Se acercan las elecciones presidenciales en Estados Unidos y el panorama político y económico apunta a la probable reelección de Donald Trump. ¿Por qué?
Marcela Anzola*
La posible reelección
En 2020, Donald Trump concluirá su primer mandato y será reemplazado o será reelegido para un segundo período, porque así lo permite la Constitución de Estados Unidos. A continuación, describo el escenario previsible de las particulares elecciones que se acercan en ese país.
Puede asegurarse que los dos grandes temas relacionados con el futuro de Donald Trump, la posibilidad de un proceso de revocación (impeachment, en inglés) y su reelección, ya tienen una respuesta.
En el primer caso, es improbable que el Senado apruebe la destitución del mandatario, dado el predominio del partido republicano y el apoyo casi unánime que este partido le ha dado a Trump.
Con relación a lo segundo, su reelección está prácticamente asegurada. Por un lado, por la aprobación que aún tiene entre amplios sectores de la sociedad estadounidense y, por el otro, porque ninguno de los candidatos demócratas ha logrado consolidar una narrativa lo suficientemente fuerte que sirva de contrapeso y logre atraer a los sectores que continúan apoyando a Trump, a pesar de no que no estén plenamente convencidos de su gobierno.

Foto: Wikipedia.
La Cámara de Representantes votando para adoptar los artículos para el impeachment en contra de Donald Trump.
La situación anterior lleva a preguntarse: ¿por qué el discurso y la forma de actuar de Trump son tan atractivas para la sociedad norteamericana, llevándola incluso a ignorar sus desmanes y sus actuaciones erráticas?
Le recomendamos: La estrategia de Donald Trump
El ethos estadounidense
La respuesta está en lo que podríamos denominar el “ethos estadounidense”, es decir, su particular forma de ver el mundo. Ciertos valores que son importantes en otros países no lo son en Estados Unidos.
Un claro ejemplo es su actitud frente a la guerra. En otras sociedades los conflictos bélicos son vistos como una forma de ejercer poder, de expandir territorio, ya sea por motivos políticos o económicos. En cambio, en el imaginario de Estados Unidos, la guerra es vista como un mecanismo de defensa frente al otro.
Por este motivo han sido bien recibidas las decisiones de Trump de retirarse de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y de abstenerse de cualquier conflicto internacional que no implique defensa de la seguridad nacional.
Por la misma razón, la reciente acción militar que dio de baja al general iraní Qasem Soleimani ha sido presentada en términos de seguridad nacional. Por una parte, Trump acusó a Soleimani de la muerte de un gran número de ciudadanos estadounidenses y, por otra parte, afirmó que su asesinato prevenía acciones futuras en contra de Estados Unidos y sus ciudadanos.
Ese mismo discurso que da prioridad a la seguridad sobre todas las cosas está presente en la posición de la sociedad estadounidense con respecto al porte de armas. Gran parte de la población considera el porte de armas como un derecho fundamental, que ha sido reivindicado reiteradamente en la administración Trump.
De hecho, el pasado 30 de diciembre un hombre que había iniciado un tiroteo durante un servicio religioso en Texas, en el que dejó un saldo de dos muertos, fue asesinado por feligreses armados. Tras el tiroteo, Trump señaló en su cuenta de Twitter que se salvaron 242 vidas gracias a los feligreses que actuaron como héroes y que dispararon contra del atacante.

