¿De dónde viene y para dónde va el Partido Farc? - Razón Pública
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¿De dónde viene y para dónde va el Partido Farc?

Escrito por Medófilo Medina
División FARC

Medofilo MedinaEste partido nació hace casi tres años, pero su adaptación a la vida política no ha sido fácil. ¿Qué le espera al partido de la rosa?

Medófilo Medina*

La Asamblea Nacional

La Asamblea Nacional de los Comunes se llevará a cabo del 11 al 16 de abril del año en curso. La proximidad del evento ha incrementado la confrontación interna y ha provocado que los medios divulguen pronósticos catastróficos sobre la FARC.

La creación de un partido es de interés no solo para los involucrados en la experiencia sino también para la opinión pública. La FARC avanzó en un largo proceso que cubrió el tiempo de las negociaciones de La Habana, del Acuerdo y del azaroso posacuerdo. La vinculación del partido a una época histórica, la época de la paz, es un fenómeno objetivo.

Durante el Primer Simposio sobre la Violencia que tuvo lugar en Bogotá en 1984 tuve el honor de conversar con el reconocido historiador británico Eric Hobsbawm sobre mi investigación sobre la violencia en el sur del Tolima y la actualidad colombiana que, por esos días, giraba en torno a los diálogos de paz entre las FARC y el gobierno de Belisario Betancur. El 28 de marzo de ese año se habían firmado los acuerdos de Cese al Fuego, Paz y Tregua en La Uribe y en los meses siguientes, avanzó la preparación de la fundación de la Unión Patriótica gracias a la convocatoria de las FARC y el apoyo del Partido Comunista. Yo hablaba con entusiasmo de ese proyecto político.

Al margen de la conversación, Hobsbawm aludió a las dificultades con las que suele chocar la gente de las organizaciones armadas en su paso a partido político. Mencionó que los dirigentes de las guerrillas creadas por el PCI en Italia durante la Segunda Guerra Mundial, no lograron jugar un papel político importante a pesar de que el PCI se transformó en un poderoso partido de masas en la posguerra. Aquella observación me llevó a reflexionar sobre los factores de orden sociológico que inciden en la transición de lo militar a lo político.

Existen narrativas que dan cuenta del desarrollo de las FARC en sus varios decenios de existencia, de la articulación de mandos y bases en una estructura vertical y de una cotidianidad donde la rutina organizativa y la reproducción colectiva de las formas de vida eran garantías de efectividad militar o de seguridad. Pautas rigurosas para los mandos y exigencias de disciplina y obediencia para los guerrilleros de base. Sin embargo, a causa de la guerra, había bastante rotación y la asimilación práctica de las normas básicas se daba con celeridad. El ejercicio de la política descansa sobre otros fundamentos y resulta inevitable que quienes vienen de la experiencia armada traten de proyectar el anterior sistema de comunicación y de vida en la nueva etapa. Esto es evidente en el caso colombiano.

Cuestiones heredadas

Además de los problemas de ese orden, es importante recordar que existieron diferencias entre sectores de los mandos de las FARC que permanecieron latentes mientras vivió Manuel Marulanda Vélez. Su autoridad no provenía únicamente de su condición de comandante sino de toda su trayectoria biográfica. Esa condición se apoyó también en la función que llenó Jacobo Arenas. Resulta sorprendente que dos hombres con personalidades tan fuertes no hubiesen protagonizado rivalidad alguna. La armoniosa llave aseguró la unidad de mando y la preservación de una estructura militar nacional, pero también inhibió la discusión y la controversia. Las diferencias existían así no se manifestaran de manera explícita.

Farc rural

Foto: Facebook Partido FARC
La Farc tiene en la movilización social una oportunidad política.

Resulta inevitable que quienes vienen de la experiencia armada traten de proyectar el anterior sistema de comunicación y de vida

Cuando comandantes como Alfonso Cano, Pablo Catatumbo, Timochenko, Pastor Alape y Carlos Antonio Lozada vislumbraron la posibilidad de empezar negociaciones de paz al término de los mandatos de Uribe Vélez, ya habían llegado a la conclusión de que no podrían llegar al poder a través de la lucha armada y que, por tanto, la dejación de armas se inscribiría en la negociación. Iván Márquez, Jesús Santrich, El Paisa y Romaña llegaron a las negociaciones con la misma posición con la que las FARC habían llegado a La Uribe, Tlaxcala, Caracas y el Caguán: la exploración.

