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El miedo de Duque a la oposición

Escrito por Carlo Nasi
Presidente de la República, Iván Duque.

Carlo NasiEl presidente quiere gobernar sin oposición porque “nadie se debe oponer a las reformas que el país necesita”.  ¿Cuáles son los fundamentos  de este modo de pensar?

Carlo Nasi*

¿A qué le teme Duque?

En una cumbre reciente de gobernadores realizada en Mompox, el presidente Duque afirmó que hacer oposición a su gobierno era inútil. En sus palabras, “de nada sirve que se le haga oposición a un gobierno de cuatro años que lo que quiere es servirle a todos los colombianos. El que le haga oposición es como si estuviera oponiéndose a que se adelanten las reformas y los programas que Colombia requiera (sic)”.

Estas afirmaciones demuestran, por un lado, que Duque fantasea con gobernar sin detractores y, por otro lado, que tiene miedo. Pero, ¿a qué le teme Duque?

Duque cuenta apenas con la mitad del Senado y con una minoría en la Cámara de Representantes, por eso teme que la oposición descarrile sus planes de gobierno. Aunque es probable que partidos independientes, como Cambio Radical (e incluso algunos de oposición), apoyen varias de sus iniciativas, si se toma en cuenta la composición actual del Congreso, el riesgo de que se produzca un choque entre el poder ejecutivo y el legislativo es muy alto.

Le recomendamos: Duque y su crisis de gobernabilidad.

¿Ojo por ojo?

Ministro de Defensa, Guillermo Botero.
Ministro de Defensa, Guillermo Botero.
Foto: Presidencia de la República

Además, durante los dos periodos de Santos, el Centro Democrático (CD) acudió a tácticas abiertamente desleales. No es sorprendente que Duque tema que la oposición le aplique el “ojo por ojo”.

Un escenario de pesadilla para Duque sería que la oposición a su gobierno le dé “una cucharada de su propia medicina”. Sin una mayoría firme en el Congreso, Duque tiene miedo a que la oposición se dedique a inundar las redes sociales con mentiras descaradas para manipular a los sectores más crédulos: (1) las clases medias semi-letradas absolutamente asustadizas, (2) las generaciones enganchadas a las redes sociales que tragan entero cualquier trino, y por último (3) los sectores menos educados de la población.

Duque llegó al poder gracias a la estrategia de la ‘desinformación’ que utilizó el CD.

Duque llegó al poder gracias a la estrategia de la ‘desinformación’ que utilizó el CD. Sin embargo, ya en la presidencia, Duque no quiere que la oposición le haga tragar el mismo jarabe tóxico patentado por sus copartidarios.

Para suerte de él, es improbable que la oposición a su gobierno acuda a tretas sucias. Es impensable que figuras como Antanas Mockus, Angélica Lozano o Juanita Goebertus, entre otros, se rebajen a inventar mentiras para enlodar al gobierno. Ellos han demostrado a lo largo de su vida un talante moral superior al de tantos copartidarios de Duque.

La fantasía: un gobierno sin opositores

En todo caso, una cosa es que la oposición no acuda a la guerra sucia, y otra muy distinta que renuncie a hacer oposición. Duque está en todo su derecho de fantasear con un gobierno sin opositores, pero eso simplemente no va a suceder.

Su fantasía también refleja el deseo de que los colombianos creamos que no hay que oponerse a su gobierno porque él busca “servirle a todos los colombianos” para adelantar “los programas y reformas que Colombia requiera”.

Puede leer: Especial: ¿para dónde va Iván Duque?

¿Será cierto? En realidad, la política es un juego distributivo cuyo propósito es exactamente lo contrario: definir quién obtiene qué. Por supuesto, los presidentes electos acuden a la retórica de unidad nacional cuando asumen el poder, y lo que menos le conviene a Duque es que persista la polarización en el país.

Pero en la vida real ningún gobierno favorece “a todo el mundo” por igual, y en política siempre hay ganadores y perdedores. Además, no todas las democracias favorecen a los mismos sectores. Algunos gobiernos adoptan políticas que favorecen a sectores relativamente amplios de la población, mientras que otros benefician principalmente a pequeñas élites.

Eso es lo que marca la diferencia entre las democracias legítimas y de alta calidad, y las democracias oligárquicas, endebles y corruptas.

¿El gobierno sí busca servirles a todos los colombianos?

