De Bob Dylan a Maluma: la música como literatura y los límites del arte - Razón Pública
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De Bob Dylan a Maluma: la música como literatura y los límites del arte

Escrito por Ana María Ferreira

Bob Dylan, músico estadounidense y ganador del Premio Nobel de Literatura.

La posmodernidad tiene dos caras: permite que un cantante como Bob Dylan sea considerado un exponente de la mejor literatura, pero también eleva a la categoría de “artista” a figuras del espectáculo como Maluma. ¿Cómo discernir las diferencias?

Ana María Ferreira*

Música y literatura

El comité del Premio Nobel sorprendió a muchos en 2016 al otorgarle el premio más trascendental de la literatura a Bob Dylan. El Nobel es un premio importante, tal vez el más prestigioso de la literatura internacional. Cada año, cuando el ganador es anunciado, los críticos y lectores pocas veces aplauden. Por el contrario, la mayoría de las veces critican la elección y publican en mayúsculas cuán controversial es la decisión y cuán injusta es para autores que lo merecen más.

Este año el debate fue más álgido que otros, y tal vez con razón porque quien ganó el premio es un músico. Sin embargo, la relación entre música y literatura es larga e indisoluble. De hecho, música y literatura fueron durante mucho tiempo una sola cosa. A un músico viejo y ciego, de nombre Homero, se le atribuye la composición de la Ilíada y la Odisea, obras a las que se les suele catalogar como el origen de la literatura en Occidente.

Pero no fueron solo los aedos griegos quienes contaron/cantaron sus historias: los bardos irlandeses y escandinavos cantaron las sagas tradicionales, los juglares y trovadores cantaron a su vez las historias de Europa durante la Edad Media y las épicas e historias amerindias fueron y siguen siendo cantadas en nuestro continente.

En el sur de Estados Unidos, durante la época de la esclavitud, los esclavos africanos cantaron sus historias de violencia, desarraigo y especialmente de amor y resistencia. Y en Colombia, para no ir más lejos, los primeros vallenatos fueron historias cantadas, muchas veces basadas en hechos y personajes reales.

Las letras de las canciones son muchas veces formas de poesía y no toda la literatura está escrita. Los arhuacos, por ejemplo, suelen contar historias con los diseños en sus mochilas y en el Museo del Oro de Bogotá hay piezas que cuentan largas y elaboradas narrativas sobre los abuelos de nuestros abuelos.

La literatura, se puede encontrar en muchas partes por fuera de los libros.

La literatura, en conclusión, se puede encontrar en muchas partes por fuera de los libros y no hay una sola forma de contar historias. Sin embargo, ¿podemos decir que cualquier historia es literatura? Tal vez no. ¿Cuáles son entonces los límites de la literatura? ¿Por qué se puede afirmar que Gabriel García Márquez es un artista, pero que Paulo Coelho no?

Bob Dylan y el Premio Nobel

Escritor y ganador del Premio Nobel, Gabriel García Márquez.
Escritor y ganador del Premio Nobel, Gabriel García Márquez.  
Foto: Alcaldía Mayor de Bogotá

El Premio Nobel de Literatura otorgado el año pasado a Bob Dylan estaría justificado entonces bajo la intrínseca relación entre música y literatura. Sin embargo, no deja de ser por lo menos extraño que es la primera vez que un músico y no un escritor sea quien gana el premio. Muchos ganadores han sorprendido en años anteriores por ser desconocidos, pero nunca se le había dado al premio a alguien que no fuera considerado un escritor.

Otro aspecto que debemos tener en cuenta es que la importancia de Dylan no está restringida exclusivamente a su arte sino que también tiene que ver con su posición política. La política es un factor que algunas veces ha sido determinante para el Nobel. Por ejemplo, se ha dicho que esta es la razón por la que Borges nunca ganó el premio.

En ese sentido, la importancia de Dylan es aún más trascendental, ya que durante los sesenta y setenta fue una figura prominente en el movimiento por los derechos civiles. Por medio de su música, y especialmente las letras de sus canciones, una generación en Estados Unidos y también en América Latina encontraron la banda sonora de su lucha por un mundo más incluyente. Algunas de sus canciones como “Blowin’ in the Wind”, “Like a Rolling Stone” y “A Hard Rain’s a-Gonna Fall” son parte indiscutible de la historia musical, social y literaria del mundo.

Estos argumentos pueden no ser suficientes para justificar el Nobel y, personalmente, el premio me deja un sinsabor, ya que mi amor por la literatura está unido a la fascinación por el oficio de escribir y también por el amor al libro, casi que debido a un cierto fetiche por el objeto físico.

El mismo Dylan, a su vez, no fue ajeno al malestar que produjo el premio. El músico dejó pasar casi dos semanas antes de reconocerlo, evitó incluso contestar las llamadas desde Suecia y cuando finalmente lo aceptó, argumentando “compromisos anteriores”, declinó la invitación para recibirlo en persona. Al final fue su gran amiga Patti Smith quien asistió a la ceremonia para recibir el premio y hay que reconocer que su emotiva presentación de “A Hard Rain’s a-Gonna Fall” es en sí misma poesía.

