Aunque puede haber sorpresas, hay muchas cosas que se pueden decir sobre el próximo Congreso. Cuáles partidos o movimientos ganarán y cuáles perderían curules. Cómo influiría esta elección sobre las presidenciales.
Miguel Antonio Galvis*
Entre lo tradicional y lo alternativo
Este 13 de marzo los colombianos vamos a elegir nuestros representantes en el Congreso de la República: 108 senadores y 188 representantes a la Cámara que ocuparán una curul durante los próximos cuatro años.
La Constitución de 1991 puso fin al bipartidismo liberal-conservador que había dominado durante mucho tiempo la política en Colombia y cuyos protagonistas se habían valido casi siempre de estrategias corruptas o clientelistas para comprar curules a cambio de dinero o puestos públicos.
Esos sectores tradicionales de la política han venido perdiendo importancia desde entonces y, durante los primeros veinte años de este siglo, los sectores alternativos han aumentado su fuerza y su representación. Los colombianos hemos entendido cada vez mejor que la política no es un negocio de unos pocos, sino el medio idóneo para transformar la sociedad. Por eso en muchas partes del país los votantes se han vuelto más independientes y exigentes.
Aunque en estas elecciones es previsible que el voto de opinión siga aumentando, no es menos cierto que el “voto amarrado” por clientelas, clanes y microempresas electorales seguirá siendo mayoría y dominará el Senado y la Cámara. Esto sería un obstáculo para un eventual gobierno alternativo.
El crecimiento de los alternativos
En estas elecciones, el sector alternativo está compuesto principalmente por dos coaliciones: la izquierda, reunida en el “Pacto Histórico” y el centro, unificado en la coalición “Alianza Verde y Centro Esperanza”.
Todo parece indicar que el sector que más crecerá será el Pacto Histórico. En 2018, las fuerzas que integran este grupo lograron elegir a siete senadores: cuatro del Polo Democrático Alternativo –sin contar a Jorge Robledo, que conformó el partido Dignidad–; dos de la Lista de los Decentes –sin contar a “Manguito”, que se unió a la coalición del gobierno–; y uno de la Colombia Humana. En 2022, esta coalición podría llegar a tener doce senadores.
Si la lista de Fuerza Ciudadana, movimiento político liderado por Carlos Caicedo en el departamento del Magdalena, logra pasar el umbral electoral, el Pacto Histórico podría contar con otros tres senadores, para un total de quince.
Por otra parte, la coalición Alianza Verde y Centro Esperanza logró obtener diez senadores en 2018: nueve del Partido Verde y Jorge Robledo. En 2022, esta coalición podría pasar a doce senadores, con lo cual tendría un crecimiento moderado de apenas dos curules en el Senado.
Si la lista del Nuevo Liberalismo logra superar el umbral electoral, la coalición podría contar con otros tres senadores, para un total de quince.
En suma, el sector alternativo tendría un crecimiento para nada despreciable, al pasar de 17 senadores en 2018 a 30 en 2022.
Cuadro 1. Estimación del crecimiento del sector alternativo en el Senado

Cuenta de cobro para los tradicionales
La impopularidad del presidente Duque, su falta de sintonía con el país, el reciente estallido social, la oposición sostenida del gobierno al proceso de paz, su oscuro manejo de los recursos de la pandemia y la débil reactivación económica pasarán una cuenta de cobro a los partidos que conforman el actual gobierno.
Como en 2022 el Senado seguirá teniendo el mismo número de curules que en 2018, el crecimiento del sector alternativo implicará la disminución del sector tradicional. Sin duda, el gran perdedor será el Centro Democrático, pues ya no tendrá al expresidente Uribe como cabeza de lista: este partido podría pasar de diecinueve a catorce curules en el Senado.
La seguirá el Partido de la U, donde algunos senadores emblemáticos, como Armando Benedetti, Roy Barreras y Roosevelt Rodríguez se acomodaron en la coalición de izquierda: esta colectividad podría perder cuatro cururles, al pasar de las catorce que obtuvo en 2018 a apenas diez.
Por último, el Partido Liberal, que no logra ubicarse en ninguna coalición, pasaría de catorce a once senadores, y Cambio Radical pasaría de catorce a doce. En cambio el Partido Conservador podría quedar con las mismas curules, al hacer elegir a catorce senadores, como lo hizo en 2018.
En su conjunto, el sector tradicional podría perder catorce curules, pasando de 77 senadores en 2018 a 63 en 2022. En todo caso, la pérdida no será tan significativa, pues los congresistas de la coalición del gobierno tienen más burocracia y mermelada que nunca y correrán ríos de plata para apoyar a sus candidatos al Congreso.
Cuadro 2. Estimación de la disminución del sector tradicional en el Senado

