El Partido del Tomate: ¿respuesta a la crisis de la democracia representativa? - Razón Pública
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El Partido del Tomate: ¿respuesta a la crisis de la democracia representativa?

Escrito por Daniel Quintero Calle
Daniel Quintero RazonPublica

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Manifiesto de un movimiento que ha llamado la atención por sus procedimientos no convencionales para expresar su indignación. Será el comienzo de una democracia digital en Colombia?

Daniel Quintero Calle*

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Tomatina a los expresidentes Uribe, Pastrana y al presidente de Nicaragua Daniel Ortega.
Foto: Facebook Partido del Tomate

 ¡No nos representan! 

Las protestas ciudadanas han dado mucho de qué hablar recientemente alrededor del mundo: España, Turquía, Egipto, Brasil, Chile… hasta en Wall Street y ahora en Colombia. 

Miles de personas — en especial jóvenes — se agrupan y protestan por motivos que van más allá de una reivindicación específica.  De hecho, los gobiernos en general no han sabido reaccionar frente a esta ola de inconformismo difuso contra regímenes de todo tipo: dictaduras o “democracias” de centro, de izquierda o de derecha.

• En Madrid, los indignados gritaban: “¡No nos representan!”;

• En Turquía, una protesta ambientalista para salvar un parque desemboca en que millones de manifestantes exigieran derechos y pusieran al gobierno en jaque;

• Los participantes en Occupy Wall Street no entendían por qué el gobierno favoreció a los especuladores que provocaron la crisis y no a sus víctimas;

• En Brasil millones de personas se tomaron las calles para expresar su inconformidad con la politiquería y la corrupción;

• … y en Colombia una iniciativa para revocar el congreso logró recaudar cerca de un millón de firmas.

Pese a las evidentes diferencias sociales y políticas de los países donde han tenido lugar: ¿Qué tienen en común estas protestas? Nosotros creemos que se trata de una crisis de representación.

En este texto explicaré cómo entendemos la crisis, cuál es su relación con el Partido del Tomate y plantearé nuestra propuesta para enfrentar esa crisis.

Los gobiernos en general no han sabido reaccionar frente a esta ola de inconformismo difuso contra regímenes.

Crisis de la democracia representativa

 

daniel quintero partido tomate

Tomatina a senador Roy Barreras y al procurador Alejandro Ordóñez.
Foto: Facebook Partido del tomate
 

Todas las sociedades necesitan un sistema político que regule la toma de decisiones que afectan a toda la colectividad. El debate sobre cuál es el sistema político mejor lleva milenios… y está lejos de acabar. 

La democracia – sistema predominante en los Estados modernos — parte del principio de igualdad de todos los ciudadanos a la hora de tomar decisiones. Ninguna persona o grupo debería poder imponer decisiones sobre el resto.  Los órganos del poder público deberían ser dirigidos durante periodos definidos por representantes escogidos por los ciudadanos en condiciones de igualdad. Los elegidos deberían representar sabia y dignamente a los ciudadanos que les confían tan altas responsabilidades.

Pero la democracia moderna no está cumpliendo esta promesa de igualdad.  El desencanto generalizado con la democracia es un fenómeno creciente: los ciudadanos perciben que unos pocos han capturado el control del Estado para satisfacer intereses particulares.

El desencanto se expresó durante décadas en el distanciamiento entre los ciudadanos y la “clase política”, que se tradujo por ejemplo en altos niveles de abstención electoral.  Muchos asumieron que el abuso del poder, la corrupción y el egoísmo eran inherentes al ejercicio de la política y que no había nada que hacer al respecto. 

Este fenómeno paradójicamente convenía a quienes ostentaban el poder: alejaba a los inconformes del conteo electoral, reduciendo las posibilidades de que fueran derrotados.  

En este escenario fue fundamental la complicidad de los medios de comunicación, ya fuera ocultando aquello que pudiera desencadenar una crisis o concentrando la atención en temas que destacaran el papel de los políticos de turno. 

Hoy en día, gracias a Internet, los medios tradicionales están siendo sustituidos por los alternativos: simples ciudadanos pueden alcanzar a millones de personas con solo un teléfono celular capaz de transmitir una foto, un video, un twitter… donde denuncian hechos que antes habrían quedado ocultos.

Adicionalmente, las redes sociales permiten que personas con visiones e intereses similares se pongan en contacto: miles de resignados y de desencantados por la política se comunican entre sí, se han agrupado y comienzan a percibir su poder. Finalmente, salen a las calles a protestar.

Colombia no ha sido ajena a este proceso. El mayor movimiento de indignación ocurrió en el 2011 cuando millones de estudiantes salieron a las calles a reclamar educación de calidad para todos, mediante movilizaciones pacíficas y llenas de creatividad. 

Desde entonces decenas de protestas han marcado la vida nacional. Merece una mirada especial la realizada en Bucaramanga — “Cien mil voces por el agua” —  donde decenas de miles protestaron por la decisión del gobierno de favorecer a compañías mineras en lugar de proteger las fuentes hídricas que dan de beber a casi dos millones de colombianos.

Sin embargo, la mayoría de estos movimientos ha carecido de un norte claro: los ciudadanos necesitan agruparse no sólo movidos por el sentimiento de indignación, sino para construir una visión de sociedad diferente, bajo un nuevo modelo de representación. 

El desencanto generalizado con la democracia es un fenómeno creciente: los ciudadanos perciben que unos pocos han capturado el control del Estado para satisfacer intereses particulares.

Internet para la democracia

Una salida a esta crisis de representación parece lejana, precisamente porque quienes usurparon los espacios de decisión colectiva se ven beneficiados por ella y la alimentan.

