El costo de mantener a Francisco Santos como embajador - Razón Pública
Inicio TemasPolítica y Gobierno El costo de mantener a Francisco Santos como embajador

El costo de mantener a Francisco Santos como embajador

Escrito por Mauricio Jaramillo-Jassir
¿Cuáles serán las consecuencias en la relación con Estados Unidos?

Mauricio JaramilloSu conversación con Claudia Blum complica innecesariamente las relaciones con Estados Unidos, la indispensable coordinación entre los ministerios y la ya muy tensa relación con Venezuela.

Mauricio Jaramillo Jassir*

La conversación

El pasado 20 de noviembre, Publimetro reveló el audio de una conversación entre Francisco Santos, embajador de Colombia en Estados Unidos, y Claudia Blum, la nueva canciller.

Las explosivas afirmaciones de Santos tienen efectos negativos en el plano interno y pueden tener un impacto sobre la relación con Estados Unidos, país que hasta el momento no ha reaccionado de manera formal.

Santos discutió temas como la pérdida de importancia del Departamento de Estado, la postura de Estados Unidos frente a Venezuela y la gestión del excanciller Carlos Holmes en un intento por “contextualizar” a la nueva ministra de relaciones exteriores. Todo esto en un lugar público, con personas a su alrededor y en un tono informal.

El presidente Iván Duque llamó al embajador y se espera que llegue al país el domingo 24 para su conversación. ¿Qué debe hacer Duque y qué viene para la política exterior colombiana después de este episodio?

Conflicto dentro del gobierno colombiano

Las consecuencias de la grabación son graves para la política interna de Colombia. En el audio se oye decir a Santos que el excanciller y actual ministro de Defensa, Carlos Holmes Trujillo, “no hacía nada” y que no existe una estrategia de relaciones con Estados Unidos.

Estas palabras muestran la falta de sintonía con quien, hasta hace muy poco, era la cabeza de la diplomacia colombiana, e indirectamente sugieren descontento con el manejo de los hilos internacionales por parte del presidente Duque. Aunque algunos ministros hayan tenido más autonomía que otros para manejar la política exterior, esta es una responsabilidad que la Constitución atribuye de manera exclusiva al presidente de la República.

La incomodidad expresada por Santos pone en riesgo la necesaria y crucial cooperación entre los ministerios encargados de nuestra relación con Estados Unidos. Si el embajador de Colombia tiene dudas sobre Holmes, es más difícil concertar sus labores en relación con el ministro de Defensa y con el propio canciller en temas como el control de los cultivos ilícitos, el proceso de desminado o la cooperación militar.

En efecto, la concertación entre Santos, Blum y Trujillo como nuevo Ministro de Defensa ya quedó afectada por las afirmaciones del embajador Santos.

De otra parte, las muy duras palabras sobre Trujillo y sobre Duque parecen confirmar una tendencia riesgosa de embajadores (como Santos) con una agenda propia o con un margen de acción desmedido —que no siempre coinciden con las líneas del gobierno o con los intereses del Estado colombiano—.

La conversación se dio entre dos encargados de las relaciones internacionales de Colombia y de temas claves para el país que se llevó a cabo fuera de la embajada.

Foto: Facebook: Claudia Blum
La conversación se dio entre dos encargados de las relaciones internacionales de Colombia y de temas claves para el país que se llevó a cabo fuera de la embajada.

Puede leer: Magistrados sin visa: la injusta imposición de Estados Unidos a Colombia

Ordóñez, para completar

En marzo de este año, el polémico representante de Colombia ante la Organización de Estados Americanos (OEA), Alejandro Ordóñez, señaló a la migración venezolana como componente de una estrategia de expansión del socialismo del siglo XXI. Una afirmación gravísima porque estigmatizaba a los venezolanos que han huido de ese territorio y conspiraba contra una bandera de la cancillería colombiana: el liderazgo en materia migratoria, por el cual ha recibido un justificado reconocimiento.

El desenlace de la situación resultó contradictorio y dejó varias dudas: el canciller Trujillo rectificó la posición colombiana sobre los migrantes y confirmó el compromiso de gestionar el tema en consonancia con los derechos humanos. Pero Ordóñez se abstuvo de recular y reafirmó sus declaraciones.

El incidente parece demostrar el costo desproporcionado de hipotecar la gobernabilidad por parte de Duque, pues el embajador ante la OEA parece sentirse intocable por su apoyo a la campaña del hoy presidente.

Credibilidad ante el gobierno de Estados Unidos

Pero allí no termina todo. La declaración de Santos también atenta contra su credibilidad como representante de Colombia ante el gobierno de Estados Unidos.

Las afirmaciones sobre el Departamento de Estado son una muestra de ligereza a la hora de contextualizar a su futura jefe. Además, Santos reconoció haber insistido en revivir el tema de Venezuela incluso “inventando cosas”.

Esto revelaría además que la estrategia de Colombia con respecto a Caracas se gestiona en la Embajada en Washington, lo cual sería un desacierto en momentos de extrema tensión entre los dos países. Es decir, el embajador parece más interesado en mantener vivo el tema de Venezuela en Estados Unidos que en los asuntos vinculados directamente con Colombia, como la cooperación militar, el comercio, la migración y los cultivos de uso ilícito. Este último ha sido objeto de tensiones entre Bogotá y Washington, por lo que debía representar una prioridad en la agenda.

