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El papa en Ecuador

Escrito por Marco Antonio Amat

Marco Amat¿Cómo manejó Francisco el intento del gobierno ecuatoriano de presentar su visita como un espaldarazo a su gestión? ¿Qué enseñanzas dejó el papa en su paso por “la mitad del mundo”? 

Marco Antonio Amat*

Un país dividido

El panorama socio-político de Ecuador antes de la llegada del papa Francisco no estaba para nada tranquilo.

Durante los últimos meses ha crecido la inconformidad por la gestión del presidente Rafael Correa, y no solo por sus decisiones de gobierno, como los proyectos de ley de las herencias o de la plusvalía, sino por la actitud que ha tomado el mandatario. La sociedad  está cansada de la actitud prepotente del presidente, quien aprovecha cualquier discurso para hacer acusaciones contra la oposición y para deslegitimar a los líderes de los movimientos sociales que no están de acuerdo con su plan de gobierno.

En Ecuador el gasto público ha aumentado de manera excesiva por el continuo esfuerzo  del gobierno para vender el proyecto de la ‘Revolución Ciudadana’, que al final de cuentas sirve básicamente para reforzar la buena imagen del presidente.

Desde hace un mes en Ecuador se vive un ambiente de continuas protestas y marchas de confrontación entre simpatizantes y opositores del gobierno. Una de las cosas que más molesta a la sociedad civil ha sido que el gobierno no reconozca la protesta como un acto legítimo de expresión ciudadana y la califique como un método violento, cuyo único propósito sería la desestabilización política.

Por todo lo anterior había un miedo generalizado ante la posibilidad de que se politizara la visita del papa. Pero Francisco, consciente de la situación socio-política del país, dijo en su primer discurso: “vengo como testigo de la misericordia de Dios y de la fe en Jesucristo”.

Estas palabras ya indicaron que el papa no fue ingenuo ni desconocía la situación tensa que vivía Ecuador.

Por eso llegó con un mensaje claro: “Señor presidente, podrá contar siempre con el compromiso y la colaboración de la Iglesia, para servir a este pueblo ecuatoriano que se ha puesto de pie con dignidad”. Estas palabras alimentaron la fe y la esperanza de una sociedad que, efectivamente, ‘se ha puesto de pie con dignidad’.

El Presidente Rafael Correa ante las cámaras de CNN.

El Presidente Rafael Correa ante las cámaras de CNN.
Foto: Presidencia de la República del Ecuador

Los mensajes políticos de Francisco

En sus discursos, el papa hizo hincapié sobre la necesidad de superar las diferencias para dar curso a diálogos que permitan trabajar conjuntamente por el bien común y para construir una sociedad que debe ser como una ‘casa’  donde todos son parte de la familia y de la cual ninguno es excluido.

En la homilía pronunciada durante la eucaristía del Parque Bicentenario, en Quito, Francisco   aludió al ‘grito de independencia de Hispanoamérica’ para recordar que éste se dio después de mucho tiempo cuando los habitantes del continente estuvieron “sometidos a conveniencias circunstanciales de los poderosos de turno”.

Cuando el papa habló de un “difuso individualismo” que nos separa y enfrenta, pareció estar haciendo aludiendo al estilo de gobierno del mandatario ecuatoriano. Por eso dijo que “a aquel grito de libertad prorrumpido hace poco más de 200 años no le faltó ni convicción ni fuerza, pero la historia nos cuenta que solo fue contundente cuando dejó de lado los personalismos, el afán de liderazgos únicos, la falta de comprensión de otros procesos libertarios con características distintas pero no por eso antagónicas”.

Francisco, de una manera muy sencilla y humilde, le está recomendando al gobierno ecuatoriano que abandone su afán por ‘los personalismos, el afán de liderazgos únicos’ que solo provocan enfrentamientos y divisiones.

El papa no fue ingenuo ni desconocía la situación tensa que vivía Ecuador.

En lugar de un gasto público exagerado para la promoción de su imagen, el gobierno debería atender “la necesidad de luchar por la inclusión a todos los niveles, evitando egoísmos, promoviendo la comunicación y el diálogo, incentivando la colaboración”.

Si el partido del presidente no está dispuesto a trabajar por la inclusión o el diálogo con quienes piensan distinto y a colaborar por una sociedad más justa, a los ecuatorianos nos queda el reto de volver a dar aquel ‘grito’ de independencia.

No hay que perder de vista la recomendación de Francisco: para lograr la unidad se necesita confiar en el otro, ya que “confiarse al otro es algo artesanal, porque la paz es algo artesanal”. Cómo no reconocer en las distintas manifestaciones públicas del pueblo ecuatoriano este trabajo artesanal de exigir respeto y no dejar que nadie pisotee la dignidad social. Si el primer mandatario considera que la única manera de tener representatividad es por la vía electoral (siempre ha retado a los opositores a ‘enfrentarse’ en las urnas) está equivocado.

