Según la OCDE, entre 2008 y 2011, la productividad laboral de la economía colombiana no creció. Una de las causas: la formación y el entrenamiento no son adecuados por baja cobertura, baja calidad y fuertes disparidades regionales. Pero estamos gastando más en educación, como proporción del PIB.
La invitación que en días pasados extendió la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE) a Colombia a unirse a este grupo es un reconocimiento a los importantes avances económicos logrados por el país en lo corrido de este siglo. No obstante, el anuncio es solo el comienzo de un camino que el país debe recorrer para convertirse en miembro pleno de la organización. En efecto, frente a los estándares de los países miembros de la OCDE, Colombia presenta brechas en varios frentes críticos. Tal vez el más importante de ellos, por sus repercusiones sociales, así como por su capacidad para incrementar el crecimiento potencial del país, es la educación. Tomando como referencia el análisis que sobre nuestro país publicó la OCDE a comienzos de este año1[1], en esta nota mencionamos algunos de los aspectos del estado educativo en el país que mayor repercusión tienen sobre la productividad del aparato productivo colombiano. La baja productividad laboral también se hace evidente en términos relativos. El desempeño de Colombia en las últimas décadas ha sido muy inferior no solo en comparación con los países de la OCDE, sino incluso frente al promedio latinoamericano (ver gráfica 2). Una de las razones detrás del bajo aporte de los trabajadores colombianos a la producción radica en que su formación y entrenamiento no son los adecuados. Una evidencia clara de lo anterior es que en el World Bank Entrerprise Survey de 2012 un alto porcentaje de las compañías reportan como un obstáculo significativo contar con una fuerza laboral inadecuadamente educada (ver gráfica 3). Como es de esperarse, en sectores de alta generación de valor tales como la informática y la electrónica, la mayoría de las compañías expresan insatisfacción en este apartado. ¿Cuáles son los desafíos en educación? Estos resultados poco alentadores revelan que los retos educativos en Colombia se refieren a la cobertura, la calidad y las fuertes disparidades regionales. En el primer aspecto, a pesar de las ganancias que se han obtenido en la primera década de este siglo, las brechas continúan siendo marcadas. Como se aprecia en la gráfica 4, en la formación preescolar se ha aumentado la cobertura en más de 10 puntos porcentuales, desde casi 35% hasta más de 46%; sin embargo, el porcentaje en los países de la OCDE es superior al 83%. Algo similar ocurre con la educación secundaria, en la que la cobertura de casi 74% que presentó nuestro país en 2009 está muy por debajo no solo de los niveles promedio de la organización, sino también de los observados en otros países de la región. Igual de importante es que el acceso a la educación superior aún hoy es considerablemente bajo, y está concentrado en los hogares urbanos y de mayor nivel de ingreso (ver gráfica 5). Las dificultades en el acceso a la educación superior están estrechamente ligadas a los bajos niveles de productividad laboral antes mencionados. Al respecto, la gráfica 6 ilustra la relación fuerte y directa que se presenta entre las tasas de matrícula en educación terciaria y la productividad por trabajador. Es evidente que en estas dos dimensiones las cifras para los países miembros de la OCDE son sólidas, y contrastan con las bajas estadísticas de los países de América Latina y el Caribe, y en particular de Colombia, que exhibe los menores registros. Una situación similar ocurre cuando se cruzan los niveles de productividad por trabajador con una medida de la calidad de la educación. Esta estadística son los puntajes promedio de los estudiantes en las pruebas PISA (Program for International Student Assessment) para el año 2009 (ver grafica 7).
En el frente de las divergencias regionales, se evidencia una asociación positiva significativa entre los resultados obtenidos en los Exámenes del Saber efectuados a estudiantes de noveno grado y el nivel del PIB per cápita. La gráfica 8 permite apreciar que aquellos departamentos que muestran buenos resultados en estas pruebas, tales como Santander, suelen también exhibir mayores niveles de ingreso promedio. Además, es de resaltar la amplia diferencia que existe en los resultados de los departamentos de mejor y peor desempeño.
Reflexiones finales La descripción anterior llevaría a un observador desprevenido a recomendar, como solución para poner al país a tono con los estándares de la OCDE, un incremento sustancial en los recursos dedicados a la educación. No obstante, la evidencia para un grupo amplio de países muestra que esto no necesariamente es cierto. Como se muestra en la gráfica 9, Colombia dedica una mayor proporción de su PIB al sector educativo que otros países latinoamericanos como Brasil, Argentina, México o Chile. Más aun, los niveles de gasto de nuestro país son comparables a los que presentan Estados Unidos, Israel o Nueva Zelanda. Sin embargo, es desalentador observar que el esfuerzo no se traduce en mayores niveles de ingreso por habitante. Esto nos lleva a concluir que la tarea crucial que tiene Colombia en materia de educación es la eficiencia en el uso de los recursos. A este respecto, las acciones que deben desplegarse son múltiples y complejas. Entre ellas, la OCDE resalta la conveniencia de incrementar las jornadas escolares, mejorar la calidad y el nivel de entrenamiento de los docentes, reducir los niveles de ausentismo de los maestros y ajustar la oferta de formación (principalmente en la educación terciaria) a las necesidades del aparato productivo del país.
* Gerente de Economía y Renta Fija. juespino@bancolombia.com.co ** Economista Senior Macroeconomía Colombia. egrivero@bancolombia.com.co Tomado de: Investigaciones Bancolombia. Editorial semanal. 7 de junio de 2013. Grupo Bancolombia.
[1] OCDE (2013): “OECD Economic Surveys. Colombia 2013: Economic Assessment”,OECD Publishing. |
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Juan Pablo Espinosa * Alexander Riveros Saavedra **
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