El GPS y la inseguridad en las ciudades: ¿una mala combinación? - Razón Pública
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El GPS y la inseguridad en las ciudades: ¿una mala combinación?

Escrito por Carolina Botero
Google Maps.

Carolina BoteroUn alto funcionario del Banco de la República murió por haber tomado la ruta que le indicaba Waze. ¿Es culpa de la aplicación?

Carolina Botero*

Tecnología en la toma de decisiones

En 2013, una mujer belga inició un viaje de 62 kilómetros hacia Bruselas con la ayuda de su GPS. Más de 1400 kilómetros y dos días después, llegó a Zagreb, en Croacia. Cuando le preguntaron cómo pudo haber sucedido esto, respondió que estaba distraída y que sencillamente siguió adelante e ignoró todas las señales.

Cientos de pequeñas aldeas medievales en Inglaterra reciben tráfico pesado cuando los navegadores de GPS las identifican como vías alternas ante el trancón en una autopista. El proceso de sacar del medio a una tractomula de sus pequeñas calles y recovecos puede tomar varios días.

Casos como estos parecen burlas y, como las consecuencias no son tan graves, acaban en simple anécdota. Pero la situación puede volverse grave, y tanto así que en la página en inglés de Wikipedia hay una entrada sólo para las “muertes por GPS” donde se identifican múltiples causas: o bien los mapas no siempre están actualizados, o el GPS muestra distancias más cortas de las reales, o se producen accidentes por falta de familiaridad con la zona o por condiciones externas como el clima.

Siguen al aparato a pesar de los signos de alerta.

Y para rematar ocurre que la mayoría de las personas siguen al aparato a pesar de los signos de alerta. De hecho, hay otra entrada de Wikipedia dedicada al sesgo de automatización, o propensión de los seres humanos a tomar decisiones con base en sugerencias de los sistemas que toman decisiones automáticamente y, por lo tanto, a ignorar cualquier otra información que contradiga a los sistemas automatizados, aunque estos estén equivocados.

Creo que el tema al menos debe abordarse desde dos ópticas:

  • El papel que le damos a la tecnología en la toma de nuestras decisiones y,
  • La forma como los geolocalizadores nos llevarán a diseñar la navegación de las ciudades que habitamos.

Ellas no son responsables

Inseguridad.
Inseguridad.
Foto: Policía Nacional de Colombia

El sesgo de automatización es una alerta sobre la necesidad de adoptar una posición crítica frente a la tecnología. Herramientas como Waze, Open Street Maps o Google Maps funcionan como intermediarios de internet y, como tales, debemos cuidarnos de no hacerlas responsables.

Desde hace dos años he seguido la manera como mi hija millenial conduce por la ciudad. Mientras que ella activa la aplicación y sigue las instrucciones casi automáticamente, a mí se me disparan constantemente las alertas y no me guío solamente por el mapa. Esta diferencia me obligó a reflexionar sobre la relación entre las aplicaciones de geolocalización -como el GPS- la ciudad y la seguridad personal.

En Bogotá, por ejemplo, es muy común que el aparato me indique voltear por una cuadra para evitar un par de semáforos, así esta ruta me implique pasar por una calle oscura, una ruta que nunca preferiría, sobre todo, de noche.

Así empecé a hablarle a mi hija sobre la necesidad de “leer” el entorno y, además, de conocer la ciudad sin GPS. Aunque sea de vez en cuando, le sugiero hacer el ejercicio de manejar sin la ayuda del GPS para reaprender a notar los signos de alerta. Continuamente le señalo la importancia de hablar con la gente sobre los barrios y las calles para construir su propio mapa de la ciudad, que es el territorio que ella habita.

Mi intención no es presumir de que conozco perfectamente la ciudad, sino hacerla consciente de que las ciudades tienen muchas “capas” y, cuando miramos la aplicación, estamos viendo tan solo una, la de infraestructura pública. Pero una cosa es el mapa frio de las calles y otra distinta es el territorio y su complejidad.

Ahora bien, lo reconozco, algunas veces también he decidido seguir la aplicación para salir de un trancón. Incluso recuerdo oportunidades en las que simplemente voy tras el carro que está frente a mí confiada en que conocen otra ruta. Todos tomamos riesgos.

Bórrenos del mapa

Volvamos al caso de las aldeas en Inglaterra. Aunque algunas han puesto avisos para advertir que los camiones no deben seguir el GPS, muchos conductores no los ven o los ignoran de manera intencional. También les sucede frecuentemente a los extranjeros, quienes dependen más del GPS por sus limitaciones de idioma y familiaridad.

