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El encanto de los festivales independientes de cine

Escrito por Diana Arias

En Colombia las opciones para ver cine bueno y variado aumentan cada año, a pesar de la estrechez de la cartelera ofrecida por los grandes cines. La razón: los festivales independientes rompen el molde y muestran lo que nadie más.

Diana Arias*

Un especio creciente

Al tiempo que las grandes cadenas distribuidoras y exhibidoras de cine en Colombia discuten sobre la recaudación en taquilla del cine nacional, reducen considerablemente la oferta de cine de autor internacional y mantienen su disminuida cartelera documental, en el país se inauguran anualmente más de 70 festivales, muestras y eventos independientes de cine, que presentan más de 700 producciones, entre documentales, largos, medios y cortometrajes, de todo el mundo.

En su mayoría, los festivales independientes toman al cine como herramienta -o excusa- para atraer diversos públicos y proponer discusiones y reflexiones en torno a diversas temáticas, además de las competentes a la industria cinematográfica.

Estos espacios están dedicados al cine de género, a los derechos humanos, al documental, a la diversidad sexual, a la animación, entre otros; logran cautivar rápidamente públicos cada vez más selectivos y diversos, y poco les importa no contar con alfombra roja, presentadores famosos o una larga lista de patrocinadores.

Crear estos festivales, que van más allá de la preocupación mercantil y logran comercializar y exhibir otro tipo de películas, parece ser una necesidad contagiosa: decenas de interesantes iniciativas en distintas regiones del país surgen cada año como actividades meramente culturales, de contenido social y de resistencia frente a la oferta comercial.

En su mayoría, los festivales independientes toman al cine como herramienta -o excusa- para atraer diversos públicos y proponer discusiones y reflexiones en torno a diversas temáticas, además de las competentes a la industria cinematográfica.


Imagen del Octavo Festival de Cine de Neiva Cinexcusa.
Foto: Facebook Festival de Cine de Neiva Cinexcusa

Abundan los ejemplos

En el caso del Ciclo de Cine Rosa, que tuvo su décima segunda versión en 2013, en medio de discusiones políticas y con la regulación social en marcha, la muestra de películas sobre diversidad sexual que presenta el ciclo invita al público a reflexionar sobre la producción audiovisual del universo LGTBI.

El Festival Internacional de Cine de Barichara, que nació con la intención principal de reconocer y preservar el patrimonio cultural de la región oriental del país y que ya llegó a su tercera versión, se caracteriza por la formación de públicos y la apertura de espacios de debate, exhibición y formación.

Los temas socio ambientales son el centro del Festival Iberoamericano de Cine Ambiental y DD.HH. SURrealidades, que ha proyectado más de 210 películas y realizado 54 estrenos en todo el país, junto con las muestras itinerantes en distintas regiones de Colombia, con los que ha alcanzado el promedio no despreciable de 24.000 espectadores en cada una de sus actividades.  

El acceso libre y gratuito es otra de las principales características de los festivales independientes, pues pretenden ser escenarios pensados como factores de convivencia, reflexión, reconocimiento e inclusión social.

Un perfecto ejemplo de ello es el Festival Internacional de Cine y Video Alternativo y Comunitario Ojo al Sancocho, realizado en la localidad Ciudad Bolívar, que reúne a la comunidad en torno al cine en los barrios periféricos de Bogotá, y dirige su convocatoria a movimientos, redes, colectivos, productoras, organizaciones sociales, realizadores audiovisuales aficionados, profesionales y/o independientes, sin límite de edad ni nacionalidad.

El Festival de Cine de Neiva Cinexcusa presentó en su última versión 24 películas de manera gratuita, y dedicó su octava edición a los procesos de paz, mostrando casos de otros países y relacionándolos con la actual negociación de paz en La Habana.

En 2013 los continuos debates frente a la violación de los derechos humanos en Colombia abrieron paso a la primera versión del Festival internacional de cine por los Derechos Humanos de Bogotá que contó con 67 películas, conferencias, paneles de discusión, y la presencia de varios directores y productores que competían en 6 categorías.

De modo contrario a lo que hacen las grandes exhibidoras, la solución que proponen estos festivales independientes no está en depender de la cinta, sino que se enfocan en buscar espacios alternativos para la exhibición, segmentando a sus públicos en grupos homogéneos.

