¿Qué deben hacer las autoridades con las milicias urbanas?
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¿Qué deben hacer las autoridades con las milicias urbanas?

Escrito por Hugo Acero
las Milicias en Bogotá 2022

Sin exagerar su capacidad de acción, ni desconocer su existencia, hay que enfrentarlas con inteligencia, investigación criminal y participación ciudadana.

Hugo Acero*

¿Qué buscan las milicias urbanas?

Por su ubicación estratégica e importancia económica, política y social, varias ciudades colombianas son atractivas para las economías ilegales que producen rentas criminales como es el caso del narcotráfico, el contrabando, la trata de personas, el comercio de armas ilegales, los secuestros, las extorsiones y el hurto de carros, motos y celulares.

Las ciudades más importantes de Colombia son Bogotá, Medellín y Cali, pues son epicentros regionales que cobijan gran parte del territorio nacional: Bogotá cubre el centro y oriente del país, Medellín el noroccidente y Cali el suroccidente.

Las milicias de grupos armados al margen de la ley que tienen presencia en estas ciudades por su ubicación estratégica, además de beneficiarse de algunas de las rentas criminales, responde a la necesidad de urbanizar el conflicto, fortalecerse y lograr con sus acciones reconocimiento político. Las ciudades se constituyen en territorios importantes para realizar acciones de inteligencia, atentados terroristas, paso y abastecimiento de drogas, armas, material de intendencia, medicinas, alimentos, además de participar en las distintas movilizaciones sociales. sociales.

El caso bogotano

En Bogotá, la presencia de estos grupos no es algo nuevo. Desde su creación, el ELN y el M-19 tenían presencia en la capital que se fortaleció durante el proceso de paz de Belisario Betancourt en la década de los ochenta. Las acciones del M-19 persistieron hasta su desmovilización en 1990 y el ELN continuo con su accionar a través de atentados pequeños –que incluían petardos y bombas incendiarias– entre la década de los ochenta y los noventa. En las zonas rurales, hubo atentados contra la infraestructura eléctrica de la ciudad que lograron poner en jaque el suministro de energía.

Por su parte, las FARC en 1991, tras el fracaso del Proceso de Paz, durante el gobierno de Cesar Gaviria, decidieron llevar la confrontación a las ciudades, especialmente a Bogotá, donde conformaron el Frente Antonio Nariño bajo el mando de Carlos Antonio Lozada, hoy Senador de la República Julián Gallo Cubillos, quien en 1996 sobrevivió después del asesinato de 6 milicianos de este grupo,  lo cual lo obligó a replegarse en las montañas del oriente del país desde donde intentó reorganizar su frente entre 1996 y 2000, pero un ataque a sus hombres apostados en la localidad de Sumapaz  y en Gutiérrez en el año 2000, donde murieron 15 guerrilleros y siete más fueron capturados, le dio la estocada final a ese frente.

En 1999, Alonso Salazar realizó una investigación sobre los jóvenes vinculados a agrupaciones delictivas para la Subsecretaría de Seguridad de Bogotá en la que encontró que, de 467 grupos delincuenciales identificados en la ciudad, 17 eran de milicias que operaban en distintas localidades.

Los cambios del siglo XXI

Basándose en las experiencias que tuvieron estos grupos en las últimas décadas del siglo XX, las guerrillas realizaron cambios importantes a comienzos del siglo XXI.

Como explica Rodolfo Escobedo después de las capturas masivas de sus miembros en los ochentas y noventas, el ELN aprendió a no crear asentamientos en las ciudades. “En las ciudades no hay hombres en armas, no hay campamentos. Hay células, compartimentadas” o pequeñas milicias que desempeñan labores de apoyo, inteligencia, acciones políticas y adoctrinamiento político en universidades públicas y barrios populares.

En 2006, esta organización propuso la conformación del Frente de Guerra Urbano Nacional Camilo Torres Restrepo que finalmente se consolidó a finales de 2014. En los años subsiguientes, ejecutaron varios atentados, entre los que se destacan el de la Central Eléctrica de Torca en 2016, el de la Macarena en 2017 y el de la Escuela General Santander.

