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El baile de los que sobran

Escrito por Jorge Gaitán

jorge gaitanEn nuestro modelo de desarrollo económico un equilibrio macroeconómico entre precios y cantidades se logra sacrificando entre dos y tres millones de personas que no caben en la economía. Que sobran.

Jorge Gaitán Villegas *

El peligro de otro NAFTA

Este texto constituye la tercera y última parte de una serie de reflexiones en torno al régimen uribista desde la perspectiva del pensamiento estratégico aplicado, disciplina que intenta hacer una síntesis del análisis económico con los aportes de la ciencia política, la sociología y la administración.

En la primera parte, La gestión económica de Uribe, entre pésima y peor, se presentó evidencia sobre la dinámica y la situación final de la competitividad sistémica de Colombia en el entorno mundial para 2010, como legado central de los gobiernos Uribe I y II. A pesar del auto-bombo y de la institucionalidad montada para el efecto, todo indica que el rezago relativo de Colombia en competitividad sistémica comparada se amplió justo en el momento de abrirse a competir de frente con rivales más poderosos.

Parece ser que el país reemplazó, sin un solo debate público, su modelo de desarrollo centrado en el conocimiento avanzado y en la innovación, para confiar su futuro y sus ingresos al sector minero-energético, con base en un nuevo modelo rentista proveniente de la extracción y exportación de materias primas sin transformación, y sin generación de valor agregado ni creación de empleo.

En la segunda parte, Pelea de toche y guayaba madura. Corrupción y Burocracia vs. Productividad,  el análisis se concentró en la causa central del crecimiento lento y aleatorio de la economía colombiana: la baja productividad del sector real, especialmente de la constelación de medianas y pequeñas empresas mal administradas y peor preparadas para competir de verdad.

La consecuencia evidente es el riesgo de un corto-circuito competitivo que resultará de la interconexión con los circuitos de economías avanzadas, centradas en la innovación. Cerrar la brecha de productividad debe ser la primera prioridad del próximo gobierno, si no quiere propiciar una nueva versión del fracaso mexicano en su falsa integración a los mercados de Estados Unidos y Canadá, a través de un NAFTA mal negociado y peor desarrollado.

Utilidad de la «línea de base»

En esta tercera parte me propongo trazar una ‘línea de base’ que permita fijar un punto de partida y establecer las tendencias probables para los próximos años, digamos hasta el 2014. Si se cumplen estos pronósticos, el valor agregado por el gobierno entrante sería sólo el de haber administrado una trayectoria ya determinada por tendencias que existían en el momento de la posesión.

Pero por el otro lado, la ‘línea de base’ permitirá medir con algún rigor los logros en materias como la creación de empleo nuevo derivada de políticas públicas explícitas, o aumentos medibles en la participación de la agricultura dentro del PIB, o incrementos marginales en la productividad laboral o en la productividad total de los factores como producto de una política de formalización del sector real.

Resulta, pues, pertinente y de utilidad fijar la ‘línea de base’ precisamente en este momento, cuando termina el empalme y comienza a correr el reloj de la historia para el nuevo gobierno.

El problema que se plantea es dónde encontrar los insumos estadísticos que nos permitan adoptar esta ‘línea de base’ con rigor y objetividad indiscutibles.

Propongo para el debate un primer ejercicio de análisis con base en las tablas de pronósticos para los siguientes 5 años (5-year forecast tables), que elabora regularmente The Economist Intelligence Unit (EIU).

Por ahora, un ejercicio personal

Se podría someter esta fuente a un escrutinio exhaustivo, con el fin de establecer el grado de aciertos y de confiabilidad en sus vaticinios. Se podría también combinar con los datos aportados por otras fuentes objetivas. Inclusive, se podría invitar a los economistas oficiales del gobierno a aportar sus propios datos y expectativas. Pero todo esto supone contar con la buena voluntad de muchos analistas e investigadores, que por el momento no han sido convocados.

Por tal motivo, el lector encontrará al final del artículo [Ver Anexo 1] las tablas resultantes de un ejercicio que permite visualizar entre los años 2000 y 2014 la evolución de las variables más significativas para la economía colombiana. Los invito a explorar con curiosidad y en libertad ese acervo de información para que construyan sus propias hipótesis sobre el desempeño a mediano plazo de la economía colombiana.

