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El Clan del Golfo: la gran amenaza para la seguridad en el posconflicto

Escrito por María Fernanda Arocha

Captura de miembros del Clan del Golfo.

María Fernanda ArochaEste grupo criminal parece actuar en estricta función de sus intereses económicos y en zonas muy precisas del territorio nacional. Y sin embargo sus métodos –como el “plan pistola”- son graves amenazas para la Fuerza Pública y la población civil.

María Fernanda Arocha*

Qué es y qué no es el Clan del Golfo

Aunque en los últimos años los niveles de violencia del Clan del Golfo han sido estables, su capacidad de usar la violencia de manera instrumental y profesionalizada ya ha sido demostrada.

Desde el pasado 1 de mayo este grupo ha venido llevando a cabo una ofensiva contra la Policía Nacional –el ‘plan pistola’– en varios departamentos del país. Este ha sido el período de 2017 donde que se ha registrado mayor actividad violenta, y solo es comparable con el paro armado que llevó a cabo este mismo grupo en 2016.

El aumento de la violencia del Clan del Golfo a través del ‘plan pistola’ no significa que habrá una escalada sostenida por parte de este grupo, ni tampoco significa que la organización se esté fortaleciendo. Durante los últimos cinco años la violencia ejercida por el Clan se ha mantenido estable, aunque con picos ocasionales.

Este aumento, al igual que el del paro armado de 2016, no es resultado de campañas o estrategias prolongadas que busquen repercusiones nacionales, sino más bien el fruto de la instrumentalización y profesionalización de la violencia por parte del Clan. De hecho, es altamente probable que este tipo de acciones sean usadas para aumentar el tráfico de narcóticos y para evadir operaciones contra sus líderes.

Igualmente, estas acciones no requieren de una alta capacidad militar y, por lo tanto, no indican necesariamente un fortalecimiento o una mutación de este grupo a uno de tipo militar. Aunque no cabe duda de que logran producir miedo, solo usan su capacidad violenta cuando es necesaria para fines operativos.

El reciente aumento de la violencia también está desligado del conflicto armado y demuestra la progresiva criminalización del Clan. Si bien el fin del conflicto con las FARC ha llevado a una reacomodación de los grupos interesados en controlar las rutas y las actividades criminales que antes controlaba esta guerrilla, es interesante notar que el aumento de la violencia del Clan no está relacionado con las disputas con otros grupos. De hecho, las acciones en contra de la Fuerza Pública se han concentrado en los departamentos donde el Clan ha estado presente desde hace mucho tiempo.

Por otro lado, el Clan del Golfo no tiene actualmente las características de un grupo paramilitar, sino las de una organización de crimen organizado. La violencia que ejerce no tiene objetivos contrainsurgentes. En los últimos cinco años prácticamente no ha tenido combates con las FARC o el ELN (en promedio un combate al año contra cada una de estas guerrillas), e incluso cuando hay disputas–como los recientes enfrentamientos entre el Clan y el ELN en Chocó– estas surgen de intentos de controlarlas rutas, los cultivos o las áreas estratégicas para actividades criminales. Este bajo nivel de confrontación demuestra el predominio de la estrategia defensiva del Clan, que solo recurre a acciones ofensivas para alcanzar objetivos muy puntuales.

Incluso las acciones que pueden considerarse como formas de violencia asociadas con el conflicto armado–como la violencia política o el uso de minas antipersonal–son difíciles de asociar con objetivos políticos del Clan. En el caso de la violencia política, por ejemplo, las principales víctimas son representantes de organizaciones civiles que interfieren en la acumulación de rentas criminales y perjudican los intereses económicos de este grupo.

No hay evidencia de que el Clan del Golfo esté asociado con grupos políticos o económicos, nacionales o locales, como sí ocurrió en el caso de los grupos paramilitares de finales de la década de los noventa y comienzos del siglo XX.

Miembros de las FARC en movilización a las Zonas Veredales.
Miembros de las FARC en movilización a las Zonas Veredales.  
Foto: Presidencia de la República 

La gran amenaza

Una de las principales consecuencias que se esperaban del fin del conflicto con las FARC era el aumento de la capacidad de la Fuerza Pública para enfrentar al ELN y, sobre todo, a las organizaciones criminales. El ‘plan pistola’ puede poner en riesgo la efectividad de las acciones contra el crimen organizado, pero es poco probable que produzca una reducción de ellas. No obstante, lo que sí debería producir es un cambio de estrategia que refuerce el enfoque defensivo de las acciones de la Fuerza Pública para garantizar la protección de sus miembros.

