Los unos fueron la voz del viejo país, las otras fueron la voz del nuevo país. El contraste no pudo ser más claro.
Omar Rincón*
No estamos polarizados
Estas elecciones resultaron muy divertidas en lo referente a los medios, las redes y la política.
Las noticias fueron tres: que hubo mucho debate en la primera vuelta y ninguno en la final; que las encuestas estuvieron más o menos bien (algo extraño en estos tiempos del engaño), y que los medios tomaron partido por no informar y por atacar al que les molestaba.
En esta cancha inclinada con los árbitros comprados y los periodistas como fanáticos irascibles, las redes fueron un respiro democrático, un aire fresco de expresión, una batalla de creencias y una frustración de posibles.
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Mientras tanto, los medios, las campañas y los expertos nos han convencido de una mentira: que estamos polarizados. Antes fue Uribe contra las FARC (2002, 2006, 2010), después Uribe contra Santos (2014) y, hoy, Uribe contra Petro. De este modo nos informan, nos movilizan y nos ponen a pelear.
Pero la terca realidad demostró que no es así, cuando en la primera vuelta vimos que casi un 40 por ciento no cree en tal mentira a pesar de que los medios la aplaudan y las encuestas la motiven.
Más allá de esta farsa, o del deseo periodístico de informar únicamente desde la confrontación y el sensacionalismo, estamos secuestrados por Uribe.
Cada uno con su medio
![]() Redes sociales Foto: Pixabay-Redes Sociales |
-Duque acudió a radio y televisión para mostrarse como el lobo rosita. Las redes le sirvieron para inventar falsos positivos sobre los otros candidatos. Su estrategia fue simple: polarizar. El mal ya no eran las FARC ni Santos, ahora es Petro; el bien es Uribe con la cara de Duque.
-Petro recurrió a megáfono, plaza, calle y grito. En los medios fue la noticia permanente por lo polémico y por el odio que despertaba entre los periodistas. Las redes le sirvieron para despertar el odio y el ataque permanente contra Uribe. Al final, Petro es la otra cara de Uribe.
-Fajardo eligió las redes: se creyó su verbo de la decencia y el cuento de que con redes se pueden ganar elecciones y fracasó por no untarse de pueblo.
Las redes fueron un respiro democrático, un aire fresco de expresión, una batalla de creencias y una frustración de posibles.
-Vargas recurrió a todas las formas de lucha: tuvo al fiscal a su favor para defenderlo de su partido, aprovechó el gobierno Santos para clientelizar, fue desleal con Santos para ganar voticos, estuvo al lado de los corruptos de siempre, recibió apoyo irrestricto de los medios y las élites periodísticas, tuvo publicidad en todos los medios, redes, calles, plazas y fiestas. Pero su ética de “todo para ganar” se diluyó en su falta de relato y comunicación. Ojalá sea el fin del todo vale.
-De la Calle apenas alcanzó la radio: sin partido, sin periodistas y sin medios, intentó la retórica liberal contra las encuestas. Fue el chiste de las encuestas y los periodistas.
El resultado fue que ganó lo viejo: Uribe apoyado por los medios y Petro, en cambio, odiado. Ambos: calle, plaza, verbo emocionado y egos expandidos. El mismo modo de emocionar. Las redes: cheerleaders emocionadas y la fiesta del meme. ¿Y Duque? Bien, gracias.
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Todos al ataque, ninguno por ideas
Resultaron dos emociones, ya no hubo razones (esas nunca han importado en política). Quedaron dos estilos que siguen la misma regla: “yo soy el rey y los otros están equivocados, el mal está en otra parte”. Y cuando los matices se pierden, gana Uribe.
Para el segundo tiempo ya no hubo debate: el que va adelante no se presta para perder votos. En cambio, para Petro era fundamental demostrar que se había convertido en estadista y provocar salidas en falso de su rival. Para qué debate si los medios hacían el trabajo sucio: entrevistar energúmenamente a Petro. Su mayor virtud fue develar que detrás de cada periodista hay un fanático.