Por el momento, como abrebocas para un debate que ojalá tuviera lugar, me atrevo a señalar algunas tendencias que considero particularmente importantes.

Crecimiento del PIB

La gráfica siguiente registra, de una parte, las tasas de crecimiento del PIB mundial, del comercio mundial, y del PIB en los Estados Unidos, en América Latina y en Colombia, es decir, el entorno macroeconómico en el cual ha evolucionado nuestro país entre 2000 y 2009. Y, de la otra, presenta los pronósticos de EIU para los próximos cinco años.

Fuente: The Economist Intelligence Unit – Ensamble de «5-year forecast tables» de 23 de junio 2005 y 25 de junio de 2010. Cálculos del autor.

Salta a la vista que la verdadera locomotora de la economía mundial es el comercio, puesto que si se deprime la barra roja, arrastra tras ella a las demás, y cuando se recupera, igualmente las otras barras crecen, aunque a alturas diferentes. Dos momentos dramáticos se destacan claramente: 2001 y 2009.

En Colombia, sismo moderado

El ciclo ascendente entre 2002 y 2006, fue especialmente favorable para Colombia. La primera parte de la V que parece dibujar la barra roja entre 2007 y 2010 baja profundamente hasta -12 por ciento en 2009: realmente venimos de experimentar una gran crisis, aunque en Colombia el sismo se sintió menos fuerte y más tarde.

A partir de 2012, el comercio mundial tenderá a estabilizarse alrededor del 6,3 por ciento de crecimiento anual. Así se entendería, entonces, que la economía mundial regrese a tasas del orden de 3 por ciento de crecimiento, lo cual es una buena noticia en sí, pero significa que ya no volveremos a ver en los próximos años al mundo entero creciendo en promedio a más del 4 por ciento.

Colombia depende cada vez menos de lo que pase en Estados Unidos. De hecho, tampoco estamos sincronizados con lo que pasará en América Latina: probablemente vamos a crecer algo menos este año (EIU pronostica todavía un 2,5 por ciento, cuando el gobierno ha pasado al rango de entre 3,5 y 4 por ciento), pero en cambio, a partir de 2011, Colombia crecerá por encima del promedio de América Latina y se acercará gradualmente al 5 por ciento.

Origen del crecimiento económico

A continuación se presenta una gráfica con los datos correspondientes a la descomposición del crecimiento de la economía, cuando se miden los aportes desde la demanda, es decir, los cuatro motores del PIB: el consumo privado, el consumo del gobierno, la formación bruta de capital fijo (inversión productiva) y la balanza externa (exportaciones menos importaciones).

Fuente: The Economist Intelligence Unit – Ensamble de «5-year forecast tables» de 23 de junio 2005 y 25 de junio de 2010. Cálculos del autor.

Observando con cuidado se entiende claramente cómo el consumo privado en sintonía con la inversión productiva (no sólo la inversión extranjera directa, sino la construcción, los ensanches de las empresas y la inversión pública) contribuyen positivamente al crecimiento.

Por el contrario, una balanza comercial deficitaria, como entre 2001 y 2008, le resta al PIB entre 1 y 2 puntos de crecimiento. Justamente, para los próximos cinco años, el país podría crecer 1,2 por ciento más de lo previsto, si tan solo tuviera en equilibrio su sector externo, lo que no se alcanzará de aquí hasta el 2014.

Estructura de la economía colombiana

Un hecho poco conocido ha sido el cambio estructural que ha operado la combinación de los tres sectores productivos: agricultura, industria (que incluye el sector minero-energético y la agroindustria) y servicios.

Fuente: The Economist Intelligence Unit – Ensamble de «5-year forecast tables» de 23 de junio 2005 y 25 de junio de 2010. Cálculos del autor.

Desde el año 2000 se puede seguir una marcada tendencia: la agricultura ha perdido unos 3 puntos del PIB, y sólo representa hoy algo más del 9 por ciento, mientras que la industria ha pasado del 30 por ciento a representar algo más del 38 por ciento.

Es decir, Colombia es hoy un país cuyo PIB se forma en una proporción de más del 53 por ciento a partir de los aportes del sector servicios: salud, educación, finanzas, tercerización de actividades no estratégicas para las empresas, comercio, turismo, restaurantes y un largo etcétera.

