Entre la independencia y las presiones económicas, el periodismo está en crisis -y la democracia está por tanto en crisis-. ¿Cuál es la salida?
Marisol Cano Busquets*
Un campo de tensiones
Vivimos un momento de grandes cambios culturales relacionados con el periodismo debido a circunstancias como:
- El desarrollo y la apropiación masiva de las tecnologías de información y comunicación,
- La recomposición de los modelos de producción y financiación de los medios informativos,
- La globalización de la esfera pública,
- La pérdida de autonomía del periodismo, y
- Las crecientes prácticas de vigilancia y control.
En la actualidad, la relación de los flujos de noticias y opiniones con la vida de las sociedades sugiere un desencuentro entre las expectativas que tienen diferentes grupos sociales sobre los medios en general (y del periodismo en particular) y la propia percepción de los periodistas sobre sus tareas y responsabilidades sociales.
El periodismo como campo, al decir de Pierre Bourdieu, está determinado por fuerzas en conflicto que afectan su autonomía o determinan su subordinación. Como campo de producción cultural y como campo de poder, el periodismo se mueve entre un polo intelectual, en el que existe mayor independencia, y otro económico, en el que depende de los poderes comerciales.
Desde esta perspectiva, el periodismo es un universo con autonomía cuyo capital simbólico e identidad profesional le exigen una ética y una función social que no se cumplen cuando las fuerzas en disputa se inclinan al costado de los intereses comerciales.
![]() El periodismo hoy se enfrenta a un reto grande: seguir estando al servicio del público. Foto: USAID |
Las dos primeras décadas del siglo XXI han mostrado una progresiva pérdida de autonomía del periodismo debido a la incidencia de las fuerzas del mercado, las transformaciones en la propiedad de los medios y los imperativos tecnológicos. Se trata de una época que impone grandes desafíos y que contrasta con el éxito de los medios informativos en el siglo XX.
Los cimientos de la actividad periodística se han visto amenazados en las últimas décadas por varias causas:
- La salud financiera de la industria periodística ya no es la misma de antes,
- Los lectores de los periódicos han disminuido,
- Las audiencias de los medios se han fragmentado,
- Las fuentes para acceder a las noticias se han multiplicado, y
- La credibilidad y autonomía se han visto erosionadas.
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¿Periodismo autónomo?
La autonomía en periodismo se refiere a la capacidad de los periodistas para hacer su trabajo con discrecionalidad individual y respetando estándares profesionales. Como dice Henrik Örnebring, autonomía es la libertad de moldear el propio trabajo sin estar controlados por fuerzas internas o externas. De ahí que un alto grado de autonomía sea un elemento fundamental para que el periodismo cumpla sus funciones democráticas.
Pero ¿puede el periodismo ser libre bajo un régimen de restricciones políticas o cuando está sujeto a presiones comerciales? ¿Puede el periodismo cumplir sus funciones de vigilante del gobierno y ser al mismo tiempo demandado por difamación por los funcionarios públicos? ¿Puede ser libre el periodismo si se intimida a quienes lo ejercen o se les ataca con violencia?
En las sociedades contemporáneas se le exige al periodista que responda al perfil del reportero que paga con su vida la cobertura de los conflictos, que investiga para sacar a la luz pública aquello que se quiere ocultar, que logra dar una representación veraz del mundo, que lucha por mantener la independencia ante cualquier interés particular y que pone en primera línea el interés público y la responsabilidad.
La idea de que los profesionales del periodismo tienen responsabilidades en la sociedad proviene de las teorías normativas. Se espera que los medios cumplan la función crítica de informar al público para que los ciudadanos puedan participar plenamente en la democracia.
Los medios informativos deberían cumplir ese papel por el bien general y hacerlo de una manera fiable, cuidadosa e independiente. Esto significa que los medios tienen el poder de definir, explicar e interpretar la realidad y darle un significado; y se espera que lo hagan con honestidad y que se pueda confiar en ellos para desempeñar el importante papel que se les ha asignado.
Por su parte, los periodistas han construido el sentido de su propia autonomía contra la visión comercial de su labor con una práctica diaria en la que dicha autonomía es el premio que buscan los reporteros y los editores honestos. Lo que menos quiere un periodista, como explica Michael Schudson, es verse agobiado por presiones de funcionarios oficiales, propietarios de los medios, anunciantes o por la competencia del mercado.
La pérdida de autonomía del periodismo debería preocuparnos a todos por el impacto que esto tiene sobre la sociedad, sobre la democracia y sobre campos como la cultura, las ciencias sociales, la filosofía y la política.
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Periodismo y democracia
Las relaciones entre medios informativos, periodismo y democracia han sido descritas tradicionalmente como un contrato social: se necesitan mutuamente. El periodismo necesita a la democracia para tener libertad e independencia y la democracia necesita al periodismo para que haya flujo de información, exista el debate público y el periodismo actúe como “perro guardián” frente a los abusos del poder.
Sin embargo, frente a las expectativas sobre el desempeño del periodismo en relación con sus funciones de informar, comentar, analizar, criticar o propiciar espacios de participación y debate, surge la necesidad de evaluar cómo y qué tan bien se han cumplido estos roles.
![]() ¿Cuál es la función del periodismo en un país en guerra? Foto: Museo Casa de la Memoria |
Se ha dicho que las expectativas no satisfechas del periodismo en este comienzo de siglo se deben a situaciones que han afectado tanto a la democracia como al periodismo:
- Las presiones de la competencia y la comercialización de los medios,
- El efecto nocivo de las relaciones públicas en la política,
- La tendencia al infoentretenimiento, y
- La concentración de la propiedad de los medios.
A lo anterior se suma el aumento de intereses cruzados de los medios de comunicación con las élites económico-financieras, algo que se manifiesta en las puertas giratorias entre el periodismo y los cargos públicos o las labores de relaciones públicas (lobby).
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Resulta necesario entonces resignificar la tradición del periodismo de calidad, con una autorregulación expresada en códigos de ética, consejos de prensa, comisiones de quejas o figuras como el ombudsman, que respondan a procesos permanentes de evaluación del desempeño periodístico, y a la idea de interés público como fundamento de la toma de decisiones y base de la credibilidad y la confianza.
Acerca de este tema resultan claves las reflexiones de Núria Almiron, Pierre Bordieu, Kees Brants, Cristians, Glasser, McQuail, Nordenstreng, White, Brian Mcnair, Henrik Örnebring, Marecel Broesma, Chris Peters, Michael Schudson y Jesper Strömback.
* Periodista, doctora en Comunicación de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, actual decana de la Facultad de Comunicación y Lenguaje de la Universidad Javeriana.