Mientras aumenta la popularidad de los narco-tours que exaltan las andanzas de los victimarios y que son fruto de un capitalismo que trivializa y cosifica todo lo que toca, hay también el intento de un contra-tour que dignifique a las víctimas.*
Camilo Tamayo Gómez**
Un proyecto contestatario
El “Proyecto Narcotour” es una iniciativa que nació en la clase de periodismo internacional que imparte Mauricio Builes en la Universidad Eafit de Medellín. Su objetivo es contar “el lado B” de la historia del narcotráfico desde el punto de vista de los afectados, ya que las historias de las víctimas de Pablo Escobar jamás han salido a la esfera pública, no han tenido voz propia y nadie se ha preguntado qué pasó con todas ellas.
Este “narcotour” surge como respuesta a las múltiples ofertas de entretenimiento en la ciudad, donde diversas compañías ofrecen recorridos guiados por la urbe, en donde se destaca el recorrido criminal del capo del narcotráfico. Su principal foco de mercado son los turistas extranjeros.
- ¿Hasta qué punto la sociedad de consumo ha hecho un objeto de entretenimiento de los relatos de la cultura narco?
- ¿Cómo afecta esto la construcción de memoria histórica y los procesos de reparación a víctimas en la Colombia de hoy?
- ¿Cómo abordar narrativamente estos hechos del pasado cuando los aspectos socioculturales y los mecanismos legitimadores de la cultura narco en Medellín aún siguen presentes?
- ¿De qué manera hacer visibles las historias de resistencia de la ciudadanía cuando las narrativas mediáticas siempre enaltecen al criminal?
Pablo Escobar, consumo y narrativas pop
![]() Pablo Escobar Gaviria. Foto: Wikimedia Commons |
La oferta es muy sugerente. Si usted paga 1.449 dólares americanos (alrededor de 4.200.000 pesos colombianos) podrá cenar con alias ‘Popeye’ (lugarteniente de Pablo Escobar) y visitar con él las instalaciones de la Hacienda Nápoles, el Edificio Mónaco, la antigua cárcel de La Catedral, la tumba de su antiguo jefe (la segunda más visitada en Latinoamérica) y otros lugares emblemáticos que recrean lo que fue el Cartel de Medellín.
“Excursiones que te dejarán sin aliento, y lo mejor de todo si eres fanático de la serie ‘Pablo Escobar’ podrás preguntarle todo absolutamente todo lo que desees a ‘Popeye’, su mano derecha”, es el texto promocional que anuncia este “narcotour”, sin duda uno de los más famosos de los más de treinta tours similares que actualmente se ofrecen en la ciudad de Medellín. Pero el tour no lo es todo. Usted podrá comprar una gama infinita de material promocional que gira alrededor de la figura de uno de los narcotraficantes más famosos del planeta.
¿Qué sucedió para que la cultura narco pasara a convertirse en otro objeto de consumo más? ¿Cuál es la razón para que la figura de Pablo Escobar parezca hoy más un icono pop que una figura de criminal?
El crítico literario Fredric Jameson advertía que el capitalismo contemporáneo, en vez de luchar directamente contra fenómenos socioculturales que atentan contra su razón de ser -como el narcotráfico-, los resignifica y convierte en objeto de consumo, los cosifica, les da un valor diferente dentro de las lógicas de la oferta y la demanda, las cuales están amparadas bajo las narrativas del gusto, la cultura celebrity y el entretenimiento.
Las historias de las víctimas de Pablo Escobar jamás han salido a la esfera pública, no han tenido voz propia y nadie se ha preguntado qué pasó con todas ellas.
Ejemplo de lo anterior es el movimiento punk de la década de 1970, el cual nació como una manifestación anti-capitalista, anti-sistema y anarquista. El capitalismo en lugar de eliminarlo, lo transformó en objeto de consumo y lo despojó de su sentido contestatario original. Cualquier persona puede ser punk: vestir de taches y cresta en Halloween o adquirir, bajo las lógicas de oferta y demanda, objetos culturales que le dan vida a la filosofía punk-.
Jameson sostiene que vivimos una época en la cual las lógicas del mercado logran reducir el sentido original de manifestaciones que contradicen la ideología pura del capitalismo y las adaptan para el consumo, dándoles así un valor banal.
