El hundimiento del Partido Conservador: ¿quién podría salvarlo? - Razón Pública
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El hundimiento del Partido Conservador: ¿quién podría salvarlo?

Escrito por Marcela Prieto

Partido Conservador colombiano.

marcela prietoEl desprestigio de los partidos podría llevarnos a un populismo autoritario de izquierda o de derecha. ¿En qué consiste la encrucijada del conservatismo y cómo podría salir de ella?

Marcela Prieto Botero*

Un problema de mercado

Esta semana se dio a conocer la nueva encuesta Gallup, donde 87 de cada 100 ciudadanos expresan una opinión desfavorable sobre los partidos políticos- una cifra que resultó ser superior a la de la desaprobación de las FARC: 84 por ciento-. Este dato confirma la extendida –y creciente- desconfianza de la ciudadanía en las organizaciones partidistas, un hecho que  por supuesto no es exclusivo de Colombia.  

Las viejas y nuevas generaciones están buscando canales distintos de los partidos políticos para relacionarse o comunicarse con sus gobernantes. Por supuesto las redes sociales han cerrado la brecha que existía cuando la interacción se llevaba a cabo a través de burocracias  rígidas y lejanas.

En el pasado, las personas simplemente se acercaban a las urnas y votaban por el candidato que indicara la colectividad a la cual pertenecían, bien fuera por afinidad ideológica, por costumbre familiar o por tradición regional. Ciertamente esto ya no es así. La ciudadanía es cada vez más educada, consciente y autónoma, lo cual ha hecho que el voto de opinión sea más influyente.

Quienes consideraban a los partidos políticos como instituciones esenciales para el buen desempeño de una democracia liberal hoy tienen que hacer una reflexión profunda sobre el papel que están jugando dichas colectividades, así como sobre la transformación que necesitan para seguir sirviendo como canales de comunicación entre los votantes y los gobernantes en torno a una ideología o a una línea de pensamiento político.

Por eso importa mucho identificar lo que mueve y lo que les interesa a los votantes de hoy en día. En términos económicos, valdría la pena preguntarse ¿qué está pidiendo el mercado de las ideas? ¿El consumidor está recibiendo lo que quiere? ¿El producto está respondiendo a las expectativas del consumidor?

Desafíos de los partidos tradicionales

Expresidentes Álvaro Uribe Vélez y Andrés Pastrana.
Expresidentes Álvaro Uribe Vélez y Andrés Pastrana. 
Foto: Conexión Capital

Los partidos políticos tradicionales en Colombia, empezando por el Partido Conservador, están lejos de esa reflexión y no han asumido el reto de reinventarse para poder gobernar de manera eficiente y coherente.

Siguen anclados a las formas antiguas de hacer política, lo cual conduce a los mismos resultados desastrosos: malas políticas públicas, mezquindad frente al adversario, afán burocrático en detrimento de la vocación de poder, corrupción, falta de visión de país y de futuro, entre otros.

El problema, sin embargo, no es la falta de liderazgo.

El problema, sin embargo, no es la falta de liderazgo, porque lo hay y con sobrada experiencia y buenas ideas, sino que esos líderes, que quieren hacer las cosas bien y de manera diferente, se ven sometidos a las malas prácticas y a la inercia del partido tradicional, que, en el caso del Partido conservador, están representadas principalmente por algunos parlamentarios y miembros del Directorio Nacional.

Ramírez y Pastrana

Senador Hernán Andrade.
Senador Hernán Andrade. 
Foto: Prensa Senado de la República

El partido hoy está dividido entre quienes quieren seguir succionando de la vena del poder de turno, intercambiando ideas por burocracia, y los que quieren llegar al poder siendo fieles a los valores y lineamientos ideológicos de la agremiación.

Marta Lucía Ramírez, por ejemplo, ha luchado hasta el cansancio para modernizar al partido más antiguo de Colombia, conectándolo con el mundo y las necesidades de hoy pero valorando su peso histórico. Así mismo ha querido transformar la colectividad para que haga las cosas bien hechas tanto en el interior como hacia afuera, siempre respetando y representando las bases del partido.

Por su parte Andrés Pastrana, hoy en día el jefe natural del partido, ha preferido ser vocero de la indignación frente a la colectividad, acusándola de corrupta en lugar de transformarla desde adentro. Sería mejor que hiciera el esfuerzo loable de salvar el partido y al país además de ser un poderoso y leal aliado de Marta Lucía Ramírez.