Por otra parte, en medio de los diálogos con el gobierno del presidente Andrés Pastrana, las FARC crearon el Movimiento Bolivariano por la Nueva Colombia (MB) y el Partido Comunista Clandestino de Colombia (PC3) para tener una mayor presencia en las ciudades. Tras el fracaso de los diálogos en 2002, con el apoyo de estas organizaciones llevaron a cabo atentados terroristas en las ciudades, especialmente en Bogotá.

las Milicias en Bogotá 2022
Foto: Twitter - Las milicias esta ahí, operan y no se les pueden sobredimensionar, pero tampoco desconocer.

Las milicias que operan en zonas urbanas son pequeñas estructuras compartimentadas que no se conocen entre ellas ni controlan territorios.

En 2002 y 2003 se registraron más de 150 atentados en la ciudad que acabaron con la vida de varios civiles y policías. Vale la pena recordar la “bicicleta bomba” en el barrio Fátima ocurrido en enero de 2002, los dos atentados a Chingaza que tuvieron lugar en febrero, el del puente peatonal de la 53 que ocurrió en mayo, los morteros el día de la posesión de Uribe, el atentado en un parqueadero cerca a la Estación de la Policía Metropolitana, el atentado en el Nogal y los numerosos atentados en contra de Transmilenio que tuvieron lugar en 2003.

Es importante señalar que la instalación del Batallón de Alta Montaña en Sumapaz en 2002, las acciones del Ejército en esa zona y los golpes contundentes contra las FARC redujeron la actividad de las milicias urbanas. Sin embargo, esta guerrilla realizó varios atentados terroristas en los siguientes años. Los más recordados son el de la Estación de Meissen en enero de 2008 y el del exministro de justicia Luis Fernando Londoño en mayo de 2012.

Aún no es claro se los milicianos del Movimiento Bolivariano que operaba en Bogotá se desmovilizaron durante el Proceso de Paz impulsado por Juan Manuel Santos, pues en una entrevista realizada por Verdad Abierta en 2016, algunos miembros de esta organización afirmaron que hicieron parte de lo que se pactó en la Habana, pero en 2018, otros miembros publicaron un comunicado en el que aseguraban que no se habían desmovilizado y que continuaban realizado actividades clandestinas en la ciudad.

Además de la presencia y accionar de estos grupos en la ciudad, en febrero de 2020, la Policía capturó seis milicianos de las disidencias de las FARC que fueron entrenados en el campamento de alias Cadete y que actuaban en Bogotá bajo el mando de Gentil Duarte.

El papel de las autoridades

Las milicias que operan en zonas urbanas son pequeñas estructuras compartimentadas que no se conocen entre ellas ni controlan territorios. Su funcionamiento es diferente al de las guerrillas que desarrollan sus operaciones en zonas rurales.

El ELN tiene presencia en Bogotá desde hace años. En cambio, no está claro si las Milicias Bolivarianas de las FARC se desmovilizaron o siguen actuando de forma clandestina en la ciudad, especialmente en algunas universidades públicas. Tampoco está claro si actualmente forman parte de las disidencias de Gentil Duarte o de Iván Márquez, como sugieren los detenidos en febrero de 2020 y el atentado en Ciudad Bolívar atribuido al Frente 33.

Lo que sí está claro es que las milicias urbanas, que tienen presencia en Bogotá, no deben ser desconocidas, pero tampoco sobredimensionadas. No se cuenta con suficiente evidencia para afirmar que los hechos vandálicos y violentos que ocurrieron durante las protestas sociales fueron producto de un plan estratégico de las guerrillas, pero tampoco se tienen pruebas contundentes que permitan descartar esta hipótesis y afirmar que fueron hechos espontáneos y aislados producto de la ira social.

Por otra parte, es importante señalar que las milicias urbanas no son las responsables de todos los atentados que ocurren en la ciudad, pues muchos grupos delincuenciales se valen de los atentados para presionar, extorsionar, cobrar deudas y ejecutar venganzas.

En definitiva, las milicias esta ahí, operan y no se les pueden sobredimensionar, pero tampoco desconocer. Las autoridades nacionales y locales deben enfrentarlas con inteligencia, investigación criminal y participación ciudadana y seguramente, en algún momento, habrá que negociar con ellas en el marco de un proceso de paz.

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