Para recuperar su ideología y sus votos, el Partido Conservador debería salirse de la coalición de gobierno, recuperar el liderazgo del expresidente Pastrana y buscar una alianza con el Centro Democrático. Un argumento sin pelos en la lengua.
“Dignidad conservadora”
Siguiendo el ejemplo de las agrupaciones campesinas que están cansadas de ser parte de los gremios tradicionales del sector, como “Dignidad Cafetera” y “Dignidad Papera”, el Partido Conservador haría bien en cambiar su nombre por el Dignidad Conservadora frente a la coalición de la Unidad Nacional.
Hoy más que nunca el Partido Conservador se encuentra en una encrucijada ante la cual ha de tomar cuatro decisiones radicales:
1. Buscar su independencia y salirse de la coalición gubernamental;
2. Cambiar los estatutos para que pueda haber una jefatura única en cabeza de su jefe natural, Andrés Pastrana.
3. Recuperar la vocación de poder impulsando la candidatura de figuras nuevas para las elecciones presidenciales y proponer listas renovadoras para el Congreso.
4. Buscar alianzas con las fuerzas de centro derecha, especialmente con el Centro Democrático.
Foto: Wikimedia Commons. |
Tres motivos para el cambio
¿Por qué se requieren los cambios hoy, más que nunca?
Hay algunas razones de fondo, de naturaleza ideológica, y hay otras de carácter pragmático.
· La oportunidad de fortalecer la colectividad a partir de su ideología y de sus principios. Esto se sigue de constatar que la agenda del actual gobierno será cada vez más de talante liberal, tendiendo hacia la izquierda del espectro político. No porque el gobierno Santos lo hubiera querido o planeado así sino porque tuvo que hacerlo. El Partido Conservador debe desmarcarse de esta orientación para perder aún más su perfil.
· No hay cuotas para todos. El presidente Santos quizás hubiera querido mantener su robusta coalición legislativa complaciendo a todo el mundo a punta de burocracia o de chequera, sin tomar posiciones firmes frente a nada. Pero como dice el dicho popular “No hay cama p´a tanta gente”. No es posible tener a todos contentos todoe el tiempo, y en esta etapa el Partido Conservador ha perdido representación.
· La mala imagen del presidente. Como mostraron de manera contundente las encuestas, la gente no está contenta ni con el presidente ni con el gobierno: el desencanto con su ejecución es cada vez más abrumador. No es conveniente seguir haciendo parte de un gobierno desprestigiado.
¿De cuál paz se está hablando?
El gobierno Santos básicamente cuenta con una sola salida para sortear su crisis de credibilidad: el proceso de paz. Esta es la única política que ha trabajado de manera sistemática y estratégica, sobre la cual puede volcar su capacidad institucional y mediática para mostrar un eventual resultado concreto a menos de un año del fin de su gobierno.
Pero también en este campo hay diferencias con el Partido Conservador: ¿de qué tipo de resultado concreto estamos hablando? Es aquí donde empiezan a surgir las importantes – y deseables – diferencias ideológicas entre una posición más liberal y una más conservadora.
Así las cosas, el Partido Conservador debería preguntarle a sus bases sociales y votantes potenciales:
· ¿Estaría cómodo el ciudadano conservador con que los cabecillas de las FARC no paguen ni un día de cárcel?;
· ¿Estarían satisfechos con que a estos cabecillas se les otorguen curules fijas, así sea de manera transitoria, en el Congreso, en las Asambleas y Consejos Municipales sin que tengan que competir como lo hacen otros movimientos políticos minoritarios que nunca usaron las armas para llegar al poder?
· ¿Estarían de acuerdo con que les permitan constituir Zonas de Reserva Campesina con derechos de autonomía política y territorial porque se trata de zonas históricas “farianas”?
· ¿Aceptarían que el cultivo de coca sea visto como una actividad de subsistencia en zonas donde, según las FARC, no había ningún tipo de desarrollo económico alternativo por falta de intervención del Estado?
Las diferencias ideológicas frente al tema de la paz no consisten en considerar si se viola o no la Constitución por llevar a cabo un referendo el mismo día de las elecciones parlamentarias o presidenciales. Tampoco en si el Partido Conservador debe participar en la delegación que viajaría a Cuba para hablar con Márquez y sus compañeros sobre los pormenores de la “participación política” que hoy se está negociando en La Habana.
No. Estas serían estrategias para torcerle el brazo al presidente y pedirle más participación burocrática o más chequera, por cuanto el conservatismo tiene un número importante de parlamentarios en la coalición de Unidad Nacional (22 en el Senado y 36 en la Cámara de Representantes – la segunda fuerza política en el Congreso). Si el Partido Conservador tiene dignidad dejaría de actuar así y entendería que es más inteligente salirse de la Unidad Nacional que acudir al chantaje politiquero.
