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Cuba tendrá nueva Ley Electoral: ¿volverá la democracia?

Escrito por Sergio Ángel Baquero y Armando Chaguaceda
Cuba: elecciones locales

Sergio AngelArmando ChaguacedaYa empezó la cuenta regresiva para cambiar la Ley Electoral vigente y es poco, o nada, lo que se puede esperar. ¿Por qué?

Sergio Ángel Baquero* – Armando Chaguaceda**

¿Una “democracia” de partido único?

El pasado 10 de abril, Cuba promulgó una nueva Constitución Política, que sustituyó la Carta de 1976. La Primera Disposición Transitoria establece que la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP) deberá aprobar una nueva Ley Electoral en un plazo de seis meses.

Esto quiere decir que el poder legislativo cubano tiene hasta octubre para sancionar esta norma. Así, se podrá ver si los cambios del nuevo texto constitucional tendrán un impacto sobre la vida cotidiana de los cubanos, o si por el contrario se trata de “más de lo mismo”.

Algunos analistas, como la profesora Orisell Richards de la Facultad de Derecho de la Universidad de la Habana, sostienen que “la actual Constitución, desde su artículo primero, está impregnada de ese espíritu participativo y redimensiona la máxima martiana «con todos y para el bien de todos»”. Ese tipo de opiniones están en sintonía con la posición oficial.

Pero otros tienen una visión más crítica. Por ejemplo, el periodista Reinaldo Escobar afirma que “todo apunta a que se mantendrán las propuestas de mano alzada en la base y las comisiones de candidaturas, sin que se permita hacer campañas o proponer plataformas”.

Lo cierto es que, más allá de las interpretaciones, el nuevo texto constitucional reafirma la dictadura de partido único en su artículo 5. Eso quiere decir que el espíritu participativo del que habla Richards solo es posible desde una tribuna, sin posibilidad de competencia, sin lugar a oposición y sin ninguna forma de representación.

Por eso, resulta preciso entender cómo opera la “democracia” de partido único en el ámbito subregional, con el fin de establecer si hay posibilidades de cambio en la nueva Ley Electoral.

Elecciones “a mano alzada”

En un contexto donde los partidos de oposición no están reconocidos y además son perseguidos por el Estado, las elecciones locales tienen lugar en asambleas barriales en donde los vecinos postulan los nombres de los candidatos “a viva voz” y luego votan a “mano alzada” por la persona que los va a representar.

Y aunque esto parece un mecanismo transparente, es preciso entenderlo en un contexto totalitario en el que la vigilancia del Estado viene desde arriba a través de los funcionarios públicos, pero también viene desde abajo con miembros de la sociedad civil adoctrinados y fieles al régimen.

Los nombres que se postulan están sujetos a observación, y aquellos que no comulgan con las decisiones del gobierno son marginados por las “brigadas de Respuesta Rápida” o por los vecinos temerosos.

Asamblea nacional del Poder Popular.

Foto: Representaciones diplomáticas de Cuba en el exterior
Asamblea nacional del Poder Popular.

Y no es para menos, si se tiene en cuenta que la postulación de un actor incómodo para el régimen puede conducir a la acusación de ser contrarrevolucionario. Y esto puede llevar a la exclusión social, manifestada en el acceso a puestos de trabajo, servicios de salud o cupos en establecimientos educativos.

El nuevo texto constitucional reafirma la dictadura de partido único en su artículo.

En otras palabras, los derechos “ganados” con la Revolución son usados como chantaje para presionar las decisiones en el ámbito local. La experiencia de la delegada Sirley Ávila, asediada desde el poder por defender los derechos de sus vecinos, resulta emblemática.

Después de ser elegidos en esas asambleas barriales, los candidatos se postulan a las Asambleas Municipales y se celebran elecciones populares, en las que los ciudadanos acuden a las urnas y depositan su voto “libre, igual y secreto”, siguiendo el artículo 3 de la Ley Electoral vigente.

Sin embargo, el proceso es cuestionable al menos por dos razones:

  1. primero, porque los electores y candidatos son presionados desde el poder;
  2. y segundo, porque no hay observación independiente en las votaciones y en el conteo de votos —más que la de los vecinos convocados, ad hoc, al proceso—.

Por lo tanto, la base de la “democracia” de partido único en Cuba son las elecciones a mano alzada: después de que son elegidos los diputados municipales, estos tienen la facultad de designar la mitad de los puestos en las asambleas provinciales, y estos a su vez tienen la facultad de nombrar a la mitad de los candidatos a la Asamblea Nacional del Poder Popular, corporación encargada de nombrar el Consejo de Estado de donde sale el presidente.

Puede leer: Cuba y su Constitución: ¿cambiará algo?

El caso Yuniel

En las elecciones de 2015 se presentó un hecho atípico: dos candidatos opositores al castrismo aparecieron entre los 27.000 nombres que aspiraban a las Asambleas Municipales. Pero ¿cómo fue esto posible y qué sucedió al final?

El caso de Yuniel López, un joven de 26 años miembro del partido Cuba Independiente y Democrática (CID) es particularmente interesante, teniendo en cuenta que la asamblea vecinal de Santa Amalia decidió elegirlo por su trabajo con la comunidad y por la defensa de los derechos de los habitantes del barrio.

Aunque Yuniel no hace parte del Partido Comunista Cubano, fue elegido en esta Asamblea porque los vecinos propusieron su nombre, y su carisma y solidaridad hicieron que se impusiera rápidamente y el régimen no pudiera hacer nada.

