Las estrategias no judiciales que afectan la reputación de los Estados pretenden modificar comportamientos y propiciar el diálogo informado en torno a los asuntos que más afectan los derechos humanos. Qué dice y qué no dice el más reciente informe que como siempre ha despertado controversia en Colombia.
Luis Céspedes Báez *
Testimonio e instrumento
Como lo viene haciendo desde 1989, la ONG Human Rights Watch (HRW) acaba de lanzar su Informe Mundial 2012, donde presenta un breve resumen de la situación de derechos humanos en más de 90 países.
Esta publicación anual es el resultado del trabajo de investigación que adelanta HRW en colaboración con otras ONG que operan en el terreno. El Informe pretende ser una foto instantánea (snapshot) del estado de cumplimiento de las normas internacionales de derechos humanos por parte de distintos Estados, al tiempo que reafirma la estrecha relación que existe entre las obligaciones internacionales en materia de derechos humanos, los mecanismos difusos de control y la participación de nuevos actores en el escenario internacional.
De esta manera, lo que a primera vista puede parecer un libro más, con apartados para cada país, resulta ser un poderoso instrumento de lo que se podría llamarse litigio alternativo de derechos humanos.
La reputación sí cuenta
El Informe Mundial es un ejemplo de lo que en esta área del derecho se conoce como (naming and shaming), es decir, el dar a conocer una información a la mayor cantidad de actores nacionales e internacionales como incentivo para lograr un cambio de comportamiento. De ahí que la publicación de estos trabajos esté acompañada de campañas mediáticas, y que los altos directivos o representantes de la organización comuniquen sus conclusiones al público y a los gobiernos afectados.
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Este tipo de “litigio alternativo” se basa en el reconocimiento de que los Estados tienen una reputación que valoran y que les sirve para sellar acuerdos políticos, atraer inversión y recibir cooperación internacional.
El derecho internacional -especialmente el relacionado con los derechos humanos y el internacional humanitario- ha tenido que valerse de estrategias no judiciales para asegurar su observancia debido al carácter voluntario y residual que tienen las cortes regionales de derechos humanos.
Ningún Estado está obligado a aceptar la jurisdicción de una corte internacional. Si acepta la jurisdicción, la corte sólo podrá actuar cuando se demuestre la incapacidad de ese Estado para administrar justicia según su derecho interno. Para evitar la intervención internacional, los Estados protegen su soberanía mediante el trámite de sus conflictos sociales a través de los aparatos judiciales domésticos.
A esto hay que sumar el hecho de que no existe un incentivo claro entre países para ejercer monitoreo entre pares, puesto que esto abriría la puerta para acusaciones mutuas y daños irreparables a sus relaciones políticas y comerciales.
Dolientes de los derechos humanos
Lo anterior ha dado pie al surgimiento de diversos actores internacionales que actúan como parte interesada en defender los derechos humanos, ya sea mediante la vigilancia o seguimiento de los hechos y las cifras, el litigio o la interpretación alternativa de las tendencias o las normas.
Por eso mismo el derecho internacional ha abierto campo para organizaciones como Naciones Unidas y para instancias especializadas de vigilancia de los tratados, como el Comité de Derechos Humanos del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos.
Por su parte, la sociedad civil se ha adaptado a esos cambios con la creación de organizaciones no gubernamentales que le hacen contrapeso a la presencia hegemónica del Estado en la comunidad internacional.
De aquí resulta la incomodidad que producen las ONG en ciertos Estados y las reacciones de algunos gobiernos a este tipo de litigio alternativo. El Informe Mundial de HRW es uno de los casos más representativos, según indican las declaraciones a veces airadas con que los Estados responden a su publicación. |
De aquí resulta la incomodidad que producen las ONG en ciertos Estados y las reacciones de algunos gobiernos a este tipo de litigio alternativo. El Informe Mundial de HRW es uno de los casos más representativos, según indican las declaraciones a veces airadas con que los Estados responden a su publicación.
Ahora, más allá de los esfuerzos de los gobiernos para aclarar los hechos o puntualizar cierta información, el acto mismo de incorporar en el discurso oficial una referencia a este tipo de informes demuestra la importancia que otorgan los países a su reputación en materia de derechos humanos, la relativa efectividad que ido ganando el litigio alternativo y el poder real que las ONG y la cooperación internacional han ganado en este campo.
Instrucciones para leer el Informe de HRW
Estos informes pueden ser frustrantes, si no se leen dentro del contexto adecuado. Como son fotos instantáneas, parecerían captar sólo un instante, en este caso un año del devenir de un país, y no toda la película.