Foto: La Casa Blanca.
Seguidores de Donald Trump.
Una economía sui generis
El discurso económico estadounidense también es bastante sui generis. Si bien los estadounidenses promueven el libre mercado, son bastante reacios a los acuerdos de comercio, así como a adquirir compromisos en el plano internacional.
Esta no ha sido una característica exclusiva de las políticas republicanas, pues el partido demócrata fue, por ejemplo, uno de los opositores del Tratado de Libre Comercio entre Colombia y Estados Unidos.
Otro ejemplo al respecto es la decisión del gobierno Trump de impedir el nombramiento de los miembros de la Corte de Apelaciones de la Organización Mundial del Comercio (OMC), que debían ser reemplazados a finales del 2019 por cumplimiento de su período.
Esta Corte está compuesta por siete miembros y actualmente cuenta solo con uno, debido a que el gobierno de Estados Unidos impidió nombrar los remplazos respectivos. Esto hace parte de una política iniciada por Bush y continuada por Obama, quienes no estaban de acuerdo con las posiciones de la OMC. Sin los nuevos miembros, Trump dejó a la OMC “sin dientes” para actuar.
En lo que concierne a las medidas contra de China, si bien es cierto que hay sectores que se han visto afectados, para buena parte de la opinión pública estas medidas eran necesarias. En su imaginario, China ha afectado el empleo en Estados Unidos y además no respeta la propiedad intelectual. Estos temas han sido muy bien explotados por la campaña presidencial de Trump.
Además, regular la actividad económica ha sido un tema tabú en Estados Unidos. La consecuencia de la no regulación ha sido desproteger a los consumidores frente al abuso de los monopolios, como por ejemplo la irregularidad en los precios de los medicamentos y los servicios de salud.
Asimismo, la falta de regulación permite el daño del medio ambiente. En este último caso, Trump ha dado de qué hablar, pues niega la existencia de la crisis climática, a pesar de la evidencia científica al respecto.
Las posiciones de Trump sobre la regulación económica han sido bien recibidas por los empresarios y buena parte de la sociedad que considera la intervención del Estado como una violación de la privacidad.
Le recomendamos: ¿En qué va el proceso contra Trump?

Hay altas probabilidades de que Donald Trump sea reelegido.
Foto: Embajada de EEUU en Eslovenia.
Una sociedad conservadora
La inmigración es otro de los temas que preocupan a los norteamericanos. El crisol o “melting pot” ha sido tradicionalmente excluyente y selectivo, pues se conformó principalmente por inmigrantes europeos, blancos y protestantes. No incluyó durante mucho tiempo a los inmigrantes asiáticos ni latinoamericanos, e internamente excluyó a los indígenas nativos y a los afroamericanos.
A pesar de los esfuerzos contra la discriminación, el origen étnico sigue siendo un factor decisivo en los distintos planos de su vida. Por ejemplo, en las solicitudes presentadas a las oficinas gubernamentales, colegios o centros de salud, se incluye la pregunta sobre el origen étnico del aplicante.
Para buena parte de la sociedad, la construcción del muro en la frontera con México es vista como la única forma de bloquear el ingreso de personas que pueden poner en peligro la seguridad de la sociedad estadounidense.
La religión también ha sido un tema de gran importancia para los norteamericanos. El aborto, el matrimonio homosexual y la adopción de niños por parte de parejas homosexuales son temas que aún no se encuentran resueltos y que crean profundas controversias y divisiones.
Los cambios progresistas que se han dado en estos temas son frágiles y se encuentran bajo el ataque permanente de grupos con suficiente poder económico para mantener su lucha. Para estos grupos, el nombramiento de jueces de corte conservador en los diferentes niveles de la rama judicial, incluida la Corte Suprema, han sido logros del actual presidente, que deben recompensarse con un voto a favor en las próximas elecciones.
En el caso de la salud y la educación, donde los problemas y las controversias son cada vez más profundas, la narrativa estadounidense se ha distanciado ampliamente de la mayor parte de los Estados modernos, que consideran estos servicios como derechos subsidiados por el Estado.
El discurso del candidato Bernie Sanders, que sigue estos lineamientos, es considerado como socialista o de izquierda. Y a pesar de que puede dar respuesta a los problemas, difícilmente será aceptado por la mayoría de la sociedad.
Trump lleva la delantera
En suma, cualquier candidato que articule una visión como la expuesta en su discurso de campaña tendrá una alta probabilidad de ser elegido, y el más cercano a esto hasta ahora es el actual presidente.
Esto, sin embargo, no implica que vaya a resolver los problemas que Estados Unidos está enfrentado realmente, como son el creciente déficit fiscal, la desigualdad, la imposibilidad de acabar con las guerras en Afganistán, Irán y Siria y el peligro cada vez mayor que representa Corea del Norte.
Lamentablemente, la combinación del impeachment con los debates electorales ocuparán buena parte de la actividad política en el país durante todo el año, y no dejarán espacio para las discusiones verdaderamente importantes y de más largo plazo.
*Abogada, LL.M., Lic.Oec.Int., PhD. Consultora internacional en las áreas de competitividad, inversión extranjera y lucha anticorrupción.