Mientras insiste en la persecución internacional de las drogas ilegales, Estados Unidos vive un terrible panorama de adictos a drogas legales, especialmente opioides. Y el remedio que utiliza agrava la enfermedad.
Ricardo Vargas M.*
El tamaño del problema
Durante las dos últimas décadas la prescripción de opioides ha aumentado dramáticamente en Estados Unidos, y esto ha llegado a convertirse en un grave desafío para ese país.
Por ejemplo, en 2007 los problemas derivados del abuso de opioides acarrearon un costo de 55.000 millones de dólares para el sistema de salud, llevaron a la pérdida de productividad laboral y aumentaron la carga del sistema de justicia penal. Además, la tasa de admisiones para tratamiento por abuso de opioides se cuadruplicó entre 1999 y 2009. Estas sustancias acarrean hoy más muertes por sobredosis que la cocaína o la heroína.
Gráfica 1
Muertes por sobredosis según el tipo de droga (2009-2016)
Nota. En la línea púrpura se incluyen medicamentos bajo control, como el Vicodin y el OxiContin, depresores como el Valium y el Xanax; estimulantes como Adderal y Ritalin; y anabólicos esteroides (Anadrol, Oxandrin). En la línea verde se incluyen la metadona y el fentanilo. Entre los psicoestimulantes (línea roja) están la metanfetamina, anfetamina, y el MDMA (ecstasy).
Cómo se crea una adicción
Con un ejemplo se puede ilustrar buena parte del problema. El OxiContin fue introducido como medicamento en 1996 por la farmacéutica Purdue Pharma, y esta empresa adoptó una estrategia agresiva de mercadeo y promoción. El aumento de ventas fue elocuente: de 48 millones de dólares en 1996 pasó a casi 1.100 millones en el 2000.
La estrategia fue presentar el producto de tal modo que apareciera como una alternativa a la alta dosificación que exige la Oxicodona. Los estudios sobre los dos opioides no mostraron ninguna ventaja a favor de OxiContin, salvo la arrolladora estrategia de mercadeo que adoptó Purdue Pharma. Solo en 2001 esta empresa gastó 200 millones en su promoción.
Su campaña combinó acciones como llevar a cabo cuarenta simposios sobre el manejo del dolor entre 1996 y 2001, con participación de 5.000 médicos, farmaceutas y enfermeras en hoteles lujosos y con todos los gastos pagados. En estos eventos se reclutó y entrenó un equipo nacional para Purdue Pharma.
OxiContin se convirtió en el opioide más usado y abusado en Estados Unidos.
Así mismo, se creó una base de datos de personal de salud relacionado con manejo del dolor, identificando los médicos que más formulaban opioides. Los médicos proclives de formular opioides recibieron estímulos que aumentaron sus ingresos en el rango de 15 mil a 240 mil dólares al año.
![]() Foto: Departamento de Justicia de Montana |
También se adoptó una estrategia de reclutamiento de médicos generales para que formularan OxiContin en las consultas de primer nivel.
La fabulosa máquina de promoción era imparable, y las ventas de OxiContin en 2002 ascendieron a 3.000 millones de dólares, correspondientes a 14 millones de formulaciones. Las “investigaciones” contratadas por Purdue Pharma acuñaron resultados con frases de alto impacto como: “al menos un miembro de la mitad de los hogares en Estados Unidos sufre de dolor crónico”.
La reacción de las autoridades apenas se produjo en mayo de 2007: una filial de Purdue Pharma (Purdue Frederic Company Inc.) fue encontrada culpable de fabricar información falsa sobre los altos riesgos del medicamento frente a otros opioides. La multa fue de 634 millones de dólares.
Pero el problema ya estaba creado: el poco control existente fue aplastado por el modelo de libre mercado de medicamentos y la extensión del daño fue imparable. Para 2004 OxiContin se convirtió en el opioide más usado y abusado en Estados Unidos.
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El crecimiento de un negocio
El caso del OxiContin se enmarca en una historia más amplia de medicamentos para el dolor en Estados Unidos, donde es posible distinguir tres momentos principales:
- Durante los años ochenta se usaba el propoxifeno para manejar el dolor crónico. Pero un informe oficial estableció que su riesgo era mortal. Entonces se buscaron alternativas en la terapia de conducta cognitiva e incluso en la hipnosis.
Durante los noventa la demanda de alivio para el dolor creció exponencialmente: aumentaron los casos de dolores musculares y de huesos en pacientes envejecidos; aumentó la obesidad, y aumentó el número de pacientes con traumas por heridas, tratamientos de cáncer y cirugías. Esto implicó un mercado descomunal, y así surgieron nuevos medicamentos, incluidos el OxiContin, el Actiq y el Subsys, cuyos riesgos fueron minimizados por los anunciadores.
