Todas las estrategias son costosas y difíciles de llevar a cabo, pero si no actuamos con rapidez, el ecosistema y los habitantes de la región se verán gravemente afectados.
Nataly Castelblanco-Martínez* Jorge W. Moreno-Bernal**
Una población fuera de control
Ciento treinta y tres hipopótamos pesados, saludables y fértiles, merodean por los ríos y ciénagas de la cuenca del Magdalena, el principal sistema hídrico de Colombia. Ese fue el resultado del censo realizado a finales de 2021 por científicos de la Universidad Nacional y del Instituto Alexander von Humboldt que se valió de técnicas avanzadas para contar a los paquidermos.
Casi la mitad son hembras que podrían ser gestantes en los próximos 5 años y machos que podrían experimentar un peligroso aumento de agresividad característico de la pubertad de su especie. Estos hipopótamos podrían emigrar para formar sus propias manadas.
Desde 2019, numerosos científicos han mostrado preocupación por el crecimiento descontrolado de esta población. Y si no hacemos nada, se estima que en 2030 alrededor de 500 hipopótamos podrían invadir la cuenca del Magdalena y colonizar otras cuencas cercanas como la del Río Cauca. Pese a ser herbívoros, los hipopótamos adultos pueden transformar ecosistemas enteros porque pesan entre una y tres toneladas. Un estudio realizado en 2020 encontró que el oxígeno, la composición y los microorganismos del agua se han visto alterados por la presencia de estos mamíferos.
Además, los hipopótamos pueden ser peligrosos para los humanos, pues son agresivos, impredecibles y territoriales. No en vano son los vertebrados que causan más muertes a personas en África –superando a leones y cocodrilos juntos–. Una mordida con sus colmillos afilados puede dejar sin vida a un animal grande o a un ser humano. En Colombia aún no han dejado muertos, pero sí heridos de gravedad. Y si siguen reproduciéndose sin control, terminarán encontrándose con pescadores, lugareños e incluso turistas.
Una especie invasora
Pese a los llamados de los científicos y las comunidades locales, las autoridades ambientales ignoraron esta situación hasta hace poco. Seguramente no imaginaron que un macho y tres hembras –el grupo que Pablo Escobar importó para enriquecer su zoológico de la Hacienda Nápoles en los ochentas– se convertirían en un problema ambiental de tal magnitud.
En los noventas, el problema se hizo evidente, pues algunos miembros del clan inicial fueron expulsados y comenzaron a deambular en busca de un territorio propio. En 2007, las quejas por cultivos dañados y personas correteadas por hipopótamos errantes hicieron que, por primera vez, las autoridades contemplaran la idea de reubicarlos. Y tras dos años sin encontrar un hogar, decidieron sacrificar a un macho que había matado a seis becerros y atacado a varios pescadores.
Una foto de los soldados que escoltaron al cazador alemán que sacrificó al hipopótamo desató la ira de varios colectivos animalistas que protestaron frente al Ministerio de Medio Ambiente y exigieron la destitución de todos los implicados a través de redes sociales. La polémica llevó al Ministerio a suspender la caza de control de hipopótamos y en 2012 una orden judicial la prohibió.
Hace algunas semanas, el Ministro confirmó que los hipopótamos son una especie invasora en Colombia, pues se encuentran fuera de su área natural de distribución.
Entre 2009 y 2020 el control de estos mamíferos se ha limitado a castrar y reubicar a unos pocos hipopótamos, pues ninguna entidad extranjera ha querido recibirlos. En 2021 aplicaron el anticonceptivo Gonacon a 24 animales en la Hacienda Nápoles, pero aún es muy pronto para conocer los resultados del fármaco.
El estudio “A hippo in the room: predicting the persistence and dispersion of an invasive mega-vertebrate in Colombia, South America”, publicado a principios de 2021 desató una nueva tormenta mediática, pues los medios se concentraron en el apartado que recomendaba emplear métodos letales para controlar esta población.
