre aquellos candidatos que gozaban de recursos para incidir sobre sus probabilidades.
Esta situación, ocurrida en Caldas y el Eje Cafetero, probablemente se repitió de manera similar –aunque con variaciones regionales– en el resto de país.
¿Qué hay por hacer?
![]() Elecciones. Foto: Procuraduría General de la Nación |
La falta de información no fue, por supuesto, el único problema que hubo en estas elecciones, pero sí fue uno decisivo. Sin información adecuada no pueden tomarse buenas decisiones. Ello tiende a favorecer intereses oscuros que requieren altas inversiones que redundan en beneficios para quienes tienen el poder y conspiran para no perderlo, y esto se repite cada cuatro años en las elecciones legislativas.
Mientras las elecciones no puedan convertirse en un espacio para el debate de información e ideas seguirán siendo un campo de batalla para la búsqueda de recursos y beneficios personales que irá en detrimento de las condiciones necesarias para una democracia efectiva. Esto atenta contra la democracia participativa; la disfraza y de ese modo pone en riesgo la representatividad genuina. En este sentido, el reto para las próximas legislativas debe ser el avance en un proceso de desmercantilización de las elecciones.
Todo lo anterior también apunta a serios vacíos institucionales. Uno de ellos tiene que ver con la falta de reglamentación de los procesos electorales en lo relativo a la obligación de los partidos de proporcionar información detallada de sus aspirantes, así como con la negligencia del sector oficial para exigir, compilar y difundir apropiadamente dicha información.
Sin perjuicio de lo anterior, a la sociedad civil organizada también le compete investigar, ampliar y difundir de manera independiente la información. Esta es una posibilidad que deben aprovechar las organizaciones cívicas –incluidas las universidades– para realizar ejercicios de investigación, análisis y difusión. En Caldas esta puede ser, por ejemplo, una responsabilidad apropiada para el Sistema Universitario de Manizales (SUMA) en alianza con otras organizaciones.
Finalmente, y de manera más general, la situación aquí analizada indica la urgencia de mejores mecanismos de seguimiento, vigilancia y garantía de transparencia sobre los ungidos como segunda línea de defensa ciudadana.
* Razón Pública agradece el auspicio de la Universidad Autónoma de Manizales. Las opiniones expresadas son responsabilidad del autor.
** Economista de la Universidad Nacional, M.A en Sociología de Kansas State University, Ph. D. en Sociología de la Universidad de Wisconsin, docente y consultor a comienzos de la vida profesional, técnico y consultor de organismos internacionales en el medio y actualmente docente y coordinador del Departamento de Ciencia Política de la Universidad Autónoma de Manizales.
Destacados:
La deliberación eleva la calidad de la política en doble vía: produce mejores resultados y mejores ciudadanos.
La amplitud y solidez de la clase media es la que proporciona el mejor soporte a una democracia deliberativa.
El reto para próximas legislativas debe ser el avance en un proceso de desmercantilización de las elecciones.