Las promesas del narcotráfico
![]() Antigua hacienda de Pablo Escobar y hoy parque temático, Hacienda Nápoles. Foto: Wikimedia Commons |
La promesa del capitalismo es muy simple: si usted logra poseer suficiente papel moneda, gracias a su trabajo legal y siguiendo las reglas de juego establecidas por el mercado, usted podrá acceder a productos y servicios que le brindarán satisfacción, reconocimiento y alegría. El narcotráfico rompe este esquema, pues llega a la misma tierra prometida de consumo, posesión y aparente satisfacción por “otras vías” y “saltándose las reglas del juego”. Los “narcotours” celebran simbólicamente esta ruptura.
Considero que lo que nos demuestra la existencia de estos “narcotours” son dos cosas precisas:
- La banalización de la cultura narco vía consumo, narrativas pop y estrategias de entretenimiento (el éxito de la serie “Narcos” en Netflix) y,
- La exaltación del sentido de la criminalidad como mecanismo de expresión pública que expresa la insatisfacción generada por las promesas incumplidas del capitalismo, la inequidad, desigualdad y desequilibrio social.
Es significativo que sea en Medellín – no en Cali ni en Bogotá- donde se ofrecen estos “narcotours”. Medellín es la ciudad más inequitativa de Colombia, donde todavía existen aspectos socioculturales y mecanismos legitimadores de la cultura narco.
Estas ofertas de entretenimiento también muestran los aspectos socioculturales de los cuales emerge el narcotráfico. Pero estos elementos son presentados como objetos de consumo cultural y no como un fenómeno social de debate público, que merece ser analizado colectivamente con el fin de acabar con las causas que dan vida a la cultura narco: la pobreza, la desigualdad, la falta de oportunidades, la inequidad, etc.
Narrativas de entretenimiento y construcción de memoria
![]() Miembro del cartel de Medellín, y mano derecha de Pablo Escobar, Alias Popeye. Foto: Defensoría del Pueblo |
En este contexto, las narrativas e historias de entretenimiento que promueven los “narcotours” o las series mediáticas que se promocionan en Netflix, entran en choque directo con las experiencias de las víctimas, personas que sufrieron debido a las acciones violentas de organizaciones criminales.
Estas narrativas de entretenimiento narco (las cuales enaltecen a las figuras de los capos) entran a construir enmarcaciones de memoria que no necesariamente están dando cuenta de la realidad histórica, y de ahí el valor simbólico del “Narcotour” propuesto por el profesor Builes. Una cosa es la ficción mediática y otra cosa es la memoria histórica.
Estas narrativas de entretenimiento entran a construir enmarcaciones de memoria que no necesariamente están dando cuenta de la realidad histórica.
El problema de fondo consiste en que las narrativas de entretenimiento tienen la habilidad de instalarse con mucha más facilidad en la conciencia colectiva, que los relatos académicos o científicos que dan cuenta de nuestros problemas y de fantasmas como el del narcotráfico, de asuntos que permanentemente conciernen a nuestra sociedad.
¿Cómo afecta lo anterior la construcción de memoria histórica y los procesos de reparación a las víctimas? Yo considero que de dos maneras:
- Que la memoria ficcional y banal propuesta por las lógicas del entretenimiento (“narcotour” o Netflix), entran a ocupar el lugar de las memorias culturales e históricas que dan cuenta de nuestros procesos sociales como país.
De aquí se sigue que y sus formas sensacionalistas (“vende más” la figura de Pablo Escobar que la de Las Madres de la Candelaria), convirtiéndose así en una lucha de relatos y significaciones desde las lógicas comerciales del entretenimiento.
- Que se pueden llegar a afectar los procesos de reparación simbólica de las víctimas cuando en el seno de la sociedad la figura del victimario cobra mayor peso moral, simbólico, mediático y narrativo que la víctima. Los valores en la sociedad pueden desequilibrarse al poner en el centro de atención al verdugo sin abordar críticamente las repercusiones nefastas que trajeron sus hechos para la sociedad.
El reto en el futuro es, sin lugar a dudas, el de lograr construir un orden simbólico y narrativo que nos permita mejorar como sociedad, después de tantas décadas de guerra.
*Razón Pública agradece el auspicio de la Universidad Eafit. Las opiniones expresadas son responsabilidad del autor.
**Doctor en Ciencias Políticas y Estudios Internacionales (The University of Huddersfield, Reino Unido), coordinador de la Especialización en Comunicación Política de la Universidad EAFIT.