El arte de la post-dictadura: lidiando con el pasado - Razón Pública
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El arte de la post-dictadura: lidiando con el pasado

Escrito por César Sánchez

Monumento al terrorismo de Estado en el Parque de la Memoria en Buenos Aires, Argentina.

César Sánchez-Avella¿Podría el arte ofrecer a Colombia un camino para lidiar con el pasado violento del conflicto armado? Este libro analiza la experiencia del arte de la post-dictadura en Argentina. 

César Sánchez-Avella*

The Art of Post-Dictatorship: Ethics and Aesthetics in Transitional Argentina
Vikki Bell
Routledge, 2014.

Dictadura y horror

Uno de los más oscuros y dolorosos períodos de la historia argentina tuvo lugar entre 1976 y 1983, cuando Jorge Rafael Videla, apoyado por una junta militar, ejerció el poder de facto e impuso una sangrienta dictadura militar en el país.

Las fuentes oficiales estiman que 9.000 personas fueron desaparecidas durante este lapso, aunque las organizaciones defensoras de derechos humanos aseguran que la cifra asciende a más de 30.000, y aún en la actualidad tales cifras siguen siendo objeto de debate. Como parte del proceso de justicia posterior a la caída de la dictadura, cientos de militares y civiles involucrados con el régimen han sido juzgados y condenados por crímenes cometidos en esa época.

Las cuestiones de justicia en relación con la dictadura se han abordado desde muchas aproximaciones.

El libro de Vikki Bell, profesora de Sociología de la Goldsmiths, Universidad de Londres, The Art of Post-Dictatorship: Ethics and Aesthetics in Transitional Argentina [El arte de la post-dictadura: ética y estética en la Argentina transicional], examina el papel de los artistas en este contexto. Bell estudia el compromiso y las intervenciones de un grupo de artistas visuales y activistas que han jugado papeles fundamentales en las campañas que exigen el enjuiciamiento de militares y civiles, así como en una gran variedad de proyectos conmemorativos de lo ocurrido bajo la dictadura.

Arte y pasado

Plegaria Muda (2011) obra de la artista bogotana Doris Salcedo.
Plegaria Muda (2011) obra de la artista bogotana Doris Salcedo.
Foto: Mark B. Schlemmer

Según el argumento central de Bell, los problemas que surgen dentro del campo estético no pueden entenderse solo desde la historia del arte porque ellos son parte inseparable de proyectos o iniciativas colectivas más amplias. Por ese motivo la autora considera que el arte de la post-dictadura no pertenece apenas a los artistas o al mundo de la estética, porque es una manera como las subjetividades de las nuevas generaciones se constituyen y entrelazan con cuestiones de responsabilidad, ética y justicia. El arte en estas transiciones es relevante para apreciar de qué forma las personas toman posición frente al pasado y el futuro.

El libro analiza seis casos concretos de artistas e iniciativas artísticas encaminadas hacia la denuncia y la construcción de memoria sobre las desapariciones, torturas y otros hechos nefastos bajo la dictadura. Bell incluye las obras de Fernando Brodsky, León Ferrari, Diana Dowek y Lucila Quieto, así como un estudio sobre el espacio de memoria de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) –el lugar donde el régimen de Videla torturó y desapareció a más de 5.000 personas-.

Bell parte de observar que en la Argentina contemporánea las cuestiones de justicia en relación con la dictadura se han abordado desde muchas aproximaciones: no solo desde los tribunales y las manifestaciones públicas, sino también desde las artes. Y estas últimas han intervenido a través del cine, el teatro, la literatura y otras formas creativas e híbridas que exploran la fuerza constante del pasado y sus implicaciones para el presente.

La autora precisa que el término ‘arte’ en este libro no hace referencia únicamente a las producciones artísticas que han surgido en el período de la post-dictadura, sino a la forma como el intento de vivir conscientemente el paso del pasado al futuro es un arte en sí mismo, o una ‘estética de la existencia’ como la definiría el filósofo Michel Foucault. En tal sentido, la autora extiende el significado de la noción de arte para articular un compromiso crítico y colectivo con los acuerdos políticos de la vida.

Bell aprecia cómo el arte que venía dándose en el período de la dictadura tiene continuidad en la post-dictadura, con numerosas intervenciones que buscan reflexionar sobre el ‘largo presente’, no como meras ilustraciones de la historia del país, sino incorporando tales intervenciones como parte integral de la historia y desempeñando una función clave a través de la cual las personas han remarcado su pertenencia a este período.

Para la autora, este nivel de reflexión sobre el pasado y el futuro permite la emergencia de preguntas que van más allá de cualquier reclamo ante los actores del Estado.

Memoria y justicia

El General Jorge Rafael Videla en desfile militar.
El General Jorge Rafael Videla en desfile militar.  
Foto: Wikimedia Commons

Uno de los argumentos más provocadores de Bell sostiene que en Argentina el período de la post-dictadura ha sido enfrentado solo parcialmente a través del derecho y de las decisiones legales, un lugar privilegiado por los académicos de la justicia transicional.

Para Bell, la idea de la justicia transicional parte de la premisa de que es necesario atender el pasado con el fin de avanzar hacia el futuro, después de haber comprendido -o al menos documentado-, juzgado y, en consecuencia ‘escapado’, del pasado. La autora propone que en lugar de dejar que la ley ‘hable por’ y rinda cuentas en nombre de ‘la comunidad’, se deben considerar los modos creativos con los cuales las personas ponderan cuestiones de respuesta y responsabilidad, y ejercen su libertad, más allá de los mecanismos legalistas de la justicia transicional.

Artistas reconocidos han dedicado muchas de sus obras a reflexionar sobre la violencia.

La obra de Bell es un valioso aporte para los estudios de justicia transicional -que han enfocado su atención a la dimensión jurídica-, pues reconoce que los procesos de justicia, verdad y reconciliación de sociedades divididas por dictaduras y confrontaciones armadas necesitan espacios simbólicos de reflexión como las artes para repensar y entender lo ocurrido, sanar las heridas, posicionarse en su historia y avanzar hacia el futuro.

El análisis de The Art of Post-Dictatorship no solamente es útil para reflexionar sobre el papel del arte en el proceso de justicia transicional que aún afronta la Argentina, 40 años después de su última dictadura.

Tan cerca del plebiscito que definirá el futuro del acuerdo suscrito entre el gobierno y las FARC, la obra de Bell podría estimular el debate necesario sobre el lugar de las artes en nuestro posconflicto. Artistas reconocidos como Alejandro Obregón, Fernando Botero, y en la actualidad Doris Salcedo, han dedicado muchas de sus obras a reflexionar sobre la violencia, pero la labor de reflexionar creativamente en torno a estas violencias requerirá el esfuerzo de muchas más personas, desde múltiples técnicas y lugares.

Es entonces preciso destacar la importancia del arte como un espacio privilegiado para recordar y comprender lo ocurrido durante décadas de confrontación armada. El arte cuenta historias, sana heridas y moviliza sectores sociales afectados por el conflicto para que puedan tomar posición frente a la historia, lidiar con el pasado y pensar colectivamente en otros futuros.  

 

* Abogado y especialista en Derecho de Familia de la Universidad Nacional, magíster en Estudios Culturales de la Universidad Javeriana, candidato a Ph.D. Arts and Social Sciences, Gender and Cultural Studies en The University of Sydney (Australia).

 

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