Después de un debate agotador, el juez conservador Brett Kavanaugh fue confirmado como nuevo miembro de la Corte Suprema de Justicia. ¿Por qué es tan importante este nombramiento y qué implicaciones tendrá para la vida de las próximas generaciones?
Marcela Anzola*
Una Corte de peso
La pugna por la elección del remplazo del juez Anthony Kennedy en la Corte Suprema de Estados Unidos puso en evidencia los serios problemas del sistema democrático de ese país y la existencia de una polarización ideológica de intensidad inusitada en la sociedad estadounidense.
La Corte Suprema es la cabeza del órgano judicial y —sobre todo— es la instancia donde se define la orientación ideológica de las políticas públicas en materias tan delicadas como las libertades básicas, la relación entre el gobierno federal y los Estados, los conflictos raciales o las reglas electorales. Por eso la escogencia de los magistrados que la integran es tan importante y tan controvertida.
Esto se debe a la manera cómo se creó la Corte, a las reglas para conformarla y a las funciones que se le han asignado.
La Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos ha sesionado desde 1790. Las reglas relativas a su conformación y funcionamiento se encuentran en el Acta Judicial de 1789. La Corte se compone de nueve miembros: un presidente y ocho jueces asociados. Este número de jueces fue fijado por la Ley de Jueces de Circuito de 1869.
El nombramiento de los jueces se hace a través de un proceso complejo. Los candidatos son nominados por el presidente y deben ser confirmados por el Senado.
El nombramiento es de carácter vitalicio y los jueces solo pueden ser separados de su cargo por el Senado mediante un proceso de impugnación (impeachment). Los jueces también pueden renunciar a su cargo cuando lo consideren conveniente.
La función principal de la Corte es la “revisión judicial”, mediante la cual puede invalidar medidas legislativas (leyes federales o estatales) o ejecutivas (actos de los poderes ejecutivos estatales y federal), cuando encuentra que son incompatibles con la Constitución. Sin embargo, esta facultad solo se hizo evidente a raíz de un caso conocido como Marbury vs. Madison en 1803.
La Corte Suprema tiene más poder que el Ejecutivo o el Legislativo
Las decisiones de la Corte sobre la constitucionalidad de una norma son definitivas y solo pueden ser modificadas por una reforma constitucional o un nuevo fallo de la misma Corte.
En el ámbito político y entre la opinión pública se considera que la facultad de “revisión judicial” ha servido para asegurar los derechos individuales, especialmente los contemplados en la primera enmienda (libertad de expresión, de prensa, religiosa, asamblea pacífica y de petición al gobierno), y para mantener vigente la Constitución sin necesidad de enmendarla, pues mediante la interpretación es posible aplicar las normas constitucionales a situaciones actuales.
Estas facultades han llevado también a que algunos consideren que la Corte Suprema tiene más poder que el Ejecutivo o el Legislativo, órganos elegidos democráticamente. Y las dudas sobre ese poder se han hecho más intensas cuando los pronunciamientos de la Corte han conllevado cambios paradigmáticos en la sociedad norteamericana, como ocurrió en los casos Brown vs. Consejo de Educación sobre segregación racial (1954) o Roe vs. Wade sobre el aborto (1973).
En el primer caso la Corte consideró que la segregación en las escuelas públicas violaba la Constitución, y esto llevó a la prohibición gradual de todas las prácticas discriminatoria en sitios públicos. En el caso Roe vs. Wade el reconocimiento de un derecho al aborto apoyándose en el derecho a la privacidad de las mujeres contravino la posición tradicional de las iglesias y grupos religiosos sobre la interrupción del embarazo. La mayoría de los conservadores considera que esta decisión fue errónea, y por eso en la elección del nuevo juez la cuestión del aborto tuvo un peso decisivo.
Una conformación reñida
![]() Manifestaciones en contra de la elección de Brett Kavanaugh Foto: Flickr |
Históricamente, en promedio, las vacantes en la Corte Suprema se habían presentado cada dos años. Pero durante las próximas décadas las vacantes serán probablemente menos frecuentes, debido al aumento en la expectativa de vida y a la polarización política que ha llevado a proponer jueces cada vez más jóvenes.
Juez |
Nominado por |
Fecha de nombramiento |
Edad Actual |
John G. Roberts (presidente) | George W. Bush |
29.09.2005 |
63 |
Clarence Thomas | George H. W. Bush |
23.10.1991 |
70 |
Ruth Bader Ginsgburg | Bill Clinton |
10.08.1993 |
85 |
Stephen Breyer | Bill Clinton |
3.08.1994 |
80 |
Samuel Alito | George W. Bush |
31.01.2006 |
68 |
Sonia Sotomayor | Barack Obama |
06.08.2009 |
64 |
Elena Kagan | Barack Obama |
07.08.2010 |
58 |
Neil Gorsuch | Donald Trump |
07.04.2017 |
51 |
La puja por la elección del nuevo miembro de la Corte se debe a que esta es la manera de asegurar que una determinada visión del mundo predomine en la sociedad norteamericana durante los próximos vente a cuarenta años. Los nombramientos en la Corte Suprema se han vuelto un instrumento para extender el poder del presidente más allá de su período de gobierno.
