El 15 de septiembre de 1890 nació Agatha Christie, la escritora británica que catapultó el género policial que aún hoy nos seduce y que hoy conmemoramos.
Ana María Ferreira*
Los crímenes nos seducen
Las historias de crímenes, asesinos y detectives tienen un enorme poder de seducción. Hay desde series de televisión, pasando por programas de radio, hasta películas y cientos de libros sobre el tema.
Los crímenes y las muertes violentas han sido material de la literatura desde las primeras obras narradas. De hecho, una muerte o un crimen son los hechos que suelen desencadenar los sucesos en las tragedias griegas e incluso en la Biblia. Sin ir muy lejos, al comienzo del Génesis encontramos un fratricidio.
Sin embargo el personaje que le dará una nueva dimensión a los relatos sobre crímenes es el detective privado o investigador. El detective es un personaje contemporáneo que nace y crece paralelamente con el auge de las ciudades modernas en occidente.
El primer detective de la literatura es Auguste Dupin quien nació de la pluma de Edgar Allan Poe (1809-1930), en su relato Los crímenes de la calle Morgue, a mediados del siglo XIX. Pero van a ser Sir Arthur Conan Doyle (1859-1930) y por supuesto Agatha Christie (1890-1976) quienes darán a la novela policial la fuerza que aún hoy tiene. Ambos autores británicos tuvieron mucho éxito editorial en su tiempo y sus libros fueron y siguen siendo aclamados best sellers.
Un fenómeno sin igual
Agatha Christie nació y creció en Inglaterra en medio de una situación económica y familiar inestable, y empezó a escribir desde muy temprano. Pero la primera guerra mundial se atravesó en su carrera literaria.
Christie trabajó como voluntaria durante la guerra y muchas de sus experiencias de esa época le sirvieron para construir la trama de sus libros. Su entrenamiento como enfermera sale a relucir en las descripciones sobre la forma exacta de las heridas, el uso de algunas medicinas, los síntomas de enfermedades y por supuesto los venenos —uno de sus temas favoritos—.
Poco después de finalizar la guerra, en 1920, Agatha Christie publicó su primera novela: El misterioso caso de Styles. En esta obra aparece por primera vez el detective de sus novelas, Hércules Poirot, quien se convertirá en uno de los personajes más emblemáticos de la literatura popular.
Poirot llegó a ser tan famoso durante su época, que cuando Christie publicó Telón, la novela donde muere el detective, el New York Times publicó su obituario en la primera página.
Christie describe a Poirot como un hombre feo y extremadamente ridículo, que además de un bigote exagerado tiene la cabeza en forma de huevo. Su descripción física encaja con su personalidad excéntrica, maniaca y compulsiva —por ejemplo, al precisar la hora exacta de cada suceso—. Este hombre tan particular tiene no obstante una de las mentes más agudas de su tiempo y su capacidad de observación le permite desenredar y sacar a la luz los culpables de los asesinatos mejores planeados.
Poirot llegó a ser tan famoso durante su época, que cuando Christie publicó Telón, la novela donde muere el detective, el New York Times publicó su obituario en la primera página.
Mary Westmacot: el pseudónimo de Christie
Agatha Christie fue una prolífica escritora con más de sesenta novelas publicadas durante su vida, sin contar sus colecciones de cuentos, poemas y obras de teatro. A esta ya enorme producción literaria hay que sumarle las seis novelas de romance que escribió bajo el pseudónimo de Mary Westmacot, entre ellas Lejos de ti esta primavera que fue escrita en tres días.
Algunos críticos dicen que utilizó este seudónimo para no dañar su reputación como escritora de crímenes, pero su hija Rosalind Hicks cuenta que Christie lo hizo para permitirse escribir sin la presión de sus lectores.
Debido a su gran fama y su carrera ininterrumpida, los lectores de Christie esperaban con ansias nuevos crímenes y misterios por resolver; por eso algunos de sus biógrafos comentan que la presión por seguir escribiendo algunas veces era difícil de soportar.
La fama de Agatha Christie fue y sigue siendo un fenómeno sin precedentes.
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Jane Marple: la detective que teje a dos agujas
![]() Homenaje a Agatha Christie en Londres. Foto: Wikimedia Commons |
Poirot no fue su único personaje famoso. En doce de sus novelas encontramos un personaje repetido: Miss Marple, una fascinante mujer mayor y soltera.
