El incierto futuro de la relación entre América Latina y Estados Unidos - Razón Pública
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El incierto futuro de la relación entre América Latina y Estados Unidos

Escrito por Mauricio Jaramillo-Jassir
La migración centroamericana ha sido uno de los temas claves en la relación con Estados Unidos.

Mauricio JaramilloEn el centro de las relaciones entre estos países están Venezuela, la migración y las drogas. ¿Qué le espera a América Latina y su relación con la potencia del norte en el tercer año del gobierno Trump?

Mauricio Jaramillo Jassir*

Distanciamiento e integración regional

En tiempos recientes, las relaciones políticas entre América Latina y Estados Unidos han sido marcadamente distantes. Esta tendencia se remonta a comienzos de siglo, cuando las operaciones militares de ese país se centraron en Oriente Medio y Asia Central, mientras que América Latina perdía importancia geopolítica.

Aunque históricamente Estados Unidos había participado activamente e incluso intervenido varios de los gobiernos del continente, sus asuntos en Afganistán e Irak—y posteriormente Siria—retiraron buena parte de su atención de esta parte del mundo.

Sin embargo, las alarmas norteamericanas volvieron a prenderse cuando llegaron al poder de varios países latinoamericanos gobiernos progresistas: fue el caso de Bolivia, Argentina, Ecuador y Brasil, entre otros. El llamado giro a la izquierda latinoamericano fue torpemente equiparado por Washington y algunos sectores de la derecha de la región con el ascenso de Hugo Chávez en Venezuela, que sucedió a finales del siglo pasado.

La evolución del tema migratorio también depende del liderazgo de Andrés Manuel López Obrador en México.

Al mismo tiempo, la región empezaba a integrarse y a avanzar en acuerdos políticos ajenos a Estados Unidos y a la tendencia que había marcado las décadas anteriores: apertura económica, desmonte del Estado y neoliberalismo. Así nacieron la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) en 2008 y 2010 respectivamente.

Mientras tanto, la influencia del gobierno estadounidense en la OEA (Organización de Estados Americanos) pasó por uno de sus momentos más críticos y en 2009, luego de medio siglo de suspendida, la OEA aprobó el retorno de Cuba, que había sido sancionada en plena Guerra Fría, siguiendo la lógica de contención al comunismo.

Puede leer: Donald Trump vs. América Latina y también vs. Colombia.

Barack Obama y Donald Trump: acercamiento y retroceso

Los discursos sobre drogas y migración han sido los puntos más polémicos de la relación del gobierno Trump con América Latina.
Los discursos sobre drogas y migración han sido los puntos más polémicos de la relación del gobierno Trump con América Latina.
Foto: Wikimedia Commons

Este era el panorama cuando en 2009, luego de dos décadas de mandato republicano de George W. Bush, Barack Obama llegó al gobierno de los Estados Unidos e intentó renovar los lazos con América Latina. Algunos gestos importantes fueron:

  • El acercamiento selectivo a ciertos países como Colombia y México.
  • El restablecimiento de relaciones diplomáticas con Cuba en el 2015, un gesto inédito de flexibilización.
  • La presencia de Barack Obama en la Cumbre de las Américas a la par de su homólogo Raúl Castro, que mostró que Washington supo entender las transformaciones en la política cubana desde la salida de Fidel Castro del Consejo de Estado en 2006.

Al final del mandato de Obama, el vínculo entre ambas partes estaba fortalecido, pero la llegada—inesperada para muchos—de Donald Trump al poder cambió las cosas. Con un discurso nacionalista y creando preocupación en todo el mundo, Trump ganó los comicios. Aunque se pensaba que se iría moderando a medida que fuese adaptándose a las lógicas del sistema político estadounidense, el actual presidente ha venido confirmando los temores.

En su discurso sobresalen dos temas que ocasionan desasosiego en varios Estados latinoamericanos:

  • Lucha antidrogas: Es un asunto especialmente sensible en los países andinos y recientemente en algunos centroamericanos que han pasado de ser zonas de tránsito a lugares donde se produce y distribuye la droga. Con Trump, de nuevo se señala a este grupo de países periféricos como mayores responsables.

El tema parece estancado, especialmente desde que Colombia ha vuelto a asumir una postura netamente conservadora a pesar de que se había vuelto un referente para lograr una mayor flexibilización y había insistido en la corresponsabilidad.

El retroceso con Trump solo podría atenuarse si los países de América Latina retoman una agenda compartida para hacerle contrapeso y avanzar en una posición concertada como región.