- La segunda etapa fue el entrecruce entre el uso de opioides analgésicos y la heroína. En la gráfica 1 puede verse el aumento simultáneo de las líneas morada (opiáceos) y naranja (heroína).
En ese momento, los controles al consumo de opiáceos que empiezan a establecerse inducen a los usuarios a consumir heroína. Esto a su vez resulta en el aumento sostenido de los casos de sobredosis por heroína, principalmente a partir del 2010, como se aprecia en la Gráfica 2.
Gráfica 2
Muertos por sobredosis de heroína entre 2006 y 2016
- La tercera fase comenzó a finales de 2013 y se caracteriza por el alto consumo del fentanilo, en forma de pastillas (aunque también es común ligarlo y hacerlo pasar como heroína). Este opiáceo se mezcla a menudo con diferentes psicoactivos.
El fentanilo ha producido una catástrofe de salud pública. Según la Administración para el Control de Drogas (DEA), . Además, en muchos mercados callejeros su precio es mucho más bajo que el de la heroína.
La Gráfica 3 nos da una idea de la incidencia que ha tenido el consumo de este opioide. El aumento exponencial del uso del fentanilo y su mezcla con otros psicoactivos es la tendencia actual.
Gráfica 3
No. de casos de sobredosis por Fentanilo y combinaciones reportados por NFLIS 2014-2016
Los afectados
Históricamente, los afectados por el mercado de opioides han sido habitantes de las zonas rurales, principalmente del estado de Maine, este de Kentucky, sur de Ohio y el oeste de Virginia.
Estas son zonas habitadas por gente blanca, por personas envejecidas, casadas, de bajos ingresos y bajo nivel educativo, que reciben asistencia pública, discapacitados, dedicados al hogar y ocupados en labores manuales.
El fentanilo es 50 veces más potente que la morfina y 100 veces más que la heroína.
Estadísticas recientes de muertes por sobredosis asociadas con los opiáceos (distintos de la metadona) también incorporan a Pensilvania y el Distrito de Columbia en este grupo. Estas cifras se obtienen de un universo de 70.237 personas muertas por sobredosis en 2017, de las cuales 47.600 murieron por opioides, es decir, casi un 68 por ciento del total.
Varios estudios han presentado evidencia de que en las zonas urbanas hay una gran crisis de opioides que no ha sido suficientemente reconocida. Uno de ellos, por ejemplo, señala que aproximadamente el 41 por ciento de las muertes por sobredosis ocurre en condados urbanos, 26 por ciento en suburbios, 18 por ciento en pequeñas áreas metropolitanas y 15 por ciento en zonas rurales.
Una política miope
Los opiáceos legalmente producidos reciben un tratamiento aséptico, sin cuestionamientos morales. Y para manejarlos se adopta la vía del control individual, al mismo tiempo que se mantiene la política de libertad de empresa para la industria farmacéutica.
La promoción y las estrategias de reclutamiento de médicos gozan del beneficio de la “legalidad”, mientras que los usuarios se ven como un mercado cautivo que aumenta las utilidades de las grandes corporaciones.
Pero la magnitud del problema de salud, el conocimiento de lo que realmente sucede y la urgencia de respuestas ha tenido el efecto paradójico de empeorar la situación: al limitar el acceso de muchos usuarios a los opiáceos formulados, ha aumentado exponencialmente la demanda por productos ilegales.
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![]() Foto: Fiscalía General de Utah |
A lo anterior se suma el elemento racial del problema, pues las sustancias ilegales se asocian con comunidades negras y latinas. Mientras tanto, la supremacía blanca se concentra en el noreste del país, donde Purdue Pharma consolidó un mercado fabuloso a costa de la salud pública. Allí también existe un problema social de marginalidad y exclusión que exige una estrategia de desarrollo alternativo.
Este escenario se agrava por la persistencia de una política antidrogas que criminaliza a los usuarios de sustancias ilegales y bloquea medidas urgentes de reducción de daños como la apertura del acceso a la metadona y la buprenorfina. Paradójicamente, estos obstáculos son mayores en los estados con peores problemas de salud por los opiáceos, como Virginia y Kentucky, los cuales prohíben el acceso a la metadona.
Purdue Pharma ya fue demandada por más de dos mil afectados, lo que llevó a que la empresa se declarara en quiebra y ofreciera 12 mil millones de dólares en acuerdos extrajudiciales a los afectados. No todos han aceptado y hoy se preparan cientos de demandas contra la farmacéutica. Así que este problema persistirá en el mediano y en el largo plazo, porque una indemnización no va a resolver la crisis.
*Investigador asociado del Transnational Institute (TNI) con sede en Ámsterdam, trabajó para el CINEP entre 1988 y 1998, autor de varios libros y capítulos sobre narcotráfico, seguridad y proceso de paz, exasesor en temas de seguridad en la Secretaría de Gobierno del Distrito durante 2015.