Uno de los principales desatinos de la conversación fue darle la razón a las delirantes declaraciones del establecimiento venezolano madurista, que señala a Colombia como conspiradora con el apoyo de Washington.

De igual forma, al describir la supuesta situación actual del Departamento de Estado, corre el riesgo de que sus colegas en el seno de dicha institución justificadamente sean menos receptivos hacia el embajador colombiano.

Vale la pena recordar el embrollo diplomático de julio de este año entre el Reino Unido y Estados Unidos a raíz de la filtración de cables donde el representante británico en Washington, Kim Darroch, un diplomático de carrera de más de treinta años, tildaba a Trump de “inepto”. La respuesta del presidente fue inmediata y anunció que no tratarían más con el embajador, que había perdido cualquier capacidad de interlocución. A pesar de que la entonces primera ministra Theresa May lo ratificó en el cargo, Darroch acabó por presentar su renuncia para evitar una profundización de la crisis.

Para no mencionar ni siquiera el enredo de las columnas de opinión que escribió el embajador de Ucrania cuando el entonces candidato Trump declaró que aceptaría la soberanía de Rusia sobre la zona de Ucrania que había invadido Putin. Un incidente que ha cobrado proporción insospechada en el actual proceso de enjuiciamiento y eventual destitución del presidente de Estados Unidos.

Puede leer: Tensión con Venezuela: entre el temor y la incertidumbre

¿Espionaje?

Como si con esto pudieran desviar el debate, algunos amigos del embajador o del gobierno Duque han afirmado que la filtración del dialogo entre Blum y Santos fue un acto de espionaje. En ese punto se deben aclarar varias cosas.

Primero y, sobre todo, no se trata de una conversación entre Francisco Santos y Claudia Blum, sino entre el embajador de Colombia en Washington y la designada ministra de Relaciones Exteriores. Es una conversación entre dos funcionarios sobre temas vitales para Colombia y que no se llevó a cabo en las instalaciones de la Embajada por motivos que el propio Santos deberá explicar.

¿Es legítimo que un embajador ventile semejantes temas en un hotel? ¿Se puede considerar el hecho como una conversación personal? ¿Por qué entonces no se produjo en la sede de la Embajada colombiana?

¿Qué debe hacer Duque?

El presidente tiene la última palabra, pero lo más consecuente sería que el actual embajador asumiera el error político y diera un paso al costado.

Su permanencia es muy costosa para Iván Duque, quien tendrá que manejar la relación aparatosa entre dos de sus ministros y, además, deberá enfrentar la animadversión del embajador hacia el actual titular de la cartera de defensa.

¿Debería asumir su error y renunciar?

Foto: Cancillería
¿Debería asumir su error y renunciar?

Es más, los comentarios contra Carlos Holmes Trujillo son un golpe al corazón del gobierno, pues se trata tal vez del ministro más cercano a Iván Duque y quien, como si fuera poco, desde que este era candidato diseñó la estrategia internacional que luego lideró al mando de ese ministerio. Se puede estar de acuerdo o no con la fallida estrategia del Cerco Humanitario, el aislamiento de Venezuela y el Grupo de Lima, pero aún así, se debe reconocer que se trata de un conjunto de acciones que responden a la ideología del actual gobierno.

De igual forma, la permanencia de Santos haría que Washington lo perciba como un presidente incapaz de aplicar correctivos frente a sus embajadores. El comentario probablemente haya caído mal en el Departamento de Estado por su contenido y porque además proviene de un político que sin carrera diplomática se refiere despectivamente al nervio central de los circuitos diplomáticos de Estados Unidos.

La importancia de los temas internacionales

En días recientes, Sandra Borda trinaba que “la rapidez con la que banalizaron la conversación esa dice mucho sobre lo poco que nos importa el tema internacional. Si un alto funcionario hubiese dicho bestialidades en otra área de política pública (por ejemplo, la económica), apuesto a que la discusión hubiese sido más seria”.

Se trata de una afirmación lógica, pero que merece un contraste. La mayoría de los medios presentó análisis en primeras páginas sobre el impacto de las palabras de Santos. Semejante debate, iniciado por Publimetro como medio de amplia circulación y que no se especializa en temas internacionales, solo fue justificadamente opacado por el paro nacional del 21 de noviembre.

Le recomendamos: La política exterior de Duque: una apuesta pálida

Difícilmente los asuntos internacionales podrán equipararse con los impuestos, recortes, subvenciones, o privatizaciones, pues el peso de estos sobre el nivel de vida es inmediato. No obstante, la reacción cada vez más enérgica frente a los desatinos de algunas expresiones como en el caso de la controvertida tesis de Ordóñez sobre la migración venezolana o estas revelaciones, dejan al descubierto una ciudadanía cada vez mas atenta a los asuntos internacionales.

*Profesor de la Facultad de Ciencia Política y Gobierno de la Universidad del Rosario @mauricio181212

Artículos Relacionados

Dejar un comentario

*Al usar este formulario de comentarios, usted acepta el almacenamiento y manejo de sus datos por este sitio web, según nuestro Aviso de privacidad

Este sitio web utiliza cookies para mejorar tu experiencia. Leer políticas Aceptar

Política de privacidad y cookies