De ahí que la formalización del aparato productivo debe pasar por una mejor comprensión de dónde se esconde la informalidad y de las múltiples formas que ésta adopta, particularmente en las prestación de servicios a las empresas o al gobierno.

La creación de empleo

El drama del desempleo crónico se visualiza mejor cuando se presentan los datos en valores absolutos. Desde el año 2000, Colombia ha sido incapaz de reducir en forma definitiva la brecha que separa la curva de la fuerza laboral y la de los desempleados: desde un máximo en 2002 de 3,1 millones hasta un mínimo incompresible de 2,2 millones (en 2007, 2008). Lamentablemente esa cifra se pronostica también para 2014.

Fuente: The Economist Intelligence Unit – Ensamble de «5-year forecast tables» de 23 de junio 2005 y 25 de junio de 2010. Cálculos del autor.

¿Cómo crear empleo?

En otras palabras, aunque sea políticamente incorrecto decirlo, el modelo de desarrollo económico que traemos desde hace unos veinte años tiene escondida una evidente variable de ajuste: el equilibrio entre precios y cantidades a nivel macroeconómico se logra más o menos sacrificando entre dos y tres millones de colombianos que no caben en la economía, que sobran. Por eso han tratado de irse tantos, que ahora regresan expulsados a su vez de las economías en crisis como España y Estados Unidos.

El nuevo modelo de desarrollo centrado en la agricultura y la extracción de petróleo, oro, carbón y ferro-níquel tampoco estará en capacidad de absorber siquiera un millón de desempleados. Esto sólo lo podrán hacer la industria y los servicios, si se genera un clima atractivo para la competitividad mediante la inversión productiva en actividades que requieran mano de obra más o menos calificada.

Ideas para un debate

Existe en la sabiduría popular, y aún entre funcionarios, expertos y académicos, una curiosa tendencia supersticiosa, una suerte de creencia mágica en el poder real de un gobierno. Todavía se sobrestima el impacto efectivo de las políticas públicas. Y más aún, se personaliza en cabeza de los líderes logros o fracasos, que muy posiblemente sólo son el reflejo de fuerzas profundas que mueven las placas tectónicas de nuestras sociedades. Indulgencias o penitencias con avemarías externas…

En realidad, hoy comienza a formarse un consenso desencantado, por ejemplo, sobre el impacto real que tiene la política económica en su conjunto. De un lado, los macroeconomistas y sus supermodelos de equilibrio general parecen ahora más aprendices de brujo que científicos responsables.

De otra parte, las grandes instituciones multinacionales, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, antes omnipotentes y arrogantes, no sólo están profundamente desprestigiadas, sino que viven su propia crisis interna derivada de las barbaridades (léase créditos condicionados y políticas de ajuste) impuestas a tantos países pobres a lo largo de tres décadas, con evidentes y continuos fracasos.

Responsabilidad de los grandes

Si fueran coherentes, hace tiempo deberían haber exigido los mismos esfuerzos de ajuste también a las grandes economías, que simplemente se dejaron llevar por excesos imperdonables de endeudamiento y hundieron al mundo entero en esta profunda crisis mundial, que no acaba de acabarse (valga la redundancia), a menos que se logre una coordinación macroeconómica rigurosa que supere la asimetría de manga ancha para los poderosos y de ahorcamiento para los débiles.

En medio del bochinche de la Copa Mundial de Fútbol, se alcanzaron a oír voces que señalan hacia América Latina como fuente de ideas y de buenos ejemplos. Posiblemente, en el próximo lustro algunos países de este continente lograrán cruzar el umbral del no retorno y se habrán encarrilado firmemente en una senda de crecimiento sostenible.

Por desgracia, Colombia no parece todavía formar parte de ese grupo de éxito: Chile, Perú, Uruguay, Costa Rica y Brasil. Nos parecemos más a México.

En fin, queda confirmada una cita para dentro de cinco años con cada uno de aquellos que hayan tenido la paciencia de llegar hasta aquí. ¿Se habrá cumplido este vaticinio desencantado o estaremos realmente viviendo en una Colombia mejor?

Anexo 1: Tablas estadísticas 2000 – 2014, Colombia.

 

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