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El discurso de Duque ante la ONU

Escrito por Laura Betancur Restrepo
Laura Betancur

La intervención de Duque ante la Asamblea General de la ONU sacó a la luz las muchas y muy serias incoherencias de su gobierno. Esto fue lo que dijo- y esto es lo que ha hecho-.

Laura Betancur Restrepo*

Las incoherencias

El discurso de Iván Duque en la 75 Asamblea General de Naciones Unidas siguió las tendencias habituales en este tipo de discursos: dio un vistazo general de Colombia, hizo énfasis en los avances logrados y evitó mencionar los errores de su gobierno.

Varios medios han comentado la falta de coherencia entre lo que el presidente dijo y lo que hace. En particular, en materia ambiental y en construcción de paz. Sobre esto se le reclamó:

  1. Que destacara su apoyo al Convenio de Escazú aunque la ratificación de este tratado esté enredada porque miembros de su bancada están haciendo lo posible para que el Congreso no lo ratifique.
  2. Que llamara a la comunidad internacional a unirse a Colombia para proteger los páramos, aunque su gobierno no protege estos ecosistemas. Un claro ejemplo es la minería en las inmediaciones del páramo de Santurbán.
  3. Que recalcara la inversión que ha hecho en los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET) sin mencionar las críticas que le ha hecho la Comisión de Paz por no invertir suficientemente en ellos.
  4. Que rindiera homenaje a la labor de los líderes y lideresas sociales, sin mencionar los asesinatos.

Además, Duque demostró en su discurso su falta de coherencia en relación con el multilateralismo y el compromiso con la región.

De hecho, empezó afirmando la disposición de su gobierno al diálogo para superar obstáculos y resaltó que Colombia es ejemplo “de una larga tradición de participación en los escenarios multilaterales” y de “compromiso regional”. Estas afirmaciones contrastan con los eventos recientes que mencionaré.

Foto: Misión permanente de la ONU en Colombia Sobre la paz, Duque elogió las funciones de la ONU para el cumplimiento del acuerdo con “legalidad”, sin embargo en su gobierno hemos visto que no se reciben muy bien las críticas.

Polarización en vez de latinoamericanismo

Como pruebas del “compromiso regional”, Duque dijo que Colombia había recibido la presidencia pro tempore de ProSur, la de la Alianza del Pacífico y la de la Comunidad Andina de Naciones.

Pero otras acciones de su gobierno ponen en duda el compromiso regional y parecen afianzar la polarización política.

No hay que olvidar la tensa relación entre Colombia y Cuba y las serias advertencias de Duque a este país desde que se rompieron las conversaciones con el ELN tras el atentado de la Escuela de Cadetes General Santander en 2019.

Duque ha dicho que Cuba no debe apoyar el terrorismo y le ha exigido entregar los voceros del ELN a las autoridades colombianas, aunque esto contradiga los protocolos de ruptura de la negociación en los que Cuba era país garante.

Además, Duque fue en contra de la tradición regional de apoyar a un candidato latinoamericano a la presidencia del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), pues apoyó al candidato de Estados Unidos, Mauricio Claver-Carone,

Esto, pese a que varios presidentes de la región habían pedido postergar la elección por la pandemia y para hacer posible una candidatura latinoamericana. Como señala La Silla Vacía, esto refuerza “la ruptura de la región en dos bloques que Duque lideró con el ‘cerco diplomático’ a Venezuela y privilegió (sic) la relación bilateral con EE.UU. sobre un multilateralismo latinoamericano”.

Duque no ha sido coherente sino es en sus ataques al régimen de Nicolás Maduro y en las críticas a las elecciones de Venezuela previstas para diciembre que formuló en su discurso ante la ONU.

Las dos caras de Duque ante la paz y la ONU

Como si poner en marcha el Acuerdo de Paz no fuera parte de “la ley”, el presidente Duque recalcó las bondades del multilateralismo al referirse a la construcción de su “paz con legalidad”.

Y en este punto añadió que “las herramientas multilaterales han sido claves para la contribución de la comunidad internacional a este propósito, en especial, en cuanto a la reparación de las víctimas, el mejoramiento del desarrollo rural, la formalización de la propiedad en los rincones remotos de nuestro país”. Por todo esto, agradeció “el acompañamiento de la misión de la verificación de la ONU”.

Pero este pronunciamiento elogioso de la ONU contrasta con su hostilidad frente a las agencias de esta misma organización que trabajan en derechos humanos.

En efecto. La Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de las Naciones Unidas (OACNUDH) fue establecida en Colombia en 1997 por recomendación de la Comisión de Derechos Humanos (hoy, el Consejo de Derechos Humanos) y a iniciativa del gobierno nacional.