El Partido del Tomate surgió de la ola de indignación mundial: un movimiento que decide participar en política para devolver la democracia a los ciudadanos.  Esta decisión — que ha sido descartada por la mayoría de movimientos de indignados — despierta suspicacia y escepticismo en algunos: el prejuicio de que nadie puede hacer política sin contagiarse de los vicios y la mezquindad del poder está muy arraigado, incluso entre los propios inconformes que quieren cambiar las cosas. 

Sin embargo, nosotros compartimos los valores que fundamentan la democracia, como decir: 

 Igualdad ciudadana a la hora tomar decisiones colectivas en bien de la justicia y el bienestar general. 

 La democracia es un sistema de gobierno, que si bien presenta fallas, puede mejorarse mediante las decisiones colectivas pertinentes. 

Nuestra propuesta consiste en cambiar radicalmente el rol de los políticos y de los ciudadanos. Queremos que el político deje de ser un agente que ofrece ideas, propuestas y soluciones a ciudadanos que simplemente pueden aceptarlas o rechazarlas, mediante su voto anónimo. 

La ciudadanía actual reclama más interacción y más participación.  Pensando en esto, vemos conveniente que la política se apoye en los desarrollos tecnológicos y utilice plataformas virtuales especializadas donde los ciudadanos puedan informarse, expresarse, opinar, debatir, proponer, hacer veeduría e incluso ser consultados cuando vaya a tomarse una decisión. 

Las redes sociales permiten que personas con visiones e intereses similares se pongan en contacto: miles de resignados y de desencantados por la política se  comunican entre sí, se han agrupado y comienzan a percibir su poder. Finalmente, salen a las calles a protestar

El Partido del Tomate pondrá en operación la plataforma que hemos llamado Democracia 2.0. Implicará que las decisiones de los representantes en las instituciones públicas sean siempre contrastadas y alineadas con las posiciones de los representados. 

El rol de los políticos bajo este modelo — que reduce su poder — sigue siendo muy importante: deben interpretar las ideas de sus representados, analizar sus propuestas y ser capaces de acercar los temas políticos a la gente para que puedan comprenderlos, discutirlos y tomar decisiones informadas. 

Democracia 2.0 no será una plataforma al servicio exclusivo del Partido del Tomate: sería beneficioso que estuviera al servicio de todos los partidos políticos, hoy controlados por unas minorías que deciden arbitrariamente y que solo apelan a sus miembros para pedirles el voto cada cuatro años. 

Sobre la libertad y la felicidad

 

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Logo Partido del Tomate.
Foto: Twitter Partido del Tomate

Como partido político hemos adoptado un principio: buscamos ciudadanos libres y felices. Es necesario explicar cómo entendemos estos dos conceptos, que para muchos pueden ser trillados o ser vagos.

Los individuos no son una masa homogénea, son diferentes unos de otros: tienen intereses, creencias, cosmovisiones y formas de vivir distintas. Promover la libertad comienza por respetar la diferencia. 

Los intentos de grupos o de individuos por imponer creencias o formas de vivir lesionan   gravemente la libertad de los ciudadanos, más aún cuando un grupo pretende hacerlo desde el Estado. 

La capacidad individual para tomar decisiones autónomas debe ser promovida, además de respetada.  

Ahora bien, el ejercicio de la libertad implica responsabilidad y capacidad de entender los límites y las posibles consecuencias de las acciones. Para esto es necesario formar ciudadanos críticos y conscientes.

El propósito último de la política es buscar el bienestar general. Cuando se habla de bienestar hay dos niveles que conviene tener en cuenta:

 El primero es primordial y tiene que ver con los elementos básicos para que una persona pueda vivir dignamente. 

 El segundo se refiere el bienestar más allá de lo estrictamente necesario para poder vivir con dignidad. 

Aquí es donde podemos empezar a hablar de felicidad: no como una receta diseñada desde el Estado para que todos vivan en euforia permanente. 

Cada individuo tiene la facultad de decidir qué hacer con su vida: el papel de la política debe ser propiciar las condiciones para que las personas tengan alternativas, además de garantizar que los ciudadanos que no encuentren identificación en las opciones existentes puedan crear nuevos caminos, que quizás otros querrán recorrer luego. 

Si bien es importante reconocer que son los individuos quienes deciden qué hacer con sus vidas, se convierten en ciudadanos conscientes conectados en red cuando adoptan la búsqueda del bienestar general como un fin superior.

El Partido del Tomate propone una democracia digital y directa — utilizando Internet —que transforme y profundice el ejercicio de la política, permitiendo que las mayorías se sientan representadas efectivamente, reduciendo el poder de sus representantes y elevando el nivel de transparencia. 

Mediante esta plataforma pretendemos construir una sociedad basada en el conocimiento, el arte y la cultura, que dé prioridad a la defensa del medio ambiente y a la educación bajo un enfoque de equidad. Su pilar fundamental será la formación de ciudadanos libres y felices. 

* Cofundador del partido del tomate y Cofundador y director de la Fundación Piensa Verde, master en Administración de Negocios de la Universidad de Boston, estudió Administración de Finanzas Públicas en la Universidad de Harvard, especialista en finanzas de la Universidad de los Andes e ingeniero electrónico de la Universidad de Antioquia. 

 twitter1-1@QuinteroCalle

** Este texto se elaboró en colaboración con dos miembros del partido del tomate: Juan Carlos Upegui, estudiante de Filosofía de la Universidad de Antioquia, y Eli Shnaider, estudiante de Derecho en la Universidad San Buenaventura de Cali. 

twitter1-1@tomatepartido

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