La invasión de Ucrania está cambiando el orden global y los principios del derecho internacional. Las consecuencias de este cambio serán trascendentales para todos los países, incluyendo a Colombia.
Enrique Prieto Ríos* y René Urueña**
¿Para qué sirve el derecho internacional?
Muchos se preguntan sobre la utilidad del derecho internacional debido a la invasión rusa a Ucrania: “si Rusia puede hacer esto, ¿para qué sirven Naciones Unidas y todas esas instituciones internacionales?”.
Los escépticos creen que la invasión demuestra que el derecho internacional no existe o que es irrelevante. Pero este escepticismo nace de una visión idealizada sobre el funcionamiento del derecho en la sociedad, una lectura falsa tanto del derecho nacional como del internacional.
El derecho internacional no es (ni puede ser) un encantamiento mágico que transforma la realidad —como tampoco el derecho penal por sí solo elimina la criminalidad ni el derecho tributario impide la evasión de impuestos—.
En el caso de Ucrania, el derecho internacional sirve en primer lugar para saber que la invasión no es justificable (brinda certeza moral), en segundo lugar, brinda herramientas para imponer sanciones (como las aplicadas en estos días a Rusia en consonancia con normas internacionales) y, finalmente, permite coordinar y legitimar la imposición de esas sanciones (es una herramienta de acción colectiva).
Todos desearían que la ONU le ordenara a Putin que se detenga y que él acate, al igual que todos desean que la Corte Constitucional detenga la violencia contra los líderes sociales. Pero así no opera el derecho. Hay que poner en funcionamiento una serie de engranajes políticos para lograr esto, y el derecho internacional es el engranaje en este caso.
El derecho internacional detrás de la invasión
La situación en Ucrania no demuestra que el derecho internacional haya “fallado” o que “no exista”, pero sí muestra que el panorama internacional esta cambiando. Putin decidió atacar y justificó esta decisión apelando a una interpretación amplia y errada del derecho a la legítima defensa (consagrado en el Artículo 51 de la Carta de la ONU) y de la protección contra el genocidio (Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio).
De igual forma, justificó el reconocimiento de Lughansk y Donetsk como repúblicas a partir del principio de libre determinación de los pueblos, tal como lo establece la Carta de la ONU.
Los pilares internacionales comenzaron a ser desmontados mediante la llamada “Guerra contra el Terrorismo” que justificó pasarse por la faja al Consejo de Seguridad de la ONU y usar interpretaciones amplias del derecho a la legítima defensa, como la teoría de la legítima defensa preventiva.
La invasión de Ucrania muestra la decadencia definitiva de los pilares internacionales que surgieron de la Segunda Guerra Mundial.
Este proceso comenzó el 11 de septiembre de 2001. Los pilares internacionales comenzaron a ser desmontados mediante la llamada “Guerra contra el Terrorismo” que justificó pasarse por la faja al Consejo de Seguridad de la ONU y usar interpretaciones amplias del derecho a la legítima defensa, como la teoría de la legítima defensa preventiva.
La posterior expansión del nacionalismo agresivo de Donald Trump y sus imitadores mostró el rechazo al consenso de que el orden jurídico internacional era algo deseable. Así se puso en duda el centro del sistema internacional.
Ahora Putin viola la Carta de la ONU y usa cínicamente los argumentos jurídicos humanitarios creados para justificar anteriores usos de la fuerza, particularmente por parte de Estados Unidos, y patea una de las últimas columnas del derecho internacional. Aunque esto no significa el fin del derecho internacional, sí es un proceso extremadamente rápido de redefinición de sus pilares.
Pero la invasión de Ucrania también se trata de poner en duda el sistema de seguridad colectivo en Europa, el cual sirvió como piedra angular del orden jurídico internacional y aceptaba la hegemonía militar de Estados Unidos en el hemisferio occidental.
Rusia y la duda sobre el orden internacional
Rusia puso en duda el sistema de seguridad por dos razones: en primer lugar, la expansión de la OTAN hacia el este y, en segundo lugar, la violación del derecho internacional por parte de Estados Unidos y sus aliados en operaciones militares anteriores, particularmente en Kosovo, Irak y Libia.
Putin mencionó estos hechos en sus discursos y sostuvo que Occidente es hipócrita porque usa las normas del derecho internacional para criticar y sancionar a los demás, pero únicamente para legitimar sus propios ejercicios abusivos de la fuerza militar.
- Para Putin la expansión de la OTAN hacia los países que formaron parte de la Unión Soviética o que estaban tras la cortina de hierro (los países bálticos, Hungría, Polonia y la Republica Checa) es una amenaza existencial para Rusia.