 Es cierto que los escándalos de corrupción recientes han golpeado duramente al Partido Conservador, pero no menos que a otras colectividades, así que parece que las opciones se reducen a  abandonar el barco cuando está a punto de hundirse o salvarlo cuando aún se pueden rescatar  muchas vidas.

Algo que no ha entendido el expresidente Pastrana es que el llamado “pastranismo” ya no existe, así que solicitar la personería jurídica de la Nueva Fuerza Democrática no es la solución para renovar el conservadurismo, máxime si públicamente anuncia que va a poyar al candidato a la presidencia del uribismo.

Así las cosas, el Partido Conservador está en una grave crisis, pues quienes lo quieren salvar, como es el caso de Marta Lucía Ramírez, están solos en esa labor, dado el enquistamiento de quienes viven del estatus quo y la pasividad de los políticos que podrían salvarlo.

¿Para qué los partidos?

Senadora y miembro del partido Conservador, Marta Lucía Ramírez.
exministra de defensa y miembro del partido Conservador, Marta Lucía Ramírez. 
Foto:  @mluciaramirez 

El peligro de una crisis tan profunda de los partidos radica en que se sigan fortaleciendo los liderazgos personalistas, sin ninguna organización política que los acompañe y los limite en ejercicio del gobierno.

Tanto en el plano nacional como en el local, la relación entre el Ejecutivo y el Legislativo se basa en la interacción entre las bancadas de partidos a propósito de ciertos temas que requieren el concurso entre ambas ramas del poder. Si no se da esta interacción, los gobernantes se ven obligados a negociar individualmente con cada miembro de la corporación (Congreso, Asamblea o Concejo), lo cual aumenta el costo político y dificulta la gestión de gobierno.

Esta falta o tardanza del gobierno facilita el surgimiento de líderes populistas autócratas. América Latina es uno de los principales escenarios de dicha realidad política y Venezuela se lleva la medalla. Pero también hemos visto el fenómeno en Argentina con los Kirchner o- para salir del continente- en la Rusia de Putin o en el Zimbabwe de Mogabe.

El peligro de una crisis tan profunda de los partidos radica en que se sigan fortaleciendo los liderazgos personalistas.

La consecuencia final es la completa radicalización de los partidos de oposición, la compra de congresistas para consolidar mayorías parlamentarias, y la captura de las instituciones estatales para ponerlas al servicio del autócrata de turno. Es decir, en resumen, la muerte  de la  democracia. En Colombia no debemos ser ingenuos ante esta posibilidad, aunque todavía estamos lejos de lo que está pasando en Venezuela.

Aunque los que existen necesitan grandes cambios, los partidos políticos son necesarios – y esto incluye al Partido Conservador-: los partidos siguen siendo los mejores canales de comunicación entre el electorado y los gobernantes.

Precisamente por eso es esencial que los partidos tengan una democracia interna, pues si esto se cumple, siempre habrá un control que permitirá que surjan nuevos liderazgos. Esta sería una de las mejores maneras de prevenir los autoritarismos de corte populista. La otra forma de hacerlo, por supuesto, es gobernar correctamente.

Las perspectivas del Partido Conservador

Como cualquier otro partido colombiano, el Conservador se enfrenta hoy al reconocimiento de que no está funcionando bien y de que si no se transforma, desaparecerá del panorama político en el corto plazo – sometiendo la democracia a grandes riesgos-.  

Esa transformación depende principalmente de la voluntad política, de tener verdaderos deseos de transformar al país, de abandonar los nichos de poder y de entender al nuevo votante. Esa es la democracia y el sistema de partidos que nos deben garantizar a todos los colombianos.

Hernán Andrade debe renunciar a la presidencia del partido, los senadores Efraín Cepeda y compañía deberán respaldar la candidatura propia del partido, cualquiera que esta sea, puesto que no depende de su propia voluntad, sino de la de los afiliados, y Andrés Pastrana debería asumir la jefatura única, aprovechando las bases que aún tiene esta colectividad e invitar a las nuevas generaciones a hacer parte de un partido renovado, moderno y con lineamientos ideológicos claros y coherentes.

 

* Politóloga de la Universidad de los Andes con maestría en Políticas Públicas de la Universidad de Oxford, analista habitual de Portafolio. Directora general de Foros Semana

 

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