Ni por todo el dinero podemos perder la Amazonía.
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Ni por todo el dinero podemos perder la Amazonía

Los daños no son apenas medioambientales y culturales. Este es el dinero que pierde usted y pierde Colombia por descuidar el Amazonas.

César Augusto Ruiz-Agudelo y Angela María Cortés-Gómez*

La Amazonía colombiana

La cuenca amazónica es una de las ecorregiones más importantes para el continente y el planeta, debido a su diversidad biológica, social, cultural y a sus servicios ecosistémicos. La cuenca amazónica colombiana tiene una superficie aproximada de 34 millones de hectáreas y está ubicada en el sureste del país.

Según el mapa de zonificación hidrográfica de Colombia (ideam, 2013), la cuenca comprende los departamentos de Amazonas, Guaviare, Caquetá, Vaupés, Guainía, Putumayo, Meta, Nariño, Huila y Cauca.

Su densidad de población es baja (2,5 Hab/km2), pero es considerada una de las regiones más dinámicas en términos de actividades migratorias internas, principalmente como resultado de la colonización a principios del siglo XX, el desplazamiento forzado y la violencia durante el período comprendido entre 1985 y 2005.

Según esta investigación, 92 biomas y 39 ecosistemas generales existen en la cuenca amazónica colombiana, en donde se han transformado aproximadamente cuatro millones de hectáreas para múltiples actividades antrópicas legales e ilegales.

La cuenca amazónica colombiana, por acciones como la deforestación (principalmente), la ganadería extensiva y la expansión de cultivos ilícitos, ha perdido aproximadamente 18.100 millones de dólares al año (equivalente al 6,7 % del pib de Colombia en el 2020). Esta cifra es una aproximación al valor económico del bienestar humano perdido por la degradación de esta selva tropical.

Un estudio del capital natural

Este resultado se conoce tras la publicación de un estudio  de profesores y estudiantes de la Universidad Javeriana, en el cual trabajaron durante más de 3 años y se titula: Una primera aproximación al capital natural remanente de la cuenca amazónica colombiana. Implicaciones políticas y de desarrollo, la cual se publicó en la revista científica Trees, Forest And People.

El equipo de investigación está integrado por Angela María Cortes, candidata a doctora en Estudios Ambientales y Rurales en Javeriana; César Augusto Ruíz Agudelo, profesor de Extensión de la misma universidad y de la Jorge Tadeo Lozano; Francisco de Paula Gutiérrez, profesor de esta segunda universidad, y Andrés Suárez, profesor de la Universidad de la Costa.

La investigación aborda un aspecto particular de la Amazonía colombiana: su capital natural, entendido como los componentes vivos y no vivos de los ecosistemas (activos de los ecosistemas) que proporcionan un flujo continuo de bienes y servicios fundamentales para el bienestar humano a diversas escalas.

Este enfoque permite comprender que los activos naturales renovables y no renovables producen beneficios directos e indirectos para la sociedad en forma de servicios ecosistémicos.  Pero este capital natural y los servicios ecosistémicos que resultan de él, suelen ser subvalorados e ignorados por los gobiernos, las empresas y el público en general.

Las cuentas efectivas son, sin embargo, una herramienta importante para el desarrollo sostenible. Una vez entendido esto, hay que incluirlo en la toma de decisiones, de lo contrario, el bienestar humano actual y futuro se verá afectado de maneras drásticas.

De allí que la valoración económica de los bienes y servicios ecosistémicos de la Amazonía colombiana (por ejemplo: la regulación del clima y la mitigación del cambio climático, la conservación de la rica biodiversidad de la selva amazónica, la pesca, la recreación y el turismo, la producción de alimentos y la regulación hídrica, entre otros) deba tener un papel esencial en la formulación de políticas de desarrollo económico.

Diversidad y bienestar en pérdida

Los autores estimaron que a la Amazonía colombiana le queda un total de capital natural aproximado de 153.900 millones de dólares al año (equivalente al 57 % del pib de Colombia en el 2020).