El cumplimiento del acuerdo de paz no ha gozado del respaldo oficial porque el actual gobierno tiene una orientación política distinta a la del gobierno que negoció y firmó la paz. La actitud hostil hacia la paz que caracteriza al gobierno de Iván Duque es evidente: el Centro Democrático intenta crear, desde el Congreso, toda suerte de obstáculos a la puesta en marcha de las reformas pactadas, la Fiscalía General de la Nación se ha convertido en un instrumento de saboteo a la JEP y el Consejo Nacional Electoral retrasó el reconocimiento oportuno del partido. Además, los partidos políticos alzaron un cordón sanitario en torno a FARC.

Los dirigentes de las FARC que se habían mostrado indecisos frente al tema de la paz encontraron muchas razones para retomar las armas. En contraste, los directivos del partido FARC afirmaron que su apuesta por la vida política y la legalidad era irreversible a pesar de las adversidades.

Algunos miembros del partido expresaron su desacuerdo con esas declaraciones y varios medios criticaron a Timochenko por la supuesta indiferencia frente a la unidad de la FARC. Esas críticas parten de una confusión, pues la defensa de la unidad del partido no puede entenderse por fuera del proceso de paz.

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La inútil búsqueda de culpables

Algunos sectores que no han abandonado el proceso de paz también han manifestado su desacuerdo con los directivos del partido. En diciembre de 2019, excomandantes de las FARC como Jesús Emilio Carvajalino (Andrés París), Fabián Ramírez y Sonia criticaron a Timochenko y se ufanaron de crear su propia organización (Corporeconciliación) para volverse destinarios directos de los recursos de la reincorporación.

Por su parte, el excomandante Joaquín Gómez que ha estado a la cabeza de la actividad organizativa y productiva en la ETCR de Pondores en la Guajira, se quejó de la falta de solidaridad con Santrich y acusó a Timochenko de “defender el orden burgués”. Sin embargo, Gómez se ha rehusado a asistir a las reuniones del Partido. Los casos de retiro más recientes los protagonizaron Tanja Neijmeijer, integrante de la Comisión de Seguimiento Impulso y Negociación (CSIVI), y Martín Batalla, líder del interesante y exitoso modelo productivo Confecciones la Montaña.

El cumplimiento del acuerdo de paz no ha gozado del respaldo oficial porque el actual gobierno tiene una orientación política distinta a la del gobierno que negoció y firmó la paz

La argumentación ad hominem es tan infértil en la controversia académica como en el debate político. Es necesario partir del examen de las dificultades objetivas que enfrenta una organización de combatientes que está tratando de entrar a otra modalidad de acción política.

Es preciso estimar con cuidado lo que significa defender una formación política comprometida con la paz frente a un gobierno interesado en prolongar las coordenadas de la guerra en la reproducción del sistema político. Como si fuera poco, el goteo letal de excombatientes asesinados sigue en aumento: según las cuentas más recientes, ya van 178.

No pretendo afirmar que se deban descartar las responsabilidades personales y de grupo en la discusión. Quiero manifestar mi deseo de que ello ocurra en un ambiente que no esté enrarecido por la diatriba a quienes ocupan las responsabilidades directivas ni por la descalificación de estos a quienes expresan sus críticas sin desertar de la paz.

Farc, el Partido de la Rosa

Foto: Facebook Partido FARC
Farc, el Partido de la Rosa

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Y sin embargo…

Hay otro prisma distinto a las miserias en la época de la paz para valorar al Partido de la Rosa y para pensar su futuro inmediato. Se trata del formidable movimiento social que llevó a calles a la gente y que entró a la historia contemporánea de Colombia por la puerta grande del 21-N de 2019. Ese vigoroso y variopinto movimiento no resulta imaginable, y así se sostiene en las tesis preparatorias de la Asamblea Nacional de abril, sin que se hubiera firmado el Acuerdo de Paz.

Pese a las ofensivas contra la reconciliación de colombianos y colombianas, la paz sigue en pie y ese es un marco histórico en el que deben inscribirse las discusiones políticas de la actualidad. FARC fue una de las protagonistas del acuerdo de Paz y, por ende, no debe ser ignorada en el análisis de la actualidad colombiana.

La historia del Partido FARC no empieza con su constitución en agosto de 2017, donde se impuso la malhadada ocurrencia de un nombre que miraba al pasado en vez del futuro. ¿Qué pasó con la Marcha Patriótica y con los movimientos de jóvenes en los que  ella se gestó, como los cabildos abiertos? ¿Por qué fueron retirándose los cuadros más prometedores en parte constreñidos por “los históricos”? ¿Volverán los maximalistas a imponer su impronta abrumadora?

El tema tiene una gran trascendencia, así que a los sectores políticamente alternativos les corresponde interesarse en la discusión. No conviene que a la historia de la izquierda en Colombia pueda aplicarse aquella idea de Hegel de que al recorrer la historia nos movemos entre las ruinas de lo egregio.

*Cofundador de Razón Pública. Par ver el perfil del autor, haga clic aquí.

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