Después del paro agrario nacional se han registrado huelgas y conflictos sindicales que van más allá de la relación laboral porque defienden derechos colectivos o porque miran hacia el post-conflicto.
Marco A. Velásquez Ruiz*
El volcán
Colombia parece un volcán que luego de estar mucho tiempo en tensa calma hace erupción de forma intensa, sostenida y desde distintos cráteres: el país vive una época de agitación social como no se había visto desde hace varias décadas.
Veamos algunos de esos muchos cráteres:
· Tunja. Después de 25 días de toma pacífica de los hospitales de la ciudad, los trabajadores del sector salud de Boyacá llegaron a un acuerdo con el gobernador del departamento sobre la necesidad de atender las necesidades básicas de dichas instituciones. Es una crisis atribuible a la falta de recursos para la debida prestación de un servicio.
· Valledupar. La huelga indefinida de los trabajadores sindicalizados de la compañía Drummond, que se extendió por más de 50 días llegó al final al instalarse una mesa de arbitramento. De la misma forma, los sindicatos que agrupan a los trabajadores de la compañía Ferrocarriles del Norte de Colombia, responsable del transporte del carbón que se produce en la zona, firmaron una convención colectiva que evitó la parálisis en el servicio anunciada días atrás.
· Bogotá. El gobierno y el sindicato que representa los intereses de los docentes en el sector público (FECODE) llegaron a un acuerdo para mejorar las condiciones salariales, laborales, de salud y bienestar social de dichos trabajadores oficiales. Igualmente, los trabajadores de la Universidad Nacional han impedido el desarrollo normal de las clases durante la semana que pasó debido a conflictos del mismo tipo.
· La huelga de pilotos de Avianca ha ocasionado cancelaciones o demoras en el transporte aéreo de todo el país, ya que dicha aerolínea controla más de la mitad del mercado. Tal será el impacto que el gobierno ha entrado a mediar en un asunto que en principio, corresponde al ámbito de lo privado.
Hace algunos días el ministro de Hacienda Mauricio Cárdenas manifestó con satisfacción que según cifras del DANE el crecimiento económico en el último trimestre había sido 4,2 por ciento. El buen comportamiento de la economía contrasta con en el ambiente de descontento social.
![]() El pasado 13 de septiembre el ministerio del trabajo hizo un
llamado al sindicato de aviadores deAVIANCA para que
retomara el ejercicio diario de sus funciones.
Foto: Caio Mascarell
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Sindicato y algo más
Los sindicatos –junto con los campesinos en las recientes movilizaciones- se han convertido en actores principales de la protesta social. Las huelgas están encaminadas a mejorar las condiciones laborales, salariales y de bienestar social para sus afiliados y sus familias. Los reclamos tienen como objetivo equilibrar la ecuación trabajo-remuneración, lo cual alude a un asunto de justicia retributiva.
Sin embargo, también ha surgido otro tipo de reivindicaciones en el discurso de los sindicatos que no tiene relación directa con el vínculo empleador-trabajador: se trata de reclamos por más justicia distributiva.
Tal vez con excepción de Avianca, donde los pilotos se han ocupado solamente de la racionalización de sus horarios de servicio y el aumento de sus sueldos, los demás casos de huelgas o intentos de paro se encuentran vinculados además a situaciones de daños ambientales o abuso contra las comunidades asentadas en las zonas de influencia de las empresas respectivas.
Parecería entonces que los sindicatos asumen una nueva función en materia de reivindicar derechos colectivos de la comunidad o de justicia social. Teniendo en cuenta que el Estado no es el único centro de poder –aparecen actores como las empresas multinacionales con efectiva capacidad de gobernanza en ciertas zonas y sectores del país–, los sindicatos estarían empezando a ejercer el papel de censores en la gestión de las nuevas formas de autoridad. Es decir, las organizaciones que se limitaban a reclamos puntuales en materia de derechos laborales ahora se expanden hacia asuntos generales de justicia social.
![]() El 16 de septiembre finalizó la huelga de 52 días,
de los trabajadores de la Drummond. Foto: Alejandro Arango |
Sindicatos y procesos de paz
También hay que considerar el papel de los sindicatos en las negociaciones de paz entre el gobierno y las FARC.
Los sindicatos se han comprometido con una causa genérica de la mayoría de los movimientos sociales en Colombia, que en mi opinión es empezar a abrir espacios para ciertos cambios políticos y económicos propios del posconflicto.
Lo anterior va a ser aún más visible en el caso de ciertos sectores económicos –la industria minera, el sector petrolero y el agro–, teniendo en cuenta que el conflicto armado colombiano versa sobre la disputa por los factores de producción –tierra, trabajo y capital– y los recursos naturales.
Los sindicatos podrían ser interlocutores y medios de expresión de muchas demandas de las víctimas históricas del conflicto que en la actual coyuntura empiezan a reclamar sus derechos.
Mal manejo
Lo anterior me permite hacer una reflexión sobre la forma torpe como el gobierno ha manejado el malestar social.
Los últimos acontecimientos muestran que la sociedad se encuentra más fragmentada, pero también más inconforme y más activa que nunca. Es ingenuo y nocivo pensar que todas las culpas radican en el actual gobierno o que bajo la administración Uribe la gente sí estaba satisfecha. Tampoco puede decirse que Santos está pagando los platos rotos, porque también de su parte ha habido faltas de indolencia e informalidad al encontrarse con las protestas sociales.
Hay la percepción generalizada que estamos en un país un poco más democrático bajo la presente administración, junto con la consolidación política de la sociedad civil que a través de procesos como el de la marcha patriótica han generado el progresivo empoderamiento de diversos actores sociales, incluidos los sindicatos.
Todo esto permite sugerir, a modo de conclusión, que lo social ha entrado a sustituir a la seguridad como el principal elemento de debate en las controversias políticas y electorales de nuestro país, y por ende, los movimientos sindicales y obreros tendrán más que nunca un gran protagonismo en el devenir de dichas dinámicas.
* Abogado de la Universidad Javeriana, máster en Derecho Internacional de IHEID-Suiza, candidato a Doctor en Derecho de Osgoode Hall Law School-Canadá, investigador, consultor y profesor universitario. works.bepress.com/marco_velasquez.
@desmarcado1982