Qué están haciendo los psicólogos para atender la depresión y la ansiedad de un país que está aprendiendo a coexistir con el coronavirus.
Ana Marcela Uribe*
Bombardeo de información
Desde antes del primer caso de COVID-19 en Colombia, todos los frentes gubernamentales y locales se concentraron en cómo responder a la pandemia.
Día tras día, cada colombiano recibía recomendaciones sobre cómo prevenir el contagio, información que en muchos casos podría sonar exagerada, en especial la referente al distanciamiento físico obligatorio en una cultura caracterizada por la afectividad y la cercanía.
El 26 de marzo se decretó la cuarentena, y en ese mismo momento los profesionales de la salud mental empezaron a ejercer la vigilancia.
Reacciones negativas
Esta nueva experiencia desencadenó en niños, adolescentes y adultos reacciones emocionales que variaban según sus circunstancias. Algunas personas sintieron un pequeño descanso de sus actividades académicas y/o laborales. Para otras empezaron o se agravaron las angustias presupuestales, y a medida que llegaba información sobre la gravedad de la crisis en otros países.
Otra parte de la población se preocupó ante todo por el riesgo de contagio y los muchos ajustes que tendrían que hacer en sus vidas; ellos fueron los primeros en mostrar síntomas de estrés, aburrimiento, nerviosismo e incluso tristeza.
Los profesionales de la salud mental empezaron a ejercer la vigilancia.
Cifras y Conceptos publicó una encuesta a 1848 mayores de edad en distintas ciudades y zonas rurales de algunos centros poblados del país. Con datos recogidos entre el 24 y 28 de abril pasados, la encuesta halló que
- Un 17 % de los consultados reportó tener un nivel alto de depresión;
- Otro 17 %, un nivel medio de depresión, y
- Un 51 % adicional, un nivel alto de ansiedad
Ante el avance de la pandemia, el presidente Duque anunció que la cuarentena se extendería hasta el 27 de abril; después la prorrogó hasta el 25 de mayo. En consecuencia, se agudizaron las afecciones a la salud mental de los colombianos. Esta situación activó las alarmas de psicólogos de todo el territorio, cuyo propósito era mitigar el aumento de la depresión y la ansiedad.
Malos antecedentes
En el año 2015 la Encuesta Nacional de Salud Mental había mostrado los siguientes resultados preocupantes:
- 3,9 % de los jóvenes entre 12 y 17 años reportaron más de siete síntomas de depresión;
- 4,3 % de este mismo grupo reportó más de cinco síntomas de ansiedad;
- 4,2 % de adultos entre 18 y 44 años reportó más de 7 síntomas de depresión;
- 12,3 % de este último grupo reportó entre 3 a 4 síntomas de ansiedad.
Por otro lado, según el Boletín de Salud Mental de marzo del 2018, Colombia registraba una tasa de intento de suicidio de 11,7 por 100.000 habitantes. Hay 8.798 casos reportados en el país; las tasas de incidencia más elevadas las tenían los departamentos de Vaupés (26,7 por cada 100.000 habitantes), Putumayo (19,5), Huila (18,4), Caldas (17,5), Risaralda (16,9), Quindío (16), Meta (14,4), Arauca (14) y Antioquia (13,9).

Foto: Pixabay
Es esencial reconocer el trabajo de cada uno de los profesionales de la salud mental que dan respuesta a las necesidades emocionales de la población.
Las cifras anteriores -que además en apariencia habían aumentado en los años subsiguientes- justificaban planes de acción urgentes para responder a las implicaciones emocionales de la llegada de la COVID-19.
Según el DANE Colombia tiene 48.258.494 habitantes entre los cuales por supuesto existen diferencias ideográficas. Pero en estos últimos meses -y ante las situaciones que ha traído el confinamiento- se han compartido emociones similares en cada hogar. Es un hecho que constatan los síntomas relacionados con la salud mental.
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¿A qué se deben la ansiedad y depresión?
