El POT que propone Peñalosa no está ajustado a la realidad. ¿Qué será de la movilidad y del medioambiente en la ciudad capital?
Fernando Rojas Parra*
¿Qué trae el nuevo POT?
Bajo el gobierno Peñalosa, oímos un sinnúmero de veces del nuevo Plan de Ordenamiento Territorial (POT) para Bogotá. En principio, un POT es la carta de navegación para la planeación y desarrollo de una ciudad. Finalmente, Peñalosa presentará ante el Concejo el POT en el segundo semestre de su último año de gobierno de Bogotá para que sea discutido, y posiblemente votado.
Aunque lleva varios años en elaboración y simplifica muchas normas urbanas, el nuevo plan es más de lo que ya conocemos. Es una versión un poco más moderna de los principios que ha defendido Peñalosa a lo largo de los años, pero que como hemos vivido, no necesariamente se traducen en soluciones a los problemas que enfrenta y enfrentará Bogotá en los próximos años.
En su primer gobierno, Peñalosa expidió el decreto 619 del 2000 que fue un plan amplio y ambicioso con estrategias y proyectos de corto, mediano y largo plazo. Recogió en buena medida su visión de ciudad y pareció ser un instrumento que facilitaría la construcción de una nueva Bogotá.
Peñalosa, está lejos de tener la misma legitimidad y el mismo margen de maniobra que tuvo durante su primer gobierno.
Sin embargo, con el paso de los años, las revisiones, los ajustes y la realidad, muy poco de lo que allí se contempló se hizo realidad o dio los resultados que se esperaban.
Hoy vivimos una situación muy similar. El nuevo POT refleja la visión de ciudad que tiene Peñalosa. La gran diferencia entre el POT de entonces y el de ahora es que Peñalosa, quien a finales del siglo pasado lideró la transformación urbanística de la ciudad, está lejos de tener la misma legitimidad y el mismo margen de maniobra que tuvo durante su primer gobierno.
La escasa popularidad que hoy tiene el alcalde ha dado lugar a que el POT sea percibido como ilegitimo o como un plan que, por representar la visión de un gobernante en un claro divorcio con la ciudadanía, no cumpla su función de orientar el futuro de la ciudad.
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Las preocupaciones que trae el POT
La propuesta que conocemos del POT que Peñalosa presentaría al Concejo da lugar a varias preocupaciones:
- El plan desconoce lo que pasó con el POT anterior, de modo que parece ser para una Bogotá que no es la que hoy existe. Si bien el plan plantea un escenario de futuro, ese futuro no se puede construir si no se aprende de lo que ya vivimos. Este POT es muy ambicioso y desconoce que el plan del 2000 en su gran mayoría no se realizó. Por lo tanto, existe un gran riesgo de que se quede en un saludo a la bandera.
- Durante estos tres años y medio, Peñalosa se ha mantenido lejos de la opinión ciudadana, de manera que su POT corre el mismo riesgo. Los dos temas que han provocado más roces han sido la movilidad y el medioambiente. Sobre este último la tensión ha sido permanente. Basta recordar los debates alrededor de la reserva Thomas Van der Hammen, los Cerros Orientales, el Sendero de las Mariposas, los humedales y el relleno de Doña Juana.
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![]() Foto: Alcaldía de Bogotá |
El POT de Peñalosa da prioridad a la visión de la administración y ahoga las voces contrarias. Aunque esto en principio podría subsanarse en el debate en el Concejo, la época electoral afectará sustancialmente las discusiones.
- El POT plantea una contradicción: densificar la ciudad, pero al mismo tiempo, expandirla hacia el norte. Este es un elemento central en el debate, pues la decisión que se tome tendrá efectos económicos, sociales, ambientales y sobre la infraestructura.
En muchas localidades hay sectores que ya son densos y registran desafíos que el POT no contempla para las nuevas zonas. Incluso, los proyectos que la administración promueve en inmediaciones de la Van der Hammen darán lugar a demandas en movilidad desde el norte hacia diferentes zonas de la ciudad que desbordarán al ya maltrecho Transmilenio.
¿Y la movilidad?
A continuación, presento algunas de las preocupaciones que deja este POT en temas de movilidad que pueden servir de insumo para los debates electorales y en el concejo que se avecinan:
- Prioridad para el sistema de Bus de Tránsito Rápido (BRT).
Según el POT, el sistema de BRT en Bogotá, es decir el Transmilenio, será el modelo predominante para los próximos años. El alcalde Peñalosa nos deja amarrados a una tecnología que ha demostrado ser insuficiente para una ciudad con demandas como las nuestras.