Cansados de los inconvenientes (que van desde paredes tumbadas hasta días sin luz porque el camión se llevó los cables), los habitantes de esas aldeas han llegado a pedirle a las aplicaciones que las eliminen del mapa. Pero las empresas responsables de mapear los territorios les responden que ellas no pueden sacar una vía que existe y es transitable.

Aunque vivimos en un mundo cada día más global, nuestra vida sigue siendo local y de contextos sociales específicos. Parece razonable que las autoridades sean quienes piensan en cómo educar a las personas que confían ciegamente en el GPS, ya que las aplicaciones no pueden eliminar de los mapas rutas y lugares. Para quienes confían en el mercado, ofrecer este tipo de información puede ser una oportunidad de negocio.

Casos mortales

Ahora bien, el problema se agrava cuando hablamos de que el sesgo de automatización puede causar la muerte de un ser humano.

  • La semana pasada un funcionario del Banco de la República, Álvaro Andrés Torres, salió de su oficina, ubicada en el centro de Bogotá, rumbo a su casa. Para evitar el trancón en la circunvalar, activó Waze y, siguiendo las instrucciones, se adentró en el barrio La Paz. Allí unos criminales lo hirieron de muerte por robarle el carro.
  • En 2015, en Río de Janeiro, murió una mujer de 70 años quien iba con su esposo siguiendo instrucciones de Waze. Por error, entraron en una de las favelas más peligrosas donde fueron recibidos a bala por una banda de narcotraficantes. Este fue el primero de varios casos que llevaron a que Waze ahora advierta las zonas con más crímenes en la ciudad.

Cuando discutía este tema con un inglés, me dijo que su decisión de usar un GPS en Londres a pesar de que, en el proceso, quepa la posibilidad de entrar en un sitio que no conoce, no incluye la eventualidad de morir por un atraco o un fuego cruzado. Puede que esto suceda, pero es tan remoto que su mente la desecha.

Las empresas responsables de mapear los territorios les responden que ellas no pueden sacar una vía que existe y es transitable.

Una aplicación de mapas y geolocalización no es comparable con las de otro tipo. Por ejemplo TripAdvisor nos permite comentar si el servicio del hotel estuvo bueno o si las sábanas estaban limpias, pero aquellas de mapas y GPS no son solo sobre relaciones comerciales, en ellas están de por medio las realidades territoriales que son mucho más complejas… se trata de la vida de las personas. Por eso no debemos igualar la manera de relacionarnos con instrumentos que parecen ser iguales pero son muy distintos.

Puede leer: Uber o la creación destructiva.

 El riesgo de estigmatizar

Google Maps.
Google Maps.
Foto: Agencia Nacional de Minería

¿Quién va a decidir qué rutas marcar y cuáles no? ¿Cuáles criterios se usarán para discernir los lugares peligrosos? ¿Cuál será el mapa que prevalezca, el mío, el de mi hija o el de quienes creen que el norte es seguro y el sur es peligroso?

Las respuestas no son inocuas porque pueden implicar la estigmatización y la ampliación de la brecha para poblaciones vulnerables. Incluso habría que analizar el impacto económico, como la posible caída del valor comercial que pueden padecer las propiedades marcadas en la lista negra por los geolocalizadores.

El impacto de las aplicaciones vinculadas con mapas se puede ver desde ahora, pues la administración de Bogotá tomará decisiones de política sobre la base de la información que le provea Waze, con quien hizo una alianza.

En este punto vale la pena decir que Waze será un intermediario sin responsabilidad mientras actúe como tal, si su plataforma tiene como modelo de negocio prestarle servicios al Estado. Habrá que ver en qué punto deja de serlo y adquiere responsabilidad, pero eso es harina de otro costal.

Duele la muerte de Álvaro Andrés Torres e intimida porque puede sucederle a cualquiera. Pero los responsables son los criminales que le quitaron la vida. Lo que debemos combatir es la inseguridad en Bogotá y, con eso, tenemos que discutir juntos cómo la tecnología puede ayudar en ese proceso.

Le recomendamos leer: Inseguridad en Bogotá ¿Percepción o realidad?

En conclusión, aislar y condenar a algunos barrios de Bogotá y a sus pobladores por nuestros prejuicios no resuelve el problema. Eliminar algunos barrios de Waze no nos permitirá vivir más tranquilos.

 

*Abogada, magister en Derecho Internacional y de la Cooperación (1993, VUB – Bélgica), candidata al Doctorado (UAB – España), e investigadora sobre temas de Internet, derecho y sociedad. Miembro Fundación Karisma.

 

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