Algunos expertos (incluso en Estados Unidos) consideraron que dicha expansión era una promesa de defensa colectiva que Estados Unidos podría cumplir si Rusia estaba débil. Pero la promesa de defensa podía convertirse en un pacto suicida si Rusia se endurecía, en especial para los europeos.
Pero aun si Estados Unidos y sus aliados actuaron de manera ilícita, eso no hace lícita ni justificable la acción de Rusia.
Con todo, cuesta pensar que la expansión de la Unión Europea como un proyecto de integración político y económico se hubiese dado sin crear esa barrera de protección militar hacia el este. El Euro, el espacio Schengen y el mercado único necesitaban (y necesitan) que alguien vigile la puerta de entrada al barrio europeo y ese alguien ha sido la OTAN, no los europeos con su incipiente modelo de seguridad.
Pero esta expansión no produjo amenazas militares reales para Rusia, tanto así que la expansión ocurrió en parte durante las dos primeras presidencias de Putin y él nunca tomo medidas económicas o militares para controvertirlas. Así, si bien el argumento de Putin respecto de la OTAN es razonable, no justifica la invasión de Ucrania, la cual nunca tuvo una expectativa real de entrar a la organización.
- Algo similar ocurre con el segundo argumento. Para nadie es un secreto que Estados Unidos y sus aliados han violado el derecho internacional —y debería ser aún más claro para los latinoamericanos—.
La última vez que hubo bombardeos en Europa fue sobre Serbia en 1999. La OTAN atacó en esa ocasión sin el permiso del Consejo de Seguridad de la ONU. Lo mismo puede decirse de la invasión a Irak y de la operación de la OTAN en Libia en el 2011, la cual fue aprobada por el Consejo de Seguridad y dejó al país inmerso en una guerra civil de la que hasta ahora está saliendo.
Pero aun si Estados Unidos y sus aliados actuaron de manera ilícita, eso no hace lícita ni justificable la acción de Rusia. Aquí radica la importancia del derecho internacional, pues nos permite debatir y rechazar las acciones de Estados Unidos y las de Rusia con la misma certeza.

¿Y qué pasa ahora?
El cambio profundo de la arquitectura internacional que traerá este conflicto tardará en cristalizarse. Es imposible predecir cómo acabará el conflicto: tal vez una ocupación formal del territorio ucraniano o con un régimen títere de los rusos, incluso puede haber resistencia y una guerra de guerrillas.
Pero ya es posible ver algunos cambios profundos que se acelerarán. El primero es la revelación de que puede aislarse a Rusia del sistema económico internacional a corto y mediano plazo. Así, el retiro de algunos bancos rusos del sistema SWIFT, que facilita las transacciones financieras internacionales entre más de 11.000 bancos de más de 200 países del mundo, tendrá un efecto inmediato. Lo mismo ocurrirá con las sanciones económicas impuestas por Estados Unidos y Europa al gobierno ruso y a las personas cercanas a Putin.
No hay duda de que la invasión de Ucrania cambia el cálculo jurídico y geopolítico en otras áreas del mundo, cuya estabilidad han dependido hasta el momento de la proyección de hegemonía militar de Estados Unidos.
Aunque las sanciones económicas parezcan diminutas frente a la magnitud de la ofensiva rusa, en realidad la arquitectura jurídica y política que se puso en movimiento para estas sanciones ya forma parte de la caja de herramientas de Occidente en sus conflictos geopolíticos —y China debe estar tomando nota—. Para no ir más lejos, no sería una sorpresa que China decida crear su propio sistema de mensajería bancaria como alternativa al SWIFT.
Por otro lado, conviene analizar la reclamación de Ucrania contra Rusia ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) por la manipulación de la noción de genocidio para justificar la invasión.
Como señala Marko Milanovic, este reclamo tiene serias limitaciones, ya que la CIJ no tiene jurisdicción directa sobre Rusia por violar las prohibiciones de uso de la fuerza o agresión que están en la Carta de la ONU. Pero la estrategia de Ucrania es centrar la demanda sobre la interpretación errada de los actos de genocidio para que la CIJ tenga jurisdicción a partir de la Convención Contra el Genocidio y pueda ordenar medidas provisionales que detengan la invasión.
Sin duda la invasión de Ucrania es el evento con implicaciones jurídicas internacionales más importante de esta generación. No hay duda de que la invasión de Ucrania cambia el cálculo jurídico y geopolítico en otras áreas del mundo, cuya estabilidad han dependido hasta el momento de la proyección de hegemonía militar de Estados Unidos.
Por último, es importante hacerle segumiento a los diálogos que se adelantarán en la frontera con Bielorrusia entre representantes de los gobiernos de Ucrania y Rusia. La mejor forma de desescalar esta situación compleja es la salida diplomática.