Más allá del acercamiento entre Raúl Castro y Barack Obama, y entre Estados Unidos y el gobierno de Venezuela, la VII Cumbre de las Américas no ofreció mayores perspectivas de servir como escenario de revisión del sistema interamericano.
Socorro Ramírez*
Desfases en las Américas
De la anterior Cumbre de las Américas a la que acaba de celebrarse cambió el contexto. A la de Cartagena, Obama llegó sin mucha iniciativa, en medio de una reñida campaña electoral y con una economía en crisis. Carecía de márgenes de maniobra para ponerle algún contenido a su llamado: "Olvidémonos del pasado y construyamos juntos el futuro".
En cambio, América Latina y el Caribe mostraban optimismo en su acercamiento recíproco, aumentaban sus márgenes de autonomía, diversificaban sus relaciones con el mundo y tomaban distancia de Washington, al punto de amenazar la existencia misma de las cumbres hemisféricas.
Aunque llegó cuestionado por la orden ejecutiva sobre Venezuela, Obama tuvo la iniciativa en la VII Cumbre
Ahora la situación se invirtió. Los mandatarios, en especial de países latinoamericanos donde se frenó el crecimiento por la caída de precios de bienes primarios, llegaron en medio de complicadas situaciones internas y de escándalos de corrupción que tocan las más altas esferas del poder y estrechan los márgenes de gobernabilidad. Los casos más ilustrativos en este sentido son los de las dos potencias, Brasil y México. Además, el diálogo regional sigue sin avances. La última cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) tuvo que ser suspendida antes de lo previsto y sin desarrollar el diálogo cerrado entre mandatarios.
Estados Unidos, por su parte, dispone de una mejor situación económica (aunque no política), se ha abierto a asuntos de interés latinoamericano como los de migración y drogas y se ha acercado a Cuba. Aunque llegó cuestionado por la orden ejecutiva sobre Venezuela, Obama tuvo la iniciativa en la VII Cumbre: realizó dos encuentros previos subregionales para presentar su propuesta energética y de seguridad, en Jamaica con la Comunidad Caribeña, y en Panamá con los mandatarios de Centroamérica; elogió a Peña Nieto y se reunió con Santos para ratificarle su apoyo a la negociación con las Farc y concretó la fecha de la postergada visita oficial de la presidenta de Brasil a su país.
![]() El Presidente de Venezuela Nicolás Maduro en la VII Cumbre de las Américas. Foto: Gobierno Bolivariano |
Obama-Castro
Hubo temor de que la Cumbre se viera afectada por el apoyo de Castro a Maduro contra las medidas de Obama y de que se hicieran sentir las insatisfacciones de Estados Unidos y Cuba por no llegar a Panamá con todos los avances esperados luego de tres rondas de diálogos.
– Washington quería concretar la apertura de embajadas, pero lamentó la lentitud del proceso.
– Cuba esperaba salir de la lista USA de países que apoyan el terrorismo y señaló como “incompletas e insuficientes” las medidas de flexibilización del embargo, que permiten viajes de estadounidenses y autorización de compras en la isla, envío de remesas, venta de equipos y servicios de telecomunicaciones en Cuba y compras de insumos por los cubanos.
No obstante esos reparos, Obama y Castro aprovecharon el amplio apoyo que su gesto ha suscitado y evitaron el fracaso de una Cumbre que por fin reunió a todas las Américas. Ambos se hicieron mutuos reconocimientos: los dos cancilleres se reunieron, antes de partir hacia la Cumbre Obama llamó de nuevo a Castro, al llegar a Panamá posaron para la esperada foto, se reunieron durante una hora y veinte minutos y se dedicaron los discursos –Obama le dijo a su homólogo: “Después de 50 años de una política que no ha funcionado, era hora de que intentáramos algo nuevo"; a su vez, Castro le pidió disculpas por el duro tono y agregó: “(Obama) es un hombre honesto y lo admiro”.
Obama-Maduro
El otro encuentro que suscitaba temores era el de Obama y Maduro. Nicolás Maduro llegó a Panamá con los resultados de su campaña para pedir el levantamiento de la orden ejecutiva de Obama: tuits, firmas y pronunciamientos de todos los organismos regionales y del tercer mundo. Sin embargo, recibió presiones para no convertir la Cumbre en una confrontación y abrirse al diálogo.
Antes de la Cumbre hubo señales conciliadoras. Venezuela invitó al consejero Thomas Shannon a reuniones en Caracas. La Casa Blanca insistió en que las medidas no son contra Venezuela sino contra algunos individuos. Y Obama corrigió: “Venezuela no es una amenaza para Estados Unidos, Estados Unidos no es una amenaza para el gobierno de Venezuela".
En la Cumbre los gobiernos latinoamericanos de ALBA insistieron en el levantamiento de la orden ejecutiva, pero la subsecretaria de Estado, aunque admitió que el término amenaza "no está bien visto" en la región, señaló que "Es algo que ya está implementado".
Maduro tuvo un corto encuentro “casual” con Obama quien le reiteró las críticas, y no logró que la situación de su país fuera ignorada en la Cumbre: la oposición estuvo en todos los foros y lo recibió haciendo sonar el “cacerolazo”, muchos presidentes pidieron diálogo entre gobierno y oposición, y 25 expresidentes exigieron la liberación inmediata de los presos políticos, el respeto por los derechos humanos y las libertades democráticas en Venezuela.