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La conformación de la Corte refleja entonces la lucha entre dos visiones enfrentadas sobre los valores que deben regir en temas como la libertad de expresión, el derecho a portar armas, el tratamiento de las minorías (acción afirmativa), el derecho a determinada orientación sexual, los derechos de las mujeres (aborto y uso de anticonceptivos), los derechos de los inmigrantes, o la protección del medio ambiente.
Hasta ahora la conformación de la Corte estaba bastante equilibrada, con representación de diferentes orillas de pensamiento. Y a pesar de que había una mayoría de jueces nominada por presidentes republicanos, y con orientación “conservadora”, algunos de ellos se consideraban moderados. Este era el caso del juez Kennedy, cuyo remplazo será el juez Brett Kavanaugh.
El controvertido señor Kavanaugh
![]() Votaciones de Noviembre Foto: OAK Park |
Kennedy, quien estuvo en el cargo desde el 18 de febrero de 1988 hasta su renuncia este año, era considerado un juez moderado de centro, cuyo voto en muchas ocasiones logró resolver casos complicados, por ejemplo, a favor del derecho al aborto y de los derechos de los homosexuales.
Dada la actual composición del tribunal, el nombramiento de un juez menos moderado y más conservador podría causar un serio desequilibrio en la Corte. Por ejemplo, se teme que ahora cambie la posición frente al aborto, derogando lo dicho en el caso Roe vs. Wade. Por eso fue tan intensa la protesta de los activistas ante la nominación de Kavanaugh, a quien consideran como una seria amenaza a sus derechos.
A esos temores vino a sumarse la denuncia de la doctora Christine Ford sobre un presunto intento de violación en una fiesta de adolescentes en 1982, cuando ambos asistían a la escuela secundaria. Si bien es cierto que Ford no pudo demostrar de manera contundente los hechos que denunció, las explicaciones de Kavanaugh tampoco fueron satisfactorias.
Pero quizá lo más preocupante fue el tono del discurso del juez Kavanaugh durante la audiencia ante el Senado, que ha sido calificado como partidista y emocional, características que no se esperan de un juez de la Corte Suprema. El mismo Kavanaugh publicó una columna en el Wall Street Journal explicando su reacción y reconociendo que esta no había sido adecuada.
Los nombramientos en la Corte Suprema se han vuelto un instrumento para extender el poder del presidente más allá de su período de gobierno.
El panorama se enrareció aún más con las burlas del presidente Trump frente a la declaración de la doctora Ford, descalificándola y poniendo en tela de juicio su credibilidad, algo muy delicado en un caso de abuso sexual.
Todo esto hizo que el Senado, además de tener en cuenta la idoneidad profesional y emocional del juez Kavanaugh, tuviera que enfrentarse al dilema de escoger entre la presunción de inocencia y la protección de las presuntas victimas de abuso/acoso sexual.
La confirmación del juez Kavanaugh, con votación 50-48, fue ciertamente un golpe al movimiento #MeToo, pero también fue un espaldarazo al actual gobierno y a su visión conservadora del mundo.
Una de las razones más importantes de los conservadores para votar por Trump fue la escogencia de los nuevos magistrados. El primer paso era escoger al sucesor del juez conservador Scalia, fallecido en 2016; el candidato postulado por Obama sencillamente no fue considerado por el Senado de mayoría republicana, a la espera de las nuevas elecciones. Y en efecto, la victoria de Trump les permitió elegir al juez Gorsuch, con lo cual ya inclinaron la balanza.
Con el retiro de Keneddy y la confirmación de Kavanaugh, la balanza se acabó de inclinar en favor de los conservadores, y el efecto se sentirá durante décadas. Y además están los jueces de avanzada edad (Ginsgburg y Breyer), cuya muerte o retiro abriría más espacio para el presidente Trump y el Senado de mayoría republicana, por ahora.
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La pregunta que resulta del proceso es hasta dónde la escogencia de Kavanaugh representa el ethos de la sociedad americana. Mientras algunos la apoyaron porque la ven como un triunfo de lo que consideran como valores tradicionales de Estados Unidos, para otros esta fue una decisión adoptada por una minoría que no representa a las mayorías, ni a los valores actuales del pueblo estadounidense.
La respuesta a esta pregunta se conocerá en las elecciones del próximo noviembre, cuando debe renovarse o confirmarse la actual composición del Congreso. Una victoria republicana se interpretaría como un espaldarazo a Kavanaugh y a Trump. La victoria demócrata se leería como un rechazo al nuevo juez y a la política del actual presidente.
Pero cualquiera que sea el resultado, la polarización seguirá amenazando la solidez de las instituciones de Estados Unidos. Un panorama sin duda poco alentador para los próximos años.
*Abogada, LL.M., Lic.Oec.Int., PhD. Consultora internacional en las áreas de competitividad, inversión extranjera y lucha anticorrupción.