Los colectivos animalistas no tardaron en criticar a los autores del estudio y una ONG estadounidense lanzó una campaña titulada “Save Colombian Hippos”. El debate “Un hipopótamo en la sala” organizado por la Universidad Javeriana y la Universidad de Los Andes reunió voces de diferentes orillas y facilitó que el gobierno le hiciera frente a la situación. Unas semanas después del encuentro, fue firmado un convenio entre el Ministerio del Medio Ambiente, el Instituto de Investigaciones Biológicas Alexander von Humboldt y la Universidad Nacional de Colombia que dio origen al proyecto de actualización de la situación de los hipopótamos en el país.
Hace algunas semanas, el Ministro confirmó que los hipopótamos son una especie invasora en Colombia, pues se encuentran fuera de su área natural de distribución; fueron importados por seres humanos; se están expandiendo rápidamente y tienen efectos negativos en el ecosistema y las personas. Esa confirmación obliga al gobierno a tomar medidas que permitan controlar el aumento y la expansión de los hipopótamos. Según el Ministro, se creará un comité de expertos encargados de diseñar un plan basado en recomendaciones científicas.
Aunque aún no hay un plan definido, varios grupos han propuesto distintas soluciones. A continuación, presentamos un análisis de los riesgos, los costos, los beneficios y la viabilidad de cada una de ellas. Antes de revisar cada una, es importante recordar que actualmente hay más de 130 hipopótamos que permanecen sumergidos en el agua la mayor parte del día y andan en manada, lo cual dificulta capturarlos.
Trasladarlos a África
Se estima que en el continente africano habitan entre 115.000 y 130.000 hipopótamos en estado salvaje. La situación de cada una de las subpoblaciones no es la misma: algunas están disminuyendo, otras aumentando y otras están estables.
Dado que en muchos territorios los hipopótamos siguen siendo víctimas de pérdida de hábitat, cacería ilegal y conflictos con agricultores, la especie es considerada vulnerable por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. Esta situación justifica la idea de trasladar los hipopótamos a África para repoblar los lugares en las que están en declive, sin embargo, esta propuesta ignora que la población que habita en Colombia tiene una baja calidad genética porque el grupo original estaba compuesto por un macho y tres hembras, lo cual ocasionó que animales emparentados se reprodujeran entre ellos. Es bien sabido que la endogamia o consanguinidad implica un alto riesgo de enfermedades y malformaciones congénitas. En consecuencia, los hipopótamos colombianos podrían poner en riesgo a los hipopótamos africanos si se entrecruzaran con ellos.
Por otra parte, se desconoce el estado de salud de los hipopótamos colombianos, pero es muy probable que tengan enfermedades, patógenos y parásitos de origen sudamericano, lo cual dificulta que los gobiernos de países africanos acepten estos animales. Pero aún si lo hicieran, el transporte a África es tan costoso que es posible que muy pocos animales fueran trasladados. En definitiva, se trata de una opción riesgosa, costosa y poco viable.
Castrarlos y esperar a que mueran
Existen dos maneras de modificar la reproducción de los hipopótamos. La primera consiste en castrarlos quirúrgicamente, lo cual implica capturar, sedar, inmovilizar y transportar a los animales. Se trata de un proceso costoso, lento y complejo que puede tomar varias semanas y que nunca alcanza el mismo ritmo de la reproducción. Mientras se castran 10, otros 100 pueden haberse reproducido.
La segunda opción es la “castración” química, que consiste en inyectarles un anticonceptivo animal. Actualmente, CORNARE está llevando a cabo un piloto con GonaCon, un contraceptivo que sirve para hembras y machos e inhibe la reproducción durante varios meses. Tras ese período, los animales deben ser inoculados nuevamente o volverán a reproducirse.