Entre las situaciones o causas más comunes de los problemas de salud mental en esta coyuntura se pueden mencionar:
- El ajuste a nuevas rutinas y el aprendizaje de conductas de cuidado en hogares de personas diagnosticadas, especialmente la adaptación al distanciamiento físico.
- El riesgo de contagio real o percibido en adultos que deban salir a abastecer a sus familias y en el personal de salud u otros profesionales que tengan contacto directo o indirecto con personas contagiadas.
- La hospitalización de familiares con diagnóstico y a quienes no se puede visitar.
- La muerte de seres queridos sin que se puedan celebrar rituales de despedida.
- La discriminación contra pacientes diagnosticados y personal de salud.
Otras situaciones surgen de la cotidianidad del confinamiento en los hogares:
- Conflictos entre parejas y/o entre padres e hijos por el manejo de nuevas rutinas y por la distribución de espacios físicos para sus actividades diarias.
- Maltrato intrafamiliar.
- Soledad en sus espacios de confinamiento.
- Carencias económicas para suplir las necesidades básicas, causadas por la restricción total o parcial para buscar recursos fuera de su hogar.
Por último, la incertidumbre sobre cuándo se volverá a la normalidad toma distintas formas:
- Despidos, reducciones o retrasos en remuneración económica, cancelación de proyectos laborales o quiebras de empresas.
- Modificaciones en las metodologías pedagógicas de colegios y universidades.
- Medidas restrictivas en el transporte terrestre, aéreo y marítimo, con sus consecuencias para distintos sectores económicos.
Para finalizar, hay otra realidad que será motivo de intervenciones psicológicas: la población tendrá que adaptarse a coexistir con el COVID-19, lo que implica diseñar programas de promoción de la salud según conductas responsables de autocuidado y adaptación.
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Acciones del gremio de psicólogos en Colombia
El Colegio Colombiano de Psicólogos (COLPSIC) ofrece a los interesados el curso de Formación de Voluntarios, cuyo objetivo es responder a la crisis emocional ocasionada por el COVID-19 a través de las plataformas virtuales de dos universidades colombianas. El 15 de mayo se habían inscrito 3261 profesionales; 831 ya están cursando el programa.
Así mismo, los diferentes capítulos regionales y los representantes de campos diciplinares, junto con las secretarías de educación y de salud, ofrecen capacitaciones y conferencias sobre temas relevantes para el ejercicio profesional de los psicólogos.

Foto: Wallpaper Flare
Con la llegada de la COVID, se agravaron las enfermedades mentales.
Se agudizaron las afecciones a la salud mental de los colombianos.
Por ejemplo, hay capacitaciones sobre la Estrategia mhGAP para Emergencias Humanitarias, disponibles para colegas vinculados a operadores de ICBF, en el departamento de Nariño, Cauca, Valle y Putumayo.
También hay capacitaciones en Primeros Auxilios Psicológicos y Autoauxilios para las Líneas Amigas del país, entre ellas, la Línea Teleamiga 106 del Valle del Cauca, la Línea Amiga en Salud Mental de Putumayo y la Línea Violeta de Villavicencio.
La Asociación Colombiana de Facultades de Psicología (ASCOFAPSI) ofrece conferencias virtuales a estudiantes y docentes de las facultades de psicología, con expertos nacionales e internacionales que explican estrategias para responder a las necesidades actuales.
Por último, es esencial reconocer el trabajo de cada uno de los profesionales de la salud mental, que desde su contexto laboral atienden las necesidades emocionales de la población, buscando disminuir o contener la ansiedad y depresión que esta crisis puede desencadenar e ideando estrategias para convertirla en una experiencia de aprendizaje para todos.
*Magister en Psicología Clínica. Trabaja como docente de Carrera de Psicología y de la Maestría de Psicología de la Salud de la Pontificia Universidad Javeriana, sede Cali. Es magistrada del Tribunal Deontológico y Bioético de Suroccidente.
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