Una columna en la que Iván Duque critica a Álvaro Uribe ha causado revuelo. ¿Qué dice este escándalo sobre la situación política de Colombia?
Omar Rincón*
Primer acto: el pecado
Hace 20 años, Iván Duque criticó al primer macho del país en una columna titulada “Los pecados de Álvaro Uribe”.
La famosa columna fue publicada en el semanario Tolima 7 días en julio de 1998. Allí, Duque critica a Uribe por no haber apoyado al liberal Horacio Serpa, alegando que esto facilitó el triunfo de Pastrana en Antioquia. Así mismo, asegura que fue un error facilitar el ascenso de Uribe dentro del liberalismo y lo condena por haber auspiciado las desaparecidas Convivir.
Uribe, escribe Duque, nunca apoyó la candidatura de Serpa por sus diferencias ideológicas: “Serpa es un hombre empeñado en la paz y Uribe un escudero de las Convivir, es decir, una expresión clara de la extrema derecha colombiana que concibe la paz únicamente como resultado de una victoria militar sobre los alzados en armas”. De acuerdo con el actual presidente, la derrota en Antioquia no solo demostró que “Uribe no es profeta en su propia tierra”, sino que dejó al descubierto sus aspiraciones presidenciales.
Segundo acto: las disculpas
El actual presidente asegura que la columna de marras fue producto de sus prejuicios y de su juventud y que, en la actualidad, no se mueve por prejuicios sino por principios como los de Uribe.
Dice también que lo disculpen, que apenas tenía 20 años y un corazón vagabundo como dice la canción de José A. Morales que seguramente él sabe entonar con su guitarra. Me lo imagino cantando: “¡Yo también tuve 20 años y un corazón vagabundo, yo también tuve alegrías y profundos desengaños”!
Este episodio corrobora que Duque es un muchacho querido, lleno de buenas intenciones, pero un gobernante sumamente débil.
En una entrevista con Blu Radio, Duque afirmó que cuando conoció a Uribe y a sus ideas “tuvo la posibilidad de superar muchos de esos prejuicios”. Raro eso de que uno pueda actuar sin prejuicios. Aún más extraño que uno pueda hacer política sin prejuicios.
Este episodio corrobora—una vez más—que Duque es un muchacho querido, lleno de buenas intenciones, pero un gobernante sumamente débil. En definitiva, más que el presidente, parece la primera dama de Colombia.
Le recomendamos en esta edición: Iván Duque: un líder prefabricado, un presidente inventado
Tercer acto: la justificación política
El expresidente Juan Manuel Santos afirmó que solo los imbéciles no cambian de opinión cuando cambian las circunstancias. Esa misma justificación ha sido usada por otros políticos colombianos: Sabas Pretel de la Vega dijo que “la política es dinámica y cambiante” para justificar que el expresidente Uribe se hubiera interesado en la reelección después de pronunciarse en contra de ella durante su campaña.
![]() Foto: Facebook: Álvaro Uribe |
Evidentemente, en la política colombiana es natural cambiar de opinión y de principios para quedarse en el poder o para enmendar errores del pasado. En ese sentido, las declaraciones del Duque son lo más sensato que ha dicho desde que llegó a la Presidencia.
Cuarto acto: la realidad
Resulta extraño que Duque haya culpado a su juventud y a sus prejuicios por tres motivos:
Uno: el actual presidente dijo la verdad sobre Uribe:
- “Uribe no es profeta en su propia tierra”. Y esto sigue siendo así: sus candidatos a Alcalde de Medellín y a gobernador de Antioquia no han ganado las elecciones, han perdido. Luego, él es el rey del carriel pero lo que diga él no es la ley.
- Uribe no es liberal. Otra gran verdad: militó en el liberalismo por oportunismo, fue electo para presidente por firmas y coaliciones, creó el partido de la U como aparato de gestión legislativa y ahora tiene el Centro Democrático como iglesia electoral de sí mismo. Indiscutiblemente, su militancia es en él, y solo en él. Uribe es un hombre de un solo partido: el de él mismo.
- Uribe auspició las Convivir ya que concibe la paz únicamente como resultado de una victoria militar sobre los alzados en armas. Hasta el día de hoy, las Convivir y ganar militarmente la guerra son dos de sus grandes motores políticos. Por eso no podía apoyar a un político que, en su momento, prometía la paz.
- Uribe tenía intenciones para las elecciones presidenciales de 2002. Dicho y hecho. El columnista Duque fue premonitorio en ese escrito juvenil.
En ese orden de ideas, Duque no tenía motivos para retractarse, pues predijo lo que se venía: el tenebroso reinado de Uribe.
Dos: culpó a su juventud, el valor que más usó en su campaña y ahora en la Presidencia. Solo hay que recordar las tantas ocasiones en que enarboló su inexperiencia política, presentándose a sí mismo como un joven inocente de todo mal. En realidad, la juventud no es una disculpa, sino el valor esencial de su estrategia política, supuesto sinónimo de osadía e innovación.
Uribe es un hombre de un solo partido: el de él mismo.
Tres: los prejuicios guían la vida política y la vida cotidiana. ¿Acaso su gobierno no se basa en prejuicios contra los estudiantes que marchan, los indígenas que protestan, los migrantes venezolanos y los líderes sociales? Es indiscutible que sus posturas y decisiones son tan ideológicas como las de sus opositores, pues los prejuicios son lo más propio de la política.
En definitiva, esa columna es uno de los pocos aciertos que Duque ha tenido en su corta carrera política, así que su error no fue escribirla, sino retractarse por haberlo hecho.
Lea en Razón Pública: Uribe, ¿opositor de Duque?
Acto final: Duque es la primera dama
Aunque podría parecer banal, este episodio demuestra que, en realidad, Duque se comporta como el estereotipo de la primera dama. Me disculpo con las mujeres por usar a una figura femenina, pero creo que es una excelente descripción de nuestro actual presidente, el estereotipo de la primera dama.
![]() Foto: Facebook: Iván Duque |
Las preocupaciones de Duque son de páginas sociales, no de asuntos políticos: en vez de dedicarse a resolver la infinidad de problemas que nos aquejan, se dedica a viajar y a tomarse fotos en las que siempre sale como turista. Su debilidad son los retratos con deportistas, cantantes y demás personajes de la farándula.
Además, tiene un tema light del que le encanta hablar: la economía naranja. Nadie sabe qué es exactamente y él insiste en compararla con los siete enanitos convertidos en íes: Información, Instituciones, Infraestructura, Industria, Inclusión, Integración, Inspiración. Pura nada en desarrollo (lugares comunes en expansión), nada en sentidos (y la cultura es de construcción de sentidos colectivos), nada en la i que importa Identidad (el lugar de la cultura y de la soberanía nacional), puro discurso de primera dama a la colombiana.
Es la primera dama y por eso le molesta que le saquen en cara que se atrevió a criticar al primer macho del país. La prueba fehaciente de que Duque y Uribe conforman una familia modelo que no expone en público sus desavenencias porque “los trapos sucios se lavan en casa”.
En el fondo, la columna de Duque causó tanto revuelo e incomodidad porque demostró, una vez más, quién manda realmente en este parque temático llamado Colombia.
*Profesor del Centro de Estudios en Periodismo, CEPER, de la Universidad de los Andes. orincon61@hotmail.com