Hace cien años nació en Bélgica el guitarrista y compositor Django Reinhardt.
Reseña por: David Jiménez *
Hace cien años nació en Bélgica el guitarrista y compositor Django Reinhardt. Se crió en campamentos de gitanos transhumantes y durante los primeros veinte años de su vida tuvo por casa una carreta. Comenzó su carrera de músico, al lado de acordeonistas populares, hacia 1924, en sitios de diversión nocturna situados en el lado oscuro y pobre de la "Ciudad Luz". Su repertorio inicial incluyó, desde la tradicional "Bal-musette", música bailable predominante desde finales del siglo XIX, hasta los valses, tangos y demás músicas populares de esos "locos años veinte" abiertos a tantas influencias. En 1928, a consecuencia de las quemaduras sufridas durante un incendio en su caravana, perdió el movimiento en dos dedos de la mano izquierda, lo cual lo obligó a un penoso reaprendizaje para tocar la guitarra con solo dos dedos. Pese a esta limitación, a su escasa formación en técnica musical y a ser un autodidacta en su instrumento, llegó a ser reconocido como el más original e influyente guitarrista del jazz, género este que absorbió de manera personal mediante la frecuentación de grabaciones discográficas, en especial de Louis Armstrong y Duke Ellington. En 1934 conoció al violinista Stéphane Grappelli, con el cual formó el quinteto "Hot Club de France", agrupación que le valió renombre internacional. Terminada la Segunda Guerra Mundial, el quinteto emprendió una gira por los Estados Unidos, animada y respaldada por Duke Ellington. La música de Reinhardt, no obstante su aparente facilidad, es de una gran complejidad por las disímiles vertientes culturales que recibe y expresa: la gitana, la francesa y el jazz son las más evidentes. Un oyente habitual de jazz norteamericano difícilmente acepta un conjunto tímbrico que se dice jazz mientras carece de las sonoridades que identifican esa música: piano, saxo, trumpeta y batería. Según algunos, es un jazz para oídos franceses, sobre todo cuando el violín de Grappelli toma la voz cantante. Pero, más allá de su pertenencia o no al jazz, la música de Django Reinhardt tiene un valor en sí misma, por su belleza melódica, su fluidez, el virtuosismo del guitarrista y su capacidad de improvisación. Murió en Francia, en 1953.
*Miembro fundador de Razón Pública. Para ver el perfil del autor, haga clic aquí.