Christie lo hizo para permitirse escribir sin la presión de sus lectores.
Par mí, Jane Marple es un personaje mucho más interesante que Poirot pues, no siendo detective de oficio, hace uso de su extraordinaria inteligencia y capacidad de percepción para resolver los crímenes más escabrosos. La mayoría de los protagonistas de novelas policiales, incluso hoy en día, son hombres, ex-policías y habitualmente hacen gala de una personalidad muy fuerte. Pero Miss Marple es todo lo contrario: es una abuela inofensiva, que en más de una de las historias aparece sentada serenamente, tejiendo algo para su sobrino.
En un mundo gobernado por hombres, donde las mujeres detectives ni siquiera se habían imaginado, Miss Marple, con sus canas, sus gafas y sus agujas de tejer, sobresale casi tanto como la propia Christie.
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¿La novela ‘ligera’?
Durante mucho tiempo la novela policial y su heredera directa, la novela negra, fueron consideradas como un género menor. Literatura de supermercado, best seller para consumir y desechar rápidamente.
Pese a ser una de las escritoras más leídas y reconocidas de la historia, la obra de Agatha Christie no era material de estudio para la Academia, que no consideraba sus obras como arte. El caso de Christie es un ejemplo de la tensa relación que tradicionalmente ha existido entre arte y cultura popular. Sin embargo, debido al interés que despertó la novela negra con escritores como Raymond Chandler, la Academia por fin volvió sus ojos sobre esta magnífica escritora.
Cuando yo era niña, la editorial Planeta en Colombia tenía un sistema de venta de libros de puerta a puerta que se llamaba Círculo de Lectores. El sistema consistía en que un vendedor llevaba hasta tu casa la revista del Círculo, y en ella aparecían páginas y páginas de carátulas de libros y una muy breve descripción de cada uno. Después de unos días el vendedor llamaba para tomar el pedido y un par de semanas después nos llevaba los libros a la casa.
En el catálogo había algunos textos clásicos, pero por lo general eran libros de moda como decir, de recetas de cocina o de fotos que se usaban usan para poner en la mesa de la sala. Eran libros que llamamos ‘ligeros’. Mi mamá que es una lectora ávida como yo, me dejaba escoger algunos de los libros que comprábamos. Recuerdo tener once o doce años y releer embelesada esas revistas. Recuerdo también que casi siempre le pedía a mi mamá que me comprara libros de Agatha Christie. El recuerdo de leer las descripciones en el catálogo de Círculo de lectores y luego la llegada del libro a la casa era una experiencia teñida de misticismo.
Al encuentro de la justicia
La violencia de los asesinatos no es el foco de los relatos de Christie, sino más bien la intriga por resolver los crímenes. Aunque la muerte y el cadáver están al comienzo y son la base de la historia, lo que de veras nos atrapa son las andanzas individuales de cada personaje.
Las historias de Agatha Christie casi siempre siguen esta fórmula: un asesinato, múltiples sospechosos, claves fragmentadas que se van develando paulatinamente y un final sorprendente porque el asesino nunca es la persona que el lector pensaba. Un elemento que siempre desconcierta en sus historias es el hecho de que todos los personajes alrededor del muerto parecen tener razones para asesinarlo. Es como si todos estuviéramos a solo un paso de asesinar a alguien.
Pese a ser una de las escritoras más leídas y reconocidas de la historia, la obra de Agatha Christie no era material de estudio para la Academia.
La fórmula de Christie —que obviamente es la de todo el género detectivesco— tiene que ver con este universo complejo y caótico donde todos tienen una razón para matar, pero que al final ofrece una solución, una respuesta que aclara, que restablece el orden en el mundo. En sus novelas, los misterios siempre son develados, los casos siempre son solucionados, los asesinos siempre son descubiertos.
A diferencia de la vida real, la justicia y el sistema judicial están llenos de equívocos. Por eso estas novelas son paradójicamente tranquilizadoras, pues los asesinos siempre terminan expuestos.
En este mes celebramos el nacimiento de Agatha Christie, la escritora que nos ha atrapado con sus historias de intriga y suspenso.
*Doctora en Literatura y Estudios Culturales de la Universidad de Georgetown, profesora en la Universidad de Indianápolis, donde enseña e investiga sobre América Latina.