
La torpeza, el cinismo e incompetencia del presidente ya no producen risa, sino rabia, frustración y desolación
Omar Rincón*
Un discurso inverosímil
El último chiste pesado de Iván Duque fue el discurso que dio en la instalación del Congreso. Como afirmó la periodista Mónica Rodríguez, ese discurso reafirmó la idea de que Duque vive en otro país. Probablemente en Narnia.
En efecto, su gobierno aún no sale del power point naranja que se inventó para tramar a la ciudadanía. Cada día confirmamos que, como explicó magistralmente Lucas Ospina, el presidente vive en las drogas. Lo confirmamos cuando habló en inglés a solas y en blanco y negro. Los confirmamos cada vez que suelta frases de presentador de televisión. Y lo confirmamos al oír el patético discurso que dio en el Congreso.
El país de las maravillas
¡Última hora! Iván Duque, el presidente del país de las maravillas, pronunció un discurso excepcional en la instalación del Congreso. A continuación, resumimos los puntos más importantes:
- ¡Colombia no para! (No para de matar y el gobierno no para de hacerse el loco).
- ¡Hay que decirle NO al odio! (O sea que hay que decirle NO a él mismo, a su titiritero Uribe, a la Cabal y a su archienemigo Petro)
- Colombia debe seguir avanzando en el cumplimiento de la ley (Empezando por la policía, el fiscal y los congresistas del presidente…)
- El gobierno dejará un Archipiélago moderno y una Providencia y Santa Catalina totalmente reconstruidos” (Pero en un universo paralelo)
- Colombia habita la anarquía, el caos y el odio. Es un territorio donde prospera la violencia y el dolor. (¡Wow! Al parecer el presidente decidió ver las noticias. Ahora solo falta que decida vivir en Colombia y no en Narnia).
El presidente, que decidió estrenarse como cuentachistes, se solidarizó con el sector de la salud (al que tiene abandonado desde que la pandemia comenzó) y lamentó los 120 mil muertos que ha dejado la pandemia (pese a que podrían ser muchos menos si hubiese realizado una mejor gestión). Qué momento tan emocional: nadie sabía si reír o llorar.
¡Última hora! Iván Duque, el presidente del país de las maravillas, pronunció un discurso excepcional en la instalación del Congreso
Xiomara comenta que “habló muy bonito e hizo un buen uso del patriotismo”. Isabella cuenta que no hubo fondo, solo forma. No se sabía si estaba en campaña o en Sábados Felices. Quizás el presidente no logró quedar bien con todos, pero definitivamente logró divertir a la audiencia. María Paula dice que se va a acabar su gobierno sin que entendamos nada de la economía naranja. Al parecer, no era economía, cultura ni tecnología sino carreta.
Los congresistas, la audiencia del show del comediante Duque, lo interrumpieron varias veces con oleadas de aplausos y sonrisas. Ellos estaban felices: el último año ganaron millones sin hacer nada, pasaron de agache frente al paro, no aprobaron ninguna ley importante y recibieron pocas críticas porque toda la atención se concentró en el presidente-bufón. Por supuesto tenían que aplaudirlo: fue él quien quedó como el único culpable del desastre nacional.
Colombia llamando a Duque
Por enésima vez, Duque demostró que está desconectado de los ciudadanos y del país que debería dirigir. Solo le queda encomendarse a la Virgen de Chiquinquirá, a los militares y a Uribe, el abuelo gruñón.
Duque es incapaz de oír al pueblo, menos a la oposición. Solo se oye a sí mismo y a quienes coinciden con su pobrísima labor. Eso quedó claro cuando ignoró el estallido social y afirmó que todo era culpa de Petro. Su falta de empatía con los ciudadanos contrasta con la simpatía que muestra hacia los militares.
Presidente, Colombia lleva años pidiéndole que responda, pero usted insiste en ignorar su llamada y seguir viviendo en la estratosfera.

Un chiste de mal gusto
Duque es la figura menos respetada del país: todos los días nos da motivos para reírnos de él. Es un chiste, un meme-maker, una máquina de errores: Polombia, de qué me hablas viejo, te querí, la gaseosa naranja como creatividad y los siete enanitos porque hay muchas cosas que empiezan por siete son tan solo algunos ejemplos de sus invenciones. La torpeza y ceguera que caracterizan al presidente eleva la autoestima de los colombianos. Al verlo, todos nos sentimos inteligentes, seguros y eficientes.
Duque es la figura menos respetada del país: todos los días nos da motivos para reírnos de él. Es un chiste, un meme-maker, una máquina de errores
El problema es que la risa-burla-ironía que despierta el presidente, le ha servido para salirse con la suya: toleramos su gobierno porque nos hace reír y nos da pesar. En vez de exigirle resultados, publicamos trinos y memes con sus frases.
Pero hace rato que Duque dejó de ser un chiste divertido e inofensivo para convertirse en un chiste de mal gusto. Los 4582 casos de violencia policial, la promoción del odio y judicialización de su gobierno, los mercenarios de Haití, los migrantes varados en la frontera con Panamá, los desplazados de Ituango , las mujeres asesinadas, los líderes sociales asesinados y las miles de muertes por COVID-19 no deberían producir risa sino frustración y desolación.
Señor Presidente, no necesitamos memes, sino atención. Su cinismo e indolencia ha cobrado muchas vidas. Escuche, por favor.