En todo caso, es probable que en el corto plazo se mantengan las operaciones de seguridad y las respuestas violentas como el ‘plan pistola’, lo cual implica un riesgo alto no solo para los integrantes de la Fuerza Pública, sino para la población civil, como lo han demostrado las nueve víctimas civiles registradas hasta ahora. Por esta razón, sumada a la reducción en los últimos dos años de la violencia por parte de otros grupos involucrados en el conflicto, el Clan del Golfo es el grupo armado que representa un mayor riesgo para la seguridad en el posconflicto.

Desde el inicio de las medidas de desescalamiento bilateral del conflicto el 20 de julio de 2015, CERAC ha registrado presencia violenta del Clan en 25 municipios donde antes solo estaban las FARC. También se ha detectado la expansión de este grupo criminal a 51 municipios donde antes de esta misma fecha no había presencia de ellos ni de las FARC. Esto quiere decir que en menos de dos años el Clan del Golfo ha logrado llegar a 76 nuevos municipios.

El Clan del Golfo no tiene las características de un grupo paramilitar, sino las de una organización de crimen organizado. 

Pese a esta expansión, es necesario insistir en que el Clan del Golfo representa un riesgo para la seguridad en lugares muy específicos y solo si están en juego sus intereses como grupo de crimen organizado. No han consolidado su presencia en todo el territorio ni persiguen intereses políticos. Durante los últimos cinco años sus acciones violentas se han concentrado en Antioquia, Córdoba, Chocó, Valle del Cauca, Norte de Santander, Bolívar, Santander y Sucre.

Miembros del ELN.
Miembros del ELN.  
Foto: Presidencia de la República

¿Qué esperar del Clan?

Aunque el Clan del Golfo es un grupo de crimen organizado existe el riesgo de que induzca una transformación de la violencia, esta última entendida como el uso de las formas de violencia propias del conflicto armado por parte de grupos criminales organizados. Como el Clan del Golfo es un grupo organizado en red que funciona por medio de alianzas con grupos criminales locales hay diferentes riesgos de transformación de la violencia.

Por un lado está la posibilidad de que recurran al narcoterrorismo, que consiste en la ejecución de acciones violentas dirigidas contra la Fuerza Pública pero realizadas de manera indiscriminada. Estas acciones buscan ciertos objetivos criminales mediante el control de la población civil y la disuasión de la Fuerza Pública. Las características actuales del Clan del Golfo hacen que sea probable que empiece a realizar este tipo de acciones. De hecho, en regiones como el Bajo Cauca Antioqueño ya está ocurriendo.

Ahora bien, aunque este tipo de violencia es similar a la utilizada por los carteles de la droga de Medellín y Cali durante las décadas de los ochenta y de los noventa, el riesgo de que el Clan del Golfo lleve a cabo acciones terroristas de alcance nacional no es alto, pues ellos no intentan proteger sus actividades de narcotráfico de una política nacional como ocurrió entonces, sino apenas preservar sus fuentes locales de renta criminal.

Es probable que en el corto plazo se mantengan las operaciones de seguridad y las respuestas violentas como el ‘plan pistola’.

Por otro lado, está la posibilidad de paramilitarización del Clan del Golfo. La desmovilización de las FARC ha producido una drástica disminución de la amenaza guerrillera y solo queda activo el ELN en algunas zonas del país. Esto tiene como consecuencia que las élites locales estén menos interesadas en apoyar a organizaciones paramilitares para defenderse de las guerrillas que ahora solo están representadas por la exigua fuerza del ELN. Este contexto, sumado al interés del Clan en mantener sus fuentes ilegales de rentas, disminuye el riesgo de una posible paramilitarización.

En todo caso, aunque se trata de un riesgo menor no es descartable por completo. En Chocó, por ejemplo, la disputa entre el Clan del Golfo y el ELN y la violencia que el Clan ejerce contra la población civil como medio de control aumentan dicho riesgo. Por este motivo no se puede descartar que en algunos lugares ocurra una transformación de la violencia que radicalice las acciones del Clan en contra de la guerrilla y que afecte a la población civil.

En resumen, podría decirse que el Clan del Golfo se caracteriza por su alta adaptabilidad al entorno. En áreas de Chocó se comporta como un grupo paramilitar, en el Bajo Cauca y en Córdoba recurre a la violencia narcoterrorista y en el resto de zonas donde está presente actúa como una organización criminal en red que usa diversas formas de violencia.

 

* Investigadora del Centro de Recursos para el Análisis del Conflicto (CERAC).

 

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