![]() El Presidente cubano Raúl Castro durante la VII Cumbre de las Américas. Foto: Flickr de la OEA |
Debates gubernamentales
Por temor de un enfrentamiento en la VII Cumbre, el gobierno panameño había anunciado que no se concertaría una declaración entre los 35 mandatarios.
Quedaba entonces el documento con los “mandatos para la acción” en los ocho temas oficiales de la Cumbre: salud, educación, energía, ambiente, participación, gobernabilidad, migración y seguridad, que se alineaban con el lema del encuentro: “Prosperidad con equidad”.
Los documentos habían logrado un consenso de más del 95 por ciento por parte de 34 gobiernos (aunque fue invitada, Cuba no participó en los mecanismos preparatorios que coordina la OEA). Pero al no haber acuerdo sobre adiciones propuestas por Venezuela contra la orden ejecutiva de Obama se decidió enviar lo ya consensuado a los organismos que apoyan las Cumbres y reemplazar el documento por una declaración final del presidente de Panamá como anfitrión.
En consecuencia, la VII Cumbre no logró ni declaración presidencial ni plan de acción. Ya en las dos cumbres anteriores había ocurrido algo parecido. Además, cuando se logra concertarlos, los gobiernos no suelen tenerlos en cuenta en sus planes ni revisar su aplicación y las decisiones son desobedecidas por los mismos que las acuerdan.
Así, más que en los temas oficiales, la Cumbre quedó copada por las relaciones de Estados Unidos con Cuba y Venezuela.
¿Se salvó el sistema interamericano?
En Panamá todos los gobiernos coincidieron en celebrar el acercamiento Estados Unidos – Cuba, Obama aseguró que no es prisionero del pasado sino que mira hacia al futuro y llamó a asumir responsabilidades porque “Los cambios de política hacia Cuba abren una nueva era en el hemisferio”.
Pero no hubo debate sobre las perspectivas interamericanas. Los gobiernos de América Latina y el Caribe coinciden en la necesidad de crear un multilateralismo basado en una cooperación horizontal, pero los presidentes latinoamericanos del ALBA se oponen a la combinación de los espacios regionales con negociaciones en el sistema interamericano.
Además, hay hondas divergencias sobre los órganos de derechos humanos. Con su largo historial de injerencias unilaterales, encubrimiento de dictaduras y condenas a regímenes adversos, los Estados Unidos han debilitado esa convención, que no han ratificado ni aplican en todas las ocasiones. El gobierno de Venezuela se retiró de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (Cidh) y con su homólogo de Ecuador han cuestionado las relatorías de ese órgano y han propuestos reemplazarlo por una corte suramericana.
La Cumbre quedó copada por las relaciones de Estados Unidos con Cuba y Venezuela.
Aunque sigue cumpliendo su papel de observación electoral (que algunos gobiernos han reemplazado por la de Unasur) y de secretaría técnica de las Cumbres de las Américas, la OEA no se ha reacomodado a la actual situación. Tampoco ha podido aplicar la Carta Democrática Interamericana, aprobada en 2001, por el desacuerdo interno sobre lo que significa la democracia.
La otra parte del sistema, las cumbres presidenciales, que arrancaron desde fines de 1994, ya habían enfrentado un momento crítico en 2005, en Mar de Plata, donde fueron duramente cuestionados los propósitos unilaterales de Bush y el desequilibrio en el libre comercio, y se enterró al ALCA. Y si no hubieran involucrado a Cuba, tal vez esta VII Cumbre no se habría realizado. Aunque en Panamá se validaron estos eventos, aún se está lejos de iniciar la revisión del sistema interamericano.
Actores sociales
Usualmente, antes de las Cumbres de las Américas se adelanta un debate de la sociedad civil, y la víspera de la llegada de los mandatarios se realizan foros de actores sociales. Su amplitud, pluralismo y representatividad le dan legitimidad a las necesarias discusiones en la cumbre.
En esta ocasión, en Panamá se realizaron varios eventos: un encuentro de rectores de universidades, el II diálogo empresarial, y los foros de jóvenes, indígenas y sociedad civil. En este último hubo protestas de algunos sectores por la forma como sesionó, se retiraron las organizaciones cercanas a Castro y Maduro por la presencia de disidentes, y hubo enfrentamientos entre oficialistas y opositores. Además, en forma paralela se realizó la VI Cumbre de los Pueblos con la participación de Evo, Correa y Maduro.
En síntesis, cumbres como esta propician muchos momentos de encuentro que permiten negociaciones gubernamentales, debates entre jefes de Estado, reuniones bilaterales y foros de actores sociales. Y aunque no se agudizó la confrontación, en esta VII Cumbre se hizo visible la fragmentación de unas Américas que se distancian y se acercan en espacios multilaterales sin que logren iniciar un verdadero diálogo político. El hemisferio carece de consensos fundamentales y América Latina y el Caribe están lejos de constituir una región-bloque.
* Doctorada en Ciencia Política, magister en relaciones internacionales, magister en análisis de problemas políticos, económicos e internacionales contemporáneos, licenciada en historia. Profesora titular de la Universidad Nacional de Colombia en el Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales (IEPRI), de la maestría de estudios del Caribe en la sede Caribe de la UN. Ha desarrollado la línea de investigación, docencia y extensión “Fronteras, vecindad e integración”. Coordina el Grupo Académico Colombia-Venezuela y el programa Colombia-Ecuador. Autora de numerosas publicaciones.