Pero llegar a la asamblea vecinal no le aseguró a Yuniel alcanzar un puesto en la asamblea municipal, pues al final, el régimen concentró sus esfuerzos en impedir que fuera elegido en las urnas.

Después de ser propuesto como candidato, el régimen evitó que Yuniel fuera delegado del barrio a través de tres estrategias:

  1. Primero, los Grupos de Respuesta Rápida amedrantaron a los vecinos a través de reuniones en las que se informaba que había cámaras y que se iba a saber quién votaba por él;
  2. Luego, Yuniel no pudo promover su candidatura porque en Cuba está prohibido hacer campañas electorales;
  3. Finalmente, aunque Yuniel preparó un grupo de observadores para que estuvieran en los colegios de su circunscripción, estos fueron retirados bajo el argumento de que “estaban alterando el orden”.

Al final Yuniel perdió unas elecciones a las que “nunca debió llegar” porque su lucha no era contra los demás candidatos, sino contra el régimen, y la competencia era claramente desigual y desleal.

En una “democracia” de partido único solo son aceptados los amigos, al mejor estilo schmittiano, y un disidente como Yuniel no podía cuestionar el sistema.

Liberalismo y democracia

Algunos filósofos liberales, desde Jhon Stuart Mill hasta Robert Dahl, reconocen los límites del modelo político liberal.

Recientemente, el politólogo Yascha Munk ofreció una sólida crítica del liberalismo antidemocrático y de las democracias iliberales. Según Munk, el liberalismo sin democracia es oligarquía.

Un ejemplo de lo anterior son los regímenes liberales hispanoamericanos del siglo XIX, o la restricción de la inclusión y la representación de vastos sectores populares en las poliarquías latinoamericanas.

Pero así como el liberalismo no agota la democracia, sin aquel no ha habido nada digno de ese nombre. Democracia sin liberalismo es, simple y llanamente, una autopista al despotismo. Quienes sostienen lo contrario son aquello que Mark Lilla llamaba “pensadores filotiránicos”.

En una “democracia” de partido único solo son aceptados los amigos.

Esos pensadores son quienes hablan de “democracias participativas” y “experimentos sociales” en regímenes de partido único como el que rige en Cuba desde hace más de medio siglo.

Partido de oposición Cuba Independiente y Democrática

Foto: Facebook: Cuba Independiente y Democrática
Partido de oposición Cuba Independiente y Democrática.

En contraste con esa posición autoritaria, notables científicos políticos —como Dietrich Rueschemeyer, Evelyn Stephens y John D. Stephens, con su clásico de hace 27 años—

han demostrado que las causas raigales de la izquierda, como los movimientos sociales o los derechos de los trabajadores, solo son posibles en las poliarquías avanzadas.

En todos los demás experimentos —incluidos los gobiernos “en nombre del pueblo”, como el cubano—, hay pobreza, menos derechos y una hipoteca total de las agendas emancipatorias.

Le recomendamos: Si China pudo cambiar, ¿por qué no Cuba?

Más de lo mismo

Como lo sostiene Reinaldo Escobar “candidatos mudos y electores sordos seguirán siendo los protagonistas de estas pantomimas electorales”.

Por las señales que ha enviado el régimen, son pocos los cambios que se pueden esperar en la vía hacia la democratización. Los electores seguirán escogiendo entre candidatos que conocen únicamente a través de su foto y su biografía, y los candidatos competirán sin exponer sus ideas, sin manifestar sus posiciones y sin hacer ningún tipo de proselitismo político o campaña electoral.

Es inaceptable que se siga defendiendo como democrático un modelo que, como el cubano, ha utilizado el nombre del pueblo para someter a su población. En Cuba, el control directo o indirecto de las elecciones es una oda al autoritarismo.

El hecho de que el proceso comience en los barrios y los vecinos tengan voz y voto no quiere decir que las decisiones sean democráticas y mucho menos libres. Para que haya una verdadera transformación, es necesario:

  • acabar con el régimen de partido único;
  • implementar un mecanismo de observación electoral independiente;
  • y, sobre todo, garantizar la libertad en la elección de los representantes y en la selección de los candidatos.

El primer aspecto ya fue descartado en la Constitución misma y eso restringe mucho las posibilidades de transformación. Por lo pronto, es muy poco probable que los otros dos aspectos se modifiquen en la nueva Ley Electoral.

Por eso, la elección a mano alzada seguirá jugando en contra de la participación de los sectores opositores y seguirá fortaleciendo los cuadros oficialistas. Ya veremos que sucede en los próximos meses, pero es poco lo que se puede esperar de una Ley escrita y aprobada por la ANPP, conformada y controlada por el Partido Comunista Cubano (PCC).

* Profesor Asociado e Investigador del Programa Cuba de la Escuela de Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Sergio Arboleda. PhD (C) en Estudios Políticos y Relaciones Internacionales, Magister en Estudios Políticos y estudios de Ciencia Política y Filosofía. @angelsergioa

** Profesor Invitado del Programa Cuba de la Universidad Sergio Arboleda y Profesor-Investigador del Departamento de Gestión Pública y Desarrollo de la Universidad de Guanajuato. PhD en Historia y Estudios Regionales, Magister en Estudios Políticos y estudios en Educación e Historia. @xarchano

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