Aparecieron las redes, pero primero las polarizadas:
- Los uribistas se dedicaron a hacer fakenews sobre Petro, pero poco o nada hablaban de Duque.
- Los petristas se pusieron en modo de denuncia y ataque irrestricto a los uribistas.
El partido se jugaba con la emoción de cada barra y cada una pensaba que lo estaba haciendo bien: los de Uribe diciendo que Petro olía mal, se vestía bien y hablaba mamerto. Eso es lo que para ellos es la izquierda, un asunto de higiene.
Los de Petro decían que Uribe y sus secuaces son unos matones que odian a los pobres. Eso es lo que para ellos la derecha, un asunto de matones retrógradas.
La ilusión democrática
Pero llegaron los jóvenes, los culturosos, los artistas, los que no están en la polarización… los que creen en la democracia, los que sienten que estamos en un nuevo país, y aparecieron las redes con cánticos, videos, sonrisas, esperanzas, juegos y alegrías. Las redes dejaron del ser el club de la pelea (en lo que siguieron los medios) y pasaron al juego emocional de las esperanzas.
Las redes dejaron del ser el club de la pelea (en lo que siguieron los medios) y pasaron al juego emocional de las esperanzas.
Para Alejandro Gómez— editor de 070 y experto en redes— desde la lectura de “sus redes”, estos fueron los hechos más elocuentes en estas elecciones:
- Las fakenews siguen pero han encontrado frenos. Los medios salen a desmentir (Semana desmintió portadas falsas, Margarita Rosa desmintió una entrevista). También vi, por fin, sanciones sociales, muchos publicaron fakes y les cayeron a decirles pelotas por hacerlo. Pero hubo fakes absurdos y por montones: el mejor, la hija de Petro que resultó ser la famosa actriz porno Mia Kalifa.
- Los uribistas rabiaron y mintieron como siempre, lo mejor fue la acusación de bioterrorismo por las abejas. Petro mamó gallo: «Ahora resulta que las abejas africanas son petristas. ¿Será porque son obreras?”
- ¡Hubo mucha creatividad y buen humor! Gomelos con Petro, Iván y sus Bang Bang, Los Millenials de Extremo Centro, Uribe Ciao. El petrismo se ganó a los culturetas y a los artistas que se valieron de las redes para hacer campaña.
- Un montón de voces súper interesantes se refugiaron en las redes pues no encontraron espacio en los medios: Carolina Sanín, Juan Cárdenas, Luciana Cadahia…
- Hubo matoneo parejo: de los Us a los Ps, de los Ps a los del blanco. Mientras, los fajardistas y delacallistas se quejaron de maltrato y acoso.
- Se confirma el poder reduccionista de los algoritmos: hay una Colombia de redes uribista, de venganza, miedo al comunismo y la sexualidad de Dios. Una Colombia de odios y patria a la que el miedo le basta, que no oye datos sino sólo la fe.
- Hay otra Colombia de redes que quiere los derechos humanos, igualdad de género y libertades sexuales. Que quiere aborto legal y libre ya, no volver a ver toros en la Santamaría, una Colombia de animalistas, ambientalistas y progreso; una Colombia que se sabe, perfecto, el número de falsos positivos y no los olvida.
Según las redes, en estas elecciones se confirmó que cada colombiano es víctima de su burbuja pues poco sabe o quiere saber del otro que no piensa igual.
Post-partido
![]() Medios de comunicación colombianos. Foto: Alcaldía Mayor de Bogotá |
No hay partidos, solo celebrities idénticas (Uribe y Petro), figuras etéreas (Mockus y Fajardo), viejotecas (Vargas Lleras y Gaviria). Y el presidente es Duque, increíble: un presidente por el que no se votó porque ganó Uribe. ¡Rara la democracia colombiana!