Francisco ha demostrado ser un verdadero líder mundial que sin ser arrogante ni usar palabras ofensivas ha sabido llegar a todos los rincones del planeta, comunicando un mensaje de paz, fraternidad y solidaridad.

Si Rafael Correa quería politizar la visita del santo padre, este le ha dejado claro que “la evangelización no consiste en hacer proselitismo; el proselitismo es una caricatura de la evangelización”.

Mensaje a los católicos

Francisco vino a Ecuador para animar la fe de los creyentes y para devolverles la esperanza por un mundo más solidario, más humano.

Por eso su mensaje a los cristianos fue muy claro: “Jesús nos consagra para suscitar un encuentro con él, persona a persona, un encuentro que alimenta el encuentro con los demás, el compromiso en el mundo y la pasión evangelizadora”.

En muchas ocasiones la Iglesia católica ecuatoriana ha permanecido en silencio, y sus pastores han callado para no incomodar y evitar enfrentamientos con el gobierno. Pero el papa Francisco ha recalcado el papel mediador de la Iglesia, que no puede quedarse como  espectadora de los problemas sociales, sino que tiene la tarea de “colaborar en la búsqueda del bien común, desde sus actividades sociales, educativas, promoviendo los valores éticos y espirituales”.

Por eso, después de su visita a los católicos nos queda el compromiso de seguir buscando el bien común, no solo mirando el propio bienestar ni al  “individualismo del éxito personal”, sino siendo un testimonio de comunión fraterna donde prevalece la actitud del servicio, de cuidarnos los unos a los otros y de ayudarnos mutuamente.

Después del papa

El Papa Francisco I saluda a los ecuatorianos desde el Palacio de Carondelet.

El Papa Francisco I saluda a los ecuatorianos desde el Palacio de Carondelet.
Foto: Presidencia de la República del Ecuador

Tras la visita del papa Francisco quedan ciertos desafíos que los ecuatorianos debemos afrontar.

-Al gobierno le queda la tarea de abrir espacios de encuentro y diálogo con la sociedad civil inconforme. El ambiente social en Ecuador es tenso y se espera que sigan las manifestaciones contra el gobierno.

Si el gobierno acoge la iniciativa de ir a un diálogo nacional, los pasos necesarios podría encontrarlos en las palabras de Francisco: valorar las diferencias, fomentar el diálogo respetuoso y la participación sin exclusiones.

-También la Iglesia tiene un desafío grande, pues debe estimular una reflexión seria para  acoger la riqueza de los mensajes dirigidos a la familia y la sociedad. Esta reflexión debe ser un motivo para nuevos esfuerzos en la construcción de la sociedad que todos deseamos.

-El papa dejó marcado el camino que el gobierno nacional y la Iglesia católica deben recorrer conjuntamente. Francisco nos invitó a considerar la sociedad como nuestra casa, donde cada persona se siente verdaderamente a gusto y nadie queda excluido.

Dejó de lado los personalismos, el afán de liderazgos únicos.

-Para lograr esto los ciudadanos debemos poner en práctica “la gratuidad, la solidaridad y la subsidiariedad”.  De la gratuidad del amor incondicional de nuestros padres aprendemos a salir del egoísmo para abrirnos al otro: “La gratuidad es requisito necesario para la justicia”.

Por otro lado, la solidaridad nace de la fraternidad vivida en la familia. Ser solidarios es ser responsables los unos de los otros. Por eso el papa nos pide cuidar a los niños, jóvenes y ancianos: “Hoy se nos pide cuidar, de manera especial, con solidaridad, este tercer sector de exclusión de la cultura del descarte”.

Por último, hay que ganar la capacidad de reconocer lo bueno que hay en cada persona, y ver su riqueza a pesar de sus limitaciones y elecciones equivocadas. “En el respeto de la libertad, la sociedad civil está llamada a promover a cada persona y agente social para que pueda asumir su propio papel y contribuir desde su especificidad al bien común”.

El papa Francisco llama a todos los ciudadanos a que asuman un papel activo y responsable en la ‘democracia participativa’. Todas las personas y grupos sociales son protagonistas de esta gran familia llamada sociedad.

Esperemos que las palabras de Francisco no se queden como un discurso más y sirvan para  construir una sociedad que sea verdaderamente nuestra casa.

 

* Licenciado en Filosofía de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador, magíster en Filosofía, con énfasis en Filosofía Política, de la Pontificia Universidad Javeriana, director de Pastoral de la Unidad Educativa San Felipe Neri en Riobamba, Ecuador, docente de filosofía del Seminario Mayor Cristo Buen Pastor de Riobamba, Ecuador.

 

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