Congreso de la República
Congreso de la República
Foto: Ministerio de Interior

¿Qué camino tomará Duque? Varias señales en este primer mes de gobierno despiertan  preocupaciones válidas:

1. La anunciada reforma tributaria pretende extender el IVA a todos los productos de la canasta familiar.

Esto perjudicaría a la mayoría de las familias de clase media y baja, según un reciente análisis de Jorge Espitia en el portal de Justicia Tributaria. Sin duda el Estado debe recaudar ingresos suficientes para llevar a cabo sus políticas, pero ¿a cuenta de qué Duque decide cargar con este peso a la gente del común, y no a los ricos y grandes empresarios del país?

2. María Fernanda Cabal, senadora de CD, radicó un proyecto para  modificar la Ley de Víctimas y Restitución de Tierras.

Este  proyecto pretende reducir el estándar de “buena fe exenta de culpa” a “buena fe simple” para los opositores en procesos de restitución de tierras. Es decir que quien actualmente ocupa una tierra tendría mucha más facilidad para probar que adquirió ese predio sin saber que había sido despojado anteriormente.

Esto favorecería a los autores y beneficiarios del despojo violento de tierras y perjudicaría  a millones de campesinos que fueron víctimas. Duque no se ha pronunciado al respecto. ¿Qué opinará el presidente de esta iniciativa de su propio partido que para nada busca “beneficiar a la mayoría de los colombianos”?

Le recomendamos: La reforma a la justicia de Iván Duque.

3. Duque nombró como ministro de Defensa a Guillermo Botero, quien fuera presidente de la Federación Nacional de Comerciantes (FENALCO) desde 2003 hasta el presente año. Su antecesor, Luis Carlos Villegas, ministro entre 2015 y 2018, fue el presidente de la Asociación Nacional de Empresarios de Colombia (ANDI) entre 1996 y 2013.

En Colombia parece haber una nueva tendencia de nombrar en la cartera de defensa a reconocidos líderes del sector empresarial. ¿Es eso sano para la democracia? ¿Es conveniente para el país aplicar nociones neo-corporativistas de representación en el ministerio de Defensa?   Al nombrar a empresarios hay un alto riesgo que usen la fuerza pública para defender los intereses de sus gremios, más que los del país.

Si se vuelve un hábito el nombramiento de dirigentes gremiales en la cartera de Defensa, las condiciones están dadas para que se privatice cada vez más la fuerza pública y nos alejemos del Estado de Derecho. Aunque el ministro de Defensa debe ser un civil, el titular de esta cartera necesita formación y trayectoria, y también cierta distancia frente a las fuerzas productivas del país.

Su fantasía también refleja el deseo de que los colombianos creamos que no hay que oponerse a su gobierno porque él busca “servirle a todos los colombianos”.

Villegas y Botero no tienen formación en temas de seguridad y defensa. Lo que ellos saben es hacer negocios. Quizás la falta de formación de Botero explique por qué el ministerio de Defensa anunció que en un solo mes de gobierno, el número de extorsiones se redujo en un 90 por ciento. Es una estadística nada creíble, ya que va en contra de la ley de las probabilidades. Un ministro con formación no haría cuentas tan alegres y dudosas.

Por otro lado, el ministro Botero ya causó revuelo con sus declaraciones sobre las protestas sociales, supuestamente financiadas por grupos criminales: “…cada vez que ustedes ven que cerraron la Panamericana o ayer que me cerraron unas carreteras en Nariño, detrás de eso siempre hay mafias organizadas, pero mafias de verdad, mafias supranacionales”.

Botero no ofreció la más mínima prueba y sus acusaciones son temerarias. ¿Acaso no hay motivos legítimos de protesta en un país como el nuestro? Y con acusaciones de tal envergadura, ¿no está incitando el ministro a prohibir o reprimir las manifestaciones de inconformidad social?

Además de ser discutibles, las afirmaciones de Botero reflejan los problemas de la representación en términos neo-corporativistas. Los bloqueos de carreteras fundamentalmente afectan a los negociantes. Con sus declaraciones Botero se delata: desde el ministerio pretende usar la fuerza pública para avalar los intereses particulares de su gremio.

No quiero presentar un panorama totalmente negativo sobre este primer mes de gobierno, pues debo reconocer los esfuerzos del presidente en la lucha contra la corrupción. Duque tiene cuatro años para demostrar que, si es sincero, para cumplir su deseo de “servirles a todos los colombianos” tendrá que confrontar a sus propios ministros y a importantes políticos del CD que, como creo haber mostrado en este artículo, promueven intereses particulares.

¿Lo hará?

*Profesor asociado del Departamento de Ciencia Política de la Universidad de los Andes. Las opiniones expresadas son responsabilidad del autor.

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