Esta cifra cubre ocho servicios ecosistémicos que lograron valorar con la información disponible a nivel nacional e internacional.  Es decir, este valor es una estimación económica del bienestar que, por año, recibe la humanidad por conservar la selva amazónica colombiana.

Un resultado preocupante, que al menos debería ser útil para reorientar la planificación territorial de la amazonia colombiana, es que los departamentos que han perdido más capital natural, por múltiples actividades como la ganadería extensiva y los cultivos ilícitos, son: Caquetá (9.700 millones de dólares al año), Putumayo (3.600 millones) y Guaviare (1.800 millones).

Foto: MEN - Se deben mejorar la gobernabilidad de las tierras indígenas amazónicas y las áreas protegidas e incentivar la producción agropecuaria sostenible.

La cuenca amazónica colombiana, por acciones como la deforestación (principalmente), la ganadería extensiva y la expansión de cultivos ilícitos, ha perdido aproximadamente 18.100 millones de dólares al año (equivalente al 6,7 % del PIB de Colombia en el 2020).

Estos departamentos coinciden con los actuales focos de deforestación en la Amazonia. En estos deberían concentrarse los esfuerzos para evitar la pérdida de más capital natural. Desafortunadamente, el noroeste de la Amazonía se convirtió en uno de los puntos críticos más recientes de pérdida de bosques en la cuenca.

Finalmente, los investigadores hicieron una proyección de cuánto capital natural se perdería en la Amazonía si los sistemas de producción ganadera (convencional y extensiva en potreros convencionales) se expanden durante 10 años, y se reflejaron pérdidas adicionales de aproximadamente 9.100 millones de dólares al año.  tales perdidas podrían revertirse si estas actividades se planificaran de una manera adecuada (actualizando el ordenamiento territorial de estos departamentos y municipios, por ejemplo) y se estimularan los sistemas ganaderos sostenibles, como los sistemas silvopastoriles ya probados en diversas regiones del país.

El verde es nuestro oro

Esta valoración económica, si bien no es perfecta y constituye una primera aproximación, demuestra el inmenso valor, en términos económicos y para el bienestar humano, de esta región natural.

De ahí la invitación al gobierno Petro para tomar medidas más serias y contundentes que mejoren el manejo de los resguardos indígenas (que contienen el 63 % del capital natural remanente de la Amazonía) y de las áreas protegidas existentes (que contienen el 28 % del capital natural remanente).

Mejorar, en un escenario de paz total, la gobernabilidad de las tierras indígenas amazónicas y las áreas protegidas e incentivar la producción agropecuaria sostenible, deben ser los principales propósitos de un gobierno que reconozca el inmenso valor biológico, ecológico, cultural y económico de la conservación de la Amazonía.

Son muchos los beneficios derivados de valorar económicamente los servicios ecosistémicos de la cuenca amazónica, como el diseño informado de instrumentos económicos. Ejemplos de estos son los pagos por los servicios ambientales, los proyectos de mitigación del cambio climático basados en disminuir la deforestación y la degradación de los bosques, el ecoturismo y el etnoturismo.

Pero la importancia de esto va más allá. La valoración monetaria de los servicios ecosistémicos puede ayudar a los responsables de la formulación de políticas a gestionar los varios elementos del bienestar humano, proporcionando las bases para la sostenibilidad económica y ambiental.

Dado que esta investigación presenta mapas con la distribución del capital natural remanente, pueden complementarse los estudios de la biodiversidad para identificar, con mayor precisión, áreas clave para mantener la provisión de servicios ecosistémicos críticos y que, por lo tanto, son prioritarias para la conservación.

Para concluir, los investigadores expresan que la economía no lo resuelve todo, ni estas estimaciones son una verdad revelada, pero sí invitan a repensar la importancia política de nuestra biodiversidad, en el marco de una economía nacional que aspira a transitar hacia una verdadera sostenibilidad.

¿Cuál debe ser el futuro del capital natural de la Amazonía colombiana? Esta es una pregunta vigente que necesita el concurso de múltiples disciplinas científicas, de la reflexión profunda y la acción concreta de un gobierno de cambio.

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