La medición de la pobreza puede y debe mejorarse. No apenas los ingresos del mes pasado, sino los activos o propiedades acumuladas. No apenas los bienes que uno adquiera sino la capacidad para ser o para hacer muchas cosas. Un enfoque crítico frente al optimismo de las recientes cifras oficiales.
Freddy Cante
Otra mirada sobre la pobreza
Acojo la sugerencia de Roberto Angulo en la pasada edición de Razón Pública, para explorar las pistas de causalidad alrededor del nuevo milagro económico: la reducción de la pobreza y de la desigualdad en Colombia. Sugiero algunos interrogantes para orientar la búsqueda:
- ¿A qué intereses políticos obedece la nueva medición de la pobreza?
- ¿Qué ocurre con las cifras de pobreza, si en lugar de medir ingresos de corto plazo (mensuales) se opta por medir la riqueza acumulada por la gente a lo largo de una o de varias generaciones?
- ¿Las locomotoras de la mega-minería, la agroindustria y los biocombustibles, asentadas donde antes hubo desplazamiento forzado, disminuirán o más bien aumentarán la pobreza?
- ¿Pueden prosperar los “cohetes” de la banca y de los negocios de la salud sin generar pobreza?
- ¿Es mezquina la métrica del índice de pobreza multidimensional (IPM) que ha empezado a aplicarse en Colombia [1], comparada con el enfoque de capacidades y libertades de Sen y Nussbaum [2] – los dos autores en quienes dicen inspirarse los creadores del IPM?
![]() Programas de ayudas condicionadas como Familias en Acción han contribuido a disminuir la pobreza. Foto: Urna de Cristal. |
Pobres: los que no tienen propiedades
El mercado capitalista se ha expandido gracias a un creciente estrechamiento de la propiedad privada para la gran mayoría de la gente. Desde Aristóteles hasta el siglo XVII (con autores como Hobbes y Locke), la propiedad abarcaba dos derechos individuales: i) el derecho a excluir a otros del uso o disfrute de alguna cosa; ii) el derecho de no ser excluido del uso o goce de cosas de uso común o colectivo.
Durante los últimos cuatro siglos, el mercado se expandió no sólo con la mayor división del trabajo y del conocimiento, con la socialización de la codicia, sino también con el estrechamiento de la propiedad individual. Casi la totalidad de la población (incluyendo a los pequeño–burgueses), ha sufrido los siguientes procesos de pérdida de la propiedad:
a) Con la tecnificación de la agricultura (y el uso de la tierra para megaproyectos de extracción mineral y energética), se pierde el acceso a la tierra rural (los comunes y las economías campesinas). Un gran porcentaje de la población es desplazada voluntaria o involuntariamente a las urbes, en donde impera la escasez de tiempo, de espacio y de relaciones personales.
b) Con la mercantilización de las relaciones sociales, se extingue su poder integrativo (familia, comunidad y reciprocidad).
c) Con la concentración del capital físico y financiero, la mayoría de trabajadores deben pagar a los pocos propietarios por el acceso a tales medios de producción o de intercambio: se convierten en inquilinos, deudores de bancos y compañías aseguradoras, asalariados y usuarios.
![]() El presidente Santos apuesta en su gobierno a reducir los pobres y mejorar las condiciones sociales de los más necesitados. Foto: Urna de Cristal. |
d) Hoy la propiedad individual se reduce a unos derechos exclusivos, pero alienables y rápidamente extinguibles: unos ingresos propios que se traducen en servicios y bienes de consumo efímero, y algunos utensilios durables (pero con obsolescencia física o simbólica incorporada); también pocos ingresos no ganados (transferencias, subsidios y asistencialismo).
e) Al quedar marginada de las decisiones públicas, la mayoría de la gente es excluida de los bienes colectivos o comunes cuyo control está en manos de gobernantes o de grandes empresas nacionales o transnacionales. Los más marginados son usuarios de algunos bienes públicos impuros (sujetos a la creciente congestión y rivalidad) y los que son más pudientes acceden a bienes “club” (con altas barreras monetarias o simbólicas a la entrada).
f) Debido a que la mayoría de la propiedad es privada o semiprivada (como los clubes [3]), hay un acceso diferencial que depende de herencias, azar, habilidades innatas y adquiridas, y contactos. Predominan la desigualdad y la rivalidad [4].
En estas circunstancias, la mayoría de la gente pueda ser catalogada como pobre.
Capacidades en lugar de ingresos
Sin embargo a los dueños del capital —y a los políticos y tecnócratas que les sirven— les conviene que sólo sean reconocidos como pobres aquellos seres humanos que subsisten bajo las condiciones más aberrantes.