De ahí que valga la pena seguir las siguientes recomendaciones en el momento de acercarse a las pocas páginas que HRW dedica al Estado colombiano:
- Recordar que este tipo de informes nacen de investigaciones y monitoreo continuados;
- Tener en mente que organizaciones como HRW han construido relaciones sólidas y prolongadas con organizaciones en el terreno, habituadas a documentar casos concretos en forma cotidiana;
- No olvidar la pretensión del informe: nombrar y avergonzar para promover cambios en comportamientos y diálogo con los gobiernos;
- Procurar hacer una lectura sistémica que integre los informes realizados desde por lo menos cinco años, atrás para poder sacar conclusiones más o menos informadas;
- Aceptar que la verdad revelada y absoluta no existe, que varía de acuerdo con la metodología para recolectar la información y que tanto los países como las ONG proponen simplemente una versión de ésta.
¿Qué dice sobre Colombia?
Una vez se tiene claro lo anterior, el Informe 2012 toma otra dimensión: ya no es un simple reproche de un actor internacional. Los temas tratados en las ocho páginas le toman el pulso a Colombia en un marco de tiempo extendido: abusos de las guerrillas, bandas criminales emergentes (BACRIM), parapolítica, impunidad de los abusos militares, DAS, violencia contra sindicalistas y defensores y defensoras de derechos humanos y desplazamiento forzado.
Todos ellos parecen sacados de los titulares de prensa más frecuentes. Más aún, si se observan en detalle los informes de años anteriores y se siguen las tendencias, queda claro que no existen motivaciones políticas u oportunistas para aludir o no a problemas específicos. Por ejemplo:
-Lo que en el informe de 2006 fue una simple preocupación de HRW frente a la Ley de Justicia y Paz (en tanto ésta no incluía mecanismos para desmantelar las organizaciones paramilitares), en el informe 2012 se confirma como una realidad llamada BACRIM y parapolítica.
-Asimismo, el tema de la impunidad de los abusos militares puede rastrearse en informes sucesivos por lo menos desde el 2004, lo que da pie a la crítica del informe de este año a las reformas propuestas al fuero militar.
– En lo tocante a violencia contra sindicalistas, desde 2002 HRW viene denunciando una situación alarmante que si bien ha venido mejorando, no le quita a Colombia el record como país con más homicidios en esta área.
-El desplazamiento forzado comenzó a observarse desde 2002 y tomó fuerza en los informes de 2006 en adelante, debido a la notoriedad que alcanzó el tema gracias a la actuación de la Corte Constitucional y de diversas ONG nacionales.
De paso, el informe sirve también para evaluar indirectamente el desempeño de las ONG locales y los nichos de inversión de la cooperación internacional.
Temas que entran y salen
Por supuesto, hay temas que van y vienen. Esta dinámica parece responder a los debates nacionales del momento y a las estrategias de incidencia de las ONG locales a nivel internacional que permiten mantener interesados o no a los organismos y ONG internacionales sobre determinado asunto.
El informe sirve también para evaluar indirectamente el desempeño de las ONG locales y los nichos de inversión de la cooperación internacional. |
Dentro de ese grupo se encuentran el aborto y los abusos en contra de la población de personas lesbianas, gays, bisexuales, transgénero, e intersex (LGBTI) . Estos han hecho apariciones esporádicas en años anteriores. Para este año se destacan la violencia sexual en contra de las mujeres en el contexto del conflicto armado y los derechos a la capacidad legal de la población con discapacidad.
El que estos contenidos se mantengan para el siguiente informe va a depender de ciertas variables como mejoramiento de la situación por parte del Estado, trabajos de investigación de HRW en Colombia al respecto, documentación e incidencia por parte de las organizaciones locales, entre otros.
En fin, el informe mundial anual de HRW es más que una foto instantánea, es una oportunidad para que los gobiernos, las ONG nacionales e internacionales y la cooperación internacional reflexionen y hagan balances sobre su gestión.
Leerlos como críticas fortuitas o como datos sin contexto siempre será un error, de ahí la invitación a unir esta instantánea con las demás que ha ido dejando HRW, para armar la película completa junto con el Estado colombiano y las demás ONG, con el ánimo de contrastar, reafirmar o contradecir. Ignorar nunca ha sido una opción inteligente.
* Abogada de la Universidad del Rosario, con Maestría en Derecho Internacional de Cardozo School of Law. Actualmente es investigadora y profesora de tiempo completo en la Universidad del Rosario, en el área de teoría jurídica.