Con motivo de este festival, que estuvo presente en varias localidades de Bogotá de manera gratuita, profesionales en diversas áreas de investigación, activistas y defensores se reunieron con el público bogotano en un diálogo que abarcó los temas de violencia de genero, diversidad sexual, conflicto armado y niñez, entre otros.

Con un propósito difusor y de intercambio cultural han nacido festivales como el Festival Internacional De Cine De San Juan De Pasto, que hace nueve años empezó en la capital nariñense y se ha convertido en la ventana más importante para el público del suroccidente colombiano. El FICPA ha proyectado 112 cortos regionales, 83 nacionales y 48 internacionales.

También está el Festival de Cine de Santander, que además de sus proyecciones ofrece al público conversatorios, foros y encuentros académicos sobre la actualidad cinematográfica en el país.

El Valle del Cauca no se queda atrás: el Festival Internacional de Cine de Cali ha crecido   desde 2009 de la mano de su director, Luis Ospina, como uno de los más importantes del país. Desde 2011 en Cali también se realiza el Festival Internacional de animación La Truca, un espacio de encuentro e intercambio de experiencias en torno a la animación.

Además de los reconocimientos simbólicos, algunos de estos festivales han logrado promover la industria con aportes económicos a los ganadores. Festivales como el  Internacional de Cortometrajes al aire libre Cine a la Calle anualmente premia 3 categorías con 500 dólares, además de acoger en plazas y parques públicos a la comunidad barranquillera.


Imagen del Ciclo Rosa Académico 2013
Foto: Facebook Ciclo Rosa Académico

¿Cómo crear públicos?

Sin duda, la mayor preocupación de los festivales –además, claro, de las penurias de su organización- es la convocatoria del público, y aquellos festivales que están en sus primeras versiones encuentran extremadamente difícil la tarea de llenar las salas.

De modo contrario a lo que hacen las grandes exhibidoras, la solución que proponen estos festivales independientes no está en depender de la cinta, sino que se enfocan en buscar espacios alternativos para la exhibición, segmentando a sus públicos en grupos homogéneos.

Por ejemplo: en Bogotá se realizó la tercera versión de Cinecita, con el fin de fortalecer e incentivar el cine y televisión infantil y juvenil, y, por segmentación temática, al mismo público estuvo dirigida la cuarta edición del Festival de Cine Infancia y Adolescencia, que se enfocó en los temas “territorios del agua”, “territorios de amor, convivencia y paz” y “territorios de la no segregación”.

Por temas aún más segmentados encontramos al Zinema Zombie Fest, un espacio que va más allá del cine de terror y atrae cada año a miles de fanáticos de este fenómeno cultural, quienes se reúnen con esta excusa para demostrar sus conocimientos y creatividad en el mundo zombie.

A todos estos esfuerzos se suman los innumerables ciclos temáticos organizados en universidades, colegios, cineclubes, casas culturales, embajadas y bibliotecas de todo el país, que se han constituido en una alternativa para quienes buscan una oferta de cine más especializado.

Es una lástima no contar con cifras oficiales sobre los asistentes a estos festivales, pero sin duda son escenarios de crecimiento lento pero atractivo, que permiten al público un diálogo íntimo con los representantes de la industria: directores, productores, guionistas, periodistas, investigadores, actores, etc., quienes, así mismo, consideran estos espacios independientes como claves para dar a conocer al público sus experiencias y promover  sus películas.

De manera que el beneficio es mutuo: los espectadores cuentan con una oferta diversa y creciente de películas y los productores aumentan sus posibilidades de distribución y exhibición para públicos seleccionados.

De manera que el beneficio es mutuo: los espectadores cuentan con una oferta diversa y creciente de películas y los productores aumentan sus posibilidades de distribución y exhibición para públicos seleccionados.

Los festivales de cine independiente no tienen miedo a perder cifras en taquilla, porque no fueron creados para eso; las fiestas de inauguración no piden acreditación, la formación de públicos no exige conocimientos previos y, si su vestido no tiene canutillo ni lentejuela tampoco es problema, usted es bienvenido a ver lo mejor del cine mundial y a ser parte de la construcción y el fortalecimiento de estos espacios. Ese es el negocio. Así que larga vida a los festivales independientes.

 

* Gestora cultural en Fundación Rema, productora audiovisual en Impulsos Films, directora del Festival Internacional de cine por los Derechos Humanos Bogotá, publicista retirada. 

@chinalola

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