Los ‘límites’ de la literatura

Maluma, cantante de reggaetón.
Maluma, cantante de reggaetón.  
Foto: YourWay Magazine

Una de las consecuencias más interesantes de este debate es que promovió diversas discusiones sobre la relación entre música y literatura, y sobre la definición misma de lo literario. Es evidente que para la Academia sueca los límites de la literatura son difusos y en esa medida -en tanto que abre la definición- el premio a Dylan es emocionante y estimulante.

La importancia de Dylan no está restringida exclusivamente a su arte sino que también tiene que ver con su posición política. 

De algún modo el premio al cantante fue posible debido a la corriente de teóricos posmodernistas que empezaron a abogar por una definición de la literatura en particular, y del arte en general, más democrática e incluyente. La historia del arte en Occidente, siguiendo los parámetros europeos casi siempre desestimó la cultura popular o las expresiones de culturas diferentes a la suya. Hasta la modernidad se podía hacer una lista canónica y se podían enseñar cursos de “Literatura Universal”. Hoy dichas listas y cursos se reconocen como tareas imposibles.

Debemos entonces a la posmodernidad el enorme logro de permitir la entrada a la historia y a la academia de autores y culturas que habían sido despreciadas en el pasado. Este logro, desafortunadamente, se ha desvirtuado un poco en la medida que puede transformar todo arte en una experiencia personal y absolutamente relativa. Entonces hoy en día encontramos que con la palabra artista podemos referirnos a Pablo Picasso, a Gabriel García Márquez, a Bob Dylan y… a Maluma.

Maluma es un cantante de reggaetón, un género musical de origen caribe muy popular en los países y en la comunidad latinoamericana. Casi todas las letras de las canciones son en español, salpicadas de palabras y frases en inglés. Otro dato importante de este género musical es que la mayor parte de los cantantes son hombres y el mensaje y los videos de las canciones tienen casi siempre tienen un alto contenido sexual.

Este género relativamente reciente se puede pensar como un reflejo del mundo en el que vivimos, sobre la vitalidad de nuestra cultura, nuestra gente y el dinamismo del lenguaje. El reggaetón también es en gran parte un producto comercial: ni las letras, ni la música son excesivamente elaboradas y no requiere su interpretación años de estudio. Una nueva canción reemplaza rápidamente a otra y probablemente ningún cantante de este género va a ganar el Premio Nobel de Literatura.

En octubre del año pasado, casi al mismo tiempo que se anunció que Dylan había ganado el Nobel, Maluma lanzó la canción “Cuatro Babys”. Hay que recordar que Maluma es un artista muy popular en Colombia, probablemente incluso más popular que Pablo Picasso o Bob Dylan.

En la canción “Cuatro Babys” un hombre declara estar ‘enamorado’ de cuatro mujeres al mismo tiempo. De las cuatro mujeres protagonistas cuyos nombres no se mencionan, sabemos que dos están casadas, “una es soltera” y la última “es medio psycho y si no llamo se desespera”.

A pesar de que el reggaetón habla explícitamente de sexo en casi todas sus letras, la canción de Maluma generó controversia, e incluso una campaña en el sitio change.org recogió casi 90.000 firmas pidiendo retirar su video.

El problema con “Cuatro Babys”, y en general con el género, es que la sexualidad no es vista como una actividad placentera para todos los participantes sino que es se caracteriza por mostrar a las mujeres como objetos. En esta canción en particular, la tensión sexual es demasiado chabacana y de muchos modos ofensiva, ya que muestra a estas cuatro mujeres hiper-sexualizadas, dispuestas a todo solo por el ¿honor/placer? de tener relaciones sexuales con Maluma.

El machismo que permea esta canción es desafortunadamente una característica preponderante en este y otros tipos de música popular. Este a su vez es peligroso en tanto que el machismo tiene consecuencias reales en la vida de las personas: violencia doméstica, violaciones, feminicidios, etc.

No quiero decir, de ningún modo que hay una relación directa entre “Cuatro Babys” y una violación, pero el reggaetón, la publicidad, las telenovelas, entre otros, que normalizan conductas ofensivas contra las mujeres sí tienen un papel y una responsabilidad importante en cómo construimos una sociedad.

Un aspecto positivo de la controversia alrededor de “Cuatro Babys” es el debate. En un mundo a veces signado por la indiferencia, es interesante ver cómo las personas no somos solamente consumidores pasivos de la cultura popular, sino que somos capaces también de una mirada crítica del mundo que nos rodea.

Esa mirada crítica es la que nos permite ver la diferencia entre Maluma y Bob Dylan. Es la que nos invita a escuchar de nuevo las canciones de Dylan, a recordar los cambios que la música en los sesentas y setentas generaron en toda una generación y es la que casi nos obliga a pensar en quienes son los músicos que nos inspiran, cuáles son las canciones que nos definen y especialmente cuál es la banda sonora de nuestra realidad.

 

* Doctora en Literatura y Estudios Culturales de la Universidad de Georgetown. Es profesora en la Universidad de Indianápolis, donde enseña e investiga sobre América Latina. anaferreira1810@gmail.com

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