Si hubiese sido por los medios, las élites bogotanas y las clientelas políticas, el presidente debió ser Vargas. Si hubiese sido por las redes, el presidente sería Petro o Fajardo. Si hubiese sido por el nuevo país, el que nació con el Acuerdo de Paz, el presidente hubiese sido De la Calle. Pero no es cuestión de ideas, ni de medios, ni de redes, es de lectura y afinidad sentimental con el país: y ahí Uribe gana.
La otra gran verdad política es que sin Petro esta campaña hubiese sido mediáticamente muy aburrida y hubiesen importado las medianías. Con él en campaña todo se redujo a “nos volveremos Venezuela” contra “volveremos a matarlos a todos”.
Finales como en twitter
#En Colombia la cultura no tiene política: entonces, que los actores, los artistas, los escritores, los culturosos y académicos quisieran un nuevo país no dio poco o nada de votos. No importan, nadie los oye, viven en su gueto hippie y buenaondista.
#Atacar al otro no basta, hay que contarse a uno: los petristas se dedicaron a hablar del peligro Uribe, los uribistas del maligno Petro, nada dijeron de sí mismos. Es más, se cometió el error de tildar a los seguidores del otro de enemigos, ignorantes, bazofias y perdidos… Lo mejor sería haber leído qué querían decir esos seguidores, por qué siguen a su líder y cómo llegarles. Ignorar al otro no es buena política ya que todos tenemos un poco de razón.
#La política es hoy de flujos y causas más que de programas y razones: no se quiere un programa o un eslogan, se quiere una secuencia de causas para dar coherencia. En eso Duque decía miedo al comunismo, el matrimonio igualitario, a las nuevas sexualidades, a las mujeres, al medio ambiente y todo en nombre de Dios, Patria y Uribe: una secuencia de miedos efectivos.
Petro comandaba la lucha contra el extractivismo, por los derechos humanos, todos los modos de ser familia y tener sexualidad en nombre de lo Humano, Social y Petro. Pero la secuencia del miedo es más efectiva que la de la inclusión social.
#Los medios y las redes solo saben narrar en formato bipolar y maniqueo: unos contra otros. Y así es imposible construir una sociedad donde las ambigüedades expanden la democracia.
Ignorar al otro no es buena política ya que todos tenemos un poco de razón.
#Se va a caer la política tradicional, creímos: Y esto lo vimos con Vargas. Pero no es cierto, porque Uribe y Petro representan lo más tradicional de los modos de hacer política en Colombia: la negación del otro.
#Hubo remezón, algo se movió en la política: Ahora es la política de las causas que venden, (como el feminismo, el medio ambiente, las nuevas éticas sexuales) y de los jóvenes que están en bronca, que están aquí en las redes y no se van a dejar callar. Hay que ponerles cuidado y no defraudarlos.
Si hubiese sido por las redes gana Petro, su segunda vuelta fue espectacular en los mundos digitales. Pero las instituciones políticas son jurásicas y análogas, por eso gana Duque en nombre del viejo país, con la higiene de clases de Colombia y para beneficio de los dueños de lo rural, los amos del pueblo por billete más que por cabeza o redes.
Y esta es la gran paradoja de las redes digitales: los jóvenes y sus causas quieren cambios ya, pero la política es lenta y depende de políticos, gobiernos, jueces, medios y legisladores que actúan en tiempo lento y que odian el cambio.
Dos temporalidades: una rápida y otra lenta, una con propuestas de cambio, otra con sigamos en lo mismo. Y esto genera frustración democrática en los jóvenes de redes pero da felicidad en los políticos de siempre.
Las redes permiten respirar democráticamente, pero frustran, ya que seguimos en un país analógico. Lo genial es que ya no nos matamos porque tenemos Acuerdo de Paz y tenemos redes para insultarnos, lo fatal es que no podemos transformar la política.
* Profesor Asociado del Centro de Estudios en Periodismo (CEPER) de la Universidad de los Andes.