El discurso de Petro: entre el cambio y el statu quo
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El discurso de Petro: entre el cambio y el statu quo

Escrito por Giovanni Jimenez

Una crónica precisa de los hechos, un balance de las consecuencias iniciales y un examen de las perspectivas de las reformas bandera del gobierno Petro tras la ruptura de la coalición de gobierno. ¿Cuál es el papel de los nuevos ministros?

Giovanni Jiménez Barbosa*

El timonazo  

En entrevista con El País de España, dijo el presidente Petro que “el cambio es más difícil de lo que pensábamos”.

Esta frase resume bien el choque entre la posibilidad de cumplir las promesas de campaña y la realidad de una democracia que, aunque llena de vicios, ha mantenido la separación de poderes o el control del Congreso y de los jueces sobre las pretensiones del Ejecutivo.

La fortaleza de esta democracia significa que los cambios deben realizarse en el marco constitucional y como resultado de acuerdos con los partidos políticos.

La entrevista con El País se produjo días después del discurso del primero de mayo  desde el balcón del Palacio de Nariño y ante a cientos de ciudadanos que lo vitoreaban, cuando Petro oficializó la ruptura con los partidos tradicionales.

La ruptura de la coalición de gobierno comenzó a producirse a raíz de las trabas que surgieron del Congreso para la compra de tierras destinadas a cumplir el acuerdo con las FARC. Pero la crisis estalló con motivo de las objeciones de los partidos Liberal, Conservador y de la U al proyecto de reforma de la salud, en repetidas ocasiones, los voceros de estos partidos habían declarado que la ministra Carolina Corcho no incluía los cambios acordados con el presidente o el ministro Alfonso Prada.

Al distanciarse de su coalición inicial de gobierno, es de esperar que el mandatario gira abiertamente hacia los postulados de la izquierda. Su nueva estrategia consistiría en:

  • búsqueda de apoyo popular,
  • confrontación con el establecimiento político y económico,
  • uso de su  capacidad oratoria para impulsar las reformas deseadas, y
  • equipo ministerial de su confianza.

El cambio de ministros  

La ruptura de la coalición culminó con la salida de dos de los ministros más moderados, José Antonio Ocampo y Cecilia López, a quienes se sumaron Carolina Corcho y Alfonso Prada, debido seguramente a que no habían manejado bien las relaciones con el Congreso y los partidos tradicionales.

La ruptura de la coalición de gobierno comenzó a producirse a raíz de las trabas que surgieron del Congreso para la compra de tierras destinadas a cumplir el acuerdo con las FARC. Pero la crisis estalló con motivo de las objeciones de los partidos Liberal, Conservador y de la U al proyecto de reforma de la salud, en repetidas ocasiones, los voceros de estos partidos habían declarado que la ministra Carolina Corcho no incluía los cambios acordados con el presidente o el ministro Alfonso Prada.

Foto: Twitter: DNP - Las consecuencias de la ruptura de la coalición de gobierno todavía no se reflejan, como lo demostró la aprobación del Plan Nacional de Desarrollo. Sin embargo, el impacto podría verse en los debates de la reforma a la salud y laboral.

Los nuevos ministros se caracterizan por su cercanía con el presidente. Tres de ellos lo habían acompañado como secretarios durante su gestión en la alcaldía de Bogotá: el nuevo ministro de salud, Guillermo Alfonso Jaramillo, el entrante ministro de hacienda, Ricardo Bonilla González y el ministro de transporte William Fernando Camargo Triana.

Los dos nuevos ministros, además de la preparación y la experiencia, tienen la particularidad de poder hablarle con firmeza al presidente. Quizás esta confianza los convertirá en los polos a tierra que necesita el gobierno para no distanciarse demasiado de las fuerzas políticas tradicionales y los poderes económicos del país.

Vale resaltar el nombramiento de Luis Fernando Velasco, quien deberá recuperar la gobernabilidad perdida tras la ruptura de la coalición de gobierno. Para eso tendrá que restablecer las relaciones con los partidos tradicionales— y además profundizar en la división del partido Liberal—; según ha dicho Velasco, cerca de dieciocho representantes a la Cámara han manifestado la intención de apartarse de las directrices de César Gaviria, férreo opositor de las reformas del presidente Petro.

El futuro de las reformas

Por ahora, la fragmentación de la coalición no ha pasado factura. El gobierno logró hacer aprobar el Plan Nacional de Desarrollo sin mayores dificultades. Pero el verdadero impacto se verá esta semana, cuando se reanude el debate de la reforma de la salud y comience a discutirse la reforma laboral.

En lo que respecta a la primera, el ministro Jaramillo tendrá que retomar el diálogo con las distintas bancadas, con las agremiaciones de EPS e IPS, con la academia y con los pacientes, todos ellas maltrechas por el errático manejo de su antecesora.

Si logra reestablecer la confianza de estos sectores, el ministro podrá consolidar una reforma que realmente se concentre en los problemas del sistema. También, será fundamental que el ministro evalúe los contenidos de la ponencia, ya que la mayoría de los cambios ya se encuentra en las normas; por este motivo, hay que centrarse en la reglamentación de lo que ya existe.

Además de lo anterior, el ministro deberá evaluar si el trámite de la reforma está viciado de fondo y/o de forma, ya que la Corte Constitucional podría declararla inexequible.

Por encima de todo, Guillermo Alfonso Jaramillo deberá convencer al presidente de que el sistema no necesita una reforma estructural. Con los cambios e incentivos adecuados, el sistema de salud puede convertirse en la base de las reformas sociales que necesita el país. Al construir sobre lo construido, se evitan salidas en falso, como sucedió recientemente en México.

Si el gobierno no logra las mayorías parlamentarias, sus reformas no serán aprobadas con facilidad. Como se vio en las sesiones de la reforma de la salud, una coalición débil facilita la actuación de una red clientelista que desdibuja las intenciones de cambio del primer gobierno de izquierda en Colombia.

Si logra reestablecer la confianza de estos sectores, el ministro podrá consolidar una reforma que realmente se concentre en los problemas del sistema. También, será fundamental que el ministro evalúe los contenidos de la ponencia, ya que la mayoría de los cambios ya se encuentra en las normas; por este motivo, hay que centrarse en la reglamentación de lo que ya existe.

Este problema podría llevar a que Petro recurra a las movilizaciones sociales y a apariciones públicas. Al depender de su oratoria, el presidente poco a poco se distanciará de los acuerdos con los diferentes estamentos políticos, lo cual daría pie a mayor polarización y afectará la economía del país.

En conclusión, el discurso de Petro el 1 de mayo creó incertidumbre sobre el futuro del gobierno. Aunque ha tratado de alivianar sus declaraciones, el panorama aún es difuso. Su mayor reto será tener una reacción madura, respetuosa y reflexiva que evite la radicalización del ejecutivo. Al recuperar la cohesión de su coalición, aumenta la probabilidad de que sean aprobadas las reformas sociales que Colombia necesita.

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