Así pues, para que esta estrategia funcione es necesario identificar cada uno de los hipopótamos inoculados, lo cual es viable en las áreas donde están controlados, pero prácticamente imposible en áreas de difícil acceso. En otros mamíferos, la inoculación continua provoca la esterilización de los animales, pero aún no es claro si esto ocurre con los hipopótamos. Algunos han propuesto utilizar el anticonceptivo llamado PZP, pero este presenta una desventaja adicional: solo funciona en hembras.
Es importante señalar que, pese a no poder reproducirse, los hipopótamos castrados siguen teniendo efectos negativos en el ecosistema y representan una amenaza para las personas, por lo cual habría que confinarlos, lo cual es sumamente difícil y costoso.
Crear un santuario
Hay dos tipos de santuarios: las áreas dedicadas a preservar especies de animales silvestres de alta importancia para la fauna nacional como el Santuario de Fauna y las áreas de confinamiento supervisadas por humanos. Los hipopótamos no forman parte de la fauna nacional y representan una amenaza para la biodiversidad, por lo cual no tiene sentido llevarlos a un área de preservación.

La caza de control es una estrategia ampliamente usada para controlar la fauna invasora en el mundo entero. Colombia no es la excepción.
Tenerlos en cautiverio es posible, sin embargo es sumamente costoso y no sirve para todos los animales. Se trata de animales fuertes, agresivos y grandes que requieren un hábitat enorme con cuerpos de agua, vegetación abundante y barreras de contención adecuadas. Por su naturaleza gregaria, es importante separarlos en clanes para evitar peleas entre individuos. Además, para garantizar su comodidad y evitar daños ambientales, habría que adquirir grandes extensiones de tierra e instalar un sistema de filtrado que evite el depósito de heces y orina a la región.
En definitiva, se trata de una estrategia que no puede ser ejecutada en el corto plazo. Si decidiéramos ponerla en marcha, los hipopótamos seguirían reproduciéndose, por lo cual los “santuarios” solo servirían para salvaguardar la vida de unos pocos individuos.
Cazarlos para controlarlos
La caza de control es una estrategia ampliamente usada para controlar la fauna invasora en el mundo entero. Colombia no es la excepción. Actualmente, el sacrificio es la principal forma de controlar el pez león y el caracol africano. Sin embargo, no ha sido posible usarla con los hipopótamos porque los colectivos animalistas han aprovechado el carisma de la especie para oponerse a esta medida.
Si bien es una medida efectiva, ejecutarla no es fácil ni barato. Nuestra recomendación es que sea efectuada por profesionales con métodos que disminuyan el sufrimiento de los animales. Cuántos deberían ser sacrificados, dónde y cómo son preguntas que deben ser discutidas con calma.
Ninguna de las opciones es sencilla, rápida ni barata. Tampoco son excluyentes ni definitivas: ninguna es suficiente para frenar la expansión de los hipopótamos. Por eso, recomendamos usar una estrategia mixta que contemple una labor intensa de captura, castración y confinamiento de la mayor cantidad posible de hipopótamos invasores. Así mismo, es necesario poner en marcha la caza de control.
Es importante aclarar que las estrategias no letales no garantizan que los animales tengan una vida digna, pues al estar en cautiverio los animales no están exentos de experimentar sufrimiento y estrés. Por esta razón, es importante que todas las estrategias tengan en cuenta los postulados de la bioética y busquen minimizar el sufrimiento animal. También es importante tener en cuenta las posturas de las personas que se han visto afectadas por la invasión.
Es hora de reconocer que en la cuenca del Magdalena habitan miles de colombianos y cientos de especies de peces, mamíferos, reptiles y aves que se están viendo o se verán afectados por los hipopótamos invasores.
Si no hacemos nada, la degradación física y bioquímica de los cuerpos de agua será irreversible y la integridad física de los habitantes se verá gravemente amenazada. Es necesario diseñar y poner en marcha un plan integral que se base en evidencia científica y respete los postulados de la bioética. Se trata de un problema grave que no podemos seguir ignorando.