Reitero: el voto conservador es decisivo para tramitar el referendo que refrendaría los acuerdos entre el gobierno y las FARC. La decisión que el partido tome al respecto sería un espaldarazo o un rechazo al proceso de paz, y por lo mismo un punto de no retorno en su permanencia o su retito de la coalición de Unidad Nacional.
Omar Yepes, Presidente del partido conservador. |
Candidato propio
Como su agenda efectiva se reduce al proceso de paz, el gobierno no tiene más opción que apelar a los votos ubicados a la izquierda del espectro ideológico (Partido Liberal, Partido Verde, Partido Visionario, Progresista, Polo Democrático, Marcha Patriótica). De otra manera se abrirían las puertas para una candidatura de Antonio Navarro, quien bien podría ocupar ese espacio ideológico/político en Colombia. En cambio aún no se ve clara la definición del candidato o candidata de la derecha política.
El Partido Conservador no parece ser consciente de esta alternativa, y si lo es no ha actuado en consecuencia porque sus mandos prefieren mantener el statu quo y seguir, como vampiros, chupando la sangre de un gobierno que entrega lentejas a cambio de sumisión. Barata forma de neutralizarlos.
Si el Partido Conservador se arriesga nuevamente a buscar una participación política efectiva y se constituye en un jugador decisivo en el Congreso, en las regiones y en la escena nacional, su primer paso sería reformar los estatutos para escoger un director único en la persona de su jefe natural, que es el ex presidente Andrés Pastrana.
¿No es acaso una paradoja que el Senador Omar Yepes, hoy presidente del Partido, consulte todas las decisiones trascendentales con Pastrana y lo manifieste públicamente?
Alianza estratégica en la derecha
El Directorio Conservador ha examinado la necesidad de convocar figuras de peso para que integren las listas al Senado, ante la inminencia de una lista muy fuerte del Centro Democrático encabezada por el ex presidente Uribe, lista que sin duda amenazaría con sustraerle votos a los conservadores, quitándoles su lugar preponderante en el Congreso.
Pero existe una salida estratégica. Una posible y lógica alianza entre Pastrana y Uribe, o entre el Partido Conservador y el Centro Democrático. Ya Pastrana ha confesado en más de una ocasión que se siente “más cerca” de Uribe que de Santos, sobre todo ahora que ingresaron al gabinete dos reconocidos lugartenientes del ex presidente Samper (Amilkar Acosta y Alfonso Gómez Méndez), quienes se suman a otras cuantas figuras de estirpe samperista que de tiempo atrás vienen participando del gobierno Santos.
Por eso mismo Pastrana ha acuñado el slogan “reelegir al Presidente es reelegir a Samper”, y esta estrategia puede ir calando entre la opinión pública, sobe todo aquella mayor de 35 años que recuerda bien el proceso 8.000 y que tiene una imagen negativa de Samper (inclusive en las huestes más liberales).
La alianza podría consistir en procesos de consulta interna dentro del Partido Conservador (donde compitan figuras como Martha Lucía Ramírez y José Félix Lafaurie) y dentro del Centro Democrático (entre Francisco Santos, Óscar Iván Zuluaga, Carlos Holmes Trujillo y Juan Carlos Vélez). Los candidatos ganadores en cada formación competirían luego en una consulta ampliada para ganar el apoyo conjunto de las dos colectividades. De este modo se tendría un candidato con respaldo partidista, coherencia ideológica, y discurso competitivo en el panorama electoral.
Si esta alianza no se da, podría ocurrir en Colombia algo parecido a lo que tuvo lugar en Bogotá: al dividirse las fuerzas de centro derecha, triunfa una figura de la izquierda, pero con poca representatividad. Recordemos que Gustavo Petro ganó las elecciones con solo 723 mil votos en una ciudad que tiene alrededor de 4.900.000 ciudadanos inscritos, pero donde acuden a las urnas tan solo unos 2´.325.000.
Finalmente, si se quiere seguir hablando de un Partido Conservador en Colombia, éste debe recuperar su vocación de poder en lugar de avergonzase de sus tesis ideológicas, pero sin duda también modernizarse e incorporar una nueva generación de líderes que manden al baúl de los recuerdos a la figuras viejas que tanto daño le hacen a su imagen
No renuncien a su dignidad. Reclamen la dignidad conservadora.
*Politóloga, directora del Instituto de Ciencia Política.
