El “sistema” educativo que no existe en Colombia - Razón Pública
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El “sistema” educativo que no existe en Colombia

Escrito por Francisco Cajiao
El Presidente Santos en el colegio Jaime Hernando Garzón Forero de Bogotá.

El Presidente Santos en el colegio Jaime Hernando Garzón Forero de Bogotá.

Francisco CajiaoObsesionados con las pruebas PISA, no hemos entendido que la buena educación implica cambios estratégicos en el enfoque y la gestión del sistema en su conjunto.  Estas son las lecciones verdaderas de los países que han tenido éxito.  

Francisco Cajiao*

Las pruebas internacionales

La promesa del presidente Santos de convertirnos en el país más educado de América Latina en 2025 obligaría a un debate serio sobre la educación colombiana y a compararla, también seriamente, con la de otros países.

Más todavía: este desafío no puede reducirse a mejorar los resultados de las pruebas internacionales, especialmente los de la prueba PISA que administra  la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Y sin embargo, por la importancia que hoy reviste esta prueba, vale empezar por las cosas que Colombia está haciendo al respecto.

En dos meses no es posible corregir las deficiencias de fondo en la formación de los jóvenes

Es innegable la diligencia del gobierno Santos para seguir avanzando en relación con las pruebas internacionales. Se destaca por ejemplo la preparación activa de los colegios que participarán en la próxima evaluación, pues los malos resultados de ocasiones anteriores se deberían en parte a la apatía de las instituciones y de los estudiantes en el momento de la prueba. Obviamente, en dos meses no es posible corregir las deficiencias de fondo en la formación de los jóvenes, pero sí es posible mejorar su actitud y la de sus maestros frente a la prueba. También es posible mejorar la disponibilidad de equipos de cómputo y la conectividad requeridos para el examen.

Otro frente de evaluación donde está en curso un proceso interesante es el llamado “índice sintético de calidad”, que combina diversos factores para medir el desarrollo de los colegios.

Pero quedan pendientes muchas cosas sin las cuales las medidas anteriores resultarían  ser superficiales, incluso si todos los maestros de Colombia las acogieran con entusiasmo (lo cual no ocurrirá por supuesto).

Facultad de Economía de la Universidad de los Andes en Bogotá.
Facultad de Economía de la Universidad de los Andes en Bogotá.
Foto: Javier Guillot

Un sistema, y decisivo

Hay que llevar la discusión más lejos y tratar de comprender la complejidad detrás de la expresión “sistema educativo”.

Quienes se han ocupado de la teoría de sistemas aplicada a las organizaciones sociales dejan claro que un sistema es un conjunto de unidades recíprocamente relacionadas y orientadas a conseguir un objetivo común.

Cabe añadir que ninguno de los elementos que conforman un sistema complejo puede lograr  por sí solo los resultados esperados, y que  la desarticulación entre los elementos suele ser una barrera para el funcionamiento adecuado del conjunto.

La buena educación es por supuesto un componente central del desarrollo de un país, no solo por tratarse de un derecho fundamental, sino porque de ella depende el acceso equitativo de los ciudadanos a las oportunidades económicas, culturales y políticas, así como la existencia  de capital humano para impulsar la competitividad.

Dado que la educación es la herramienta más eficaz para la inclusión social, este ha sido  el campo de mayor atención de las sociedades en su proceso de desarrollo y el que más interés ha suscitado en épocas de grandes transformaciones sociales.

Así lo muestra el énfasis sobre la calidad, contenido y cobertura de la educación en las grandes revoluciones del siglo XX (Unión Soviética, China, Cuba, Irán) o en los regímenes autoritarios como el de la Alemania nazi y algunas dictaduras latinoamericanas. También es evidente el papel que ha cumplido la formación profesional en el desarrollo acelerado del Japón de la posguerra y en los países del sudeste asiático.

Colombia, por desgracia, tiene una penosa historia de mediocridad y falta de interés en su educación, que se refleja en la pobreza de sus políticas públicas, en la miopía de los debates sobre el tema y en la proclividad a las soluciones coyunturales que eluden la necesidad de grandes cambios.

Un sistema muy complejo

Para entender el sistema educativo de un país como Colombia sería necesario mirar al conjunto de sus componentes y examinar la forma como se relacionan y se retroalimentan.

Es evidente que el sistema no se puede reducir a la población en un tramo de edad, y que la atención a la primera infancia es tan necesaria e importante como la formación de posgraduados o la educación básica y media. Cada grupo de edad, por tanto, requiere un subsistema adecuado: educación inicial, básica y media, y superior.

