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Educación para el desarrollo sostenible: ¿cuál educación?

Escrito por Alejandro Álvarez
Cambio cultural y ambiental

Alejandro Alvarez ¿Por qué se necesita un cambio cultural? y ¿por qué más educación no es la respuesta?*

Alejandro Álvarez**

Un cambio urgente

En el 2015 se hicieron tres llamados de atención muy serios a la humanidad:

Aunque los dos primeros llamados surgieron en el ámbito de la política internacional y el tercero en el ámbito religioso, los tres pueden ponerse en un mismo plano: aquel desde el cual los líderes mundiales urgen un cambio profundo en la manera de buscar el desarrollo y el bienestar humano.

Pero, al revés de lo que suele pensarse, la humanidad nunca había estado tan “bien”. Algunos de los hechos presentados en el libro de Hans Rosling demuestran esta realidad más allá de toda duda: cada vez más niñas pueden asistir a la escuela; el número de países donde la esclavitud es legal ha disminuido drásticamente, y se han reducido tanto el número como la proporción de personas que sufren de hambre y de niños que mueren antes de los cinco años.

Hay certeza científica de que el actual nivel de bienestar humano se ha logrado, en gran medida, en detrimento de los ecosistemas globales.

Entonces, ¿por qué esa urgencia de cambio? ¿Por qué modificar el rumbo de la humanidad? Hay por lo menos dos razones fundamentales:

  • La certeza científica de que el actual nivel de bienestar humano se ha logrado, en gran medida, en detrimento de los ecosistemas globales, lo cual hace imposible sostenerlo en el tiempo.
  • La noción del “bienestar” que buscamos con tanto afán es cada vez más debatible; más concretamente se argumenta que le hemos dado un peso exagerado a la satisfacción de deseos materiales, descuidando otras dimensiones humanas fundamentales. Además se señala, con razón, que una pequeña parte de la población vive en medio de lujos y privilegios exagerados, mientras que otra gran parte vive con graves dificultades.

Por todo eso hay que cambiar el modelo de desarrollo predominante.

Esos llamados a transformar nuestro mundo no son nuevos. Los tres mensajes del 2015 tienen raíces en otros estudios e informes previos. Por ejemplo en 1987, con la publicación de Nuestro futuro común —también conocido como “Reporte Brundtland”—, se popularizó en el mundo entero la expresión “desarrollo sostenible”, entendido como aquel “que satisface las necesidades de la generación presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades”. ¿Pero cómo lograrlo?

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La educación es parte del problema

Educación ambiental es parte del problema

Foto:  Corporación Autónoma Regional de la Frontera Nororiental
Educación ambiental.

La transformación hacia la sostenibilidad, como lo indica el mismo informe, tiene una dimensión tecnológica —que por supuesto es muy relevante—, pero tiene además una dimensión cultural. Y es aquí donde se encuentra el potencial de la educación.

Pero no cualquier tipo de educación es “útil” para resolver los retos medioambientales que enfrenta la humanidad. La educación actual ha contribuido al desarrollo económico y al bienestar humano, pero no ha logrado evitar tragedias como la aceleración del cambio climático o la pérdida de biodiversidad. Al ser parte del éxito, la educación ha sido también parte del problema.

Como lo dice David W. Orr, en su libro Earth in mind, “no es la educación, sino una educación de cierto tipo la que puede salvarnos”.

Como escribe David W. Orr en Earth in mind, “no es la educación, sino una educación de cierto tipo la que puede salvarnos”. Es decir, para que la educación aporte de manera significativa al gran giro que supone el desarrollo sostenible, no es suficiente con ampliar la cobertura: debe cambiar la forma como educamos. En otras palabras, se necesita una Educación para el Desarrollo Sostenible (EDS).

Por supuesto, no se trata de inventar todo desde cero. Existen muchas estrategias positivas, en cuanto a contenidos y pedagogía, que ya le apuntan a esta nueva forma de educación. Si esos modelos se multiplican, pueden acelerar la transición hacia un sistema educativo que, además de entrenar personas para el mercado laboral, las forme para ser conscientes de su responsabilidad ciudadana y para relacionarse de forma íntegra con los otros seres humanos y con la naturaleza.

¿Cómo debe ser la educación?

Estudiosos de la EDS han dejado claro además que no se trata de una reorientación superficial de la educación o de la tendencia de ponerle el adjetivo “sostenible” a cualquier acción. Se necesita un cambio que habilite a los seres humanos para tomar decisiones responsables con respecto al medio ambiente, a la economía y a la justicia social respetando la diversidad cultural.

Como para lograr esto se necesitan planes concretos, la UNESCO lanzó en 2005 el “plan de aplicación internacional” que en el 2014 fue sucedido por el “Programa de acción mundial de Educación para el Desarrollo Sostenible”, donde se definen cinco ámbitos de acción prioritarios para la EDS:

  • Proponer opciones en materia de políticas.
  • Transformar los entornos de aprendizaje y formación.
  • Crear capacidades entre los educadores y formadores para impartir más eficazmente la EDS.
  • Empoderar y movilizar a los jóvenes.
  • Acelerar las soluciones sostenibles en el plano local y comunitario.

En los ODS se reconoce el papel fundamental de la educación en general, y de la EDS en particular. Esto ocurre en el ODS 4 (Educación de calidad), por supuesto, pero también en metas del ODS 3 (Salud y bienestar), del ODS 12 (Producción y consumo responsables) y el ODS 13 (Acción por el clima).

El imperativo de la actualidad es lograr una sociedad que en la que se pueda mantener una vida digna para todos los habitantes del planeta.

Por ello, deben destinarse recursos abundantes para el Programa de acción mundial de Educación para el Desarrollo Sostenible y para que se alcancen estas metas de los ODS. A quien piense que la inversión en la EDS puede salir muy cara le invito, inspirado en las palabras de Derek Bok (antiguo Rector de Harvard), a que calcule qué tan costosa nos ha resultado la ignorancia.

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En su libro Valor social de la educación y la cultura, Gabriel Jaime Arango Velásquez (Director de Formación Integral en la Universidad EAFIT) señala que la educación es una herramienta que la sociedad ha usado desde hace ya muchos años para inculcar y orientar en cada persona “los principios, valores, actitudes y comportamientos que espera de ella, y la cultura que la identifica con el grupo”.

Niños educacion ambiental

Foto: Corpamag
La educación para el desarrollo sostenible es fundamental para salvar el planeta.

El imperativo de la actualidad es lograr una sociedad donde se pueda mantener una vida digna para todos los habitantes del planeta. El maltrato de los ecosistemas globales pone en riesgo el bienestar alcanzado y el que está aún por alcanzar. Por eso los principios, valores, actitudes y comportamientos que se formen a través de la educación deben estar orientados hacia una cultura de la sostenibilidad.

*Razón Pública agradece el auspicio de la Universidad EAFIT. Las opiniones expresadas son responsabilidad del autor.

**Ingeniero de Procesos de la Universidad EAFIT y Magíster en Ciencias de Sostenibilidad de la Universidad Leuphana de Luneburgo, y estudiante del doctorado en Gobernanza y análisis de políticas públicas en la UNU-MERIT y la Universidad de Maastricht.  Profesor la Universidad EAFIT, miembro del colectivo ciudadano La Ciudad Verde y parte del equipo coordinador de la iniciativa Ciudades Bajas en Carbono. @Alejo_AlvarezV

 

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