El propósito de la oficina era recomendar políticas, programas y medidas para disminuir el clima de violencia y atender los daños del conflicto armado. Desde entonces, esta oficina ha sido renovada (no sin contratiempos) por acuerdos posteriores con el gobierno de Colombia. Por lo demás se trata de la oficina de país más grande del Alto Comisionado en el mundo, pues cuenta con ocho suboficinas territoriales, que cubren casi todo el territorio nacional.

Hoy, además de la Oficina, está operando en Colombia una Misión Política de Verificación de la ONU, que fue creada en el marco del Acuerdo de La Habana como un mecanismo tripartito de verificación del cumplimiento de los pactos.

El gobierno de Colombia fue quien solicitó al Consejo de Seguridad de la ONU crear esta misión por un período de doce meses prorrogables para monitorear el cese al fuego y la dejación de armas —sin incluir dentro de su mandato la vigilancia o el enfoque de los derechos humanos—.

Y mientras tanto la Oficina siguió siendo un actor clave en el escenario del posconflicto, tanto en materia de derechos humanos como de propiciar el diálogo entre los movimientos sociales y el gobierno nacional.

Por eso dice tanto el agradecimiento de Duque a la misión de verificación y su silencio frente al trabajo de la OACNUDH en Colombia, que ha criticado duramente.

Foto: Cancillería Es bueno tener presente que el multilateralismo no se limita a girar recursos, sino que también lo componen la rendición de cuentas de las obligaciones adquiridas a nivel estatal.

No a las evaluaciones de derechos humanos

Por ejemplo, en marzo de 2019 el director de la Oficina, Alberto Brunori, apoyó la ley estatutaria de la JEP. Esto fue mal recibido por Duque, quien decidió objetarla y calificó de “falta de respeto” e “injerencia indebida” el pronunciamiento de Brunori.

Después, en febrero de 2020, Brunori presentó el informe anual de la OACNUDH sobre los derechos humanos en Colombia. Duque manifestó su inconformidad y además lo tildó de “intromisión a la soberanía” y dijo que era “un informe chambón”.

Brunori finalmente dejó su cargo en Colombia en medio de un reclamo de miembros del Centro Democrático de cerrar la oficina en el país.

Los reclamos de Duque no se han limitado a la OACNUDH. En 2019 el relator especial de la ONU sobre la situación de los defensores de Derechos Humanos, Michel Forst, pidió más de una vez visitar Colombia para finalizar su informe, pero no consiguió una invitación para hacer la visita de seguimiento.

El informe que presentó ante el Consejo de Derechos Humanos en marzo de 2020 sobre la situación de defensores en el país, fue blanco de rechazos por parte del gobierno colombiano. Emilio Archila dijo que el relator no estaba “bien informado” y la ministra del Interior, Alicia Arango, dijo sobre el informe que en Colombia “mueren más personas por robo de celulares”.

No es nada nuevo que el Gobierno de Colombia se incomode con el trabajo de la OACNUDH o con las visitas e informes de los relatores de la ONU sobre distintas áreas de los derechos humanos.

Lo nuevo y sorprendente es la completa falta de diplomacia y el nivel de hostilidad de Duque y varios de sus funcionarios hacia los organismos que trabajan en materia de derechos humanos en esa organización.

Sí a la ayuda financiera

Si revisamos las palabras de Duque del 22 de septiembre, vemos que el multilateralismo y el trabajo de la ONU que elogia se limitan a la cooperación que recibe de esa organización.

Esto acompañó la solicitud de Duque para que la comunidad internacional apoye a Colombia en la lucha contra el narcotráfico, la protección de los páramos y la salida de la emergencia económica que nos deja la COVID-19.

Dice mucho el interés de Duque de mejorar un tipo de multilateralismo: aquel que da recursos de cooperación, sin opinar, hacer seguimiento y mucho menos hacer recomendaciones y críticas en materia de derechos humanos. Si lo hacen, le sale al paso diciendo que viola su soberanía.

El multilateralismo no se limita a girar recursos. El presidente también debe rendir cuentas de sus obligaciones como jefe de un Estado.

A este clamor de Duque por un multilateralismo sesgado le conviene recordar que la ONU nació después de las atrocidades de la Segunda Guerra Mundial y uno de sus principales logros ha sido mejorar el sistema universal de derechos humanos, cuya garantía es parte esencial de la misión de velar por la paz y a seguridad internacionales.

Como dijo Duque, la crisis mundial en que nos encontramos debe invitar a repensar un futuro más sostenible y justo. Ojalá uno más inclusivo y solidario.

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