Adicionalmente, no son claras las mejoras para remediar la crisis de servicio que hoy enfrenta Transmilenio. Tampoco se ve un debate sobre cuál es el mejor sistema para Bogotá.
- Paralelismo del metro.
En el POT, el metro aparece más por obligación que por una apuesta de ciudad, pues proyecta una segunda fase de la línea uno que va desde la calle 72 hasta la 127 y una tercera fase hasta la Avenida Guaymaral por la autopista norte. También señala una posible segunda línea que iría por la calle 80 hasta el Portal de Transmilenio y conectaría luego con el Portal de Suba.
En esa propuesta llaman la atención el paralelismo y la superposición con Transmilenio. Es evidente que, según la visión de Peñalosa, el metro no será ni hoy ni en el futuro el eje estructural de la movilidad de Bogotá.
- Principios de movilidad sostenible son mucho discurso, poca novedad.
El POT vuelve a recoger un “recetario” técnico internacional que llevan años vendiendo como la solución de todos nuestros problemas:
- Desarrollo y renovación urbana que aumenten los beneficios del sistema de transporte público y del transporte no motorizado.
- Mejoramiento y aumento de la infraestructura para el peatón.
- Desarrollo de áreas peatonales que promuevan la pacificación vial y reduzcan el uso del automóvil.
- Aumento de infraestructura para los medios de transporte bajos en carbono, con énfasis sobre el sistema de transporte público.
- Desarrollo de la infraestructura necesaria para garantizar la intermodalidad y conexión entre los diferentes modos de transporte.
- Fortalecimiento y aumento de la red de ciclo-infraestructura.
- Incentivos para la construcción de electrolineras para el uso de vehículos eléctricos.
![]() Foto: Alcaldía de Bogotá |
A pesar de que algunas iniciativas se han puesto en marcha, otras no pasan del discurso. En todo caso la movilidad de la ciudad sigue siendo caótica. La guerra contra el carro sigue orientando las políticas, a pesar de su fracaso actual y de la ausencia de alternativas reales y eficientes que ayuden a desestimular el uso del carro y la moto.
Peñalosa nos deja amarrados a una tecnología que ha demostrado ser insuficiente.
- Acceso a Bogotá, no tiene nada nuevo.
Este es un tema central para la competitividad, la productividad y la conectividad de la ciudad y los municipios vecinos. Desafortunadamente, no se ven caminos claros que permitan superar finalmente los atascos que en todos los puntos cardinales de la entrada a Bogotá.
De otro lado, este punto pone de presente la falta de una estrategia regional de movilidad que evite repetir en otros municipios los problemas de conurbación de Soacha.
- Más kilómetros de ciclorruta que no reflexionan sobre la bici y su futuro en la movilidad.
Peñalosa ha lanzado un reto muy interesante para la ciudad: convertir a Bogotá en la capital mundial de la bicicleta. Sin embargo, en la ciudad se roban diariamente entre 10 y 15 bicicletas. Bogotá tiene graves problemas de inseguridad, conectividad, iluminación y civismo, y el alcalde no tiene propuestas concretas para resolverlos. Tampoco es claro que en el POT se incluyan los aprendizajes que la ciudad ha hecho en estos temas durante más de dos décadas.
- Corredores ferroviarios deberían ser parte fundamental de la movilidad interna y de la conexión con la región.
Estos corredores podrían ser una alternativa que complemente la red de movilidad entre Bogotá y los municipios vecinos. Adicionalmente le quitaría presión a Transmilenio que hoy en día ya está más que saturado.
Desafortunadamente, es evidente y público el rechazo de Peñalosa hacia este modo de transporte. En ese sentido, la alcaldía le está dando la espalda a una gran oportunidad y le esta dejando a Cundinamarca la iniciativa y la responsabilidad de promover el regreso del tren.
- No hay ajuste institucional para enfrentar los desafíos que plantea el POT.
Buena parte de los proyectos fundamentales del nuevo POT recaen sobre entidades como las secretarías de Planeación, Ambiente, Hábitat y Movilidad, incluido el Instituto de Desarrollo Urbano. No obstante, sin una reestructuración que les dé dientes a las entidades mencionadas para cumplir con sus nuevas responsabilidades, los obstáculos burocráticos, el choque de competencias y la limitación de recursos técnicos y financieros pueden condenar los proyectos al fracaso.
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![]() Foto: Alcaldía de Bogotá. |
Los problemas de movilidad de Bogotá son de alta complejidad. He presentado algunos elementos del POT que considero deben abordarse de manera más profunda si se tiene el objetivo de destrabar a la ciudad. No obstante, queda pendiente una reflexión similar sobre el transporte de carga y la logística que espero compartir muy pronto.
* Doctor en Historia de la Universidad de los Andes.
@ferrojasparra