Los que se mantendrán igual
Podemos suponer que tres sectores de las minorías no tendrán ninguna variación significativa: los partidos cristianos, los indígenas y las curules de paz en el Senado.
Los cristianos cuentan con una votación orgánica y muy disciplinada. La coalición entre el partido Mira, que tiene tres curules en el Senado y Colombia Justa Libres, que tiene otras tres, minimiza la posibilidad de perder la personería jurídica por no pasar el umbral electoral. De hecho, como producto de la cifra repartidora, estos partidos podrían ganar una curul adicional, para un total de siete senadores.
Hay una gran expectativa sobre lo que sucederá en ausencia de Álvaro Uribe y Antanas Mockus, los senadores más votados en 2018.
Por su parte, los indígenas tienen dos curules especiales, que mantendrán sin importar la votación que obtengan. Una la tiene el partido de Autoridades Indígenas de Colombia (AICO) y, la otra, el Movimiento Alternativo Indígena y Social (MAIS). Este último ha jugado por primera vez a las dos circunscripciones: en la ordinaria va en la lista del Pacto Histórico, en el renglón seis, con Martha Peralta Epiayú; y, si el electorado no se divide o confunde, tendrá otra curul asegurada en la circunscripción especial indígena.
Por último, también están aseguradas las curules de la paz, en cabeza del Partido Comunes: serán cinco curules en el Senado que, por tratarse de una lista cerrada, ya tienen nombre propio y serán elegidos sin importar los votos que obtengan.
Cuadro 3. Estimación de los sectores que mantendrán las mismas curules

Las cabezas de lista
Hay una gran expectativa sobre lo que sucederá en ausencia de Álvaro Uribe y Antanas Mockus, los senadores más votados en 2018. Esta vez es probable que la figura política más fuerte sea la de Gustavo Petro, de suerte que debemos esperar a ver cuál es su capacidad para endosar votos a su lista del Senado.

Por su parte, la coalición Alianza Verde y Centro Esperanza se la jugó con algunos personajes de opinión que pueden ser prometedores como Humberto de la Calle, exjefe del equipo negociador de los Acuerdos de Paz; Juan Carlos Florez, exconcejal de Bogotá, con su campaña de “Cero Pesos”; y el analista político Ariel Ávila.
En la lista del Nuevo Liberalismo, le apostaron a la presentadora Mabel Lara. Sin embargo, por tratarse de una lista cerrada, no se podrá establecer el peso electoral específico de la cabeza de lista.
En las filas del Partido de la U se la jugaron por Caterine Ibargüen, una gran figura del deporte nacional. Falta ver qué tantos votos de opinión logra arrastrar.
La Cámara de Representantes
El resultado de las elecciones en la Cámara de Representantes obedece a factores regionales, a grupos de poder y alianzas familiares, de clanes, caciques y hasta grupos al margen de la ley que se mueven en los territorios de cada departamento.
El 13 de marzo puede entenderse como la fecha de la primera de tres vueltas presidenciales.
Es demasiado difícil conocer las alianzas y juegos de poder que se cocinan en cada región, donde juegan por debajo de la mesa los alcaldes, los gobernadores y los diputados con clanes, caciques y familias con influencias de diferente naturaleza. En esta corporación, el voto de opinión es minoritario y por lo general se impone el voto de maquinaria.
Sin embargo, este año se elegirán por primera vez en la Cámra las dieciséis curules para las víctimas del conflicto armado que se crearon con el Acuerdo de La Habana. Aún no está claro cómo se garantizará que estas curules cumplan con su finalidad: en principio, solo pueden votar las personas que estén inscritas en puestos ubicados en las zonas rurales de los municipios priorizados por el Acuerdo de Paz. Pero la Registraduría no ha sido muy clara en la actualización del censo electoral rural de los municipios seleccionados y la fuerza pública debe garantizar que no existan presiones indebidas por parte de grupos armados al margen de la ley.
En todo caso, esta será una ocasión muy importante para animar proyectos legislativos en favor de las víctimas del conflicto armado, el cumplimiento de los acuerdos de paz y el ejercicio de los derechos de los campesinos.
Las consultas presidenciales
Las elecciones legislativas serán un indicador sobre la fuerza que tienen los candidatos a la presidencia, pero la cifra más importante será el número de votos que cada consulta interpartidista obtenga el 13 de marzo. En particular, esta votación será decisiva para valorar si el Pacto Histórico o el Centro Esperanza tienen más probabilidad de llegar a una segunda vuelta.
De los resultados de las listas de Senado y de la participación en las consultas presidenciales de la izquierda y el centro resultará la mejor opción para enfrentar a la coalición de la derecha. Por eso, el 13 de marzo puede entenderse como la fecha de la primera de tres vueltas presidenciales, en particular para saber quién será el candidato del sector alternativo que tiene mejores posibilidades de enfrentarse al sector tradicional de la política.