De otra parte, es necesario establecer modelos de formación profesional (llamada también formación para el trabajo), preferiblemente con componentes técnicos y aparatos específicos destinados a la producción científica y tecnológica.

Dentro de cada nivel y cada modalidad de formación existen subsistemas públicos y privados, así que en cada tramo se ofrecen una variedad de opciones, y que a menudo actúan  mecanismos agresivos de segregación social que tienden a perpetuar las inequidades.

Además de los componentes mencionados, el análisis del sistema debe incluir los modelos de financiación, de gobierno y de evaluación de un aparato social tan extenso.

Estudiantes de colegios de Medellín durante la Jornada “Explora la UdeA”.
Estudiantes de colegios de Medellín durante la Jornada “Explora la UdeA”.
Foto: Universidad de Antioquia

Los ejemplos a seguir

En los países donde la educación ha tenido mayor desarrollo es posible observar las estrechas y permanentes relaciones entre los diversos elementos, pues existe:

  • Abundante investigación científica en las universidades sobre neurociencias y procesos de aprendizaje,
  • Formación avanzada de altísimo nivel académico para los maestros de los diversos subsistemas,
  • Estrecha articulación entre la educación básica y la superior,
  • Participación de niños y jóvenes en procesos de investigación científica adelantada por grupos especializados,
  • Creación y desarrollo de museos y centros de divulgación de las ciencias y las artes,
  • Amplia participación de la sociedad civil y de productores de medios audiovisuales e interactivos con los ambientes escolares.

En estos países también es evidente el altísimo valor social que se da a los maestros, así como la corresponsabilidad que se les exige y el acompañamiento a su proceso por medio de evaluación de resultados.

En el ámbito de la educación superior los países más avanzados han logrado una sinergia eficaz con el mundo empresarial, de manera que gran parte de los avances científicos y tecnológicos provienen de esas relaciones, lo que también asegura que los nuevos puestos de trabajo sean para los jóvenes que realizan sus estudios universitarios.

Un sistema es un conjunto de unidades recíprocamente relacionadas y orientadas a conseguir un objetivo común. 

Vale la pena resaltar que muchos de estos países no dedican porcentajes del PIB muy superiores a los que invierte Colombia, pero consiguen resultados mucho mejores. Esto se debe a que un sistema más integrado tiene mucha más capacidad de crecer porque puede dar más confianza a los sectores que toman decisiones en la sociedad.

Las carencias del sistema colombiano

En Colombia seguimos con muchos pendientes en la educación porque:

  • Todavía estamos en deuda con la población de primera infancia, en manos del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), pues el personal que atiende a los niños más pequeños es el de peor calificación académica y el que trabaja con la peor remuneración;
  • El sistema de educación básica y media no está relacionado con la educación superior;
  • La formación técnica y tecnológica pública depende del Ministerio de Trabajo y no se relaciona con el Ministerio de Educación.

Además, cada instancia tiene una ley regulatoria distinta. La que se llamó Ley general de educación solo fue para la básica y media, mientras las universidades van por otro lado, y un camino distinto también siguen el SENA y el ICBF. Como si fuera poco, las fuentes de financiamiento son independientes, así como los recursos para investigación que no pasan por Colciencias.

La desconexión entre las unidades del sistema educativo dificulta enormemente su gobierno el cual -además de no responder a un solo ministerio- se tropieza con una tremenda debilidad de los nodos locales (entidades territoriales). Las autoridades regionales, a pesar de ser las más indicadas para resolver muchos de los problemas de articulación en su territorio, no tienen recursos ni atribuciones para actuar de manera oportuna o eficaz.

Desde luego, hay innumerables asuntos relacionados con la calidad de la educación que deberían estarse estudiando permanentemente en las universidades, tales como las propuestas de renovación curricular, los materiales educativos de altísima calidad, la formación apropiada de alto nivel para los maestros de todos los niveles, los modelos de evaluación del aprendizaje y el análisis y evaluación de políticas públicas.

Pero este tipo de producción intelectual es casi inexistente y el Ministerio de Educación con frecuencia hace cuantiosas inversiones para contratar agentes externos para llenar estos vacíos.

No tengo dudas acerca del interés genuino del gobierno Santos en dar un gran impulso a la educación. Sin embargo, los programas y proyectos puntuales sobre elementos aislados del sistema educativo no serán suficientes para cerrar entre hoy y el año 2025 la brecha enorme que nos separa de otros países más avanzados.

* Filósofo, magister en Economía. Consultor en educación, ex Secretario de Educación de Bogotá y columnista de El Tiempo.

 

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