  • Migración: La insólita propuesta de construir un muro en la frontera mexicana no se limitó a la retórica en el calor del ambiente electoral. Trump ha retomado el tema sin que parezca dispuesto a abandonarlo en el corto plazo.

Sin embargo, un revés no menor para el actual gobierno estadounidense consistió en perder la mayoría en la Cámara de Representantes, lo que se traduce en una nueva correlación de fuerzas con la oposición demócrata. Esta situación puede aliviar de alguna manera los temores fundados sobre mayores restricciones a la migración latina.

El futuro de la relación entre América Latina y Estados Unidos depende del problema evidente de Nicolás Maduro en el poder.

La evolución del tema migratorio también depende del liderazgo de Andrés Manuel López Obrador en México. Paradójicamente, el recién posesionado presidente perdió las elecciones en pleno vigor de la nueva izquierda latinoamericana en 2006, pero ahora que la misma se encuentra de capa caída resultó vencedor.

Así, Trump se enfrenta a un gobierno que por su corte nacionalista será un duro contradictor en el tema migratorio. Resta por saberse si Trump irá más allá de la retórica para desafiarlo o si optará por una relación cordial, e incluso -por el talante de ambos líderes- por un vínculo mucho más directo e informal.

Puede leer: Trump y América Latina: ¿por qué ahora somos el enemigo de Estados Unidos?

El elefante en la habitación

Aparte de esos dos temas espinosos, el futuro de la relación entre América Latina y Estados Unidos depende del problema evidente e imposible de evadir el desastre que han significado los largos años de Nicolás Maduro en el poder de Venezuela:

  • Los tiempos de UNASUR y de la integración regional latinoamericana han dado paso a la fragmentación y la falta de liderazgo—el año pasado Colombia anunció su retiro de la organización y otros cinco países ya habían suspendido su membresía—.
  • Al mismo tiempo, la degradación de la situación venezolana le ha adjudicado a Estados Unidos un rol como gendarme en la región que, aunque no le sea ajeno, se pensaba superado con el fin de la Guerra Fría.
  • Los rumores sobre una posible intervención militar y la elección reciente de Jair Bolsonaro en Brasil han inflamado de nuevo la retórica del oficialismo venezolano, que ha encontrado en Trump el presidente yanqui perfecto para proyectar la imagen de un enemigo exterior.
  • A esto se suma una mayoría—no hegemónica, eso sí—de gobiernos conservadores cada vez más duros con Caracas y menos dispuestos a la negociación, a la que ven como una peligrosa forma de otorgarle oxigeno político a Maduro.

Lea en Razón Pública: ¿Cómo lidiar con Venezuela?

Este es uno de los puntos de mayor sintonía ideológica entre varios de los gobiernos latinoamericanos actuales y Trump.

El alivio y los retos

Venezuela sigue siendo un punto clave en el panorama latinoamericano.
Venezuela sigue siendo un punto clave en el panorama latinoamericano.
Foto: President of Russia

En materia comercial varios países, incluidos Colombia y México, han logrado mantener sus esquemas de intercambio con Washington a pesar de los anuncios electorales. En el mediano plazo, Trump no parece tener planes para reversarlos, lo que significa al menos para estos dos Estados un problema menos.

Hasta ahora, la guerra comercial se ha enfocado hacia algunos países asiáticos y Europa, y es muy poco probable que se enfilen baterías contra América Latina. En cambio, los problemas con la región en torno a las drogas y a la migración le sirven a Trump para alimentar su discurso nacionalista y complacer a sus votantes.

Ahora bien, uno de los retos futuros para este conjunto de Estados, que empieza a consolidar una posición en organismos multilaterales contra el régimen venezolano, es conseguir que la presión canalizada en sanciones políticas y económicas concrete cambios reales dentro de Venezuela.

Bastaría al menos con un asomo de proceso de negociación que tenga visos de transición—así sea tímida, lenta y torpe—hacia la democracia en Venezuela. De lo contrario, tanto en Estados Unidos como en otros países de la zona empezará la presión para volver a apoyar una negociación, así sea reconociendo al establecimiento déspota venezolano.

La visita a algunos países latinoamericanos del secretario de estado, Mike Pompeo, y la declaración del Grupo de Lima de no reconocer el nuevo periodo de gobierno de Maduro que comienza el próximo 10 de enero siguen presionando al régimen venezolano.

* Profesor de la Facultad de Ciencia Política, Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad del Rosario @mauricio181212

 

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