Los datos sobre ingresos apenas dan una estimación del presumible poder adquisitivo de las personas. La información sobre el acceso a un listado de bienes y servicios, sólo ilustra los supuestos “satisfactores” de algunas necesidades. Pero el enfoque de las capacidades ayuda a seguir la pista a los resultados: qué logros (ser y hacer) resultan cuando la gente puede acceder a determinadas oportunidades y derechos.
![]() La indigencia se ha reducido, pero a muchos colombianos los ingresos no les alcanzan para tener una vida digna. Foto: clausula51.blogspot.c |
Desde esta perspectiva, se trata de investigar si, más allá del bienestar, la gente alcanza una “buena vida” y libertades reales, gracias al uso y posesión de los bienes y servicios que adquiere gracias a su riqueza y a sus ingresos.
Un mismo conjunto de bienes y servicios puede significar resultados diferentes para distintas personas. Hay peculiaridades biológicas y psicológicas, contingencias de tiempo y de lugar que pueden producir la diferencia. Amartya Sen señala cuatro fuentes de variación [5]:
- Heterogeneidades personales: las personas requieren diferentes servicios de salud en relación con su edad, género, inhabilidades y propensiones a la enfermedad.
- Diversidad en el medio ambiente físico: cambios climáticos, problemas de inundación, inestabilidades del terreno, y contaminación pueden alterar dramáticamente la situación de la gente.
- Variaciones en el clima social: los servicios públicos como salud y educación, y las libertades democráticas (de expresión y opinión, de cultos, de movilización) dependen del clima social y político.
- Diferencias en las perspectivas de relaciones sociales: la apariencia personal (que depende del vestido, del aseo y de la estética) es fundamental para establecer relaciones afectivas, sexuales y sociales.
De todo esto se desprende que medir la pobreza en términos de capacidades, si está bien hecho el ejercicio, debería permitir acercarse más la realidad: no una minoría considerable, sino más bien una inmensa mayoría de la gente, al estar privada de libertades reales fundamentales, podría ser calificada como pobre. Incluso podría pensarse en una correlación inversa entre indicadores de opulencia e indicadores de libertad.
Mejorar el IPM
El actual Índice de Pobreza Multidimensional se construyó sobre cinco dimensiones: condiciones educativas; niñez y juventud; trabajo; salud; vivienda y servicios públicos.
Dados los problemas de conflicto, violencia e injusticia, se podrían agregar otras siete dimensiones:
- condiciones afectivas del hogar;
- preservación de la vida y propiedad;
- acceso a la justicia;
- voz (libertad de expresión, de opinión y de participación);
- salida (libertad de movilidad y desplazamiento);
- acceso a espacios públicos apacibles y a reservas naturales;
- abrigo, vestido y presentación personal.
Si hay fidelidad al enfoque de las capacidades, entonces las variables incluidas en cada dimensión deben dar cuenta no sólo del acceso y uso de bienes o servicios (como se hace en el actual IPM). Un IPM ampliado debe incluir variables sobre logros en términos de ser y hacer, y de libertad real, que alcanza la gente.
Enseguida apenas insinúo algunas otras variables posibles, al menos para las cinco dimensiones actuales:
- Condiciones educativas: indagar sobre la comprensión de lectura y de escritura.
- Niñez y juventud: mostrar no sólo el acceso, sino la calidad de guarderías, centros de recreación y escuelas. ¿Acaso alguno de los sabios tecnócratas matricularía a sus retoños en hogares infantiles de barriadas marginales o en peligrosas y descuidadas escuelas públicas?
- Trabajo: hay que dar cuenta de la estabilidad del empleo, del tipo de contrato laboral y de la calidad del empleo.
- Salud: hay que averiguar sobre la calidad, la celeridad, y el trato cordial en los servicios de salud y seguridad social.
- Vivienda y servicios públicos: no sólo hay que mirar dentro de la residencia (como, hace al actual IPM, de manera incompleta), sino incluir variables del entorno inmediato: cercanía a fuentes de ruido estridente y a fuentes de contaminación; ubicación en terrenos inundables o inestables, construcción en terrenos ilegales, o bajo amenaza de destierro por actores violentos.
Y para captar el grado de libertad de la gente habría que indagar sobre si la escogencia de su estilo de vida obedece a una elección libre o, por el contrario, ha estado sometida a presiones como amenazas, sobornos y prejuicios.
Estas reflexiones son fruto de sana indignación y del irrenunciable derecho a la duda, distintas de los llamados incendiarios al odio que hacen ciertos “demócratas integrales”. ¡No se pueden sumar halcones con palomas, señor Gaviria [6]!
* Doctor en Ciencias Económicas de la Universidad Nacional, profesor asociado de la Facultad de Ciencia Política de la Universidad del Rosario, investigador del Centro de Estudios Políticos e Internacionales de la misma universidad.